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Apóstoles y profetas

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Estudios Biblicos.. Tema: Apóstoles y profetas.

Estudios Biblicos.. Cita Biblica:Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias2 Timoteo 4:3

En muchas iglesias evangélicas ha surgido algo particularmente extraño. Diversos hombres se han levando llamándose a sí mismos apóstoles o profetas. Según ellos, Dios los encomendó para guiar a la iglesia hoy día. Muchos, como una secta, dicen que en este último tiempo Dios levantó profetas y apóstoles para sacar a la iglesia de la apostasía.

Lo peor de esto, sin embargo, no es sólo el error de estos falsos maestros, sino que cautivan y engañan a muchos. Las personas corren ciegamente tras estos “profetas” y “apóstoles” como los nuevos líderes mundiales que traerán la salvación a las iglesias.

Sin embargo, lo interesante es que con esto no se han diferenciado en nada de la iglesia de Roma contra la cual pretenden luchar. Toda la corrupción y desviación debido al poder dado al Papa, se origina en esto. Según la iglesia de Roma, el Papa es el sucesor de los apóstoles. En otras palabras, es un apóstol en el presente.

Y tal como veremos a través de nuestro estudio, los mismos errores que se pueden atribuir a la iglesia de Roma, también se pueden decir de estos “evangélicos”. Muchas herejías, errores y mentiras surgen de este entendimiento sobre el apostolado y el oficio profético.

Sin embargo, en nuestro estudio bíblico de hoy, veamos lo que la Biblia puede decir al respecto. Bíblicamente hablando, ¿se puede decir que profetas y apóstoles hoy?

El rol del profeta

El rol del profeta en el Antiguo Testamento era hablar la Palabra de Dios. Ellos fueron hombres comisionados por Dios, para llevar su mensaje directamente a su pueblo. La carta a los Hebreos dice que Dios habló a su pueblo mediante estos profetas (Hebreos 1:1).

La forma en que estos profetas fue de una manera particularmente única y distintiva. La mayoría de las veces el profeta recibía la palabra de Dios a través de visiones (Isaías 1:1; Daniel 4:13; Ezequiel 40:2; Amós 1:1). Una forma que sólo se repetiría nuevamente con los apóstoles en el Nuevo Testamento (Apocalipsis 9:17).

Ahora bien, cabe destacar que estas visiones tenían ciertas particularidades únicas. En primer lugar, nunca fueron contrarios a la Palabra de Dios, revelada a través de otros profetas. De hecho, los profetas solían confirmar la ley de Dios, nunca la contradecían (Deuteronomio 13:1-4; Jeremías 8:7).

Otra particularidad de sus profecías es que testificaban de antemano a Jesucristo. Según los apóstoles, el rol profético era anunciar de antemano la gracia dado por el Mesías venidero (1 Pedro 1:10-12). Es por eso que Pedro ve que los profetas hablaron en el pasado, y no en su tiempo presente (2 Pedro 3:2).  De hecho, el Señor Jesucristo dijo que los profetas hablaban sobre su muerte y resurrección (Lucas 24:25-27, 44-45). De modo que, cuando el Señor Jesucristo vino, el oficio profético cesó.

El cese del oficio profético

Bajo esta premisa, en primer lugar, todo profeta actual queda descalificado. Los profetas actuales están caracterizados por interpretaciones personales que contradicen directamente la Palabra de Dios.

Por ejemplo, están aquellos que dicen que sin profetas la iglesia no puede existir. Y que como no hubo profetas durante dos siglos, entonces la iglesia desapareció. Completamente contrario a lo que el Señor Jesús dice, que su iglesia siempre permanecerá, ni el Hades puede contra ella (Mateo 16:18). Esta es una de las características de los falsos profetas, que contradicen la ley del Señor (Jeremías 23:21-22; 2 Pedro 2:1).

Por otro lado, si el oficio profético era profetizar la venida de Jesucristo, se sobreentiende que después de Él, ya no hay más profetas. Y, de hecho, esto es lo que el Señor Jesús afirma. El oficio profético como el del Antiguo Testamento llegó hasta Juan el Bautista (Mateo 11:13; Lucas 16:16).

Esto es porque, además de que su rol era anticipar la venida del Mesías, sus palabras fueron constituían el canon del Antiguo Testamento. Es por eso que, en los pasajes anteriormente citados, se hablan de “la ley y los profetas”. Entre los judíos, tal expresión se refería al canon del Antiguo Testamento. De este modo, con la venida de Jesús, el canon del A.T. es cerrado, y el oficio profético es terminado con Juan el Bautista.

En ese sentido, sucede lo mismo con el rol sacerdotal de los Levitas. Jesucristo es el sacerdote perfecto, que hizo que cesara todo el oficio sacerdotal de los levitas (Hebreos 7:18, 22-25). Igualmente, sucede con el rol profético. Una que Jesucristo, nuestro perfecto profeta, ha llegado, no necesitamos de más profetas como esos (1:1-2).

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