Milagros de Jesús Parte I

b) El poder de la palabra

También podemos ver el poder de la palabra de Dios. Jesús sólo da la palabra “Ve, tu hijo vive” y desde ese mismo instante en que dice esas palabras, el hijo de este hombre es sanado. La palabra de Dios es poderosa para sanar, para dar vida, para transformar las cosas. No debemos dudar ni un instante en el poder de la palabra de Dios.

c) El poder de la fe

También debemos ver en este punto debemos considerar la fe de este hombre. Continúa el relato mencionando que el hombre creyó en la palabra que Jesús le había dado. Esto significa que tuvo fe, y sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios, por lo tanto es necesario acercarse al Señor con fe, creyendo en Él, en su poder y en su palabra. La fe es poderosa, ya que a través de ella recibimos la salvación, pues se recibe a Jesucristo con fe.

3. Milagros de Jesús – El paralitico de Betesda (Juan 5:1-18)

El tercero de los milagros que relata el evangelio de Juan es el que Jesús realiza a un paralítico en el estanque de Betesda. Había en el lugar mucha gente enferma esperando a que el agua del estanque se agitara, pues cada cierto tiempo un ángel agitaba el agua y la primer persona que descendía después que el agua fuera agitaba era sano de cualquier enfermedad, o al menos eso era lo que creían el hombre paralítico y los enfermos que ahí estaban. 

Jesús se acerca a este hombre e inicia una conversación haciéndole una pregunta “¿quieres ser sano? por supuesto que Jesús sabía la respuesta, pero necesitaba de una respuesta de parte del paralítico. Dios quiere que con nuestra boca confesemos, con nuestra boca pidamos al Señor cualquier cosa.

Claro que Dios sabe de qué cosa tenemos necesidad pero es necesaria la confesión verbal para que el poder de Dios sea manifiesto. La palabra de Dios es poder, nuestras palabras también son de relevancia cuando de confesar a Dios se trata.

En lugar de declarar expresamente que si quería ser sano, este hombre empieza a enumerar las imposibilidades que le rodeaban, por supuesto que quería ser sano pero por su misma condición no podía tener acceso a la sanidad.

Jesús por el contrario le dice “Levántate, toma tu lecho, y anda”. En Dios no hay imposibilidades, por más que parezca una situación no tener salida, Dios tiene el control de todas las cosas

Esas tres simples palabras fueron suficientes para que el paralítico que estaba enfermo desde hace casi cuatro décadas fuera sano. El tiempo o lo que sea que pongamos de excusa para recibir un milagro de Dios son derribados por el poder de su palabra.

Solo basta un instante en la presencia de Dios para que décadas puedan ser rescatadas, para que cambie nuestra vida entera. Un instante bastó para que un poderoso milagro fuera hecho por el Señor Jesucristo.

Conclusión

Estos primeros tres milagros que describe el evangelio de Juan dejan ver el poder que se encontraba en Jesús. Esto muestra que Jesucristo es Dios, que Dios Padre es en Él y Él es en el Padre. 

El primero de ellos nos muestra que Dios puede transformar la materia y que lo que Él hace es perfecto, por eso el vino que Jesús hizo era tan bueno. El segundo milagro nos enseña que Dios está en todo lugar, que su palabra tiene poder y que Dios requiere que tengamos fe en Él.

El tercer milagro nos enseña que no importa las imposibilidades Dios tiene el control de todas las cosas. Pero que debemos dar pasos suficientes para que la obra de Dios sea real en nuestra vida. Debemos actuar confesando al Señor de que tenemos necesidad, levantarnos, tomar nuestro lecho y caminar.

Jesucristo es Dios, y en Él está todo el poder. Él vino a esta tierra y está sentado a la diestra de Dios Padre intercediendo por todos nosotros. Debemos conocerlo realmente y comprender que solo debemos pedir con fe. No es necesario que veamos remolinos, terremotos o alguna señal, solo es necesario que Dios de la palabra para que nuestro milagro sea una realidad.

© Mauricio Alvarez. Todos los derechos reservados

Central de Sermones… Estudios Bíblicos

Ver:  Milagros de Jesús según el evangelio de Juan – Parte II

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