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El poder de la justicia – Parte V

Estudios Biblicos… Predicas Cristianas

TENEMOS LIBRE ACCESO AL VERDADERO LUGAR SANTÍSIMO

El Lugar Santísimo estaba situado en el interior del edificio y estaba separado del lugar santo. El Lugar Santísimo era conocido como el santuario de Dios, la habitación  de Dios, donde Él se encontraba y se comunicaba con su pueblo por medio del sumo sacerdote. Éste era el único que estaba autorizado por Dios para entrar al santuario una vez al año.

Antes de entrar, él tenía que hacer unos rituales en el aspecto personal para evitar el juicio de Dios; no todo el mundo podía entrar en ese lugar, ni en cualquier condición se debía entrar. Con respeto a nosotros como creyentes, no sólo tenemos libre acceso al lugar santísimo, sino que lo podemos hacer las 24 horas del día sin ningún  tipo de ritual, fuera de todo temor y condenación. Hebreos 4:16 dice que podemos con confianza acercarnos al trono de la gracia. Hebreos 10:19 dice que tenemos libertad para entrar en el lugar santísimo  por la justicia que obtenemos por la sangre de Jesús.

Para complementar todo esto, no sólo tenemos acceso al lugar santísimo, sino que nosotros pasamos a ser el templo de Dios. En idioma griego hay dos palabras que tienen diferentes significados para hacer referencia al templo; pasemos a definirlas:

  • a) Jieron: Este término se utilizó para hacer referencia al recinto con todos sus utensilios (1ª Corintios 9:13).
  • b) Naos: Éste es el término que se utilizó en el A.T, para hacer referencia al lugar Santísimo, llamado el Santuario, lugar donde se encontraba el Arca del Pacto (Levítico 16:15-16).

En ese lugar sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al año, y esto nos muestra lo serio del asunto; era un lugar donde no todo el mundo podía entrar (Lucas 1:9). Pablo utiliza este mismo término para hacer referencia a nosotros como templo de Dios (1ª Corintios 3:16; 6:19Efesios 2:21).

En conclusión: no sólo tenemos acceso al lugar santísimo, sino que somos la morada de Dios, de modo que no debemos tener ningún tipo de condenación, cohibición, temor, dudas, complejos de inferioridades para acercarnos a Dios, hagámoslo con confianza, sin rodeos.

TENEMOS UNA VIDA DE VICTORIA SOBRE EL PECADO Y TODO LO QUE SE  RELACIONE A ÉSTE.

El apóstol Pablo, en la primera carta que escribe a los Corintios, canta victoria  sobre el pecado y la muerte.

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (1ª Corintio 15:55-57).

Nuestra posición como justos no nos permite rendirnos ante el pecado, así estemos en el pecado más degradante y más horrendo de este mundo, somos tan justos como lo es Dios, su justicia no depende de nuestras obras, depende de lo que Jesús ya hizo en la cruz del calvario.

LA CONDICIÓN DEL HOMBRE SIN LA JUSTICIA DE DIOS

Pablo en Romanos 7:1-25 nos presenta la condición del hombre sin la justicia de Dios. Pasemos a describir el pasaje.

En este capítulo Pablo no hizo referencia al conflicto interior en el creyente como muchos lo han aplicado y entendido, Pablo describe una ley que opera en muerte por causa del pecado, por haberse quebrantado ciertos principios y mandamientos que Dios mismo estableció en el huerto del Edén.

Pablo está presentando su experiencia como judío queriendo agradar a Dios por medio de las obras de la ley, lo cual nunca pudo porque se consiguió con una ley superior, que es la ley del pecado que lo condujo a la muerte.

Debemos aclarar que el término “ley” tiene en este pasaje dos aplicaciones, una se  refiere a la ley mosaica, y la otra hace referencia a un Principio que tomó fuerza sobre la humanidad por causa de haberse violado el mandamiento de Dios en el Edén, cuyo principio condujo al hombre a la muerte por causa del pecado.

A este principio Pablo lo denomina y lo caracteriza como una ley que está inherentemente en el hombre, de la cual por sí solo no se puede librar, y que lo conduce e impulsa en algunos casos en contra de su voluntad a la práctica del pecado que lo lleva a la muerte. Es decir, es un principio mediante el cual el pecado ejerce su influencia,  y a pesar del deseo de hacer lo recto es dominado a hacer lo malo, siendo la muerte el efecto y su fin.

Hay algunos términos que aparecen en el capítulo antes mencionado que están totalmente en contraste con la nueva naturaleza que Dios puso en el hombre regenerado; estos términos nos dan credibilidad para afirmar que Pablo en el capítulo siete de Romanos no se refiere al creyente sino al hombre caído en Adán,  queriendo agradar a Dios por las obras de la Ley, pero por su naturaleza de pecado, que estaba en contraste a ley no lo pudo hacer. Pasemos a definir los términos.

VENDIDO AL PECADO. Romanos 7:14

Literalmente destinado y marcado para hacer el mal, éste es el sentido que tiene el término “Vendido”.

Si lo leemos de la versión amplificada lo dice de esta manera: “Soy un hombre de carne vendido como esclavo al pecado a fin de que esté bajo su dominio para hacer el mal”. Si aceptamos que Pablo en Romanos 7 hace referencia al creyente, como explicamos lo dicho por Pablo en  1ª Corintios 6:20 y 7:30 donde dice que nosotros (la Iglesia) fuimos comprados por Cristo, debemos ponernos de acuerdo en algo, o somos vendidos al pecado, o somos comprados por Cristo.

Además de esto, el término “Vendido al Pecado” está en contraste con la Redención que indica comprar o pagar un precio por un rescate. Si el hombre está vendido al pecado no ha sido regenerado, porque no ha sido comprado.

EL PECADO QUE MORA EN MÍ. Romanos 7:17-20.

El verbo morar en griego es “Oikeo”, derivado de “Oikos”, que indica una casa o habitación. El término “Oikeo” que Pablo utilizó para referirse al morador, tiene que ver no solamente con el que habita, sino con el dueño o propietario de la morada. Esto hace entender desde el punto de vista etimológico que el pecado no sólo mora en el hombre, sino que se ha hecho dueño y señor de él.

Todo esto está en contraste con lo dicho por Pablo en Romanos 8:9 cuando hace referencia al Espíritu Santo como el que habita y hace de nosotros su morada. Además de esto, en  1ª Corintios 3:16  se da testimonio de nosotros como morada del Espíritu. Santiago 4:5  hace la misma referencia.

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