4) “Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada. Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros. Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adorne la doctrina de Dios nuestro Salvador;… Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” Tito 2:1-15.
La moral, la integridad, la ética, y la equidad
Es como un gran piso, que con derechos podemos desarrollar nuestra fe, podemos ejercer autoridad, y podemos ser administradores de los bienes del Reino. Por lo contrario perderíamos ante Dios y el mundo que nos rodea todos los derechos para seguir fungiendo en el llamado que hemos recibido de Dios.
Charles Swindoll plasmó en uno de su libro una verdad que me hizo reflexionar en grande, él dijo. “Podemos seguir siendo el mejor cirujano del mundo, siendo el más grande de los promiscuos”. “Podemos seguir siendo el mejor juez de una nación, siendo el más arrogante y soberbio que haya existido en el mundo”. “Podemos seguir siendo el magnate más prestigioso de las naciones con los más altos niveles de corrupción financiera en la que se haya vivido”. “Pero nunca, nunca, nunca; podemos desarrollar en éxito el Don Ministerial que hemos recibido de Dios sumergidos en el pecado. Porque el Don Ministerial no es una Profesión es una Vocación es un llamado, y te debes a un ser que su naturaleza es pura santidad”.
Dios no puede ser burlado
No te engañes, Dios no puede ser burlado, lo que tu siembra lo vas a recibir. En Dios no hay atajo como para caerle adelante.
Charles Swindoll, le dijo a Dios en una de sus oraciones al ver la urgencia que hay en nuestras congregaciones de la vida de santidad en nuestros Ministerios, dijo: “Señor porque los tiempos de Safira y Ananias no vuelven”. El cual tuvo una respuesta muy acertada: “Si esos tiempos volvieran, cada templo en su sótano tendría que tener una morgue para depositar los muertos que hubieran” y agregó: “Conforme Yo comencé la obra la voy a terminar, voy a marcar un precedente en los tiempos fínale como lo marque en el principio de una Iglesia naciente. Yo vengo a buscar una Iglesia sin manchas y sin contaminación”
Juan el Apóstol dice: “Hijitos, guardaos de los ídolos” 1ª Juan 5:21.
Según el pensamiento del que escribe y el contexto, el término “ídolo” que aparéese en el pasaje no se refiere a imágenes, sino a todo lo que el mundo te ofrece que te llama la atención. Dándole lugar en tu vida fascinándote por completo, pasando a tener dominio de ti quitándole a Dios el lugar que le pertenece.
Ten presente esta verdad: hay cuatro áreas en las que te tienes que guardar, y evitar caer en ellas. De lo contrario estarás creando un ídolo que ocupara el lugar de Dios, y a su vez crearas un Frankeisteins, un monstruo que no vas a poder dominar.
I) La Fortuna: La codicia al dinero, si no tienes dominio de ella te destruirá.
Pablo dijo: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” 1ª Timoteo 6:10.
La codicia al dinero puede llevar a una persona a: Mentir, engañar, traicionar, competir, difamar, calumniar, cometer acto de homicidio; entre otros. Y finalmente lo puede conducir a su propia destrucción. El ejemplo más claro lo tenemos en Judas que por dinero traiciono a su mejor amigo, a su maestro.
II) La Fama:
Relativo a la sed de prestigio, el ser aplaudido y reconocido. Alguien dijo, que la sed de prestigio es más tentadora que las riquezas mismas, que por igual te pueden desviar de la fe e impulsarte a cometer actos impuros con el fin de alcanzar el estrellato. La sed de prestigio es un principio satánico que viene del mismo infierno.
III) El Poder: deseo de controlar y estar sobre otro.
IV) Placer Sexual: Cualquier tipo de Fornicación.
El tener dominio sobre estas cosas es producto de tener un carácter formado en línea con los principios del Reino de Dios. Un hombre con el carácter ajustado a las demandas de Dios, siempre tendrá sentido de conveniencia, tomando decisiones sabias evitando que la vida se le desmorone.
Él sabe que le conviene y por tal sentido vive una vida sobre las tentaciones y las ofertas de la vida. Pablo tuvo siempre un sentido de conveniencia y esto lo llevó a ser un triunfador en la vida.
Él dijo: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo“. 1ª Corintio 6:12-13.
El tentador destruye el propósito de Dios
El simple hecho de entender que lo que me ofrece el mundo o el tentador destruye el propósito de Dios en mí, y con él las demás cosas. Es suficiente para tener un sentido de conveniencia y accionar en el dominio propio y no optar por estas cosas y decidir por aquello que le agrada Dios y me mantiene en su propósito siendo de bendición para mi vida.
He sido testigo de hombres de Dios que no tuvieron un sentido de conveniencia y por tal causa no tuvieron dominio sobre la vanagloria de la vida (igual decir la sed de prestigio), sobre la codicia por el dinero, y la fornicación. Y se dejaron llevar por estos flagelos y fueron traspasados de muchos dolores, Perdiendo el derecho de ejercer el Ministerio, su hogar, la salud, entre otras cosas.
Conclusión
Alguien dijo: “Dale dinero al que nunca tuvo y sabrás quien es, dale poder al que no tiene y lo conocerás mejor”.
Cuando alguien recibe de Dios dinero, fama, prestigio; y se mantiene en los principios del Reino, siempre será aprobado por Dios para seguir recibiendo de Él, pero cuando alguien cambie su manera de ser por causa de tener estos bienes, no es que cambió sino que está manifestando lo que siempre ha sido, y tal persona no es confiable para Dios en los asuntos del Reino.
© José N. Briceño Aldana. Todos los derechos reservados.
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