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Dios me llama, ¿qué hago?

Estudios Biblicos

Estudios Biblicos Texto Biblico: Lucas 9:57-62

Introducción

Suena el teléfono de nuestra casa, y sabemos que alguien desea comunicarse con nosotros, dicen nuestros nombres y sabemos que alguien nos llama. Los padres oyen: “mamá” o “papá” y saben de inmediato que es la voz de sus hijos que le necesitan. Sin embargo, en nuestra vida cristiana nuestro Creador suele llamarnos no sabemos lo que esto conllevará. Acompáñanos en este estudio titulado. ¿Qué hago? Dios me llama, porque si algo hemos visto a lo largo de las escrituras es que el llamado de Dios viene casi siempre con una promesa incorporada.

Son muchos los siervos de Dios  que  se logran ver en las sagradas escrituras, trataremos de estudiar algunos de ellos para que a través de su ejemplo podamos entender  comprender  como debemos actuar ante Su llamado y lo que esto implica.

Antes de comenzar vamos a analizar un texto que es clave para entender el llamado. Es una especie de estándar, regla o parámetro con lo cual estableceremos lo que implica seguir a Dios, lo que debemos hacer. En base a este texto compararemos nuestros personajes y posteriormente extraeremos de ellos el cómo responder cuando Dios llama.

Primer parámetro. Si deseas seguir a Cristo entonces entiende lo que esto amerita antes de hacerlo.

 El hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza” (vers. 58). Jesús advierte a este primer personaje de este relato, que antes que lo siga, entienda cual es la condición en la que Él vive. Que no piense que al seguirlo se encontrará con comodidades,  confort o como lo llamamos hoy en día: “estabilidad”, sino, todo lo contrario.

Allí encontramos como el Mesías vino, vivió y murió  en este mundo, en humildad y sencillez, humillándose a sí mismo.

No se sabe con claridad lo que el segundo hombre se refería al pedir: “déjame que primero vaya y entierre a mi padre.” Podría ser que en verdad el padre estuviese hubiese fallecido, o se trataba de  cuidarlo durante su vejez.

Para aclarar esto citare lo que relata  William Barclay en el Comentario al Nuevo Testamento, Tomo 4. “Un funcio­nario inglés en el Este cuenta que a un joven árabe muy brillante se le ofreció una beca para estudiar en Oxford o Cambridge, y contestó: «La aceptaré cuando haya enterrado a mi padre.» Y su padre no tenía muchos más de cuarenta años, y sí buena salud.”

Segundo parámetro

Con esto podríamos darle más peso a la hipótesis que el segundo personaje deseaba cuidar a su padre en la vejez. Pero sea cual sea la razón este hombre estaba priorizando algo, o a alguien, antes que seguir a Jesús. Nada más y nada menos, le decía al autor de la vida que la razón por la que no podía seguirlo era que tenía algo más importante que hacer, cuidar a su padre. Jesús de una manera fuerte (véase Lucas 9:60), le dijo: lo prioritario no es este mundo sino el reino de Dios. Ese es nuestro segundo parámetro.

Tercer parámetro – Mirar hacia atrás

El tercer parámetro que encontramos en este pasaje se basa es una premisa certera y extraordinaria, “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.” Esto en la actualidad es entendido en forma no muy clara puesto que la gran mayoría no tenemos arado.

Permítanme explicarlo un poco mejor en el contexto agrícola de aquel entonces. Imaginemos por un instante que estamos dos mil años atrás en los campos, arando la tierra con nuestro mejor buey y arado. Nos han contratado para preparar 50 hectáreas de tierra, delante de nosotros tenemos ese trabajo. La única forma de ir derecho y hacer bien nuestro trabajo, es mirando fijamente hacia adelante a un punto en le horizonte y caminar rectamente hacia allá con el objetivo entre ceja y ceja, sin voltear por un instante.

Pero cometemos el error de voltear para ver lo bonito nos está quedando o tal vez por cualquier otra razón. Le aseguro que de esto suceder perderíamos nuestra rectitud y la línea imaginaria por la que andamos se esfumaría, dando como consecuencia que nuestro trabajo estará mal hecho. Este ya no se podría volver a realizar ni tan siquiera remediar. Seriamos objeto de escarnio y burla de nuestros colegas, y no obstante las huellas de nuestras mal trabajo estará a la vista de todos. No podemos mirar hacia atrás cuando se trata del reino de Dios. Para seguir a Jesús tu mirada debe estar fija en la obra.

La palabra seguir

Antes de estudiar a los grandes siervos de Dios y sus llamado a través de las escrituras, primero aclararemos el significado de la palabra Seguir. La palabra proviene del griego Akoloouthein que aunque usted no lo crea,significa seguir, parece no ser muy útil el significado como tal. Pero lo que si nos ayudará es conocer el uso que se le daba a esta palabra, observémoslo en  el siguiente texto

“(I) Es la palabra usual para describir a los soldados siguiendo a su comandante… (II) Se usa corrientemente respecto del esclavo siguiendo o sirviendo a su amo… (III) Se usa, también con mucha frecuencia, significando el hecho de seguir o aceptar el consejo u opinión de alguien.. (IV) Usada comúnmente respecto de la obediencia a las leyes. (V) También es muy común en el sentido de seguir el hilo o argumento de un discurso. (VI) En los papiros, akolouthein se utiliza con mucha frecuencia significando pegarse a alguien  hasta conseguir algún favor que se desea.” Palabras Griegas del Nuevo Testamento, William Barclays, Pag. 33

Comprendiendo un poco más el sentido de la palabra que desde el griego se ha traducido al español como “seguir”, nuestra forma de hacerlo (seguir a Cristo) se amplia, y veremos como lo que hasta ahora hemos estudiado y hablado se aplica en la vida de Abraham, Moisés, Pedro y Pablo. Y seguramente entre muchos hermanos y siervos de Dios en las Escrituras.

Abraham

Veamos al padre de la fe, Abraham, que para aquel entonces se llamaba Abram. Poco sabemos de él antes de su llamado en Génesis 12. Pero podemos inferir que era un hombre justo en comportamiento. Pues de entre toda su parentela, y aun estando en medio de una nación contaminada fuertemente con el pecado, Dios lo escogió y  le hizo un llamado que para muchos seria brusco, y quizás hubiésemos dudado en obedecer. Veamos Génesis 12:1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.” (RVR 1960).

Tres cosas está pidiendo Dios a Abram. 1) Deja tu país, pues esa tierra está llena de idolatría y pecaminosidad.  2) Deja tus pariente, quienes están totalmente contaminado con las costumbres de ese país. 3) Te iras a donde Yo te diga, confía en Mi que te guiare a mejor destino.

Estas tres son muy similar al texto de Lucas 9:57-62 de donde extrajimos los “parámetros” necesarios para seguir a Cristo. El llamado a Abram requiere que entienda lo que amerita salir de su tierra. Entender que no es prioridad el estar con su familia ni en su entorno cotidiano, sino obedecer la voz de Dios. Y que su mirada debe estar fija en la obra. Que una vez que saliese de allí a la tierra que Jehová Dios le indicaría, tomaría ese arado y no miraría para atrás.

Cuando Dios llama, lo hace para mejor. Lo hace porque hay una promesa de Él en camino, y vemos posteriormente lo que Dios haría de este hombre. Le prometió que de su descendencia nacería el Redentor de la humanidad, El Cristo.

La respuesta de Abram al llamado de Dios hizo que este se convirtiera en padre de una nación, y a través de Cristo de muchas naciones. Lo que Abram hizo lo hace merecedor de ser apodado el padre de la fe, veamos cual fue su actuar. “…se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. …era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.Génesis 12:4-5 (RVR 1960).

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