Epístola a los Hebreos – Parte VIII

Ahora veamos la comparación que se hace de Jesús (verss. 6-7)

Mis amados, cuando uno lee estos textos y observa la manera cómo se presenta a Cristo en relación a lo que era uno de los oficios tan amado por Israel, y lo contemplamos posesionado en esas  dimensiones celestiales, no nos queda sino reconocer cómo un oficio que llegó a ser el corazón de la vida social, religiosa y espiritual de Israel, nos conduce para ver por qué se dice que es “mejor el ministerio suyo”.

En el análisis que presenta el autor, él dice que Jesús es mejor en todo. Por un lado, se nos ha dicho que el suyo, es el mejor ministerio. Pero ahora se nos dice que es “mediador de un mejor pacto y de mejores promesas”.

Y no podía ser de otra manera, pues todo lo que Jesús ha hecho es lo mejor, aun cuando los sacerdotes antiguos ofrecían “lo mejor” de sus ofrendas, todas ellas eran defectuosas porque eran una sombra de lo que vendría.

Mis amados hermanos, hay en esto una verdad maravillosa. En Jesús tenemos ahora el establecimiento de un nuevo pacto, pero también hecho con mejores promesas. El profeta Jeremías había profetizado la llegada del “nuevo pacto”, el cual sería escrito no en tablas de piedra sino en el corazón y en sus mentes (Jeremías 31:31-32). Esto es lo que dice el autor en los versículos 8 al 12.

Ahora hablamos de un Nuevo Testamento que se ha escrito con la sangre del Cordero de Dios. Y lo más grande de esto es que con Jesús, no solo llega ese “nuevo pacto” con el cual se cumplen los viejos pactos, sino que además Él es el Mediador de este pacto.

Esa es la garantía para todos nosotros. No es un hombre cualquiera el mediador, pues ninguno de ellos, por ser débiles en su naturaleza pecaminosa, pudieran cumplir esa función de “mediador”. Ahora Cristo como nuestro gran sumo sacerdote hace posible esta tarea, la de Mediador eterno.

Nada nos puede dar mayor gozo que el saber acerca de este oficio de nuestro Señor en el cielo. ¡Su sangre derramada hizo posible el nuevo pacto, y con ello también su mediación!

El que esta sentado en el trono (vers. 13)

Y así concluye el autor su postura respecto a Jesús como aquel que está sentando en el trono de la Majestad del cielo, siendo ahora nuestro Mediador eterno.

El cierre de este capítulo no puede ser mejor. Hay algunos que todavía viven bajo el antiguo pacto, celebrando sus mismas ordenanzas y pretendiendo cumplirlo, sin darse cuenta de que ya Cristo lo cumplió. Categóricamente se nos dice que el nuevo pacto dio por viejo al primero.

Ciertamente le agradecemos a Dios que nos dio su revelación progresiva en el antiguo pacto o A.T., pero al venir Cristo se dio por cumplido o terminado lo que era una sombra, ahora ya no invocamos más lo antiguo, porque “lo que se da por viejo y envejece, está próximo a desaparecer”.

Así pues mi amada gente, Jesucristo nos ha dado todo lo mejor. Su ministerio es mejor, sus promesas son mejores y sobre todo, como Mediador de un nuevo pacto, ¡Él es lo mejor!

Por lo tanto, solo nos queda encomendarnos en sus manos y reconocerlo en su gran oficio sacerdotal. ¡Que nuestra adoración sea por siempre al gran sumo sacerdote de nuestra salvación, nuestro muy amado Señor Jesucristo! Amen.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones… Estudios Bíblicos

Epístola a los Hebreos – Parte VII

Deja un comentario