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Liderazgo sin lisonja: Liderazgo de Reino

Estudios Biblicos

Introducción

El reconocimiento es una de las necesidades del ser humano que, satisfecha apropiadamente, fortalece nuestra autoestima, y nos ayuda a desarrollar relaciones y destrezas sociales saludables. Si ocurriera lo contrario, muchas de nuestras acciones irían dirigidas a satisfacerla, convirtiéndose en un problema.

Ya que nos resulta grato escuchar elogios e igualmente embarazoso cuando nuestras faltas y defectos son señalados, debe haber un equilibrio entre ambos, para poder alcanzar la medida y estatura que Dios desea para nosotros.

Conoceréis la verdad (Juan 8:32)

La Verdad nos hizo libres, por lo tanto, nuestro lenguaje y nuestro proceder estarán fundamentados en ella, “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede”. Este principio bíblico será el fundamento de lo que expondré a continuación.

Existen dos tipos de liderazgo: el genuino y el falso (adulador o lisonjero). Un líder genuino concentra sus esfuerzos en servir a sus semejantes, promoviendo el amor, la santidad y la integridad con sus acciones con el fin de glorificar a Dios, difundir su mensaje y establecer su reino.

Se caracteriza por hablar con la verdad y con honestidad, valores no negociables para éste, aun cuando esto no sea lo que a los demás les resulte más cómodo escuchar. Aunque sus metas sean elevadas, no compromete sus valores para alcanzarlas, no lucha con sus propias fuerzas, no compite con nadie, sino que depende de Dios y encuentra su seguridad en lo que Él hace, pues está enfocado en El.

Jesús, nuestro líder por excelencia, siempre habló con la verdad porque Él es la verdad y nos modeló un estilo de liderazgo fundamentado en el amor expresado a través del servicio.

Un líder falso (Mateo 7:15-20)

El líder falso se introduce en el liderazgo eclesiástico sutilmente, asociándose con las figuras de autoridad, ganándose su aprobación y reconocimiento con el fin de acaparar la atención hacia sí mismo y no para glorificar a Dios.

Se muestra como una persona bien intencionada, pero el tiempo revela sus verdaderas motivaciones que son: deseo de poder, estar en ventaja sobre los demás, reconocimiento y admiración. Para esos fines emplea, entre otras estrategias viciadas, la adulación o la lisonja.

Con tal de mantener su posición, acostumbra a decir lo que a sus superiores les gusta escuchar, aún cuando entienda que sus planteamientos sean un verdadero fracaso.

En donde abunde este tipo de líder, los genuinos tendrán mucha dificultad para alcanzar su desarrollo pleno, ejecutando labores muy por debajo de su potencial, en el mejor de los casos, pues si la influencia de estos es fuerte, los genuinos no serán tomados en cuenta por la autoridad eclesiástica.

“…Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos…Romanos 16:18

Resistencia a los métodos del lisonjero

Cuando un líder genuino ofrece resistencia a los métodos del lisonjero, se convierte en blanco de ataque por parte de éste, ya que representa una seria amenaza para sus objetivos. Éste intentará socavar la integridad del líder genuino, empleando razonamientos, opiniones contundentes, su supuesta espiritualidad y hechos distorsionados con tal de fundamentar sus argumentos.

Esto, por consiguiente, abre la puerta al enemigo para la manifestación de pecados, tales como: egoísmo, envidia, mentiras, hipocresía, murmuración, disensión, división, celos, pleitos, contiendas, entre otros.

La adulación o lisonja es una conducta carnal condenada por la Biblia ya que se deriva de la manipulación que es pecado de hechicería, pues pretende alcanzar de forma ilegítima lo que Dios tiene separado para cada uno y en lugar de edificar, produce deterioro espiritual.

Dios honra a los que le honran.

Un elogio sincero procura edificar el cuerpo de Cristo, mientras que la lisonja esconde un motivo impuro, esa es la diferencia. El siguiente versículo demuestra esta diferencia y establece lo que es el lenguaje de reino:

“…sino que fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos, no como para agradar a los hombres sino a Dios, que prueba nuestros corazones porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño…1 Tesalonicenses 2:4-5

Abraham Lincoln dijo: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. A Dios no lo engañamos nunca, Él conoce nuestras motivaciones.

Conclusión

El liderazgo de reino, no recurre al uso de la lisonja ni del engaño en su lenguaje, sino de la verdad y de la honestidad, como lo hizo Jesús. La función del líder es amar y servir, hablando con la verdad. Demostramos madurez cuando recibimos la sinceridad de otros no como un insulto u ofensa, sino como una oportunidad para mejorar y corregir lo torcido, en Proverbios 28:23 dice “…a fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula…” (NVI).

Hubo un sabio que una vez dijo: “Las palabras elegantes no son sinceras; las palabras sinceras no son elegantes”. La Biblia dice: “…Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no…” (Mateo 5:37). La obediencia a este mandato será lo que Dios evaluará en aquel día…

© Aixa Castro. Todos los derechos reservados.

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