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Libre al fin

La libertad es una responsabilidad que solo los maduros pueden aceptar y sobrellevar. Se da en nuestra mente cuando aceptamos nuestra responsabilidad de avanzar y permitir el reacondicionamiento de nuestro pensamiento opresivo. Quienes no avanzan viajan en interminable círculo porque nada cambia de verdad hasta tanto cambie la mente.

LA LIBERTAD es el principio central de la relación original de Adán. En el relato de Génesis, Dios el Creador puso al hombre en el Jardín y dijo: “Eres libre”.

Génesis 2:16-17 – Y Jehovah Dios mandó al hombre diciendo: “Puedes comer de todos los árboles del jardín; 17 pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.”

Dios declaró que el hombre era libre y le dio trabajo. La libertad es algo básico en la voluntad de Dios para el hombre. Adán era libre de producir, duplicar, multiplicar y fructificar todo lo que Dios le había dado para hacer, pero no era libre de violar la ley de Dios. Dios puso solo un elemento en el Jardín para mantener la obediencia del hombre: al árbol del conocimiento del bien y del mal. Imagine los millones de árboles que Dios había creado y, sin embargo, puso un cartel de “no pasar”, frente a uno solo. Esto era necesario para poder activar la voluntad del hombre por medio del poder de elección.

No hay forma de entrar en la libertad sin soportar el peso de su responsabilidad. Si quiere ascender al puesto de gerente, debe estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de esta posición. El precio de la responsabilidad requiere de más tiempo, talento, energía, iniciativa y sustancia. El título es bueno; la paga, maravillosa; pero la carga laboral es siete veces mayor. Tiene que estar allí todos los días antes que todos los demás, y será el último en dejar la oficina. Si algo sale mal, lo llamarán a usted, de día o de noche.

El campo de batalla más fuerte es el que se libra en la mente, es por ello que vemos que muchos cristianos no viven una vida de libertad ya que se dejan envolver por las acusaciones del enemigo de aquellos hechos vergonzosos que una vez hizo estando lejos de Dios, sin embargo la escritura declara que su sangre nos limpia de todo pecado.

1 DE JUAN 1:7 – Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.

ISAÍAS 43:25 – Yo soy, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí, y no me acordaré más de tus pecados.

Nos preocupamos tanto por las realidades del pasado, que nuestro presente y futuro pueden consumirse. Algunas personas están ocupadas dejando atrás su pasado, que no tienen tiempo de vivir su futuro. Pablo nos dice: “Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante

(Filipenses 3:13-14). Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, 14 prosigo a la meta hacia el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

A esto Dios agrega en Isaías 43:18-19 “No os acordéis de las cosas pasadas; ni consideréis las cosas antiguas. 19 He aquí que yo hago una cosa nueva; pronto surgirá. ¿No la conoceréis? Otra vez os haré un camino en el desierto, y ríos en el sequedal.”

Para muchos de nosotros el cielo es el objetivo y la opresión es nuestro modo de pensar. Como los hebreos en la antigüedad, marchamos en círculo sin ver la buena vida en la Tierra. Mientras tanto podremos hablar en lenguas, pero no sabemos hablar con el banquero. Podemos saltar y danzar “en el Espíritu”, pero no sabemos manejar nuestras propias vidas.

Liberarse del opresor no garantiza que nos liberemos de la opresión. Pero la responsabilidad sí nos da esta garantía. La responsabilidad hace que decidamos esforzarnos para levantarnos más temprano y trabajar todo el día hasta terminar con la tarea. Y esto es lo que nos permite hacer la libertad cuando sinceramente queremos ser libres de veras.

Hay mucha gente que desperdicia su vida como prisionero de su propia celda. Las palabras de libertad de Cristo quizá estén pegadas en las paredes de su sala. Pero muchos viven en su celda con la puerta abierta de par en par, esclavizados por el espíritu de opresión que los tenía atados antes de aceptar la liberación.

La palabra evangelio significa “buena nueva, buen informe, buen heraldo o buena información”. La buena nueva del reino es que Jesús convierte nuestra liberación en libertad.

Cuando una persona nace de nuevo, el Espíritu de Dios “re-crea” su ser interior y habita allí. Pero la libertad que nos llega a nuestra mente y nuestras acciones depende enteramente de nosotros. Somos libres de salir de nuestra celda, O somos libres de permanecer allí, porque de acuerdo al evangelio de Cristo nadie es puesto en libertad automáticamente.

(Gálatas 5:1). Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no os pongáis otra vez bajo el yugo de la esclavitud

Es por esto que Pablo nos dice que estemos firmes en contra del condicionamiento, para renovar nuestras mentes al cambiar nuestro viejo modo de pensar.

¡Adiós, Egipto!

Ahora, aquí está el punto de la cuestión: cuando algunos se iban de Egipto, llevaban sus viejas tablas de lavar ropa con ellos. Cuando llegaban a Canaán, llevaban las tablas a lavar en la lavandería automática, las ponían dentro de la máquina y comenzaban a lavar. Ni siquiera pensaban para qué servirían los botones y relojes de las lavadoras automáticas. Las maravillas electrónicas estaban frente a sus ojos, pero estaban tan condicionados a la esclavitud que ni siquiera se preguntaban qué será esto nuevo que hay delante de mis ojos.

Esta es una buena ilustración de lo que significa estar libre pero no ser libre.

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