Las mujeres en el ministerio

a. Reprendida por la inmoralidad. Si Jesús o los apóstoles no hubieran permitido a las mujeres que fueran “profetisas” en la Iglesia, ¿por qué Jezabel enseñaba? La reprensión fue por la inmoralidad y asociación con la idolatría, no por el hecho de reclamar que fuera profetisa.

b. Reprendida por enseñar doctrinas falsas. Si Jesús y los apóstoles no permitían que las mujeres “enseñaran” en la iglesia, ¿por qué Jezabel enseñaba? La reprensión fue porque ella estaba enseñando falsedades, y no por el hecho que enseñara en la iglesia.

D. CONCLUSIÓN.

De toda la evidencia, uno solamente puede alcanzar la siguiente conclusión. La preponderancia del liderato en la Biblia era masculino (los hombres), no obstante, a las mujeres ungidas de Dios, escogidas y consagradas nunca se les negó ejercer papeles o posiciones de liderato ni el derecho para funcionar en un determinado don o llamamiento divino. ¿Cómo es posible que nos atrevamos a seguir nuestras tradiciones eclesiásticas contra esta montaña de evidencia bíblica y negar a las mujeres su libertad de expresión legal y bíblica?

Algunos de los “pasajes problemáticos” en las epístolas de Pablo serán tratados o discutidos a continuación.

IV. PASAJES PROBLEMÁTICOS ACERCA DE LAS MUJERES EN EL MINISTERIO

A. EL DISEÑO DE DIOS PARA EL HOMBRE Y LA MUJER.

1. La mujer como una ayuda.

Dios le dijo al hombre: “No es bueno que el hombre esté solo”. (Soltero).

Aparentemente, nunca fue el propósito de Dios que el hombre viviera solo. Desde el amanecer de la historia humana, el plan de Dios para el hombre incluyó una mujer o compañera para que estuviera a su lado, para que compartieran mutuamente, tanto el trabajo como la vida el uno con el otro, uno al lado del otro, una unidad bajo la dirección de Dios.

A eso llamamos compañerismo. Esto implica cooperación, unidad, adorar y orar juntos, sirviendo juntos, ministrando juntos y ganando almas juntos.

“Le haré ayuda idónea…”

Esto debe enseñar a los hombres cristianos a que sus esposas son sus “ayudas idóneas” en la vida, no sus esclavas o sirvientas, sino sus parejas, compartidoras y compañeras.

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