Santidad del alma – Parte V

José N. Briceño Aldana

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Dios no te mira como eres, sino como seras - Bosquejos

Santidad del alma – Parte V

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Esto es lo que Pablo entendió, expresó e hizo un estilo de vida cuando dijo: “Con Cristo estoy (estuve) juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí”. (Gálatas 2:20)

Quebrantamiento: Es la destrucción del egocentrismo, el yoismo, de tus planes, propósitos, metas, proyectos, ambiciones e incluso de tus propios esfuerzos.

En una ocasión le enseñaba a una hermana, de nombre Julia Tochon, una agenda totalmente copada con un año de adelanto, y ella al ver cómo me complacía al hacerlo me hizo una observación que me llevó a reflexionar, me dijo: “En su agenda no hay lugar para Dios”.

A veces nos ocupamos más de nuestras proyecciones que de proyectar a Dios, nos interesan más nuestros planes, proyectos, metas, propósitos, ambiciones, sin importar cuál sea la Voluntad y los deseos de Dios.

En una ocasión, en mis oraciones le pedía a Dios que me dijera qué tenía que hacer para que Él lograra hacer Su Voluntad en mí, y Él me contestó: “José hay una sola cosa que por años siempre he querido que hagas para poder desarrollar mi propósito en ti”. Le contesté: dímela Señor, y Él me respondió: “Quítate del medio, estás atravesado en el medio y no me dejas trabajar”.

A veces hacemos nuestros propios proyectos, y luego vamos y se los presentamos a Dios en oración para que los apruebe, y debería ser todo lo contrario. Es Dios quien nos debe presentar Su Voluntad y nosotros la asumimos en obediencia. No soy yo en Él, es Él en mí, es lo que Dios quiere que entendamos.

Dios tiene que hacernos entender que somos vasos e instrumentos, canales por donde Él lleva a cabo su obra.

Dios me dijo en una ocasión: “Lo más grande que puedes hacer para mí es hacer exactamente lo que Yo te mandó a hacer, porque lo grande no está en hacer, sino en obedecer”.

En 1º Samuel 15:22.23 dice: “Que se agrada Jehová más de la obediencia que de los muchos sacrificios y el que se le preste atención a su palabra que la grosura de muchos carneros”.

El quebrantamiento es tan importante para que se produzca una obediencia como producto de la entrega de una voluntad, que podemos estar haciendo la obra de Dios y desagradar a Dios, porque lo que a Dios le agrada no es que hagamos su obra, sino su voluntad.

La mejor de nuestras motivaciones y acciones nunca podrán sustituir nuestra obediencia a la voluntad de Dios. Para Dios no cuenta lo que hagamos de nuestra propia voluntad, sino que hagamos lo que Él nos mandó hacer, porque en esto está incluida la entrega de la voluntad.

Ronald Chor en una ocasión en sus oraciones le expresaba a Dios: “Señor yo quisiera tener algo que nunca haya sido tuyo para entregártelo y poder decir que algo te di; todo lo que te doy es producto de tus manos, Tú hiciste la materia prima de todas las cosas, todo procede de ti”, y escuchó cuando Dios le dijo: “Ronald hay una sola cosa que no es mía, que es de tu propiedad, yo te la entregue en el Huerto del Edén y que viene siendo mía cuando tú me la das”. Ronald le preguntó: ¿Qué es Señor? Y Él le dijo: “tu voluntad, Yo te hice con libre albedrío pero tú decides a quien le entregarás tu voluntad”.

La vida de obediencia es vivir dependiendo de Dios y esto es producto del quebrantamiento.

El éxito en la vida de Jesús es que vivió su vida totalmente quebrantada ante la presencia de Dios en total obediencia. En Filipenses 2:8 dice que Jesús fue obediente hasta la muerte. En Hebreos 5:8 dice que Jesús a causa de sus padecimientos aprendió de la obediencia.

Reitero que Jesús como Verbo sabía lo que era la obediencia, pero no sabía lo que implicada obedecer. Él tuvo que aprender a obedecer. Jesús era un ser humano con una voluntad propia, Él podía obedecer o desobedecer, pero eligió la obediencia.

Si analizamos la condición de Jesús en el Getsemaní, Él le presentó sus deseos a su Padre, que indica su Voluntad, pero en total sometimiento. Él dijo: “Padre mío, si es posible pasa de mí esta copa”. En estas expresiones podemos ver el deseo de Jesús, pero seguidamente vemos expresadas el sometimiento cuando dijo: “Pero no sea como yo quiera, sino como tú quieras”.

Jesús tenía una voluntad propia distinta a la del Padre, la cual sometió y cedió a la voluntad de Su Padre para estar en obediencia, pero Él podía haber desobedecido.

El quebrantamiento es tan importante que de él depende la humildad para entrar en obediencia, mientas que el orgullo mal canalizado te conduce a la altivez y caes en rebeldía.

El éxito en la vida de Moisés estuvo en su total dependencia y obediencia a Dios. En Éxodo 4:4, vemos el deseo de Dios de que dependamos totalmente de Él; el simple hecho de que Dios le haya dicho a Moisés que tomara la serpiente por la cola, es una forma de decirle a Moisés que dependiera de Él; y lo más grande del caso fue que Moisés aceptó la proposición y tomó la serpiente por la cola cuando se debe tomar por la cabeza.

Debemos entender que la obra de Dios sólo la puede llevar a cabo Dios, por esta causa afirmamos que el Ministerio es un desafío.

Un desafío es el llamado que Dios nos hace para lograr hacer lo imposible. No vas a lograr nada de lo que Dios te llame a hacer sin la ayuda de Él; por esta causa debemos vivir totalmente quebrantados y entregados a Su Voluntad, en total dependencia a Él. Si la obra de Dios se puede llevar a cabo sin la intervención de Dios, entonces Dios está demás en el Ministerio.

Debemos entender que yo hago lo que puedo hacer en lo que Él me mando a hacer, y dejo que Él haga lo que humanamente no puedo hacer. Nuestra mejor decisión ante Dios, de hacer o no hacer, depende de un quebrantamiento. No te olvides que nosotros somos libres de tomar cualquier decisión, pero no somos libres de sus consecuencias.

La vida de un hombre es como una moneda, sólo la puedes gastar una sola vez, debemos tener cuidado en qué la invertimos.

Tomar decisiones es como caminar en piso de vidrio con zapatos de plomo: con un mal paso, partimos el vidrio y no sabemos en donde vamos a caer. Debemos tener cuidado con nuestras determinaciones y con los pasos que damos.

En Dios hay caminos que no tienen regreso. Con el tiempo y la voluntad de Dios no se juega.

Hay errores que un hombre comete por causa de un pecado; y el error puede ser tan grave que Dios perdona el pecado pero el error no lo pasa por alto.

Por todas estas observaciones debemos ser sabios y prudentes en nuestras decisiones para no lamentarnos de los fracasos.

© 2012. José N. Briceño Aldana

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José N. Briceño Aldana
Autor

José N. Briceño Aldana

Director presidente del ministerio de la formación y la evangelización "Jesús Soberano Señor".

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