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Epístola a los Hebreos – Parte V

Estudios Bíblicos

Estudio Bíblico de la epístola a los Hebreos 5

CAPÍTULO 5: Jesús Sumo Sacerdote Según el Orden de Melquisedec

Introducción

Así comienza el escritor de este libro este capítulo de hoy (verss. 1-3). El autor de este libro nos define quién es un sumo sacerdote “tomado de entre los hombres”. Los lectores de esta carta estaban muy familiarizados con la figura y la función del sacerdote. Lo primero que se nos dice es que tal persona era un miembro escogido de entre los hombres.

Por supuesto que su escogencia no era una tarea fácil, pues Dios mismo había dedicado una tribu de donde vendría este oficio sacerdotal. Y como quiera que haya sido ese hombre escogido, era el intermediario entre Dios y los hombres de ese tiempo. Sus funciones estaban bien determinadas, y entre ellas tenía, las de presentar las ofrendas y hacer los sacrificios por los pecados.

Y mis amados hermanos, este hombre como ser humano que era, se esperaba que fuera una persona paciente con todos los “ignorantes y extraviados” por su propia condición, pues él mismo estaba “rodeado de debilidad”. Comenzamos a ver aquí, el por qué el autor pone énfasis en la debilidad de este sacerdote “constituido a favor de los hombres”, mientras que Jesucristo fue constituido por Dios, su Padre.

Por supuesto que este tipo de sacerdote tenía una marcada diferencia, pues por ser un hombre poseía las mismas necesidades humanas. Por cierto, que valga acá una palabra para aquella religión tradicional, que ha pretendido elevar a hombres pecadores para que sean intercesores a favor de ellos mismos. En el A.T., cuando el sacerdote ofrecía ofrenda por los pecados, también lo estaba haciendo por sí mismo. Como era de esperarse, ese oficio algún día tenía que caducar.

Dios es quien llama a ejercer el oficio (vers. 4)

El escritor sagrado deja claro que es Dios y no el hombre, quien llama a tales hombres a ejercer tal oficio.

Mis amados, esta verdad lo fue ayer y lo debe seguir siendo hoy. ¡Nadie debe proclamarse como ministro del Señor por su propia cuenta! En la antigüedad era Dios quien llamaba al sacerdote y al profeta para ejercer sus funciones ministeriales.

Hoy en día lo continúa haciendo con los oficios de pastor, evangelista y misionero. Estos son, por antonomasia, los llamados específicos para estas sagradas tareas. Esto lo destaca el autor como para darle mucho más preeminencia a la labor sacerdotal que debía realizar el Hijo de Dios.

Un análisis de todo esto, nos llevará a esta conclusión. Por un lado, todo Sumo Sacerdote es un hombre que posee nuestra misma naturaleza, con lo que se confirma que todo hombre ha pecado.

Y con esto se pone de manifiesto la otra verdad teológica, y es que Dios no tolerará que el hombre por sí mismo se presente delante de Él, pues para poder hacerlo, se requeriría de un intermediario de la misma naturaleza santa de Dios. Esto es lo que da lugar en este libro a la importancia que tiene la intermediación de Cristo por nuestros pecados.

La escogencia de Cristo como el gran sumo sacerdote (verss. 5-6)

El autor sigue esta misma línea de pensamientos, para hablarnos de la escogencia de Cristo como el gran sumo sacerdote de parte de Dios.

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