¿Qué hay de malo con el evangelio de la Prosperidad?

Pastor José R. Hernández

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Evangelio de la prosperidad

¿Qué hay de malo con el evangelio de la Prosperidad?

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Estudios Bíblicos

Estudios Bíblicos Estudio de Hoy: ¿Qué hay de malo con el evangelio de la Prosperidad?

Estudio Bíblico Texto bíblico: Mateo 26:11

Introducción

El evangelio de la prosperidad es una doctrina que ha tomado auge durante las últimas décadas, especialmente, desde los 80. Cientos de Iglesias en Estados Unidos, África, y Latinoamérica, han abrazado fuertemente esta doctrina. Entre ellas, muchas iglesias liberales, evangélicas y pentecostales.

Una de las características de esta doctrina son los cientos y miles de seguidores en todo el mundo, especialmente en occidente. Esta es un evangelio muy popular y llamativo para las personas.

Eso es porque promete dinero, riquezas, propiedad y salud sin límites si se tiene fe. Es por eso que tanto ricos como pobres, y más los de clase media, son atraídos por estas enseñanzas. ¿Quién no quiere prosperidad en su vida?

Sin embargo, cómo veremos en este estudio bíblico, esta es una falsa doctrina que ha desviado a muchos de la verdad. Ha hecho que la gente busque a Cristo por mero interés, y no por verdadera fe. Y además, sus propios líderes son capaces de torcer el evangelio, son con hacerse más populares y ganar más dinero. Veamos qué dice la Biblia sobre al respecto.

I. La declaración positiva del evangelio de la prosperidada 

Una de las enseñanzas más populares de esta falsa enseñanza es que todo lo que declares con tu boca será recibido. Si tú lo reclamas, lo decretas y lo afirmas con suficiente fe, entonces será tuyo (Marcos 11:23). Por eso, debemos declarar con fe que queremos más riquezas, autos nuevos, y yates, y Dios dará, si tenemos la suficiente fe.

Sin embargo, esto es completamente contrario a lo que enseña la Palabra de Dios. En primer lugar, porque si todo lo que “digamos” se hará, entonces Dios no gobierna el mundo, sino nosotros. Nosotros no podemos cambiar las circunstancias por más declaremos.

Afirme diez mil veces con fe que quiere ser una rana, y no por eso le saldrán anclas. Dios es el único gobernante del mundo, y el único que “dice algo” y puede hacerse (Salmo 33:9; Hebreos 1:3). Decir que los hombres podemos hacer eso es una blasfemia, porque es igual a decir que somos iguales a Dios.

Por otro lado, ¿qué pasaría si realmente todos recibiéramos todo lo que pedimos? ¡Todo sería un desastre! Es contradictorio, confuso e imposible. No todos podemos tener lo que queremos, sencillamente porque no podemos. Y la principal razón es que Dios gobierna con sabiduría, y da quita con razones que a veces son ocultas para nosotros.

Un ejemplo, Dios puede quitar un puesto de trabajo muy importante a un hermano, para que pueda buscar las celestiales y atender a su familia. Porque se había olvidado de su familia y el Señor. Entonces, Dios lo quita para su propio bien. Pero bajo esta suposición, Dios le dará este trabajo por amor, aunque ese le cueste la familia y su alma.

II. Evangelio de la prosperidad = Materialismo

El segundo problema de esta postura es su amor profundo a las cosas materiales. Básicamente, este evangelio se centra en las riquezas, propiedades y salud. Dios no está interesado en tu alma, en tu vida espiritual o en tu salvación. No señor. Dios quiere que tu estés bien, y pongas tu corazón en aumentar tus riquezas, y en tener muchas cosas materiales.

Sin embargo, la Escritura es muy clara. Primero, la principal característica de los falsos maestros es el uso del cristianismo para enriquecerse (1 Timoteo 6:8-10). Segundo, el Señor claramente dice que lo más importante en esta vida no son las riquezas materiales, sino las espirituales (Mateo 6:19-24).

Es más, el Señor dice que una búsqueda excesiva de las cosas materiales es avaricia (verss. 24-32). Es por eso que el Señor Jesús es claro en que no podemos servir a Dios, mientras las riquezas sean nuestro foco principal (vers. 24).

De hecho, es por eso que la Escritura dice que debemos contentarnos con lo que tenemos (1 Timoteo 6:8-9). También que no esforzarnos mucho por estas cosas, y buscar el reino de los cielos (Mateo 6:31-33). No abandonamos el amor a las riquezas, no podemos entrar al reino de los cielos (Marcos 10:25; Lucas 12:15-21).

Claramente, aquí hay una obvia oposición entre la enseñanza bíblica del evangelio de la prosperidad. Una te dice: “pide a Dios más riquezas”, mientras otra dice: “conténtate con lo que tienes”. Una dice: “Dios quiere hacerte próspero”, mientras la otra: “buscad el reino de Dios y estas serán añadidas”.

III. Pactar con Dios y el evangelio de la prosperidad

Otra cosa que enseña este supuesto “evangelio” es que nosotros podemos pactar con Dios. Según ellos, la relación entre Dios y el hombre es como una relación de negocios. Tu inviertes dinero mediante la ofrenda, y Dios te promete triplicar tu inversión. Es muy común decir a sus predicadores decir: “Pacta con Dios”, o “Dale a Dios, y Dios te triplicará lo que tienes”.

Sin embargo, esto obviamente pasa por alto varias doctrinas bíblicas. En primer lugar, no podemos pactar o negociar con Dios, porque todo le pertenece a Él. En la oración del rey David, se demuestra que nuestras ofrendas es devolverle a Dios le que pertenece (1 Crónicas 29:14). Damos de lo que hemos recibido de Él, no hay ningún “negocio” o “pacto” entre Dios y el hombre.

Por otro lado, también pasa por alto que todo lo que tenemos es parte de la gracia de Dios, no lo merecemos. En 1 Corintios 4:7, Pablo dice que todo lo que tenemos lo recibimos de Dios. Y que por tanto, no tenemos nada de qué gloriarnos.

Por tanto, no podemos negociar nada con Dios, porque todo lo tenemos por gracia. ¿Quién puede decirle a Dios que le dará algo para recibir algo cambio? ¡Todo lo recibimos por gracia! ¡Nadie puede negociar con Dios!

IV. ¿Soy pobre porque tengo falta de fe?

Hay otra falta muy grave que comete el evangelio de la prosperidad. Además de ofrecer dinero fácil, hace pensar a las personas que su pobreza es porque “no han dado lo suficiente”. O en su defecto, porque “no tienen fe”.

Sin embargo, la pobreza tiene muchísimas causas razones. La negligencia, malas decisiones financieras, los vicios, formas de pensar antibíblicas, y hasta razones providenciales.

La realidad es que el evangelio de la prosperidad no hace “más prosperas a las personas”. Antes bien, les quita su dinero mediante el engaño. Y no los ayuda a salir de la pobreza. Y es peor aún, porque hacen pensar, sin importar qué, que la gente es pobre porque no tiene fe.

Bajo esa afirmación hasta el mismo Señor Jesucristo tenía falta de fe. El Señor Jesucristo ni siquiera tenía en dónde recostar su cabeza (Lucas 9:58). El Señor se hizo “pobre” por amor a nosotros (2 Corintios 8:9). ¿Significa eso, entonces, que Jesucristo era pecador? ¡Qué gran blasfemia implicaría esta enseñanza!

Es por eso que la pobreza no necesariamente es mala. Los profetas y apóstoles no fueron precisamente los hombres más ricos adinerados (1 Corintios 4:9-14).

Lo que es puede ser malo son las causas de la pobreza. Si somos pobres, a pesar de amar a Dios, ser sabios, y diligentes, descansemos en Dios. Si la causa de nuestra pobreza es la negligencia, el pecado, o el estar alejados de Dios, arrepintámonos. Pero el ser pobre no es necesariamente malo.

Realmente, la gente necesita arreglar su pobreza espiritual, en vez enriquecerse. Que como se dijo antes, el enfoque principal del evangelio. Hacernos ricos creyendo en Jesucristo, y obedeciendo sus mandamientos.

V. ¿Promete el evangelio una prosperidad económica?

Como vimos en un punto anterior, el evangelio de la prosperidad centra el evangelio en las riquezas. No obstante, el evangelio nunca promete que recibiremos riquezas materiales. Muchos de los pasajes utilizados por sus profetas han sido muy sacados de contexto, y tergiversado para su beneficio.

Sin embargo, hay algo mucho más interesante, y es que la Biblia, en ocasiones, dice que recibiremos pobreza por el evangelio. Lucas 14:26-27 propone la idea de que, en ocasiones, tendremos que dejarlo riquezas y propiedades para seguir a Cristo.

En Marcos 10:27-30 dice algo parecido. Este texto parece apoyar la idea de que nos dará todo, si le damos todo lo que tenemos. Pero nada más lejos de la realidad. Es cierto que, la piedad puede tener una ganancia en esta vida (1 Timoteo 4:8). Pero el texto dice que en este mundo estaremos bajo “persecuciones” (vers. 30).

De hecho, muchos cristianos perdieron no sólo propiedades, sino hasta sus vidas por estas persecuciones. En este mundo tendremos aflicciones, y nuestro consuelo no es que tendremos todo, sino que Cristo estará con nosotros (Juan 16:33).

La Biblia su promete riquezas y prosperidad, pero estas son espirituales, y no materiales. La salvación, el perdón de los pecados, la santidad, la vida eterna, todas esas son bendiciones del evangelio. ¿Dónde promete Dios que nunca enfermaremos y que tendremos todo lo que queremos?

Es más, el evangelio enseña a los ricos que deben ser ricos en buenas obras, y no propiedades (1 Timoteo 6:18-19). En vez de dar comprar carros lujosos, y casas multimillonarias, debemos ayudar a los pobres, y a la causa del evangelio. Lo contrario a los predicadores de este “evangelio”.

VI. ¿Va Dios a realmente darnos todo lo que queremos, si se lo pedimos?

Otro gran error es que prometen que, si pedimos con fe, Dios nos dará todo lo que pedimos. Y utilizan varios pasajes para apoyar esto. Uno es Mateo 18:18-20, que “enseña a atar y desatar” riquezas en el cielo, y que Dios está con nosotros cuando lo hacemos. Otro muy utilizado también es Marcos 11:24, que supuestamente dice que Dios nos dará todo lo que pidamos.

¿Pero esto es realmente lo que enseñan esos pasajes? Bueno, en Mateo 18:18-20, Jesús está hablando sobre la disciplina de uno que está en pecado, no sobre riquezas. De modo que, todo lo dicho tiene que ver con la disciplina.

De hecho, el término “atar” y “desatar” entre los judíos significaba “imputar” o “absolver” de la culpa en un juicio. Lo que está queriendo decir el Señor es que, Dios nos acompañará en el juicio que hagamos uno que vive en pecado. Claro, si es que con buen juicio.

Atar y desatar no es para obtener más riquezas. Es para dar autoridad a la iglesia. Y Jesús estará con nosotros, cuando pidamos su ayuda para tratar a un hombre que anda en pecado.

Por otro lado, Marcos 11:24 debe ser entendido a la luz de otros pasajes. El apóstol Juan dice algo importante en 1 Juan 5:14:  Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”.

Dios nos dará si pedimos conforme a su Palabra. ¿En serio podemos creer que Dios nos dará algo que aborrecemos? ¿Dios consiente el pecado? ¡Por supuesto que no! Y menos, si vemos que, en ocasiones, su voluntad es quitarnos cosas, para buscar de Él.

VII. ¿Entonces, odia Dios la prosperidad? 

No necesariamente. El Señor no está en contra de que prosperemos. De hecho, muchos personajes en la Biblia tuvieron riquezas. Tenemos como ejemplo a Abraham, David y Salomón.

Dios tampoco está en contra de que seamos buenos administradores, y trabajemos duro para conseguir nuestro pan (2 Tesalonicenses 3:12). Y tampoco que busquemos dinero para ayudar a los necesitados o a la causa del evangelio (Hechos 20:35; Efesios 4:28).

Pero es porque en ninguna de estas cosas el dinero es un fin principal. Lo que Dios aborrece es la avaricia, tener las riquezas como un centro en nuestras vidas. Es por eso que Pablo dice que los que buscan en enriquecerse caen en destrucción y extravían de la fe (1 Timoteo 6:9-10).

No está mal que tengamos dinero, ni trabajemos duro ni que busquemos una mayor entrada. Pero eso siempre y cuando esté supeditado a otros objetivos principales, y no por simplemente tener dinero. A Dios no le desagrada que yo busqué un mejor ingreso, para sustentar a mi familia. Tampoco que yo me capacite para ayudar a la predicación del evangelio.

Sin embargo, aun esto, debemos ser sumamente cuidadosos. Porque aun aquí, debemos pedir al Señor dirección, y que nos cuide. Somos demasiado propensos a amar el dinero. Aun buscando las cosas primordiales, corremos el peligro de enamorarnos del dinero. De tal modo, que a veces, tendremos que dar todo lo que tenemos, para vivir generosamente, libres del peligro de la avaricia.

Por tanto, si tienes riquezas, ¡no te avergüences de ello! No por eso Dios te va a rechazar. Pero ten cuidado de amar el dinero. Y úsalo para ayudar a otros, y a la obra de Dios.

Conclusión

Por tanto, concluimos con las siguientes palabras. Primero, el evangelio de la prosperidad no puede llamarse evangelio. Es una falsa doctrina que engaña a muchos, y tristemente, muchos están en perdición por culpa de ella.

Estas personas han torcido la Biblia para su bien. Es necesario que la gente sepa que estos predicadores no están buscando el bien de su público. Realmente, la esencia del evangelio de la prosperidad es el enriquecimiento ilícito de sus promotores. Ellos no buscan tu prosperidad y riquezas, sino llenar sus bolsillos. ¡Y cuántos están aportando a esta causa!

Si usted se encuentra en una de estas iglesias huya rápidamente. Pida al Señor Dios que lo guíe, y estudie su Palabra y busque iglesias de sana doctrina. Esto no puede llamarse una verdadera iglesia.

Por último, no ponga su corazón en las riquezas materiales. Trabaje por las cosas del cielo, por creer en Jesucristo y hacer su voluntad, sin importar cuántas riquezas tiene. Trabaje duro, sea buen administrador, tome buenas decisiones financieras, y lo demás déjeselo a Dios.

Si tienes muchas riquezas, no pongas tu corazón en ellas. No “pactes” ni “negocies” con Dios. Usa tu dinero como Dios te ha mandado. Ayuda a los que tienen necesidad, y aporta para el avance del evangelio. Grandes misioneros, predicadores, y personas necesitan estos recursos para que el reino de Cristo avance. Sé rico en buenas obras.

En evangelio de hoy, hemos aprendido mucho sobre el evangelio de la prosperidad. Este estudio bíblico nos ha enseñado lo que dice la Biblia al respecto. ¡Qué sea de bendición a los lectores!

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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José R. Hernández
Autor

Pastor José R. Hernández

José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa son ciudadanos de los Estados Unidos de América.

1 comentario en «¿Qué hay de malo con el evangelio de la Prosperidad?»

  1. Mi querido Pastor se olvido mencionar Malaquías 3.10. Los hijos financiamos la obra de nuestro PADRE. Podemos medir la apertura de las ventanas de los cielos y la sobreabundancia? No descarto los que puedan torcer para su favor. Espero su respuesta.

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