La santificación comienza en el mismo momento en que el hombre es regenerado del estado de condenación en el cual se encontraba. Allí Dios comienza a trabajar en la formación del individuo para llevarlo a un nivel de madurez que lo puede conducir al estado de Santidad.
El término santificación es traducido de la palabra griega “hagiasmo”, y en el Nuevo Testamento aparece 10 veces en su sustantivo “Hagiozo”, que es el término “santificar”; y en su adjetivo “hagios”, que el equivalente es “santo”, aparece en los escritos sagrados 229 veces.
El término santificación o santificar en el Antiguo Testamento también es usado en referencia a cosas o lugares, tales como: días, montañas, altares, ciudades, vestiduras, una nación, ejércitos; u otros.
Aclaramos que tal retribución (el santificar las cosas) no es por causa del objeto o lugar, sino que es algo determinado por Dios por causa y en pro de la relación y asociación que el hombre tiene con la presencia de Dios. Tiene que ver con un estado de conciencia, responsabilidad, seriedad, rectitud, devoción y adoración.
Es decir, la retribución de la Santidad no se hizo por causa de los objetos o lugares porque son cosas inanimadas que no pueden alcanzar Santidad, esto Dios lo estableció por la condición del hombre en su estado de pecado para producir y conducirlo a un estado de Santidad que esté acorde con Su Santidad.
En el Nuevo Testamento los principios han cambiado, las cosas no son santificadas por causa de nosotros.
Nosotros somos los llamados a santificar las cosas, entendiendo que dicha santificación está en el uso adecuado que se le dé a lo recibido de Dios, y todo se hace por un estado de conciencia, responsabilidad, agradecimiento y adoración, ante Dios que es pura Santidad.
ELEMENTOS QUE DIOS USA PARA LA SANTIDAD DEL HOMBRE.
Además de tener sus elementos, Dios tiene un agente, que es el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es el encargado de mostrarnos la verdad de Dios, de guiarnos y conducirnos en justicia (1ª Corintio 6:11; Romanos 15:16; 1ª Pedro 1:2).
Jesús dijo -refiriéndose al Espíritu- Él tomará de lo mío y se los hará saber (Juan 16:14), y el Apóstol Pablo dijo que el Espíritu escudriñará la mente del Padre y se lo revelará a la Iglesia (1ª Corintios 2:10.13).
De modo que no hay nada que sepamos de Dios y de sus propósitos si no es por el Espíritu, y no hay un alcance de nivel de Santidad que Dios logre en nosotros si no es por el Espíritu.
Pero debemos tomar en cuenta, que el Espíritu Santo por sí solo no puede conducirnos a la Santidad
No descarto que con su presencia nos pueda inspirar, instar y darnos el deseo de vivir en Santidad, pero le es imposible conducirnos a la Santidad sin los elementos de cooperación utilizados en el proceso de santificación.
La Santidad viene como producto de tener una información y un conocimiento del carácter, la voluntad y los preceptos de Dios; y, por consiguiente, someternos y ajustarnos a ellos, y esta información y conocimiento vienen a través de estos elementos de cooperación.
© 2012. José N. Briceño Aldana