Tipos de virtudes cristianas

Moreiba Cabrera

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Estudios Biblicos - Como a un vaso más frágil

Tipos de virtudes cristianas

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Estudios Biblicos

Estudios Biblicos Prédica de Hoy: Tipos de virtudes cristianas

INTRODUCCIÓN

Después de dar un recorrido largo por Grecia, Roma y Asia Menor, buscando el significado de Virtud, me quedé con un concepto que creo que abarca de manera clara lo que significa Virtud: Es la capacidad para obrar con efectividad y excelencia, teniendo las herramientas necesarias para alcanzar el éxito.

Dios nos llamó a una vida victoriosa, pero como humanos, tenemos tantos errores y defectos, que éstos nos desvían del camino del éxito.

Para poder encaminarnos debidamente, necesitamos con urgencia vivir en santidad, Dios quiere que seamos santos como Él es santo (1 Pedro 1:16). Pero no podemos hacerlo con nuestro propio esfuerzo, necesitamos de su gracia y de su favor sobre nosotros para seguir adelante y lograr el triunfo.

Para que logremos esa victoria nos otorga virtudes y esas virtudes son hábitos buenos que nos llevan a hacer el bien y nos ayudan para vivir cerca de Dios y cumplir con nuestra misión aquí en la Tierra. ¿Cuál es esa misión? Que con nuestras vidas virtuosas seamos luz para aquellos que andan en tinieblas.

1 Pedro 2:9. “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido; para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

Las virtudes están orientadas a cumplir el plan de Dios. Su fin es hacer siempre el bien, independientemente de las circunstancias. Nos hacen crecer como personas, nos perfeccionan, nos santifican y edifican la sociedad por ser algo habitual y permanente.

Veamos a continuación los Tipos de virtudes.

En el tiempo de la iglesia medieval se enunció que existían siete virtudes cardinales son: Fe, esperanza, amor, justicia, prudencia, templanza y fortaleza. Se les llama “cardinales” porque “Cardine” en latín, significa “el eje de la puerta” y en este caso, todas las demás virtudes se agrupan en torno a estas virtudes. Estas virtudes son de dos clases.

Las primeras tres son las llamadas “teologales”: Fe, Esperanza y Amor. Las otras cuatro son: “naturales” o “morales”: Justicia, prudencia, templanza y fortaleza y tienen su origen en el pensamiento filosófico de la Grecia antigua.

Esta clasificación cuádruple de virtudes fue sostenida por Platón a fin de que correspondiesen a la constitución natural del alma. La prudencia correspondía al intelecto, la templanza a los sentimientos, y la fortaleza a la voluntad. La justicia era una virtud social que regulaba las otras.

I. VIRTUDES TEOLOGALES.

Son aquellas virtudes que se reciben directamente de Dios por su acción sobrenatural en el alma. Estas son: Fe, Esperanza y Amor.

Éstas tres virtudes fueron las que el Apóstol Pablo mencionó en:

  • 1 Corintios 13:13. “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.
  • 1 Tesalonicenses 1:3. “Acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.
  • Gálatas 5:5–6. 5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia; 6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.
  • Colosenses 1:4–5. 4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, 5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio

Dios nos dio estas virtudes para que seamos capaces de actuar como hijos de Dios. Y así contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, comodidad, placer.

Estas virtudes son dones de Dios, no conquista ni fruto del hombre. No obstante, requieren nuestra colaboración libre y consciente para que se perfeccionen y crezcan. No son virtudes teóricas, sino un modo de ser y de vivir.

1. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA FE.

Es un don, una luz divina por la cual somos capaces de reconocer a Dios, ver su mano en cuanto nos sucede y ver las cosas como Él las ve. Por tanto, la fe no es un conocimiento teórico, abstracto, de doctrinas que debo aprender. La fe es la luz para poder entender las cosas de Dios.

2. LA VIRTUD TEOLOGAL DE LA ESPERANZA.

¿Cómo debe reaccionar un cristiano ante el mal, los problemas, las dificultades de la vida? Existen quienes caen en el desaliento y piensan que no hay nada que hacer, que todo es inútil. Hay otros que dicen que nuestra esperanza es ingenuidad e idealismo. Hay quien nos dice que la esperanza es algo egoísta.

¿Por qué no es propio de un cristiano el desaliento y la desesperación? ¿En verdad Dios actúa en nuestras vidas? ¿Cuál debe ser la mayor aspiración de un cristiano?

El fundamento de esta virtud es que Vivo confiado en esta esperanza porque creo en Cristo que es Dios omnipotente y bondadoso y no puede fallar a sus promesas.

3. LA VIRTUD TEOLOGAL DEL AMOR.

La fe y la esperanza no tienen ningún sentido si no desembocan en el amor sobrenatural. Por la fe tenemos el conocimiento de Dios. Por la esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de Cristo y por amor obramos de acuerdo a las enseñanzas del Evangelio.

Es la virtud por la que podemos amar a Dios y a nuestros hermanos por Dios. Dios nos hace partícipes de su propio ser que es Amor.

II. VIRTUDES HUMANAS. LLAMADAS TAMBIÉN MORALES.

Una virtud es un buen hábito. Una persona virtuosa es una persona buena, habitualmente buena, tiene costumbres buenas, se porta bien.

Las virtudes morales son formas de ser y vivir habitualmente bien, que forman la fisonomía de una persona buena, pero no tienen que ver directamente con Dios. Son virtudes humanas que componen lo que llamaríamos una buena y auténtica mujer u hombre.

Son rectos comportamientos según la ley natural. Hábitos del alma que se adquieren con el ejercicio y la repetición y que la habilitan para la realización de la vida buena. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos.

Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables. Perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos. Ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.

Se adquieren mediante el esfuerzo humano. Ej. Lealtad, orden, diligencia, solidaridad, respeto, gratitud, etc. Pero para alcanzar la salvación no bastan las virtudes humanas naturales, alcanzar la vida eterna no es posible sin la ayuda de Dios y la acción del Espíritu Santo.

¿CUÁLES SON?

Existen muchísimas virtudes humanas, pero se ha hecho un resumen de ellas, clasificándolas en las más importantes y llamándolas “Cuatro virtudes morales cardinales”: La prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.

1. LA PRUDENCIA.

Es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo: “El hombre cauto medita sus pasos” (Prov 14: 15). La prudencia es la regla recta de la acción. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.

2. LA JUSTICIA.

Es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común.

El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. “Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo” (Lev. 19: 15). “Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo” (Colosenses 4: 1).

La justicia busca dar a cada uno lo que le corresponde, en todos los órdenes de la vida y del bien. El justo busca lo que es correcto, sin parcialidades, sin egoísmos. Esta virtud implica un gran desprendimiento de sí, una gran objetividad y una actitud a salir de uno mismo, para buscar y realmente otorgar lo que es correcto a los demás. Por eso se dice en la Biblia que esta virtud es muy propia de Dios, porque Dios no es egoísmo, sino Bien verdadero, no es capricho, sino Verdad.

3. LA FORTALEZA.

Es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones.

Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. “Mi fuerza y mi cántico es el Señor” (Sal. 118: 14). “En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn 16: 33).

La fortaleza implica mantener el ánimo en los momentos difíciles, seguir adelante a pesar de la tristeza y del abatimiento.

4. LA TEMPLANZA.

La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles. Guarda una sana discreción y no se deja arrastrar para seguir la pasión de su corazón.

La templanza es la virtud cardinal que se refiere al dominio de las potencias pasionales, es decir todo lo que se refiere a la fuerza de actuación que reside en nuestra psicología y nuestra alma: fuerza pasional tanto corporal, como psíquica y espiritual.

Probablemente es la menos llamativa, pero rinde un servicio indispensable para garantizar la verdadera libertad de la persona, y poder “vivir todo por amor”. La templanza es indispensable para la prudencia y soporte para la fortaleza.

VIRTUDES EN LA BIBLIA.

Podemos encontrar en Proverbios 31:10 un elogio a la mujer virtuosa: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”.

Si nos ponemos a analizar la primera línea, hace la pregunta ¿quién la hallará?, denotando lo difícil que es encontrar a una mujer virtuosa.

La siguiente línea nos permite ver el grande valor que la mujer virtuosa tiene al mencionar: su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

Asimismo enumera las diferentes características que denotan a la mujer virtuosa. Pero todas estas también aplican para el hombre virtuoso.

En Gálatas 5:22 y 23 se habla de las obras del Espíritu que pueden aplicarse como virtudes: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”.

Dios quiere que cada uno de sus hijos sea su propio reflejo y por eso nos dio como regalo virtudes para que a través de ellas, del ejercicio diario de cada de ellas, podamos ser bendecidos y ser de bendición a todos los que nos rodean.

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Moreiba Cabrera
Autor

Moreiba Cabrera

Moreiba Cabrera, Misionera, Pastora principal de la iglesia Nueva Vida de Madrid. Directora de la extensión de Madrid del Centro de Estudios Superiores de Teología de Asambleas de Dios CSTAD.

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