Epístola a los Hebreos – Parte II

Este texto es una referencia al Salmo 8:4-6, y Matthew Henry comenta: “El salmista contempla al primer hombre puesto sobre la tierra, hecho a la imagen de Dios y puesto para dominar sobre la tierra. Por el pecado, la imagen de Dios en el hombre se obscureció, aunque no se perdió del todo, y el dominio del hombre sobre la tierra se volvió difícil y fatigoso (Génesis 3:17-19)”.

9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.

El comentario de Matthew Henry continúa: “El autor sagrado llega al postrer Adán, quien recupera con creces el dominio sobre todas las cosas, que por su pecado había perdido el primer Adán”.

10”Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.”

11”Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,”

12”Diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré.”

13”Y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.”

En este texto se dice que, Jesús no se avergüenza de llamarlos hermanos (vers. 11), manifestando de esta manera el amor de Dios hacia el hombre, y sólo por su gracia. Así que, Cristo es el Gran Sumo Sacerdote por su muerte en la cruz, y por su ofrecimiento en expiación por nuestros pecados es el autor de la Salvación.

En el vers. 11, tanto Cristo como los hermanos proceden de un mismo Padre, al decir: el que santifica y los que son santificados; en el vers. 12 dice: “Anunciaré a mis hermanos tu nombre”, y en el vers. 13: “yo y los hijos que Dios me dio”.

14Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,”

15”Y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.”

16”Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.”

17”Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.”

18”por cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”

Comenta Matthew Henry: “En los verss. 14-18, el autor sagrado pasa a declarar lo que era apropiado que Cristo hiciera:

  • (a) anular el poder del diablo (vers. 14)
  • (b) libertar a los cautivos del miedo (verss. 15-16)
  • (c) llevar a cabo la propiciación por nuestros pecados (vers. 17)
  • (d) socorrer a los que son tentados (vers. 18)

Cristo va compartir la misma naturaleza humana, débil y mortal de los “hijos”, haciéndose solidario con ellos, y morir.

Al despojar a la muerte de su poderío, mediante su muerte en la cruz, Cristo le arrebató al diablo sus mal adquiridos derechos sobre la humanidad; además de anular legalmente el imperio del diablo, socorriendo a los descendientes de Abraham.

Al haber pasado por tentaciones y padecimientos, Jesús puede ayudar a todos los que son tentados, están atribulados y sufren padecimientos, pues es un experto en la materia y sabe cómo consolar, animar y ayudar a todos.”

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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Epístola a los Hebreos – Parte I

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