¿En qué consiste la vida eterna? vers. 3. Si no conocíamos la definición de la vida eterna, en este solo texto tenemos una explicación muy clara y directa. La “vida eterna” consiste en conocer al “Dios verdadero”, pero a través de Jesucristo, el que vino de su seno.
“Yo te he glorificado en la tierra…” vers. 4.
Aquí Jesús viene para presentar el reporte del trabajo encomendado. La misión de Jesús fue cumplida. Los hombres supieron que él vino del “mas allá” para dar a conocer la gloria del Dios no conocido. La obra que Dios le dio él la cumplió… en la cruz pudo decir: “Consumado es”.
“Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo…” vers. 5. Note la fuerza de estas palabras “tú y al lado tuyo”. Jesús no quería otra gloria que no viniera de su Padre. La gloria que pudo recibir de los hombres era “vana gloria”.
Pero ¿con cuál gloria Jesús quería que se le glorificara? “Con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. ¿Cómo sería esa gloria a la que Jesús pide al Padre que se la de?
Versículo 6-12
“Tuyos eran y me los diste” vers. 6. Después que Jesús ora por sí mismo, ahora se enfoca en los hombres que le acompañaron en su ministerio. Una de las cosas que hizo fue manifestarles a ellos el nombre de Dios. En sus vidas quedó grabado el nombre del Padre, así como del Dios verdadero.
Jesús reconoce que los hombres que le han acompañado hasta ahora fueron escogidos por Dios mismo. Cuando él los llamó para que le acompañaran lo que hizo fue seleccionar a los elegidos, entre los que se incluyó a Judas.
Pero fíjese que todos estos, a excepción de Judas, “han guardado tu palabra”. ¡Qué glorioso testimonio para un hijo de Dios que el mismo Cristo nos diga que hemos guardado su palabra! Ninguna meta podrá ser más grande que guardar la palabra.
“Y han conocido que verdaderamente salí de ti…” vers. 8.
Aun cuando ciertamente en los discípulos había todavía ciertas dudas, sobre todo por el tipo de Mesías que esperaban, hasta aquí ellos reconocieron que Jesús vino de Dios por los hechos que hizo.
Ellos vieron como el reprendió a los mares, resucitó a los muertos, dio vista a los ciegos y perdonó los pecados a los hombres.
Nadie más sino uno que haya venido del cielo podría hacer eso. La tarea de un siervo de Dios no puede ser menos que esta. Nuestra responsabilidad es que cada discípulo conozca verdaderamente que Jesús vino del Padre.