Inicio » Estudios Bíblicos » Epístola a los Hebreos – Parte VII

Epístola a los Hebreos – Parte VII

Estudios Bíblicos

Estudio Bíblico de la epístola a los Hebreos 7

CAPÍTULO 7: El Sacerdocio de Melquisedec

Introducción (verss. 1-3)

El último versículo del capítulo 6 asomó otra vez a este personaje que ocupa nuestra atención hoy. Así nos dice: “Donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

El asunto es que cada vez que el autor nos ha hablado de Jesús como el gran sumo sacerdote, no lo pone dentro del orden aarónico sino dentro del orden de Melquisedec. ¿Cuál es la razón?

Veamos las características de este sacerdote que vino muchos años antes que se consagrara una orden para escoger los sacerdotes que servirían al Señor: “rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo”. Pero además de esto, era superior a Abraham pues éste le dio los diezmos.

Yo le doy los diezmos a Dios porque Él los demanda, entonces esto significa mucho en la naturaleza de este sacerdote. Su nombre significa: “Rey de justicia, Rey de Salem, Rey de Paz”. Todos estos significados aparecen en mayúscula. El autor parece prepararnos para una comparación mayor.

Su nombre, “Rey de Justicia y de Paz”, lo hace apto para su carácter que lo marca como tipo del Mesías y de su reino del futuro. El nombre de su ciudad significa “paz” y, por ser rey de paz llegó a ser un tipo de Cristo, el Príncipe de Paz, el gran reconciliador entre Dios y el hombre.

Pero consideren como el versículo 3 pone más claro la figura de Melquisedec, como alguien que se asemejaría a Cristo en su futura revelación: “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios…”.

La verdad es que la naturaleza de este sacerdote, sólo es aplicable a la segunda persona de la Trinidad.

Si bien es cierto que, algunos no están del todo de acuerdo para atribuirle a este personaje una tipología de Cristo, pues piensan que él pudo representar algún sacerdocio del cual Cristo es parte en algún sistema angelical, la verdad es que el texto se inclina más por una similitud entre este personaje y Cristo.

Mis amados, que bueno es recordar que en estas características encontramos las del Hijo de Dios, de quien nada se registra acerca del comienzo o el fin de su vida. Él ni tiene una partida de nacimiento ni un acta de defunción.

Su existencia tiene los límites de lo infinito, pues Él es desde la eternidad y hasta la eternidad, que no hubo quien fuera antes de Él y que no tendrá a nadie que venga después de Él, en su sacerdocio. De esta manera mis amados, así como las Escrituras honran al gran Rey de Justicia y de Paz, nuestro glorioso Sumo Sacerdote y Salvador, nosotros estamos llamados a hacer lo mismo.

1 comentario en «Epístola a los Hebreos – Parte VII»

  1. Amados en Cristo ya lo profetizo Isaías 6:9 niño nos es nacido hijo nos es dado y se llamará su nombre Dios fuerte padre eterno consejero príncipe de paz.

    Responder

Deja un comentario