Es tiempo de perdonar

Ahora como cristianos, tenemos la libertad para decidir como responder a una situación. Ya no somos esclavos del pecado. En libro de Gálatas se nos recomienda a permanecer firmes en la libertad con la cual Cristo nos hizo libres y no caer otra vez en yugo de esclavitud.

Creemos que tenemos derecho a amargarnos y no perdonar cuando tratan de destruir nuestros sueños y esperanzas o hieren nuestro amor propio al tratarnos injustamente. Si estamos muertos en Cristo, ya nuestra esperanza esta en Él, nuestros deseos son los de Él.

Lamentablemente cuando no estamos dispuestos a escuchar la voz de Dios porque lo que tiene que decirnos nos duele o porque simplemente no estamos dispuestos a cambiar, hay consecuencias desagradables para nosotros. Comenzamos a sentir como nos fatigamos y somos más vulnerables a perder nuestra paciencia y control.

Los ataques del enemigo hacen mella en nosotros y a la larga ya no somos instrumentos útiles para Dios, porque estamos apartados de su santidad. En Hebreos 12:15 se nos exhorta a no dejar que crezca en nosotros la raíz de amargura porque contamina a otros e inclusive nos previene que no sea que por eso dejemos de alcanzar la gracia de Dios.

He visto a hermanos con muchos años de haber conocido al Señor en los que no se manifiesta genuinamente el fruto del Espíritu, que es el amor de Dios (Gálatas 5:22-23) Sabemos que Cristo gobierna en nuestro corazón cuando se manifiesta el amor de Dios en nosotros, no la amargura, sino gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza que son las distintas caras de Su amor.

El Señor nos esta diciendo, desde el momento que nos entregamos a él, que se compromete a transformar nuestras vidas. ¿Esta dispuesto a dejarle hacer eso? No es fácil, el estándar de Dios es alto. “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Es el amor de Dios que nos constriñe y nos persuade a hacer lo bueno.

Transformarnos

Tal vez, al examinarnos nos demos cuenta que tenemos pensamientos y sentimientos que nos avergüenza confesar y que nuestras acciones son equivocadas, y muchas veces herimos a otros con nuestras palabras y hechos, para sentirnos culpables después. No entendemos porque actuamos así cuando somos nuevas criaturas.

Lo intentamos un día y al siguiente volvemos a caer en lo mismo. Si analizamos más profundamente nuestra situación, y somos honestos, encontraremos que nuestra vida de oración, meditación en la Palabra de Dios, alabanza y consagración a Dios están fallas.

El resultado es que tenemos pensamientos negativos, críticos y acusadores hacia las personas y situaciones que embargan nuestra mente e influyen en como nos sentimos, y expresamos. Santiago nos advertía de esto al decir que de una misma fuente no puede salir agua dulce y amarga (Santiago 3:11)

Los pensamientos negativos que tenemos nos bloquean para servir y amar a otros. Nuestros pensamientos reflejan, e influyen al mismo tiempo, en los sentimientos y acciones. Dios nos invita a renovar nuestra mente y no conformarnos a este siglo (Romanos 12:2).

De ahí la importancia de estudiar, memorizar y aplicar la Palabra de Dios en nuestra vida. Pablo habla de esto en la carta a los Corintios: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, refutando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:4-5)

Debemos, entonces, enderezar nuestras sendas y ver como Él nos guía al mostrarnos “Este es el camino, andad por el” (Isaías 30:21). Esta guianza llega en el día a día, a veces mientras leemos la Biblia, oramos, o estamos en el servicio cristiano o conversando con alguien.

Deja un comentario