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Cómo criar hijos que cumplan

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Estudios Bíblicos Predica de Hoy: Cómo criar nuestros hijos

Estudio Bíblico Cita Bíblica:Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6)

Tema: Cómo Criar hijos que cumplan con su deber según la Biblia

Introducción

En nuestros tiempos, la crianza de los niños es algo que se ha desestimado. Algunos se han vuelto muy blandos, porque no quieren “agredir” a sus hijos. Otros, por el contrario, han identificado la crianza del niño con la palabra “violencia” y “crueldad”. Pero esto, incluso, va más allá. Estamos ante una generación que aborrece a los niños. Los niños hay que abortarlos, y mejor es tener perros, porque ellos son un estorbo.

Esto, por supuesto, no sólo ha llevado a la muerte de miles de inocentes, sino también que los niños no sean bien criados. Estamos ante una generación rebelde, mimada, y sin ninguna orientación paternal o maternal. Si hemos de hablar de esta generación, tendríamos caracterizarla como “caprichosa” y “altanera”, con gran potencial, pero sumamente negligente. Todo debido a sus padres.

Pero, ¿por qué esto debería interesarnos a los cristianos? Bueno, esto tiene mucha relevancia. Primero, porque la desobediencia de los hijos es una de los pecados graves, dignos de condenación para la humanidad (Romanos 1:30). Segundo, porque la Biblia nos enseña cómo educar a nuestros hijos en contraposición al mundo (Efesios 6:4; Colosenses 3:21). Además, todos somos hijos, y la Biblia nos muestra cómo honrar a nuestros padres (Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20).

Sin embargo, aún no nos hemos percatado cuán influenciados estamos por las filosofías del mundo, que por la Palabra de Dios. Muchos, por ejemplo, enseñan a sus hijos, como lo aprendieron de sus padres, y no como lo enseña la Escritura. Es por esa razón, que, en estudios bíblicos, hoy veremos cómo instruir a nuestros hijos.

Entendiendo su rol.

Antes de hablar de cómo educar a nuestros hijos, debemos entender que rol les ha dado Dios en nuestra familia. Es primordial que entendamos que lo que se está por describir es la meta que debemos alcanzar al instruir a nuestros pequeños.

Temer a Dios.

Esto es fundamental. El niño debe crecer y ser instruido en el temor del Señor. El ideal de la crianza de los padres es que los hijos, desde pequeños, invoquen a Dios como su Señor, y le obedezcan desde temprana edad.

En Mateo 19:13-14, Jesús reprende a sus discípulos para que dejaran que los niños se acercaran a Él, porque de ellos es el reino. Eso no quiere decir que todo niño pertenezca al reino de Cristo. Se usa para enseñarnos a tener la humildad como un niño. Sin embargo, es claro que también se utiliza para enseñarnos que en el reino de Cristo también habrá niños. Cristo les ha dado libre acceso a su reino.

Y esta no es una enseñanza sólo del Nuevo Testamento. De hecho, la enseñanza de Jesús es un eco de la enseñanza de los profetas. Los niños debían conocer las obras de Dios por su pueblo (Éxodo 10:1-2). A los niños se les debía enseñar a obedecer los mandamientos de Dios, y reconocer sus obras (Deuteronomio 11:19). Es por eso que los padres sabios instruirán a los niños en el camino del Señor (Proverbios 22:6).

Sin embargo, los padres cristianos actualmente han abandonado lo más importante en la instrucción de sus hijos. Trabajan fuertemente para darles todo lo que necesitan, y para que alcancen todos sus sueños. Pagan grandes cantidades de dinero para que tengan una buena educación, y sean profesionales al crecer. Así, los niños tendrán mucho dinero y serán exitosos en la vida. Pero para nada, porque al morir, perderán todo, y serán echados al infierno.

La preocupación primordial de un padre cristiano es que sus hijos amen al Señor.

Crecer en el conocimiento bíblico.

De los versículos anteriormente mencionados, entonces, es claro que los hijos deben aprender la Palabra de Dios. La Escritura contiene todo sobre Cristo, las obras de Dios, y los mandamientos de Dios. Es por eso que los padres deben tomarse su tiempo para enseñar a sus hijos la Escritura.

Criar a los hijos en la disciplina y amonestación del Señor, por supuesto que implica la instrucción bíblica de los pequeños (Efesios 6:4). Para esto, claro está, es necesario que los padres conozcan la Escritura. Tito 1:16 muestra que un buen hijo es aquel que cree en el Señor. Pero, ¿cómo creerán si no se las ha predicado? ¿Y cómo se les predicará, si los padres no conocen la Palabra de Dios? (Romanos 10:14-15).

Es por eso que los padres debemos dejar de ser negligentes en nuestra capacitación bíblica. Algunos piensan que la educación de un niño, solamente consiste en hacerlo feliz, y regañarlo cuando se porte mal. Sin embargo, para promover la piedad entre nuestros hijos, debe haber una educación activa e intencional.

Es por eso que debemos leer diariamente a nuestros hijos la Palabra de Dios. Teneos que contarles las historias bíblicas. Debemos enseñarles a obedecer los mandamientos de Dios. Debemos explicarles el sacrificio de Cristo en la cruz, y el perdón de los pecados.

Hay muchas actividades que los padres deben practicar con los hijos en esto. Uno de los más importantes son los devocionales familiares diarios. También es importante cantar himnos a Dios con nuestros hijos y orar a Dios con nuestros hijos. Tanto en el hogar como en la iglesia. Debemos hacer que nuestros hijos participen en la comunión de la iglesia, y de sus actividades.

Obedecer a sus padres.

Otro mandato bíblico importante, e incluso, primordial, es el de obedecer a sus padres. Esto está muy claro en toda la Escritura. Está expresado en el quinto mandamiento (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16). El Señor Jesús lo enseñó (Mateo 15:4). Y los apóstoles también fueron muy claros en esto (Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20).

Por supuesto, esta obediencia siempre está limitada por la Palabra de Dios. Porque siempre hay que servir a Dios ante que a los hombres (Hechos 5:29). No obstante, en todas aquellas cosas donde no se desobedezca a Dios, los hijos deben aprender a ser sumisos.

La razón de esto es que la sumisión a los padres es la base para la obediencia a toda autoridad. De hecho, el quinto mandamiento implica que debemos obedecer a todas las autoridades que Dios ha puesto sobre nosotros. Incluso, es imposible honrar a Dios deshonrando a otras autoridades (Romanos 13:1-2). Los niños aprenderán a honrar a Dios, cuando aprendan a obedecer a sus padres (Malaquías 1:6).

Los hijos deben entender que tal autoridad no es imposición de los padres, sino que es una autoridad dada por Dios. Y que esa autoridad, fue dada por su bien. Mediante la autoridad de los padres, Dios lleva a los hijos por el camino del bien, los educa, y los ayuda a crecer. Les da consejos para que les vaya bien en la vida, y para que aprendan sabiduría, no mediante los tropiezos, sino mediante el consejo.

De esta manera, los padres no deberían porque tener miedo a exigir obediencia de parte de sus hijos. Claro, es cierto que esta obediencia disminuirá a medida que el niño vaya creciendo.

Amar a sus padres.

Y esta obediencia no es más que una demostración de amor de los hijos hacia a los padres. Los hijos no solamente deben obedecer a sus padres por problemas de conciencia, o por una mera obligación, o por temor.

La Biblia muestra que esta honra es una demostración de amor hacia nuestros padres. El Señor Jesús, por ejemplo, dijo que la segunda tabla de la ley se resume en amar a nuestro prójimo (Mateo 22:38-39). De hecho, la relación íntima entre nosotros y Dios es puesta a veces como la de un Padre con un hijo. Dios nos ama como un padre, y nosotros le amamos como sus hijos. ¿Cómo el Señor nos enseña a amarle? Obedeciendo a Dios (Efesios 5:1; Juan 14:15).

Es por eso que, si queremos seguir el patrón de Dios, debemos enseñar a nuestros a hijos a vivir en amor. Ellos nos aman y nosotros los amamos, cuando les enseñamos a obedecernos, y ellos lo hacen (Proverbios 10:1).

De hecho, amar a nuestros padres con profunda reverencia, sentimiento, y sumisión, nos enseñarán a amar a Dios. Son numerosos los pasajes en que Dios usa la figura de la sumisión de un hijo, para enseñarnos a obedecer (Malaquías 1:6). En ese sentido, amar a nuestros padres es una escuela para los hijos cristianos.

Claro, la Escritura enseña varias maneras para inculcar este amor en nuestros hijos. Más adelante, lo veremos. Sin embargo, por ahora debemos decir que amar a nuestros hijos, mostrarles respeto, pero también ayudarlos, infundirá en ellos amor. Un amor más fuerte y más profundo que el que naturalmente tienen por nosotros.

Sustentar a sus padres en la vejez.

Sin embargo, algunos pueden pensar que su deber de honrar a sus padres “desaparece”, cuando crecen. Pero nada está más alejado de la realidad. Es cierto que la obediencia y la sumisión disminuyen. El principio bíblico es que, cuando un hijo deja su hogar, se aleja de la autoridad bajo sus padres (Génesis 2:24).

No obstante, aun en esa “nueva independencia” los hijos tienen un deber con ellos. Ese deber consiste en sustentarlos en su vejez. Una vez que los padres envejecen ya no tienen la capacidad de valerse por sí mismos. Los ingresos no son los mismos, las fuerzas se reducen, e incluso, la salud física mental no cae en picada. En tal caso, es el deber de los hijos ayudar a sus padres.

La Escritura nos manda a no despreciar a nuestros padres, cuando envejezcan (Proverbios 23:22). El Señor Jesús dice que es un terrible pecado poner excusas para no sustentar a nuestros padres en necesidad (Mateo 15:4-6). Incluso, Pablo va más allá, diciendo que quien no ayude a sus padres en necesidad, es peor que un incrédulo (1 Timoteo 5:5-8).

Eso es porque la mayor muestra de amor que un hijo puede dar por sus padres es devolverles a cambio el mismo amor. Los padres se desviven y se sacrifican gran parte de su vida por el bienestar de sus hijos. ¿Qué clase de hijo es aquel que desprecia a sus padres, cuando llegan a la vejez? Es un ser altamente cruel y desagradecido. Cabe destacar que este sustento no es sólo económico. Puede ser emocional, puede ser en atención, e incluso, ayudarlo en su enfermedad.

Cómo ayudarlos a cumplir ese rol.

Ya hemos considerado el deber de nuestros hijos hacia nosotros según lo estipulado por Dios. Ahora, ¿cómo educar a nuestros hijos para que cumplan su rol? Bueno, la Escritura nos ofrece tres maneras de hacerlo.

Aconsejarlos.

Todo el libro de Proverbios tiene la estructura del consejo de un padre hacia sus hijos (Proverbios 1:8; 4:1; 6:20; 13:1). Proverbios presenta el hecho de que el camino del conocimiento es acortado para los niños mediante el consejo bíblico de los padres. La sabiduría a veces puede aprenderse por las malas. Sin embargo, es más rápido y más fácil a través de los consejos.

Es por eso que debemos aprender a aconsejar a nuestros niños. Debemos mostrarles cuál es el camino del bien y el camino del mal. Debemos enseñarles a tomar decisiones, y las consecuencias que tales decisiones tendrán. Tenemos que enseñarles cuál es el mejor sendero para sus vidas.

En todo lo que sea posible y legítimo, debemos aconsejar a nuestros hijos. Allí donde hay buenos hombres y mujeres, vemos personas bien aconsejadas por sus padres. No menosprecies el poder del consejo sobre tus hijos.

Disciplinarlos.

Ahora bien, si el poder del consejo no es suficiente, en tal caso está la disciplina bíblica. Tal disciplina implica no solamente castigos “prohibitivos”, sino también castigos físicos. Sí, en nuestra sociedad esto es algo no muy aceptado. Y en parte es entendible porque muchos han abusado de esto al ser violentos con sus hijos.

No obstante, si queremos ser buenos padres, tenemos que disciplinar a nuestros hijos. No corregirlos no es una muestra de amor, sino una muestra de aborrecimiento (Proverbios 13:24). Hay esperanza para el niño que es castigado, pero siempre con amor y paciencia (19:18). El que se niega a darle vara a sus hijos, literalmente lo entrega a la muerte (23:13-14). El que ama a sus hijos los disciplina (Hebreos 12:5-6).

Eso es porque la disciplina les enseña mediante el dolor las terribles consecuencias de escoger las cosas malas. Y a ciencia cierta, todos nosotros fuimos disciplinados, y aquí estamos bien. Pero muchas de esas disciplinas nos salvaron de muchos malos caminos, de drogas, de la delincuencia, y de cualquier otro mal.

En el pensamiento bíblico la disciplina es el dolor que enseña a los hijos a alejarse del mal. ¿Qué es mejor? ¿Disciplinar a un niño por robar un lápiz en su escuela? ¿O cadena perpetua en una cárcel por robar un banco?  ¡La primera! Esta librará al niño de la segunda. Sin embargo, muchos padres siguen insistiendo que mejor es la segunda. ¡Qué necedad!

No exasperarlos.

Ahora bien, la Escritura también nos da una gran exhortación a los padres. Debemos cuidar de no exasperar a los hijos. Efesios 6:4 dice que debemos tener cuidado de no hacerlos enojar. Y cualquiera preguntara: “¡Pero los niños siempre se enojan, cuando los corregimos!” Si, eso es cierto. Pero debemos examinar si es por el pecado de ellos, o es porque estamos disciplinando mal.

Demasiada severidad hacia los niños hace que sean exasperados. Existen muchas maneras de hacerlo. Cuando colocamos estándares que ni siquiera nosotros podemos cumplir, o cuando nos burlamos de ellos en su cara.

Al disciplinamos llenos de ira, y no explicamos la razón de la disciplina. Cuando carecemos de compasión y perdón, o cuando nuestra primera opción es siempre la vara, en vez del consejo. Cuando somos caprichosos y cambiamos ordenes una y otra vez, o cuando no damos oportunidad para que el niño ofrezca su opinión.

Conclusión

Estos son los parámetros bíblicos para la crianza de un niño. Obviamente, no hemos podido tocar todas las partes que corresponden a este tópico. No obstante, en estudios bíblicos, hemos ofrecido a nuestros lectores principios importantes para ser padres. ¡Criemos a nuestros hijos en la disciplina del Señor!

© Francisco Hernandez. Todos los derechos reservados.

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