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Crecimiento – Parte III – Estudios Biblicos

Crecimiento – Parte III – Estudios Biblicos

El líder se examina a la luz de la palabra de Dios

Estudio Nº 9

PROPÓSITOS:

1. Que el líder se auto-examine a través de la Palabra de Dios.
2. Que el líder perciba y adore la grandeza de Dios.
3. Que el líder conduzca a sus discípulos a auto-examinarse a través de la Palabra de Dios.
4. Que el líder reconozca la bondad de Dios.
5. Que el líder reconozca la gracia de Dios.
6. Que el líder conduzca a sus discípulos a reconocer la bondad y la gracia de Dios.

TEXTO CENTRAL: Nehemías 9:1-69:7-38

INTRODUCCIÓN:

Israel respondió a la “gran misericordia” (Neh. 9:17), “clemencia” (Neh.9: 31) y “gran bondad” de Dios (Neh. 9:25, 35) con “grandes abominaciones” (Neh. 9:18,26) que resultaron en “grande angustia” (Neh. 9:37). Es interesante que tres de las grandes “oraciones nacionales” aparecen recogidas en Esdras 9, Nehemías 9 y Daniel 9. Detrás de estas oraciones está la promesa de 2 Crónicas 7:14 así como el ejemplo de Moisés cuando intercedió por el pueblo(Éx. 32:31-33).Jehová Dios es el tema principal de este capítulo: quién es, qué hace por su pueblo, y qué debe hacer su pueblo por Él. Esta oración examina la historia de Israel y revela tanto la majestad de Dios como la depravación humana. La palabra “dar” aparece de una manera u otra al menos dieciséis veces en este capítulo, demostrando que nuestro Dios se deleita en satisfacer las necesidades de su pueblo (1 Ti. 6:17). Le dio a Israel la tierra (Neh. 9:8, 15, 35), la Ley (Neh. 9:13), el ministerio del Espíritu (Neh. 9:20), alimento y agua (Neh. 9:15, 20), libertadores (Neh. 9:27), y la victoria sobre sus enemigos (Neh. 9:22, 24). ¿Qué más podían querer?

I. La grandeza de Dios (Neh. 9:1-6)

A. La grandeza de Dios se demuestra en las siguientes evidencias:

1. La grandeza de Dios se ve en el hecho de que Él recibe nuestra adoración (Neh. 9:1-5). La verdadera adoración involucra muchos elementos: escuchar las Escrituras, la confesión de pecados, separarnos de lo que desagrada a Dios, la alabanza y la oración. Cada uno de estos elementos aparecen en este párrafo.

a. Se separaron a sí mismos del mundo al acercarse más al Señor (Neh. 9:1, 2; Esd. 6:21). Separación sin devoción al Señor se convierte en aislamiento, pero devoción sin separación resulta en hipocresía (2 Co. 6:14-7:1). La nación de Israel fue escogida por Dios para ser su pueblo especial, separados de las naciones paganas que vivían a su alrededor (Lv. 20:26). El apóstol Pedro aplicó esas palabras a los creyentes cristianos en la iglesia de hoy (1 P. 1:15; 2:9, 10).

b. El pueblo también dedicó tiempo a confesar sus pecados y buscar el perdón de Dios (Neh. 9:2, 3b). El día anual de Expiación ya había pasado, pero los adoradores sabían que necesitaban una constante purificación y renovación de parte de Dios.

c. La adoración involucra la Palabra de Dios (Neh. 9:3), porque la Palabra de Dios revela al Dios de la Palabra. Cuando mejor conocemos las Escrituras y respondemos a ellas, tanto mejor conocemos a Dios y nos hacemos semejantes a Él. Israel fue escogido por Dios para recibir su Ley y conocer su voluntad (Neh. 9:13). Todo servicio de adoración que ignora las Escrituras no recibirá la bendición de Dios. d. Dios nos habla mediante las Escrituras. En la oración y la alabanza nosotros le hablamos a Él (Neh. 9:4, 5). Este es un mandamiento que todo verdadero creyente debe obedecer El nombre de Dios es exaltado por sobre todo otro nombre (Fil. 2:9-11), y debemos honrarle cuando le alabamos.

2. La grandeza de Dios vemos en el hecho de que sólo Él es Dios (Neh. 9:6a).

La nación de Israel estaba rodeada de idolatría y del estilo de vida degradante que estaba asociado con la adoración pagana. En su lectura y explicación de la Ley, Esdras había enfatizado los Diez Mandamientos (Ex. 20:1-17; Dt. 5:6-21). Los dos primeros mandamientos declaran la singularidad de Dios y la perversidad de la idolatría. Incluso hoy, los fieles judíos todavía recitan el Shema (Dt. 6:4-6) como su declaración de fe.

3. Una tercera evidencia de la grandeza de Dios es la creación del universo  (Neh. 9:6b).

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gn. 1:1). Esta es una declaración que solo puede aplicarse a Jehová, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Cada vez que Dios quería animar a su pueblo, les pedía que observaran la creación a su alrededor y les recordaba que Él lo había creado todo (Is. 40). Usó el mismo abordamiento para recordarles la necedad de la adoración de los ídolos (Is. 41). Saber que nuestro Padre celestial es el Creador de todas las cosas es una gran fuente de fortaleza y paz. La idolatría significa adorar y servir a la criatura y la creación en vez de al Creador (Ro. 1:25). “El mundo se olvida de tí, su Creador”, escribió San Agustín, “y ama lo que has creado en vez de amarte a tí”.

4. La grandeza de Dios se ve en el hecho de su cuidado providencial de la creación (Neh. 9:6c).

Dios no lo creó todo y luego lo abandonó dejándolo solo en su funcionamiento. Él está involucrado en el cuidado de su creación. Él ve cuando un gorrión cae (Mt. 10:29), y oye cuando los cuervos claman por alimento (Sal. 147:9). Él cuenta el número de las estrellas y a todas llama por nombre (Neh. 9:4), e incluso conoce el número de cabellos en tu cabeza (Lc. 12:7). “Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente” (Sal. 145:16).

5. Los ejércitos de los cielos adoran la grandeza de Dios (Neh. 9:6d).

No podemos igualar a los ángeles en sus obras poderosas, pero sí podemos imitar su devoción a Dios cuando le adoran delante de su trono. ¡Y nosotros tenemos más razón para adorarle que ellos! Hemos sido salvados por la gracia de Dios y un día seremos semejantes al Señor Jesucristo. No somos solamente siervos; somos hijos de Dios y moraremos con Él para siempre (1 Jn. 3:1-3).

B. Aplicación:

Es sabio empezar nuestra adoración reconociendo la grandeza de Dios. El centrarnos solo en aquellas cosas que recibimos de Él y en nuestras necesidades personales, nos conducirá a cultivar el egoísmo en nuestro corazón. La adoración sincera honra a Dios en todo tiempo, sin importar las circunstancias, los sentimientos o los deseos personales.

II. La bondad de Dios (Neh. 9:7-30)

A. Esta oración repasa la historia de Israel; manifiesta la bondad de Dios para con su pueblo y su repetido fracaso en apreciar sus dones y obedecer su voluntad.

Podemos encontrar este mismo modelo de comportamiento en cada etapa de la historia de Israel.

1. La formación de la nación (Neh. 9:7-18).

Fue un acto de pura gracia cuando Dios escogió a Abram y se reveló a él, porque Abram era un idólatra en una ciudad pagana (Jos. 24:2, 3). Finalmente Dios cambió su nombre de Abram (“padre excelso”) a Abraham (“padre de una multitud”), porque le había prometido hacer de él una gran nación (Gn. 12:1-3; 17:1-8).

Nehemías nos dice cómo respondió la nación a todo lo que Dios había hecho por ellos: Rehusaron someterse a su autoridad; escuchar su Palabra y obedecer su voluntad. 2. La dirección de la nación (Neh. 9:19-22) . Durante los cuarenta años de la disciplina de Israel en el desierto, la vieja generación murió y surgió una nueva generación; pero Dios nunca se olvidó de su pueblo. Les dirigió mediante una nube durante el día y una columna de fuego por la noche, les enseñó la Palabra, les proveyó de lo que necesitaban para vivir y les dió la victoria sobre sus enemigos. Dios guarda sus promesas y cumple sus propósitos.

3. La disciplina de la nación (Neh. 9:23-30).

Dios prometió multiplicar a su pueblo, y cumplió su promesa (Gn. 22:17). También les prometió una buena tierra, y cumplió su promesa (Gn. 13:14-18; 17:7, 8). Fue Dios quien les dió la victoria y les habilitó para poseer las ciudades, las casas y las riquezas de la tierra de Canaán.

No prestaron atención a las advertencias de Moisés (Dt. 8). Israel se deleitó en la gran bondad de Dios, pero no se deleitaron ellos mismos en el Señor. A semejanza del hijo pródigo (Lc. 15:11-24), quisieron la riqueza del Padre, pero no la voluntad del Padre.

B. Ilustración: Los pecados de Israel llegaron a ser tan repugnantes para Dios que decidió castigarlos desterrándolos de su propia tierra. Usó a los asirios para destruir el Reino del Norte. Luego usó a los babilonios para hacer lo mismo con el Reino del Sur (Judá); llevar cautivo al pueblo, destruir Jerusalén y el templo. Fue como si Dios hubiera dicho a su pueblo: “Están disfrutando demasiado el vivir como paganos así que les voy a llevar a vivir con los paganos”. Los setenta años de cautiverio en Babilonia les enseñó a apreciar las bendiciones que habían dado por supuestas y nunca más volvieron a caer en la idolatría.

C. Aplicación: La disciplina de Dios es una evidencia de su amor como lo es su generosidad en la provisión de nuestras necesidades (He. 12:1-11). El Padre nunca está más cerca de nosotros que cuando nos disciplina (Sal. 94:12, 13; 119:67).

III. La gracia de Dios (Neh. 9:31-38)

A. En su misericordia no les pagó como se merecían; y en su gracia, les dió aquello que no se merecían.

1. Los levitas reconocieron en su oración los pecados de la nación y la justicia de Dios al castigarlos (Neh. 9:33). Al orar se identificaron con la nación y reconocieron su propia culpa.

2. Los levitas habían reconocido la grandeza y la bondad de Dios; ahora, sobre la base de su gracia, le pidieron que les conceda una nueva oportunidad como nación. No podían cambiar la servidumbre a la que estaban sometidos, pero sí podían rendirse ellos mismos a un Señor superior y buscar su ayuda.

3. Sin embargo, hicieron algo más que pedirle a Dios misericordia; también hicieron un pacto solemne con Dios para obedecer su ley y hacer su voluntad (Neh. 9:38).

Esta promesa o pacto entre el pueblo y Dios tenía seis puntos. Acordaron: (1) no casarse con vecinos que no fueran judíos (Neh. 10:30); (2) observar el día de reposo (Neh. 10:31); (3) dejar descansar la tierra cada siete años (Neh. 10:31); (4) pagar una contribución al templo (Neh. 10:32, 33); (5) suministrar leña para los holocaustos del templo (Neh. 10:34) y (6) dar las primicias (diezmos y ofrendas) al templo (Neh. 10:35-38). Después de años de decadencia y cautiverio, el pueblo comenzó una vez más a tomar en serio su responsabilidad de seguir a Dios y guardar sus leyes de todo corazón.

B. Ilustración: Dios fue bueno para con su pueblo cuando su pueblo no lo fue para con Él . Les envió profetas para enseñarles y para advertirles, pero la nación rehusó escuchar (2 Cr. 36:14-21). Tuvo misericordia de ellos y los perdonó cuando clamaron pidiendo ayuda, y fue muy paciente cuando repetidas veces se rebelaron contra su Palabra. Pudo haber destruido a la nación y haber empezado de nuevo, pero en su gracia los libró de ello (Ex. 32:10 y Nm. 14:11,12).

C. Aplicación: Dios no pone límite alguno al número de veces que podemos ir a Él para obtener misericordia, pero para obtenerla debemos ir a Él reconociendo nuestra necesidad y pidiéndole ayuda. Este milagro de gracia debe inspirarnos a decir: «¡Cuán clemente y misericordioso eres, Dios!» Si existe un problema o una dificultad en tu vida, continúa pidiendo ayuda a Dios, y prepárate para hacer los cambios de actitud y de conducta que pueden corregir esa dificultad.

CONCLUSIÓN:

Los hebreos practicaban la confesión pública en donde reconocían sus pecados. El leer y estudiar la Palabra de Dios antecede a la confesión (Neh. 8:18) debido a que Dios puede mostrarnos por medio de su Palabra en qué estamos pecando. La confesión sincera antecede a la verdadera adoración debido a que no podemos tener una correcta relación con Dios si estamos reteniendo ciertos pecados en nuestra vida. Nuestro Dios es un Dios glorioso, poderoso, fiel e interesado en las necesidades de su pueblo. Es un Dios perdonador, que es paciente con el pecador; pero que nos disciplina cuando nos rebelamos. Es un Dios generoso que nos da mucho más de lo que nos merecemos. Él cumple sus promesas incluso si nosotros somos infieles. ¡Sin duda alguna este Dios merece nuestra obediencia amorosa!

Cuestionario Nº 9

1. ¿Cómo respondió Israel a la misericordia de Dios? (Neh. 9:18, 26)

2. ¿Cuál suele ser la respuesta de los creyentes al amor y la misericordia de Dios?

3. Cita las cinco evidencias de la grandeza de Dios demostradas en este capítulo:

4. Responde con V (Verdadero) o F (Falso) las siguientes afirmaciones. Justifica las falsas.

a. El leer y estudiar la Palabra antecede a la confesión y el arrepentimiento.
b. La grandeza de Dios se evidencia en el cuidado providencial sobre su creación.
c. Esdras utilizó el libro de Deuteronomio para explicar los diez mandamientos al pueblo.
d. La singularidad de Dios y la perversidad de la idolatría es explicada en los tres primeros
mandamientos.
e. La nación de Israel fue escogida por Dios para ser su pueblo especial, separados delas naciones paganas que vivían a su alrededor.

5. Explica con tus palabras la siguiente frase: «Separación sin devoción al Señor se convierte en aislamiento, pero devoción sin separación resulta en hipocresía». Fundamenta con versículos.

6. ¿De qué maneras Dios mostró su bondad con Israel? (Neh. 9:7-30)

7. ¿Cómo respondió el pueblo de Israel a la bondad de Dios?

8. ¿Cuál fue la respuesta de Dios a los pecados cometidos por su pueblo?

9. ¿Cómo debe considerarse la persona que es disciplinada por Dios? (Sal. 94:12, 13)

10. Responde con V (Verdadero) o F (Falso) las siguientes afirmaciones. Justifica las falsas.

a. La disciplina de Dios es una evidencia de su amor.
b. Luego de los setenta años de cautiverio en Babilonia, los judíos volvieron a caer en la idolatría.
c. Además de pedirle a Dios misericordia, el pueblo le pidió que le devolvieran la posición que tenían como nación antes del cautiverio.

11. ¿Qué debemos hacer para obtener la misericordia de Dios?

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