Estudios Bíblicos
Estudios Bíblicos.. Tema: Apóstoles y profetas.
Estudios Bíblicos.. Cita Biblica: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” 2 Timoteo 4:3
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, dentro del mundo evangélico, ha surgido una figura que genera división, confusión y, en muchos casos, un seguimiento ciego: los llamados apóstoles y profetas del tiempo presente. Estos individuos aseguran haber sido designados directamente por Dios para restaurar la iglesia, guiarla a la verdad y, en ocasiones, traer nuevas revelaciones que —según ellos— el cuerpo de Cristo necesita urgentemente.
Lo preocupante no es sólo la pretensión en sí, sino el impacto profundo y negativo que estas figuras están teniendo en miles de creyentes. Muchos cristianos sinceros, sin suficiente discernimiento bíblico, corren tras estos supuestos “ungidos” como si fueran la última esperanza espiritual para sus vidas, sus iglesias y aún sus naciones.
¿De dónde viene esta ola de autoproclamados apóstoles y profetas? ¿Está sustentada por la Biblia? ¿O se trata de una distorsión moderna del verdadero liderazgo espiritual? ¿Realmente está Dios levantando hoy nuevos apóstoles y profetas con el mismo nivel de autoridad que los del primer siglo?
La confusión se agrava porque estos movimientos, en su esencia, no son distintos a lo que históricamente ha hecho la Iglesia de Roma con el papado. El Papa es considerado, según la doctrina católica, el sucesor de los apóstoles, con autoridad para definir doctrina y guiar a la iglesia universal. Del mismo modo, muchos de estos líderes protestantes actuales se han posicionado como figuras infalibles, incuestionables y revestidas de poder divino.
Estamos ante una falsa restauración del liderazgo bíblico. Y como toda distorsión espiritual, no sólo se aleja de la verdad, sino que lleva a las personas a un terreno peligroso: la dependencia de hombres en lugar de la obediencia a la Palabra de Dios.
Este estudio bíblico no es una reacción emocional ni una crítica ligera. Es una exposición seria y detallada de lo que enseña la Escritura sobre el rol, propósito y duración del ministerio de los apóstoles y profetas. No buscamos agradar a los hombres, sino honrar la verdad revelada por Dios.
Porque si algo está claro en este tiempo, es que la iglesia necesita volver a la sana doctrina. No a nuevas revelaciones, sino al fundamento eterno ya establecido. Y en ese retorno, es vital responder esta pregunta con firmeza bíblica: ¿Existen hoy verdaderos apóstoles y profetas?
El rol del profeta
El rol del profeta en el Antiguo Testamento era hablar la Palabra de Dios. Ellos fueron hombres comisionados por Dios, para llevar su mensaje directamente a su pueblo. La carta a los Hebreos dice que Dios habló a su pueblo mediante estos profetas (Hebreos 1:1).
La forma en que estos profetas fue de una manera particularmente única y distintiva. La mayoría de las veces el profeta recibía la palabra de Dios a través de visiones (Isaías 1:1; Daniel 4:13; Ezequiel 40:2; Amós 1:1). Una forma que sólo se repetiría nuevamente con los apóstoles en el Nuevo Testamento (Apocalipsis 9:17).
Ahora bien, cabe destacar que estas visiones tenían ciertas particularidades únicas. En primer lugar, nunca fueron contrarios a la Palabra de Dios, revelada a través de otros profetas. De hecho, los profetas solían confirmar la ley de Dios, nunca la contradecían (Deuteronomio 13:1-4; Jeremías 8:7).
Otra particularidad de sus profecías es que testificaban de antemano a Jesucristo. Según los apóstoles, el rol profético era anunciar de antemano la gracia dado por el Mesías venidero (1 Pedro 1:10-12). Es por eso que Pedro ve que los profetas hablaron en el pasado, y no en su tiempo presente (2 Pedro 3:2). De hecho, el Señor Jesucristo dijo que los profetas hablaban sobre su muerte y resurrección (Lucas 24:25-27, 44-45). De modo que, cuando el Señor Jesucristo vino, el oficio profético cesó.
El cese del oficio profético
Bajo esta premisa, en primer lugar, todo profeta actual queda descalificado. Los profetas actuales están caracterizados por interpretaciones personales que contradicen directamente la Palabra de Dios.
Por ejemplo, están aquellos que dicen que sin profetas la iglesia no puede existir. Y que como no hubo profetas durante dos siglos, entonces la iglesia desapareció. Completamente contrario a lo que el Señor Jesús dice, que su iglesia siempre permanecerá, ni el Hades puede contra ella (Mateo 16:18). Esta es una de las características de los falsos profetas, que contradicen la ley del Señor (Jeremías 23:21-22; 2 Pedro 2:1).
Por otro lado, si el oficio profético era profetizar la venida de Jesucristo, se sobreentiende que después de Él, ya no hay más profetas. Y, de hecho, esto es lo que el Señor Jesús afirma. El oficio profético como el del Antiguo Testamento llegó hasta Juan el Bautista (Mateo 11:13; Lucas 16:16).
Esto es porque, además de que su rol era anticipar la venida del Mesías, sus palabras fueron constituían el canon del Antiguo Testamento. Es por eso que, en los pasajes anteriormente citados, se hablan de “la ley y los profetas”. Entre los judíos, tal expresión se refería al canon del Antiguo Testamento. De este modo, con la venida de Jesús, el canon del A.T. es cerrado, y el oficio profético es terminado con Juan el Bautista.
En ese sentido, sucede lo mismo con el rol sacerdotal de los Levitas. Jesucristo es el sacerdote perfecto, que hizo que cesara todo el oficio sacerdotal de los levitas (Hebreos 7:18, 22-25). Igualmente, sucede con el rol profético. Una que Jesucristo, nuestro perfecto profeta, ha llegado, no necesitamos de más profetas como esos (1:1-2).
El uso de la palabra profeta en el Nuevo Testamento
Entonces, ¿cómo debemos interpretar aquellas partes de la Escritura que parecieran indicar que el día de hoy hay profetas, o profecías? Bueno, todos estos pasajes son realmente más fáciles de entender bajo las premisas anteriormente dadas.
En Efesios 4:11 Pablo dice que Cristo constituyó a algunos profetas. En primer lugar, esto es una referencia a los profetas del Antiguo Testamento. Ellos son una bendición que el Señor nos ha dado. Por otro lado, existe también cierto “don” de profecía, como en el caso de Agabo, de predecir ciertas cosas del futuro (Hechos 11:28; 21:10). Y otros como profetas como en Hechos 13:1. Sin embargo, estos ejemplos son tan escasos, que sacar una doctrina de ellos, sería un gran error.
Por otro lado, en el Nuevo Testamento “ser profeta” también era equivalente proclamar la Palabra. Debido a que el rol del profeta era proclamar la verdad de Dios, no es extraño que se usara este término para designar a los predicadores. En 1 Corintios 12:29-32, Pablo no describe a estos profetas como “predictores” del futuro, sino quienes enseñan la verdad. Es por eso que dice que estos profetas debían apegarse a la palabra de Dios (vers. 23).
Es por eso que, en ese sentido, todos los creyentes somos verdaderos profetas. Así como somos sacerdotes de Dios en virtud del sacerdocio de Cristo, somos profetas por su rol profético (1 Pedro 2:5, 9).
Sin embargo, no somos sacerdotes ni profetas como un “oficio”, sino como proclamadores del evangelio. Lo somos cuando cumplimos la gran comisión. Es por eso que la profecía de Joel de que todos profetizaremos, se cumple con la predicación del evangelio a las naciones (Hechos 2:16-17, 39).
El rol del apóstol
Por otro lado, el rol del apóstol es ligeramente parecido al profético, pero mantiene sus diferencias. Principalmente, porque el rol apostólico estuvo más caracterizado por transmitir el testimonio de Jesús más que de tener visiones.
No negamos el hecho de que los apóstoles hayan tenido visiones. Pedro tuvo algunas visiones (Hechos 10:3, 17). Y Pablo y Juan también (Hechos 16:9-10; 18:9; 26:19; Apocalipsis 1:1).
Sin embargo, es un hecho bíblico que el rol profético era ser testigos de las palabras y obra del Señor Jesucristo, especialmente su resurrección, más que recibir profecías (Mateo 28:19; Hechos 1:8). Los apóstoles debían expresar los mandamientos dados por el Señor (2 Pedro 3:2). El deber del apóstol Juan era testificar lo que había visto, contemplado y escuchado de Jesucristo (1 Juan 1:1).
Es por eso que los apóstoles duraron 3 tres años tan apegados al Señor Jesús durante su ministerio. Él los equipo directamente, para que llevaran sus palabras, y todo lo que habían visto a los hombres.
Por otro lado, su rol era ser pilares principales para la edificación de la iglesia universal. Su enseñanza fue vital para que la iglesia creciera y se mantuviera entre todas las naciones. Ellos eran líderes principales en la iglesia, en virtud de la comisión que les dio el Señor. Por eso se dice que la iglesia está fundamentada sobre los apóstoles (Efesios 2:20), sus enseñanzas son pilares para la iglesia.
El requisito para ser apóstol
Ahora bien, la Escritura da varios requisitos fundamentales para ser apóstol. En primer lugar, haber recibido el apostolado directamente del Señor Jesús. Los apóstoles fueron escogidos y designados directamente por Cristo (Juan 15:16; Mateo 10:1-3). Según esos pasajes, los doces apóstoles fueron estrictamente doce, designados por el Señor Jesús. El caso de Matías es una sustitución y no una sucesión de Judas Iscariote (Hechos 1:23-26).
De hecho, llama la atención que Pedro explica esto requisitos en la ordenación de Matías como apóstol:
“Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección… para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar” (Hechos 1:21-22, 25).
Un apóstol, según Pedro, es aquel que estuvo con él desde el tiempo de su bautismo hasta el momento de su resurrección, siendo discípulo y testigo de todo. ¿Qué “apóstol” hoy fue testigo de la resurrección y caminó con el Señor? ¡Ninguno! No hay apóstoles hoy.
La única acepción de estas normas se aplicó al apóstol Pablo. Pero no del todo, porque, aunque no fue discípulo con el Señor como los demás, sí cumplió varios de sus requisitos.
Fue ordenado directamente con el Señor y vio directamente al Cristo resucitado (Hechos 9:3-6; 2 Corintios 12:1). Es más, Pablo fue instruido directamente por el Señor Jesús, por los otros apóstoles, de modo que no había contradicción entre sus enseñanzas (Gálatas 1:15-20; 2:7-9).
La interpretación correcta de los pasajes frecuentemente usados
Si hablamos en términos de la función y de los requisitos de un apóstol, no podemos decir que hoy existen apóstoles. Es por eso que todos los pasajes que parecen apoyar que hoy existen apóstoles deben verse a la luz de este pasaje.
Tenemos nuevamente a Efesios 4:11. Allí se dice que Dios entregó apóstoles para edificar el cuerpo de Cristo (vers. 12). ¿Pero en qué sentido los apóstoles son de edificación? Según lo anteriormente, es a través de su doctrina.
Los apóstoles fueron quienes, por mandato del Señor, dieron estructura para la iglesia del Nuevo Testamento. De esta manera, su enseñanza, registrada en los escritos del Nuevo Testamento, son el aporte que ellos han dado para nuestra edificación.
Efesios 2:20 es otro pasaje frecuentemente usado tanto por estos evangélicos como también por los romanistas. Según tal interpretación, la iglesia siempre necesita de apóstoles y profetas para poder “existir” y “mantenerse”.
Pero esto no es lo que quiere decir el pasaje. El pasaje dice que los apóstol y profetas tienen un fundamento, que es Jesucristo mismo, lo cual se refiere a su doctrina. Los profetas y apóstoles estuvieron dedicados a hablar la palabra del Señor al pueblo de Dios, cuyo centro es Jesucristo.
De este modo, la iglesia existe y está edificada es en la predicación verdadera del evangelio, en la Palabra de Dios. Por eso, así como la Palabra es eterna, la iglesia también permanece para siempre (Mateo 5:18; 1 Pedro 1:22-25).
La sucesión apostólica es doctrinal y no en persona
Por esa razón, en contra de la postura papal, y de esta también, debemos decir que la sucesión apostólica no es en persona. Es en doctrina. La iglesia está edificada sobre los profetas y apóstoles, no cuando surgen nuevos profetas y apóstoles, sino cuando se somete a la Escritura.
Sin embargo, ambos grupos apoyan el apostolado actual, aun cuando ellos mismos contradigan directamente la Palabra de Dios. ¿Un verdadero apóstol puede contradecir el mensaje del Señor Jesucristo? ¿Un verdadero apóstol se opondría tan radicalmente a la Palabra de Dios, o la manipularía a su antojo? Según lo que vimos no. Pero el papado, y estos “super apóstoles”, sí lo hacen.
Con lo cual, demuestran que realmente no son sucesores de los apóstoles, sino sus enemigos. Porque se oponen a la verdad predicada por ellos. Ya en el tiempo de Pablo existían falsos apóstoles, que contradecían sus enseñanzas, y querían a la grey para ellos (2 Corintios 11:13).
El hambre de poder y dinero de los supuestos profetas y apóstoles de hoy
Estos “profetas” y “apóstoles” de hoy tienen más similitud con los falsos profetas y apóstoles, que con los verdaderos. Estos se valen de estos títulos para ganar fama, dinero y poder sobre las personas.
Los falsos apóstoles del tiempo de Pablo siempre buscaban recomendarse a sí mismos (2 Corintios 3:1). Estos se hacían pasar por los apóstoles, pero contradecían sus enseñanzas (2 Tesalonicenses 2:2; 2 Corintios 10:3-4). Su objetivo era el dinero (1 Timoteo 6:9-10). Estos hombres son lobos disfrazados de ovejas que buscan sus propios intereses.
Todo sabemos lo que ha resultado en la iglesia de Roma por esta doctrina tan engañosa. Ellos creen que el papa tiene autoridad para cambiar a su placer la Palabra de Dios, y decidir qué es bueno y qué no. Por otro lado, han introducido un sistema de gobierno jerárquico tal que el Papa es la autoridad suprema. Además, la pompa, las riquezas y soberbia con que este se viste es increíble.
Y los “apóstoles” y “profetas” de los últimos siglos, entre los protestantes, no son muy diferentes. Basta ver las grandes riquezas, carros y casas lujosas con quienes cuentan. Gobiernan de manera impositiva, nadie tiene la autoridad de contradecir al apóstol o al profeta. ¡No son diferencian en nada el Papa!
Conclusión
En conclusión, bíblicamente, no podemos aceptar que hoy existan apóstoles y profetas. La Biblia claramente ha enseñado que tales rolos han quedado en el pasado, a ciertas personas, que Dios encomendó. En el presente no puede existir los tales, porque nadie puede cumplir con los requisitos para ser apóstol y profeta.
Por último, debemos decir, que la mayor característica de estos oficios fue su don de inspiración. Por medio de ellos, se construyó el canon de la Escritura. La iglesia se fundamenta en los profetas y apóstoles, cuando se apegan a ella, no cuando buscan otros hombres con estos roles.
Por tanto, en este estudio bíblico hemos expuesto que todos los tales profetas y apóstoles de hoy, son en realidad falsos maestros. Hombres malvados que buscan sus propios beneficios para enriquecerse y obtener fama y poder.
Si te encuentras en una de estas iglesias, ¡huye! ¡corre por tu vida! Estudia la Escritura, y busca una iglesia que se apegue a la Palabra de Dios.
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