Los Cuadros de Jesús – Parte V

La respuesta de Jesús vers. 5. Ni una cosa ni la otra.

Con esta respuesta Jesús puso en fuga las especulaciones que los humanos estamos prestos a hacer frente a ciertos hechos donde queremos obtener respuestas curiosas más que ayudar a otros.

Es cierto que muchas enfermedades tienen que ver con el pecado, pero en este caso no era ese el problema. Jesús dice que esta enfermedad era para se manifestase las obras de Dios.

Con esto Jesús hace notar que lo que está delante de ellos no es una condición de pena, sino una oportunidad para traer gloria al nombre de Dios. Cuando Jesús dijo: “Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo”, nos estaba diciendo que llegará la “noche” cuando ya no se puede obrar.

Las oportunidades se van muy rápido. Hay que aprovecharlas. Que seamos luz mientras el día dure.

La curación verss. 6-7. Una vez que Jesús preparó el terreno en presencia de sus discípulos, procedió a la curación. Lo primero que notamos era que ese era un día reposo.

Esta acción sería un escándalo para los fariseos; sin embargo, Jesús tenía todas las cosas calculadas, de manera que sucedieran para mostrar más grandes enseñanzas. Vea el extraño procedimiento: “Escupió en tierra e hizo lodo con su saliva” (vers. 6).

No había agua por allí. Jesús nos enseña que debemos trabajar con lo que mas tenemos a la mano. El texto sigue diciendo que Jesús “untó con lodo los ojos del ciego”. Aquí vemos al más grande Médico divino preparando con sus propias manos el remedio.

¿No es esto algo extraordinario? Si vemos bien este asunto, el barro puesto en los ojos serviría mas bien para tapar más los ojos, no tanto para abrirlo. El asunto es que el poder de Dios, aunque parezca paradójico, pudiera manifestarse mejor a través de remedios. Esto también nos habla de cómo Dios puede usar los asuntos naturales para lograr sus fines.

La saliva, decían en ese entonces, tenía poderes curativos sobre todo si se usaba por la mañana. Recordemos el caso de los perros que le lamían las llagas a Lázaro.

Lo interesante de este milagro es que Jesús usó algo que era muy suyo, y venía de adentro, lo cual simbolizaba su mismo poder. Y el tomar tierra recordaba que de allí fue hecho el hombre, para recordar que de la tierra también viene la vida.

“Ve a lavarte en el estanque de Siloé” (que significa enviado). ¿Cuál era el propósito de enviarle allí? ¿Podía el mismo barro con la saliva hacer ver al ciego, sobre todo por ser usado por Jesús? Jesús estaba probando la fe y la obediencia en este hombre.

Nos acordamos del caso de Nahaman, quien se rehusaba ir a zambullirse en el río Jordán donde Eliseo le había enviado, pero al final fue y se sanó. Esto también nos recuerda la parte que nos corresponde hacer en el milagro de Dios, aunque al final es él quien obra.

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