La guerra espiritual a través de la alabanza

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La guerra espiritual a través de la alabanza

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Para poder ganar y/o llevar una guerra espiritual a través de la alabanza, es necesario considerar primero los términos, alabanza, guerra y espíritu.

Alabanza: Es la acción de exaltar a Dios, de ensalzarlo y bendecirlo especialmente con himnos y cánticos (2 Cro. 7:6; Sal. 28:7; 40:3; 95:1-2; 149:1-3; 150), música y danza.

La alabanza es una de las manifestaciones a las que en la Biblia se invierte con frecuencia, perteneciendo a éste género de oración muchos de los salmos.

La alabanza resulta con toda naturalidad como agradecimiento y como bendición por los beneficios recibidos y los ejemplos son numerosos (Sal. 35:18; 69:31; 109:30; Esd. 3:1).

La alabanza y la acción de gracias suscitan las manifestaciones exteriores de gozo, sobre todo en las reuniones del culto y donde los creyentes rinden una y otra vez gloria a Dios. (Is. 42:12; Sal. 22:24; 50:23; Lc. 17:15-18; Hech. 11:18; Fil. 1:11; Efe. 1:6; 12, 14).

Guerra: La guerra es la consecuencia natural de la presencia del pecado en el mundo, y de la codicia de los hombres y de las naciones por lo que pertenece a los otros (Stgo. 4:1-3).

También puede tener el carácter en las Escrituras, de un juicio de Dios sobre una tierra por su pecado. Las Escrituras, además, nos habla de guerras contra los espíritus malvados.

Espíritu: El espíritu es característicamente la parte más elevada del hombre, marca la individualidad consciente, y así distingue al hombre de la creación. Es Espíritu de Dios (Espíritu Santo) es la tercera persona de la Trinidad.

Espíritus malvados: Son ángeles que bajo la dirección de Satanás pecaron y fueron arrojados del cielo (2 Pedro 2:4; Judas 6). La habitación actual de los ángeles malos es según las Escrituras, parcialmente en el infierno (2 Pedro 2:4) y parcialmente en el mundo; en especial en el aire que nos circunda. (Jn. 12:31; 14:30; 2 Cor. 4:4; Apoc. 12:4, 7-9).

Al atrapar al hombre en los lazos del pecado, han adquirido gran poder sobre él (2 Cor. 4:3-4; Efe. 2:2; 6:11-12); este poder ha sido destruido en lo que respecta a aquéllos que son fieles a Cristo, por la redención que él ha logrado. (Apoc. 5:9; 7:13-14).

Las Sagradas Escrituras no describen el origen de los demonios. Esa cuestión parece ser una parte del misterio que rodea el origen del mal.

La morada de demonios en el hombre provoca en éste locura, epilepsia, y otras enfermedades, relacionadas principalmente con el sistema mental y nervioso (Mat. 9:33; 12:22; Mar. 5:4-5). La persona que está bajo la influencia del demonio no es dueña de si misma.

La Biblia nos enseña con claridad que en todos los tratos de Satanás con nuestra raza su objeto es engañarnos y arruinarnos alejando nuestras mentes de Dios e inducirnos a quebrantar las leyes de Dios, y provocar su descontento.

El cristiano vive en una constante guerra contra estos espíritus malvados. Sin embargo no podemos pelear contra lo que no conocemos. En el capítulo 6 de Efesios, el Apóstol Pablo nos habla sobre: “El combate de los creyentes llenos del Espíritu.” Lo desglosa de la siguiente manera:

  • (1) El poder del soldado cristiano (Efesios 6:10).
  • (2) La armadura del soldado cristiano (V. 11, 13-17).
  • (3) Los enemigos del soldado cristiano (v.12).
  • (4) El recurso espiritual del soldado cristiano (v.18).

Larry Lea en su libro titulado “Armas para la lucha Espiritual” dice: “Filipenses 4:6 dice que le presente sus peticiones a Dios en oración y ruego con acción de gracias. Eso quiere decir que dentro de las circunstancias que experimenta debes comenzar a alabar y darle gracias a Dios por la victoria que ve por medio de su fe.

La alabanza se concentra en el resultado de la situación. Es creer y decir con su fe que Dios triunfa. Si somos un pelotón de soldados que marchan por el camino en el ejército de Dios, la alabanza es la “arenga” con que marcamos el paso: “Uno, dos, tres, cuatro. ¡Dios ganará la guerra!”

Como cristianos tenemos un grito de guerra y ese es nuestro testimonio. Con nuestro testimonio también alabamos a Dios. (Salmos 99:6-7; Hechos 1:8; Hechos 6:3,8; Hechos 26:22; 2 Ts. 1:10; 1 Tim. 3:7; 5:10; Heb. 11:2; 39).

1 Juan capítulo 1 nos habla de “La comunión y sus requisitos”.

  • (a) El andar en la luz (v.5-6),
  • (b) Reconocer el pecado (v.8),
  • (c) Confesar el pecado (v.9-10).

Es necesario tener estos requisitos para poder vencer las huestes malvadas. En eso estriba nuestra alabanza. La alabanza que derrota al enemigo no solo es gritar aleluya, es también vivir en plena comunión con Dios, glorificando al mismo con nuestros cuerpos. Toda nuestra alma, cuerpo y espíritu deben estar rendidos al Señor.

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