¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? – Capítulo 29

Los judíos no cristianos

Alfred Edersheim, una notable autoridad sobre el judaísmo, proporciona varios puntos importantes que prueban que el diezmo no existía en los primeros siglos de la iglesia. Edersheim nos recuerda las costumbres judías que seguramente fueron seguidas por lo menos por los apóstoles y discípulos judeocristiano.

Primero, el diezmo no era universal, ni siquiera en Israel, porque no se aplicaba ni a las artes ni a los oficios. “Y es notable que la ley parece considerar a Israel como que debía ser sólo un pueblo agrícola – no habiéndose dispuesto que se hicieran contribuciones por los artesanos ni por los comerciantes” (124).

Segundo, los diezmos propiamente dichos sólo podían provenir de las tierras santas de Israel (p. 15-17). Tercero, la mayoría de los judíos consideraba pecado ganar dinero con la enseñanza de la ley. “Entonces, en cuanto a la ocupación de la vida ordinaria, era ciertamente bastante cierto que todo judío estaba obligado a aprender algún oficio o negocio.

Pero esto no debía distraerlo del estudio; todo lo contrario. Se consideraba profanación – o por lo menos era declarado así – usar la erudición para propósitos seculares, ya fuese para ganar dinero u honores. El gran Hillel decía (Ab. 1. 13): “El que se sirve a sí mismo por medio de la corona [la Torah] se desvanecerá” (p. 118).

Cuarto, no se esperaba que los rabinos, como Pablo, se ganaran la vida enseñando la ley, “Porque, en realidad, con pocas excepciones, todas las principales autoridades rabínicas trabajaban en algún oficio, hasta que por fin pareció afectación ocuparse de algún duro trabajo corporal …” (p. 173).

Y quinto, el trabajo honrado erfa considerado una valiosa virtud. “Y este mismo amor por el trabajo honrado, el mismo espíritu de varonil independencia, el mismo horror a traficar con la ley, y usarla ya como ‘corona o como espada’, ciertamente era característica de los mejores rabinos” (p. 172) (125).

Edersheim no deja lugar en sus conclusiones para ninguna idea de que los rabinos puedan haber enseñado la ley de Dios para proporcionarse su propio sustento. Esta muy fuerte tradición entre los judíos ciertamente habría sido extendida a la iglesia judeocristiana por antiguos rabinos, como Pablo.

Más tarde, después de que los judíos fueron expulsados de la tierra de Israel, las leyes judías fueron modificadas por lo que concernía al diezmo. A la pregunta: “¿Con cuánto debe contribuir un hombre a la caridad?”, la respuesta que se daba en el Código de Leyes Judías incluía “diezmos”, que se habían convertido en poco más que limosnas.

El primer año requería un diezmo de su capital; después, debía diezmar las ganancias netas. En su lugar, podía escoger dar un quinto de su capital cada año, pero nunca más de un quinto. “El dinero del diezmo (puesto aparte para la caridad) no debe ser usado para ningún otro acto religioso, como comprar velas para la sinagoga, sino que debe dársele a los pobres”. Sin embargo, había excepciones a esta regla. Los diezmos podían usarse para la circuncisión, o para dotes para parejas pobres que deseaban casarse, y establecer esas parejas en un oficio seguro (p. 1-112).

Se esperaba que el sabio judío conociera o aprendiera un oficio para evitar la ociosidad. En caso de que el obrero no supiera o no tuviera un oficio, la comunidad debía proporcionarle un oficio o adiestramiento y ayudar a esa persona hasta donde fuese posible a ganarse la vida por medio de un oficio (p. 1-114).

Además, los más pobres todavía no estaban obligados a diezmar, ni a dar para la caridad, “sino que el que apenas tiene lo suficiente para sus propias necesidades no está obligado a dar para la caridad, porque su propio sostenimiento es prioritario por encima del de los demás” (p. 1-111) (126).

Los cristianos judíos (especialmente alrededor de Jerusalén).

Los historiadores de la iglesia primitiva de casi todas las denominaciones concuerdan en que, hasta el año 70 D. C., los cristianos judíos de Jerusalén asistían fielmente al templo en obediencia a las leyes judías y, como judíos fieles, sostenían el templo judío con diezmos y ofrendas además de sostener la iglesia. ¡Hechos 21:21-24 difícilmente llevar a otra conclusión!

Los cristianos judíos simplemente habían añadido su singular estilo de judaísmo al ya variado judaísmo de su tiempo. Aunque los saduceos no los aceptaban, los fariseos no se les oponían y aplaudían su alta conducta moral dentro del judaísmo.

Los cristianos judíos escaparon por poco al huir hacia Pella cuando el templo fue destruido en el año 70 D. C. La expulsión de los judíos bajo el emperador Adriano en 132-135 D.C. terminó con todas las esperanzas de los líderes cristianos judíos en Jerusalén. (Sin embargo, los cristianos gentiles tenían una iglesia influyente allí en la nueva ciudad de Roma).

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