¿Obligación o si quiero hacerlo?

  • (1) La encarnación. “El verbo se hizo carne” (Juan 1:14);…”descendió del cielo” (Juan 6:33).
  • (2) La expiación. El pan y el vino constituyen un cuadro de la muerte, la separación del cuerpo y la vida, la separación de la carne y la sangre.
    • El pan de vida debe ser distribuido entre los que tienen hambre espiritual, y el vino vertido simboliza que su sangre, que es vida debe ser derramada para limpiarnos y vivificar nuestras almas.

c. Inspiración. Los elementos, especialmente el vino, nos recuerdan que por fe podemos participar de la naturaleza de Cristo, podemos disfrutar de la comunión con él. Al participar del pan y del vino de la comunión se nos recuerda y asegura que, por la fe, podemos recibir verdaderamente su espíritu y reflejar su carácter.

d. Seguridad. El nuevo pacto instituido por Cristo es un pacto de sangre. Dios ha aceptado la sangre de Cristo (Hebreos 9:14-24) y por ende se ha comprometido, por amor de Cristo, a perdonar y salvar a todos los que vienen a él.

La sangre de Cristo es la garantía divina de que será misericordioso y benigno con el penitente. Nuestra parte del contrato es creen en la muerte expiatoria de Cristo. (Romanos 3:25-26).

e. Responsabilidad. No podemos tomarla indignamente. (1 Corintios 11:20-34). Es apóstol Pablo habla de la indignidad de las acciones. El apóstol nos advierte en el sentido de no cometer acciones indignas o mantener una conducta también indigna al participar de los sacramentos.

Ya sabes lo importante que es participar de la Cena del Señor.

En 1 Corintios 11:23-34 Pablo nos da instrucciones de lo que debemos hacer al participar de este ritual. Él dice que todas las veces que lo hagamos, estamos recordando que Cristo viene, y al hacerlo estamos demostrándole a los demás que cada uno de nosotros está preparado para ese encuentro con Jesús.

Ahora bien, Pablo dice: “pero si la tomas indignamente serás culpado del cuerpo y de la sangre del Señor…” Está haciendo impuro el sacrificio del Señor en la cruz y haciendo inmunda su sangre. Pablo nos manda a probarnos a nosotros mismos.

En cierta ocasión el Salmista David se estaba probando así mismo y le dijo a Jehová: “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encaminame en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación En ti he esperado todo el día” (Salmo 25:4-5).

Una vez examinados y ver que todo en nuestra vida esta en armonía con el Señor, con nuestro prójimo y con nosotros mismos, procedamos entonces a tomar parte de la Cena del Señor. Ahora, mi preocupación es esta.

Deja un comentario