La fe como fruto

Sin importar la época en que vivamos, el ejemplo de fe de Abraham y Sara nos enseña importantes lecciones de compromiso, fidelidad a Dios y la necesidad de actuar por convicción aun cuando la evidencia física indique lo contrario. Aunque su fe no siempre fue perfecta, Abraham y Sara supieron poner a Dios primero y Él los bendijo abundantemente.

Dar la espalda a todo lo que Dios no aprueba e ir hacia adelante confiando solo en sus promesas como Abraham lo hizo, es realmente una prueba de fe.

Malos ejemplos.

Sin embargo, Abraham y Sara también cometieron errores que debemos evitar. Su historia (Génesis 12 al 24) en realidad fue lo que llamaríamos una “travesía de fe“. Hubo ocasiones en que ambos tuvieron problemas para aceptar lo que Dios les había dicho y confiar en sus promesas. (Pero con el tiempo volvían a afirmar su convicción de que Dios tenía el poder para hacer lo que decía y lo haría.)

Por ejemplo, Abraham, desconfió de la protección de Dios y mintió diciendo que Sara era su hermana en dos ocasiones (Génesis 12:11-20; 20:2-13).

Y, no creyendo que podría darle un hijo a Abraham, Sara insistió en usar a su sierva Agar para dar a luz al hijo de la promesa, lo cual generó grandes conflictos y sufrimiento —especialmente cuando nació Isaac, el verdadero hijo de la promesa (Génesis 16:1-15). De hecho, ambos se rieron cuando Dios les dijo que tendrían un hijo (Génesis 17:17; 18:12). A pesar de su fidelidad en líneas generales, es obvio que tenían importantes lecciones de fe que aprender.

A veces, las cosas que Dios nos pide o dice en la Biblia pueden parecernos físicamente imposibles y demasiado difíciles de creer, probablemente porque muchas de ellas (como tener un hijo a la edad de Sara) lo son. Sin embargo, debemos recordar que nada es imposible con la intervención y ayuda de Dios.

A Abraham y Sara les faltó fe para creer en esto, pero aun así Dios fue fiel y, eventualmente, ellos también lo fueron.

Alimenta tu fe.

Como podemos hacer que crezca la semilla de la fe que viene como fruto del Espíritu Santo.

Al leer la Palabra de Dios, o al estudiar la Biblia, recibes una medida de fe de Dios Romanos 10:17 dice: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”.

La fe no proviene principalmente al orar, al suplicar o ayunar, sino Romanos 10:17 sería solo una sugerencia.

La Biblia nos exhorta “ora siempre”, así que la actitud para orar será esencial, pero la fe proviene por el oír y luego por aplicar la Palabra de Dios.

Deberás continuar leyendo y estudiando la Palabra de Dios para que tu fe crezca. En 2 Tesalonicenses 1:3 dice: “tu fe se acrecienta cada vez más” viviendo conforme a las promesas de Dios en la Biblia.

© Moreiba Cabrera

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