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La Auténtica Boda Real

Predicas Cristianas | Estudio Biblico

Texto Biblico: Apocalipsis 19:1-9)

INTRODUCCIÓN:

No sé cuántas bodas he realizado en mi ministerio pastoral durante estos casi cuarenta años, pero lo que si doy fe es que ese acontecimiento es una de las experiencias más emocionantes que he vivido al lado de los contrayentes. Por supuesto que detrás de cada boda, con sus bellas decoraciones, buena música, banquetes con sus exquisiteces, y la fina presentación de los novios, tuvo que haber mucho tiempo en cada arreglo, recursos invertidos, y sobre todo, un gran estrés que deja una celebración como esta. Pero cuando vemos el rostro alegre y satisfecho de los novios, al ver coronado sus más grandes sueños, todo valió la pena. Ahora bien, si las bodas que celebramos el común de todos nosotros nos parece inolvidable, cómo será una boda de la realeza.

¿Se imagina la boda de la duquesa y el duque de Cambridge? ¿Y qué tal la boda del actuales reyes de España? ¿Sabe usted de la preparación hecha? Qué decir del lugar, del programa, del banquete, de los invitados, de los regalos… Todo tendrá que ser de acuerdo a una investidura real. Olvídese de invitaciones para gente común y corriente. Le aseguro que muy pocos de nosotros, por no decir ninguno, sería invitado para semejante ceremonia. Todos los comensales estarán adscritos a gobiernos y monarquías, representando la aristocracia de sus respectivos países. Se trata de una boda monárquica.

La pompa y el derroche de elegancia, así como la demostración del orgullo real, serán sus características. Pero hay una Boda Real que todavía no se ha celebrado. Ninguna boda que se haya hecho en las monarquías igualará a esta. La preparación ya está encaminada desde hace unos dos mil años. El Novio pagó todo para esa celebración. El precio no pudo ser más alto: su propia vida. Las invitaciones ya han salido por muchos años. Los invitados se encuentran por millones y pertenecen a todas las razas, tribus y lenguas. El lugar de aquella Boda será el cielo. La música será escogida y ejecutada por selectos querubines, serafines y arcángeles. El banquete estará signado por la Cena en las Bodas del Cordero. Ya la novia está ataviada para su esposo. Ella ha sido “raptada” para estar con su novio en el cielo. Y mientras en el cielo está de fiesta, en la tierra habrá una Gran Tribulación. Así, pues, “gocémonos y alegrémonos… porque han llegado las Bodas del Cordero”. De eso se trata el mensaje de hoy. Veamos los tres actos de la Auténtica Boda Real.

I. ESTA BODA REAL ESTÁ PRECEDIDA POR UNA CELEBRACIÓN CELESTIAL

Nota: En las bodas terrenales el regocijo es durante la celebración en sí. En las Bodas del Cordero, habrá una celebración anticipada, precedida por cuatro “aleluyas”. ¿Qué significa esto?

1. Hay un aleluya por la redención v. 1,5.

En el capítulo anterior las voces que se escuchan son de profundo lamento por la caída de la “gran ramera”. Ahora en este capítulo, todos los gritos son de júbilo y de una gran celebración. Interesante que la palabra ALELUYA es de origen hebreo y literalmente significa “alaben a Jehová”. La palabra es compuesta y contiene una contracción del nombre Yahweh. Es un canto a Jehová. ¿Y qué es lo que hay que cantar? Que hay cuatro cosas que le pertenecen al Señor: Salvación, honra, gloria y poder. Observe que alrededor de las Bodas del Cordero todos celebran. Celebran los redimidos, celebran los veinticuatro ancianos y también los seres vivientes. Y alguien que está en el trono, que no es más que el mismo Cristo, invita a esta adoración. No es para menos, el acontecimiento que está por suceder demanda esa celebración. ¿Sabía usted que este primer “aleluya” revela el canto que más se entonará en el cielo? Aprendamos, pues, alabar al Señor y a decir bien ¡Aleluya!

2. Hay un aleluya de retribución v. 2, 3.

Los residentes del cielo alaban al Señor porque a pesar de los sufrimientos previos, ahora ven como su Dios ha reivindicado su anterior condición. Vea como ellos afirman una de las verdades que corre por todas las Escrituras: Los juicios de Dios “son verdaderos y justos”. La razón de este “aleluya” previo a esta celebración es porque la justicia del mundo no ha sido verdadera. Es justicia corrupta. Lo que más sabemos es que los hombres sufren de injusticia, porque no se aplica la justicia. Así que esa alabanza será por el juicio que se ha hecho sobre ese mundo perdido en sus pecados y de rebeldía ante Dios, representado en el juicio de la “gran ramera”. Juan describe aquella “mujer” como una que corrompió “a la tierra con sus fornicaciones”. La humanidad redimida se gozará por este aleluya.

3. Hay un aleluya de liberación v. 4.

Hay muchos lugares en la tierra donde es muy difícil ser cristiano, y más aún poder cantar al nombre del Señor. Pero hay un lugar donde si podremos cantar a todo pulmón y con total libertad. Hablamos del cielo. En ese lugar hay 24 ancianos que añaden la palabra “amén” para darle un mayor énfasis, quienes representan al Antiguo y al Nuevo Testamento, pero también nos representan a todos nosotros. Observe esto, los 24 ancianos aparecen seis veces en el libro (4:10; 5:8; 5:14; 7:11; 11:16; 19:4), y cada vez que lo hacen están en la misma actitud: con sus rostros abajo, adorando al Señor. ¿Por qué ellos alaban al Señor siempre? Porque están libres y están junto al Cordero. Ya no tienen miedo. Ya no hay limitaciones. Se acerca el día cuando todos estaremos esta celebración celestial.

4. Hay un aleluya de reconocimiento v. 6.

Observe lo que nos presenta este acto previo. Escuche quiénes son los participantes de este aleluya: “una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos…”. La razón para este canto y esta multitud es que hay un Señor que reina. Los invitados a esta Boda Real alaban al Señor por su reinado. Su canto tiene un sentido de reconocimiento. Ellos ahora están con su Dios, Señor y Salvador Jesucristo. Al adorarlo reconocen que solo uno en ese lugar debe ser honrado, exaltado y adorado por toda su creación. ¡Gloria a Dios porque viene un día en que el Señor tendrá la gloria y el honor que se merece todo el tiempo! La eternidad no será suficiente para echar nuestras coronas alrededor de Su trono, como los 24 ancianos, y decir “Aleluya” al que reina por los siglos de los siglos.

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