La torre de Babel

Podemos ver eso con personajes como George Washington o Simón Bolivar en Latinoamérica. En torno a este último personaje se está tejiendo una especie de culto en Venezuela, involucrando en ello a la figura del presidente fallecido Hugo Chávez.

Si realmente Semiramis y Tammuz existieron realmente, el culto a estas personas fallecidas es algo totalmente prohibido por Dios, que primero demanda adoración exclusiva (Éxodo 20:5) y en segundo lugar prohíbe totalmente el contacto con muertos (Deuteronomio 18:11).

Dios desciende para ver la obra de los hombres

Los estudios biblicos nos revelan que esta torre nace de un anhelo del corazón del hombre, un anhelo de grandeza y de eternidad. Al igual que el diablo, quien fue derribado y cayó a la tierra y constantemente quiere ascender a los cielos (Isaías 14).

A través de los estudios biblicos aprendemos que Dios descendió a ver la ciudad y la torre que los hombres habían construido. Dios se da cuenta de la enorme terquedad de los hombres y sabe que “nada les hará desistir” y concluye que hablando los hombres una sola lengua iban a ser lo suficientemente fuertes como para hacer cualquier cosas que se propusieran. Por eso Dios decide debilitar a los hombres dividiéndolos en naciones.

Han pasado más de 4000 años después de ese incidente y los seres humanos continuamos divididos por fronteras y lenguas, nadie ha podido revertir lo que Dios determinó. Grandes hombres como Alejandro Magno, Julio César, Gengis Khan, Napoleón o Hitler han intentado conquistar el mundo, pero todos ellos fracasaron en su intento.

Revertir el juicio de Dios en Babel

La tendencia actual es tratar de revertir el juicio de Dios en Babel mediante organizaciones como las Naciones Unidas, los grandes tratados internacionales o la Unión Europea. También se habla constantemente de un Nuevo Orden Mundial. El hombre parece empeñado en desafiar nuevamente al Creador.

Algunos podrían pensar con esto que Dios es enemigo de la civilización y de las ciudades. Yo no creo eso. Cualquiera que viva en una gran ciudad en la actualidad con sus inmensos problemas podría estar de acuerdo con Dios. La idea implícita en el mandato de Dios de dispersarse, podría estar en evitar la opresión del hombre por el hombre, que se da en los estados y en las grandes aglomeraciones humanas, por lo cual, evitando esto, el hombre podría llevar un estilo de vida más natural y ser más feliz, aunque todo esto es solo especulación.

La confusión de las lenguas

Los estudios biblicos nos enseñan que la confusión de las lenguas provocó como consecuencia más importante la dispersión de los hombres y la creación de las naciones. De forma colateral, la religión babilónica primigenia fue llevada por las diversas naciones a todas partes del mundo, y estas creencias erradas fueron evolucionando de distintas formas. Aunque las religiones del mundo tienen diferencias es posible hoy en día determinar características comunes cuyo origen se remonta a Babel.

El nombre Babel significa “confusión” según la escritura, del hebreo balal. Pero la palabra en lengua sumeria Bab-ili significa “la puerta del dios o de los dioses”. Creyendo acceder a los saberes del cielo, los babilonios encontraron la puerta de la confusión. Es muy curioso que la misma palabra signifique cosas tan opuestas en dos lenguas tan cercanas.

La idea de la confusión es mucho más profunda de lo que parece, pues Dios a menudo parece castigar a la medida del pecado cometido. Confusión aquí es también creer en una falsa religión que pretende alcanzar el cielo, pero sólo es un intento frustrado por lograrlo. A traves de estudios biblicos aprendemos que es Dios el que nos alcanza aquí en la Tierra, el hombre jamás podrá llegar al cielo por sí mismo. Es Jesucristo el que nos da acceso al cielo, no ninguna torre creada por el hombre.

Muchos lingüistas señalan fascinados las increíbles coincidencias y parecidos entre los diversos idiomas, y algunos creen que todas proceden de una lengua común, y en esto tienen toda la razón. La escritura confirma su teoría.

La tradición hebrea

La tradición hebrea dice que Eber en tiempos de Nimrod, sabedor de que construían una torre con propósito perverso, se negó a participar en su construcción, y que por esa razón, cuando Dios confundió las lenguas, la lengua de él y de su familia no fue confundida, Eber dio origen al pueblo hebreo. Según esto, Eber continuó hablando la misma lengua que Adán hablaba en el Edén. Toda esta historia procede de la tradición y no podemos saber si tal cosa es cierta o no.

Existen numerosas leyendas en varios continentes cuyos relatos son muy similares y recogen la historia de la confusión de las lenguas, de una forma bastante parecida al relato de Génesis 11. Resulta imposible creer que se hayan originado por separado.

Una de las enseñanzas más importantes del texto es que la rebelión acarrea juicio, y que acaba generando confusión.

Pentecostés y Babel. Dos eventos opuestos

Dios en pentecostés lleva su evangelio a los seres humanos en diferentes idiomas (Hechos 2). No hay necesidad que el hombre escale las alturas hasta los cielos, es Dios mismo el que ha descendido de su trono para rescatar al hombre.

En pentecostés ya no se trataba de hacerse un nombre para nosotros mismos, sino de glorificar el nombre de Dios. El reino de Satanás es siempre un reino dividido (Daniel 2:41). En Babel hubo desunión, en pentecostés hay unidad en Cristo. Si la rebelión contra Dios trajo la confusión de lenguas, la reconciliación con Dios trajo el don de lenguas y bendición para muchos.

Si para que el juicio de Dios se manifestara a los hombres en Babel, fue necesario que se rebelaran todos juntos, al unísono en un solo lugar; también para que la gracia de Dios se revelara fue necesario que oraran todos juntos y unánimes en el aposento alto, en obediencia a lo ordenado por Jesús. Así obrando en obediencia, de una forma diametralmente opuesta a la de Babel, la gracia de Dios en forma del don de lenguas, se manifestó para la predicación del evangelio a todas las naciones.

Las lenguas ininteligibles

Las lenguas ininteligibles que se dan hoy en día en el evangelio de hoy por todas partes, no son más que los ecos del juicio de Babel a los hombres. Un Babel reeditado. La rebelión contra Dios produjo en aquel tiempo un juicio de confusión.

Hoy en día, sucede lo mismo, trayendo juicio en forma de confusión. La confusión se manifiesta en forma de lenguas ininteligibles, en cuanto a la doctrina, a las manifestaciones espirituales extrañas o las experiencias místicas. Vivimos tiempos más parecidos a Babel de lo que podría parecer.

La Nueva Jerusalén

La Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:2) es la antítesis de Babel o de la Gran Ramera (Apocalipsis 17 y 18) del tiempo del fin. No es necesario construir una ciudad para que alcance al cielo mediante una torre. Dios mismo envía su santa ciudad desde el cielo hasta la Tierra, ataviada como una novia.

Cuando de amor y cortejo se habla es el hombre quien debe llevar la iniciativa, pues de lo contrario la mujer es tomada como una buscona o una prostituta. La mujer (la iglesia) debe ir en pos del hombre (Jesucristo), no al revés.

El libro del Eclesiastés nos enseña que no hay nada nuevo bajo el sol, y que todo lo que fue, será. La Gran Ramera, el infernal sistema político-religioso, cuyas hechicerías (Apocalipsis 18:23) han hecho errar a todas las naciones, es la Babel de los últimos tiempos. Esta prostituta quiere alcanzar el cielo, pero no es digna de él, ni tampoco del esposo: Cristo mismo.

© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.

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