Amor ágape

Por ejemplo, cuando nosotros amamos a los que nos odian o injurian (Leer Mateo 5:44). Es como decir: “Sin importar lo que un hombre (santo o pecador) me haga, nunca procuraré perjudicarlo ni vengarme. Jamás buscaré para él otra cosa que no sea lo mejor.” Algo aparentemente imposible de hacer para el que no tiene a Cristo como Señor.

El amor ágape hace que el hombre pueda realizarse.

No sólo toma su corazón, sino también su mente y su voluntad. El verdadero amor nace de la voluntad y se convierte en sentimiento, no al revés. Sólo Dios ama sin ningún esfuerzo de voluntad porque Él es la esencia del amor (Leer 1 Juan 4:8).

Dios lo derrama en nuestro espíritu para poder amar lo imposible: a personas difíciles de amar humanamente. Así, el mandamiento de amar no resulta gravoso, porque Dios pone a nuestra disposición la capacidad para ello.

El ejemplo máximo del amor ágape es Jesús yendo a la Cruz a morir por sus enemigos (Leer Romanos 5:8).

El amor ágape es el amor que Dios desea que tengamos todos los cristianos, pues si lo tenemos facilitará el cumplir de Sus mandamientos sobre el AMOR.

2. EL AMOR DEL HOMBRE HACIA DIOS.

Muchos creyentes dicen que aman a Dios, pero se comportan de manera no grata ante los ojos de Dios. Si de verdad queremos demostrar a Dios que le amamos; debe ser a través de nuestra obediencia. La Biblia nos dice en Juan 14:15. “Si me amáis, guardad mis mandamientos”.

Comúnmente oímos decir, tanto a creyentes genuinos como a incrédulos, que ellos aman a Dios, pero a su propia manera. Pero en el cristianismo sólo hay maneras bíblicas y no bíblicas, obediencia o desobediencia, formas verdaderas o formas falsas. ¡No hay otra manera de proceder!

Ahora debemos preguntarnos: ¿Nuestra manera de amar a Dios se somete a la directriz que nos es dada en el versículo 15 del capítulo 14 de Juan. “Si me amáis, guardad mis mandamientos”?

Al leer esto, muchas personas toman como excusa el hecho de que hay una gran cantidad de mandamientos en la Biblia, pero el verdadero creyente demuestra que ama a Su Señor cumpliendo con aquellos preceptos que por la gracia de Dios conoce.

El creyente conoce estos mandamientos porque Cristo en Su Palabra se los ha enseñado; pero si el creyente hipotéticamente solo conociese un precepto, cumpliéndolo demuestra que ama a Dios, como por ejemplo:

Juan 15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.

Vale la pena hacer hincapié en las Palabras del Maestro: “Como yo os he amado”, pues, habiendo afirmado esto, el Maestro aclara que alguien que no haya sido amado por Dios no tiene ni el deseo ni la gracia para obedecerle, ni mucho menos la dicha de amarle.

3 comentarios en «Amor ágape»

Deja un comentario