Estudios Biblicos
Estudios Biblicos Prédica de Hoy: Piedad es Misericordia
INTRODUCCIÓN
Hemos dado la definición de Piedad y hemos descubierto que la Piedad, no sólo es Compasión; sino que también es Misericordia.
DEFINICIÓN DE MISERICORDIA.
La palabra Misericordia viene del latín “misericordia”, formado de “miser” (miserable, desdichado) “cor” “Cordis” (corazón) y el sufijo “ia”, capacidad de sentir la desdicha de los demás. Es la entrega del corazón al pobre, al mísero.
Cualidad o virtud de un sentimiento por un desgraciado o la cualidad de tener un corazón para un desgraciado y esa cualidad no es otra cosa que la compasión.
La Misericordia hace referencia a una virtud que inclina el ánimo de los seres humanos a compadecerse de los trabajos y las miserias ajenas. Es la inclinación a sentir compasión por los que sufren y ofrecerles ayuda. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente de perdón y reconciliación. Es más que un sentido de simpatía, es una práctica. En el cristianismo, es uno de los principales atributos divinos.
Ahora bien, más allá del origen de la palabra en latín o español, vale la pena decir que el concepto de la misericordia en las Escrituras puede resultar un poco complicada, por el hecho de que “misericordia”, “misericordioso” y “tener misericordia” son traducciones de varias raíces hebreas y griegas diferentes que, en otros casos, se traducen por medio de otros sinónimos, tales como “bondad”, “gracia”, “favor” (y verbos relacionados).
MISERICORDIA EN HEBREO. REHEM.
La palabra “misericordia” etimológicamente tiene una doble definición que se complementan en la práctica. Por un lado, desde la parte latina, etimológicamente “misericordia” significa abrir el corazón al miserable. Misericordia es la actitud divina que abraza, es la entrega de Dios que acoge, que se presta a perdonar.
Por otro lado, desde la parte hebrea o bíblica, misericordia significa el amor del útero materno, expresado en el cuidado de la madre por los hijos (Rehem). En la práctica estas dos vinculaciones se complementan dándonos a revelar la esencia de Dios.
El Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg escribe: “Al observar las raíces de las palabras en hebreo, podemos, como siempre, ¡ver unos vínculos asombrosos! Por ejemplo, el verbo “LeRajem)”, que significa tener piedad o compasión, está relacionado con otras palabras tales como “querido/a, adorable” o “amado/a”, lo que significa que en el medio Semítico, alguien a quien amas es al final caracterizado con misericordia.
No se puede amar sin ser misericordioso. Lo fascinante es que la raíz de la palabra misericordia está también relacionada con el embarazo. La palabra hebrea para “útero”, el cual alberga y protege el embrión, desde la concepción hasta el nacimiento es – “Rejem”. Aquí, igualmente, el milagro de la concepción y protección del embrión puede ser definido como misericordia”.
MISERICORDIA EN GRIEGO ELEOS.
Eleos, es la palabra griega para designar el sentimiento de piedad, misericordia y compasión, que se tiene ante la desgracia de alguien.
Eleos es la traducción habitual de la palabra hebrea Hesed, la cuál estudiamos en lecciones anteriores que traduce entre otras cosas fidelidad. Con esto recibe la misericordia una base sólida: no es ya únicamente un instinto de bondad emocional, sino una bondad consciente, voluntaria; incluso es una respuesta a un deber interior, fidelidad con uno mismo.
La palabra griega éleos (que significa: manifestación externa de la compasión) es utilizada en el Nuevo Testamento, y traducida comúnmente como misericordia.
“Él nos salvó gracias a su misericordia (éleos), no por algo bueno que hubiéramos hecho. Nos salvó lavándonos, dándonos una vida nueva. Nos renovó por medio del poder del Espíritu Santo” (Tito 3:5 – PDT).
“Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo” (2 Corintios 1:3).
Los hijos de Dios no deben tener una actitud pusilánime, miserable, suplicando a Dios clemencia o misericordia, pues ya en Cristo eso es un hecho.
Los hijos de Dios deben tener una actitud de realeza, la cual los lleva a “mostrar a otros la bondad de Dios (Su misericordia), pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa” (1 Pedro 2:9 – NTV).
MISERICORDIA DE DIOS.
La misericordia, en el sentido bíblico, es mucho más que un aspecto del amor de Dios. La misericordia es como el ser mismo de Dios. En tres ocasiones, ante Moisés, Dios pronuncia su nombre.
- 1. La primera vez dice: «Yo soy el que soy» (Éxodo 3:14).
- 2. La segunda vez: «Tendré compasión del que tendré compasión,
- 3. Y tendré misericordia de quien tendré misericordia.» (Éxodo 33:19).
El ritmo de la frase es la misma, pero la compasión y la misericordia sustituyen al ser. Para Dios, ser El que Es, es tener compasión y misericordia. Lo que confirma la tercera proclamación del nombre de Dios: Éxodo 34:6 “!!Jehová! !!Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad”.
Esta última fórmula ha sido retomada en los profetas y en los Salmos, particularmente en el Salmo 103: 8. “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia.
En este mismo salmo encontramos en los versículos del 11 al 13, como el salmista se maravilla por la grandeza de la misericordia de Dios. “Como la altura del cielo sobre la tierra, así es su misericordia…”: es la altura de Dios, su relevancia.
Pero nos atreveríamos a decir que es también su humanidad: “Como un padre siente ternura por sus hijos…”. Tan relevante y tan cercana a la vez, la misericordia es capaz de quitar todo mal: “Como dista el oriente del poniente, así aleja de nosotros nuestros pecados.”
MISERICORDIA DE JESÚS.
En su ministerio público Jesús mostró misericordia para con los enfermos, los necesitados y los desprovistos de atención espiritual: Mateo 9:35 “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”.
Un buen ejemplo de la misericordia de Jesús se encuentra en Mateo 20:29-34:
“Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron“.
Observa que los ciegos no asociaron la misericordia con un sentimiento sino con una acción. Su problema físico era que no podían ver, así que para ellos, el acto de la misericordia fue la intervención de Cristo para restaurar su vista. La misericordia es más que un sentimiento; siempre va seguida por una acción.
SIENDO MISERICORDIOSOS.
En la enseñanza de Jesús del Sermón del Monte, una de las bienaventuranzas es “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). La misericordia es lo que expresamos cuando somos dirigidos por Dios para ser compasivos en nuestras actitudes, palabras y acciones.
Es más que sentir compasión hacia alguien; es el amor reflejado. La misericordia desea responder a las necesidades inmediatas de los demás y aliviar el sufrimiento, la soledad y la tristeza.
La misericordia trata crisis físicas, emocionales, financieras o espirituales, por medio de un servicio generoso y abnegado. La misericordia es la defensora de los humildes, pobres, explotados y olvidados, y a menudo actúa a favor de ellos.
Este don tiene una aplicación práctica de servicio activo, así como la responsabilidad de hacerlo con alegría (Romanos 12:8). Además, todos estamos llamados a ser misericordiosos. Jesús dice en Mateo 25:40 que “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis“. Mateo 5:7 promete misericordia a aquellos que son misericordiosos hacia los demás.
Como personas que espiritualmente estábamos muertos y éramos pecadores, podemos decir que estábamos como éstos dos hombres ciegos en Mateo 20; dependientes de la compasión de Cristo para restaurar nuestra vista. Pero un día Jesús nos mostró su misericordia y nos perdonó, nos salvó y nos sanó. Salmos 85:7 “Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia, Y danos tu salvación“. Al ver tanta misericordia de Dios en nuestras vidas debemos nosotros comenzar desde hoy a imitar el ejemplo de Cristo ¿Cómo? mostrando misericordia a los demás, así como nosotros la hemos recibido.
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