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¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? – Capítulo 18

Estudios Bíblicos

Prédica de Hoy: ¿Debe la iglesia cristiana enseñar el diezmo? – Capítulo 18

El cristiano, la ley mosaica y la ley de Cristo

Cuando un predicador, de pie detrás de un púlpito, insiste en que los cristianos deben entregar a la iglesia el diez por ciento de sus ingresos brutos, ese predicador no está fundamentado en lo básico de la Biblia en lo concerniente a los pactos, la ley, el Israel nacional, y la iglesia. No está “usando bien la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15).

Está predicando “otro evangelio” y “pervierte el evangelio” (Gál. 1:6-7). Aunque Pablo dijo que “todo lo había llenado del evangelio de Cristo” y que no había “rehuido anunciar y enseñar nada que fuese útil”, ¡ni una sola vez instó a nadie a diezmar (Rom. 15:19; Hechos 20:20)! Si la epístola a los Hebreos no fue escrita por Pablo (como muchos creen), entonces la palabra “diezmo” nunca aparece en sus escritos.

Estas sencillas afirmaciones están plenamente respaldadas por fuentes como la New Scofield Reference Bible, Lewis Sperry Chafer, Walter Elwell, Theodore Epp, John MacArthur, y Merrill Unger.

A pesar de los muchos años que uno haya estado predicando el error, nunca es demasiado tarde para regresar a lo básico, volver a estudiar la ley y los pactos, y predicar la verdad de la palabra de Dios. Nos espera una bendición.

Los cristianos no están bajo la jurisdicción de ningún código bíblico legal que les diga lo deben hacer en cualquier área de la vida. Sin embargo, aunque muchos predicadores estarán de acuerdo con estas palabras en seguida, muchos discreparán y asumirán una posición diferente cuando el tema que se discute es el diezmo. Simplemente, no entienden los principios de la “ley de Cristo” y la nueva creación, que conducen a dar espontáneamente de todo corazón, y enteramente aparte de la ley.

New Scofield Reference Bible: Notas sobre la ley: Gálatas 3.

Uno: La ley está en contraste con la gracia. Bajo la gracia, Dios confiere la justicia que Él exigía bajo la ley (Éxodo 19:5; Juan 1:17; Rom. 3:21; 10:3-10; 1 Cor. 1:30).

Dos: En sí misma, la ley es santa, justa, buena, y espiritual (Rom. 7:12-14).

Tres: Ante la ley, el mundo entero es culpable, y por lo tanto, la ley es, por necesidad, un minsterio de condenación, muerte, y maldición divina (Rom. 3:19; 2 Cor. 3:7-9; Gál. 3:10).

Cuatro: Cristo llevó la maldición de la ley, y redimió al creyente tanto de la maldición como del dominio de la ley (Gál. 3:13; 4:5-7).

Cinco: La ley ni justifica al pecador ni santifica al creyente (Gál. 2:16; 3:2-3, 11-12).

Seis: El creyente está muerto a la ley y al mismo tiempo es redimido de ella, de manera que “no está bajo la ley, sino bajo la gracia” (Rom. 6:14; 7:4; Gál. 2:19; 4:4-7; 1 Tim. 1:8-9).

Siete: Bajo el nuevo pacto de la gracia, el principio de obediencia a la voluntad divina es implantado (Heb. 10:16). Tan lejos está la vida del creyente de la anarquía de la propia voluntad, que él está “emparentado con Cristo” (1 Cor. 9:21), y la nueva “ley de Cristo” (Gál. 6:1; 2 Juan 5) es su deleite mientras que, por medio del Espíritu inmanente, la justicia de la ley se cumple en él (Rom. 8:2-4; Gál. 5:16-18).

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