¿Conforme al corazón de Dios?

Pastor José R. Hernández

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¿Conforme al corazón de Dios?

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Estudios Biblicos

Estudios Bíblicos Predica de Hoy: ¿Cómo ser un hombre conforme al corazón de Dios?

Estudios Biblicos Lectura Bíblica de Hoy: Génesis

Introducción

Estamos en una época donde la masculinidad y feminidad bíblicas han sido completamente desvirtuadas. Cualquier intento de definir al hombre y la mujer ha llegado a ser un delito en muchos países.

Ya tenemos un estudio bíblico sobre el rol de la mujer en la familia (El rol de la mujer: Ver Estudio Biblico Aquí).  Y en nuestro estudio bíblico de hoy, hablaremos sobre la definición bíblica del rol del hombre. La causa de la lucha de las feministas y de la ideología de género se levanta originalmente contra la definición “antigua” sobre el hombre. Las feministas alegan que tal definición es culturalmente opresiva.

Además, la ideología de género considera que esta definición coarta la libertad de muchos hombres. Pues, no permite que aquellos que quieran ser mujeres, tengan la libertad de hacerlo y sentirse plenos como tal.

Sumado a esto, tenemos el hecho de que muchos han intentado definir el rol del hombre a través del machismo. Ser hombre es ser insensible, tirano, agresivo, y completamente ausente de la crianza de los hijos. Los verdaderos hombres no lloran, los verdaderos hombres no se inmiscuyen en cosas de mujeres, como el cuidado del hogar. Los verdaderos hombres trabajan mucho, mandan a sus esposas, mientras ven televisión después del trabajo.

En vista, entonces, de que el rol del hombre está corrompido en nuestra sociedad, necesitamos entender que dice la Biblia al respecto. Más aun, sabiendo que muchos cristianos, sin darse cuenta, adoptan las posturas humanistas, en lugar de las bíblicas. Tenemos que entender que los cristianos estamos luchando contra personas que intentan ganar el corazón y mente de nuestros hijos hacia estos ideales. En esta lucha, no sólo fallarán nuestros matrimonios, y dejaremos de obedecer a Dios, nuestras familias están siendo atacadas.

El feminismo.

Muchos creen que este movimiento intenta liberar a la mujer de la esclavitud impuesta por el hombre. Por lo menos, lo es así en el feminismo de la segunda y de la tercera ola.

Sin embargo, aunque aborrecemos el machismo, el feminismo no ha propuesto algo mejor. De hecho, el feminismo es una aplicación del machismo a la mujer. Porque no es una lucha equitativa por los derechos de ambos sexos. No intentan darle valor y función a cada rol. Antes bien, el feminismo desea que las mujeres obtengan el poder tiránico y opresivo del machismo. En otras palabras, el feminismo pretender dar empoderamiento a la mujer pisoteando la dignidad del hombre.

Es por eso razón que, aunque el feminismo lucha contra la terrible idea del machismo, no se diferencia en nada de él. Sólo ha servido para humillar a los hombres. Y promover la rebeldía, la ausencia familiar, y la altanería en las mujeres.

El resultado, entonces, es que muchos hombres han abandonado el rol bíblico que Dios les ha dado. Algunos se comportan como mujeres (literalmente). Otros, viven sometidos a sus esposas. Los hombres se han vuelto el símbolo nazi de nuestra actualidad.

Ser hombre en este tiempo es una vergüenza, implícita o explícitamente. Explícitamente, porque la campaña feminista promueve que ser hombre te hace necesariamente malo. E implícitamente, porque no es un secreto que los padres en nuestra sociedad son el objeto de burla de sus mujeres e hijos.

Por otro lado, este abandono del rol del hombre no sólo se debe al feminismo. También es que los hombres cristianos hemos dejado de actuar bíblicamente. Pero si somos temerosos de Dios, debemos ajustarnos a su diseño.

Amar a Dios.

En primer lugar, el primer rol del hombre es amar al Señor Dios con toda su mente y su corazón. Es imposible que un hombre sea un verdadero hombre a menos que tema a Dios. Todos los mandamientos escriturales hacia el hombre pierden sentido, si este no es un hombre sumiso Dios.

Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, vemos la figura de un verdadero hombre. Abraham, Moisés, David y Salomón y otros, son representaciones visibles de lo que debería ser un verdadero un hombre temeroso de Dios. En el Nuevo Testamento, tenemos a los apóstoles, pero especialmente, a Jesucristo.

El Señor Jesús enfatizó muchas veces que vivía para hacer lo que el Señor le había encomendado. Él descendió del cielo para hacer la voluntad del que lo envió (Juan 6:38). No buscaba hacer su propia voluntad, sino la de Dios (5:30). Tanto fue su obediencia, que se dice que “no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22). Jesús es el verdadero hombre, quien nos dejó ejemplo para ser verdaderos hombres.

Sin embargo, es cada vez menos la cantidad de hombres que están dispuestos a amar a Dios con todo su corazón. Es increíble, pero nuestras iglesias están compuestas de más mujeres que de hombres. Las mujeres son más serviciales y consagradas al Señor que muchos hombres. Las mujeres están más dispuestas a sacrificar todo por agradar al Señor.

¡Los hombres de nuestra época se han desviado del camino correcto! ¡Cuántos hombres cristianos han dejado de aceptar el reto de ser hombres de verdad! ¿Quieres ser un hombre? Pues, tema al Señor con todo su corazón, y haga su voluntad siempre en todo.

El carácter de un hombre para guiar su hogar.

Ahora bien, antes de hablar sobre qué debe hacer un hombre, debemos entender qué es un verdadero hombre. Un hombre verdadero, según la Escritura, es un hombre que tiene cierto carácter.

Un verdadero hombre es aquel caracterizado por el fruto del Espíritu Santo. En otras palabras, un verdadero hombre es aquel que está lleno del Espíritu Santo.  Gálatas 5: 22-23 y 1 Timoteo 3:1-9 en esencia hablan de lo mismo. Es cierto que el texto de 1 Timoteo habla sobre el carácter de un pastor o de un diácono. Sin embargo, ese carácter no es únicamente para ellos, porque ese es el estándar de la madurez cristiana. Si alguien no tiene este carácter no puede ejercer estas funciones; pero aun los que no ejercen estas funciones, deben tener este carácter.

El hombre de Dios debe tener el siguiente carácter. Debe ser,

  • Amoroso, no áspero.
  • Gozoso, no amargado.
  • Pacifico, no contencioso.
  • Paciente, no intolerante.
  • Benigno, no malicioso.
  • Creyente, y no incrédulo.
  • Manso, no airado.
  • Con dominio propio, no llevado por sus deseos.

Si nos fijamos, el carácter bíblico del hombre se opone diametralmente el machismo. El hombre es fuerte en su fe, pero jamás áspero. Es creyente y ama el bien, pero nunca es impaciente, ni llevado por la ira. Es un hombre caracterizado por el gozo en el Señor, está en paz, transmite tranquilidad y gozo a su familia. No es alcohólico, adicto a alguna sustancia, ni inmoral.

Si hubiera más hombres temerosos de Dios, con este carácter, no tendríamos tanto feminismo. Es más, tendríamos cada vez más mujeres deseosas de tener hombres como estos. ¡Sé un hombre virtuoso!

Ser Cabeza.

Comenzamos ahora con las funciones del hombre dentro del hogar. A pesar de la opinión de las feministas, nosotros afirmamos con la Escritura que el hombre “es cabeza de la mujer” (1 Corintios 11:3).

Desde el principio, Dios puso al hombre como una autoridad sobre toda la creación. Él debía guiar a toda la creación por el camino del bien, y ayudar a su preservación. El poner nombre a los animales demostró su autoridad sobre la Creación de Dios (Génesis 2:19-20). Y el hecho de que la mujer haya sido tomada del hombre, y no al revés, denota su autoridad sobre ella (verss. 22-23).

Sin embargo, la autoridad bíblica del hombre no se equipara al autoritarismo del machismo. Es cierto que el hombre debía gobernar la creación y a su mujer, pero de una manera tierna y amorosa. Ella no sería su esclava, ni su objeto sexual, y menos un ser inferior, sería su ayuda idónea.

Así que el gobierno bíblico del hombre debía ejercerse con amor y ternura, con firmeza en la fe y temor a Dios.

Y es que de hecho, el machismo al igual que el feminismo es fruto de la caída en pecado. Miguel Nuñez explica esto en su libro “La Revolución Sexual”

“El rol del hombre era proteger y liderar a su mujer y falló en las dos áreas: él no la protegió de Satanás y no ejerció el liderazgo oportuno. Cuando se anuncian las consecuencias, notamos que el pecado afectó la capacidad de dirigir de Adán: perjudicó … la relación con su mujer (se convirtió en una relación de dominio)”. [1]

Proveer al hogar.

Su rol como gobernador de la creación implica que Él debe ser sustentador. A él se le dio el rol de labrar la tierra, y trabajar en ella para preservarla (Génesis 2:15). Es por eso que el trabajo está íntimamente ligado con la función del hombre dentro de la Creación.

Esta tarea vuelve a repetirse nuevamente el Nuevo Testamento. En Efesios 5:28-29, Pablo dice que su mujer es su propio cuerpo. En virtud de que ambos son una sola carne, ella es su propio cuerpo. Esa unidad de seres implica, entonces, que el hombre debe sustentarla como sustenta a su propio cuerpo.

Por supuesto, esta definición será muy rechazada por muchos, aun por aquellos que se han hacen a sí mismos cristianos. Su objeción será que la mujer también tiene la capacidad de trabajar y de proveer. Que decir eso no sólo es anticuado, sino que también afirma que la mujer no es capaz de hacerlo.

Sin embargo, no se trata de que la mujer no tenga capacidad. La mujer es tan inteligente y dotada como el hombre. Tiene tan dignidad como él, y en algunos casos, según la necesidad de cada familia, ambos deberán trabajar.

El asunto aquí es sobre la función que Dios le dio a cada uno. El hombre siempre debe ser el principal proveedor. En cuestión de funciones, aun cuando la mujer pueda serle una ayuda económica, la obligación de proveer es del hombre. De modo que, en caso de ser necesario, es ella la que puede declinar a la provisión. Pero el hombre nunca puede estar dispuesto declinar en su rol de proveer.

Santificar a su esposa.

Otro de sus deberes es santificar a su esposa. Esto no significa que el hombre tenga algún poder divino para salvar a su esposa, o limpiarla de sus pecados. Eso es algo que sólo se puede hacer la gracia de Dios. No obstante, el esposo está encargado de ser un guía espiritual para su esposa.

La función del hombre es similar a la de Cristo, como vimos anteriormente. Cristo se entregó para limpiar la iglesia del pecado, y presentársela a sí misma sin mancha (Efesios 5:25-27). De la misma manera, el hombre debe ser un guía espiritual de toda su familia. El rol del hombre es encaminar a toda su familia en el temor del Señor.

Ella debe procurar que su esposa sea cada vez más santificada. Esto tiene deberes muy específicos en su rol como hombre. Debe enseñarle la Palabra a su esposa. Debe exhortarla con la Escritura. Debe pastorearla en sus necesidades espirituales, y consolarla en sus aflicciones.

Es por eso que todo hombre, en un gran sentido, es un líder en potencia. Es cierto, no todos los hombres ejercen el mismo grado de liderazgo. Sin embargo, aunque no seamos pastores, todos los hombres debemos ser guías en nuestros hogares. Es más, nadie puede ser un líder espiritual en la iglesia, sin antes serlo en un su propio hogar (1 Timoteo 3:4-5).

Disciplinar a sus hijos.

Sin embargo, al hombre no solo se le encomendó el alma de su esposa, sino también la de sus hijos. Él debe ser un pastor que lleve a sus hijos a través de la educación y disciplina del Señor. 1 Timoteo 3:4 y Tito 1:6 dice que un verdadero hombre es aquel que guía a sus hijos por los caminos del Señor. Esto se hará a través de la enseñanza, pero también a través de la disciplina bíblica (Efesios 6:4; Colosenses 3:1).

Sin embargo, cuántos hombres el día de hoy se han apartado de la crianza de sus hijos. Es cierto que las mujeres tienen un rol principal en esta crianza, como explicamos en otro artículo (enlace). Sin embargo, el hombre también tiene el rol de pastorear a sus hijos.

De hecho, el libro de Proverbios es presentado como la instrucción de un padre hacia su pequeño hijo (Proverbios 4:1; 6:20; 13:1).  No sólo implica que el libro de Proverbios es útil para educar a los hijos. También que los padres también tienen un rol protagónico en la crianza de ellos.

La crianza del padre no es tiránica, no es abusiva, ni irracional ni iracunda. Es tierna y amorosa. Es cierto que a veces debe ser firme, y aplicar la fuerza de la disciplina. Pero aun cuando lo hace no es movido por la ira, sino por el amor. Aconseja, instruya, exhorta, reprende, y cría a sus hijos con la Palabra de Dios.

Es más, ayuda a que sus hijos participen en la iglesia, y en toda buena obra. Tales como la ayuda a los necesitados, la evangelización, y la adoración a Dios.

Fidelidad conyugal.

Bíblicamente, la masculinidad cristiana implica la santidad sexual. Estamos frente una cultura que cree que ser “hombres” implica tener muchas mujeres, o ser inmoral. Mientras más promiscuo seas, más “macho” puedes considerarte. Dime cuántas mujeres tienes, y te diré cuán hombre eres. Es más, este pensamiento está tan arraigado, que ser hombre implica hablar siempre sobre mujeres, sexo, y cualquier otro tipo de inmoralidad.

Sin embargo, bíblicamente el hombre es aquel que se preserva en santidad. Especialmente, es aquel que es fiel a su esposa. El autor de los Hebreos dice:

Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (13:4).

Un verdadero hombre es el que aborrece la inmoralidad sexual, odia la fornicación y el adulterio. El verdadero hombre ama a su esposa, y busca su plena satisfacción en ella, y no en otras mujeres (Proverbios 7). El fornicario y el adultero no han entendido lo que es ser un verdadero hombre (Proverbios 6:32). Un verdadero hombre aborrece a la mujer extraña y se deleita en la mujer de su juventud (5:16-20).

Conclusión

Ser un verdadero un hombre de Dios va completamente en contra de nuestra cultura. Un verdadero hombre de Dios es aquel que lidera y pastorea a su familia con ternura, amor y esfuerzo.

El verdadero hombre de Dios es un hombre abnegado y esforzado. Da todo por el bien físico y espiritual de su familia. ¿Estamos preparados para ser esos hombres? ¡Aceptemos el reto y seamos hombres conforme al corazón de Dios!

[1] Miguel Nuñez, La Revolución Sexual, cap. 4 “La Caída: El Inicio de la Distorsión”.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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José R. Hernández
Autor

Pastor José R. Hernández

José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa son ciudadanos de los Estados Unidos de América.

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