En cuanto al motivo en relación a la Santidad, se debe tomar en cuenta que aún haciendo las cosas con motivos correctos, ante Dios lo que haces se puede considerar pecado, porque no es lo que haces para Dios lo que cuenta, es que hagas lo que Él te mando a hacer.
David propuso en su corazón construir un templo para Dios y su motivo era correcto, pero si lo hubiera hecho le hubiera sido contado como pecado porque no fue a él a quien Dios escogió para tal fin, sino a su hijo Salomón.
Nunca olvides esta verdad: Ninguna de nuestras mejores intenciones y motivaciones pueden ocupar el lugar de la obediencia en la perfecta voluntad de Dios.
“Llamó entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios de Israel. 7 Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi Dios. 8 Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí”. (1º Crónicas 22:6-8)
>LA SANTIDAD NO TIENE NADA QUE VER CON LA MORAL.
La moral: Relativa a la conducta, la ética y las reglas de urbanidad, tiene que ver con las buenas costumbres y es adaptable a las culturas.
Toma en cuenta que una persona puede tener comportamientos inmorales y no estar pecando.
La esquizofrenia puede llevar a una persona a tener una conducta inmoral sin quebrantar los principios de Santidad. Su estado patológico lo excluye -según la hamartología- de la posibilidad de pecar; dicho estado se considera en lo similar al de la inocencia que es el estado donde se desenvuelven los niños en su primera etapa. Un niño no puede ser juzgado por las autoridades ni siquiera por Dios, mientras esté en la inocencia sea cuál sea su comportamiento.
Por otra parte, hay que entender que para nosotros algo puede considerarse pecado desde el punto de vista moral, y podemos hacer juicio sobre ello, por no conocer las culturas, y al analizarlo lo que juzgamos desde el sentido cultural está muy distante de lo que es pecado.
En una ocasión la conocida predicadora Daisy Osborn cometió una imprudencia en una tribu en el África al mandar a colocar brassier a las mujeres que habitaban en una aldea. Según esa cultura era normal no usar esta prenda.
Sin embargo, ella vio el acto como inmoral y lo juzgó como pecado, pero según la cultura africana eso era normal. De hecho las únicas mujeres que se cubrían los senos eran las prostitutas.
Hay términos que según el lenguaje, los idiomas, los dialectos, las culturas, no deben pronunciarse en ciertas naciones, países, estados, pueblos o aldeas; porque el hacerlo se te puede considerar pecado bajo el conocimiento que se obtenga en la intención del corazón al decirlo.
Por otro lado, hay quienes obran en forma apegada a la moral y a la ética de sus creencias, pero con motivos equivocados, y ante Dios es pecado lo que están haciendo porque el motivo es incorrecto.
Éste fue el caso juzgado por Jesús cuando hizo referencia a la posición de los fariseos que actuaban con toda la moral y la ética pero en su corazón había perversidad hasta el punto de que Jesús los llamó “sepulcros blanqueados y generación de víboras”.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. 26¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.” (Mateo 23:25.27)
La expresión “Sepulcros blanqueados” y la acción de “limpiar lo de afuera del vaso y del plato”, culturalmente tienen que ver con la ética, la moral, con reglas de urbanidad en la que los fariseos se movían; pero, la expresión “huesos de muertos y de toda inmundicia”, en contraste a lo hermoso del sepulcro por la parte de afuera, refleja el motivo incorrecto, la hipocresía, el engaño, la falsedad, la mentira, en la que los fariseos se movían en su apariencia, cubriéndose con la moral y la ética; pero en cuanto a Dios -que no puede ser burlado- estaban confinados al infierno.
“Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad”. (Mateo 23:28)
Éste es el tipo de ministros que en parte tenemos en nuestras iglesias, ministrando con apariencia de piedad (con toda la moral y la ética del mundo), pero por dentro son como los sepulcros: llenos de podredumbre, de mentiras, engaños, falsedad, fatuos, rebeldes, promiscuos, fornicarios, altivos, prepotentes, soberbios, amadores de sí mismos, crueles, avaros, ingratos, implacables, calumniadores, traidores; de esto hace mención el Apóstol Pablo en sus cartas. Ante los ojos de Dios están reprobados y Él les dará su destino.
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Éstas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe”. (2ª Timoteo 3:2.8)
> LA SANTIDAD NO ES UNA IMPOSICIÓN, NI NACE DE ELLA.
La Santidad no es producto de lo que se impone hacer, sino de lo que se expone para hacer.
La Santidad es producto de conocer ciertos principios, de cosas que se “deben” hacer y no que se “tienen” que hacer. Cuando no se tiene poder de decisión y elección no se puede conducir a la Santidad.
En el Huerto del Edén, Dios le presentó al hombre el bien y el mal, pero le dio derechos para escoger respetando su libre albedrío. Dios nunca impone su Palabra ni su voluntad, Dios la expone, de nosotros depende que la obedezcamos.
La Santidad es producto de una decisión muy personal, producto de la sumisión, en un sometimiento a los principios de Dios con motivos correctos.
La voluntad de Jesús no era la voluntad del Padre, Jesús tuvo de parte de Dios poder de elección, Él dejó de hacer lo que Él podía hacer, para hacer y cumplir con las demandas del Padre (Marcos 14:36. Lucas 22:42). Cuando se viola el libre albedrío del hombre no hay lugar para la Santidad genuina.
© 2012. José N. Briceño Aldana