Epístola a los Hebreos – Parte IX

Julio Ruiz

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Epístola a los Hebreos – Parte IX

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Veamos ahora mis amados, cómo el autor hace una aplicación como el más ilustre de los predicadores, para aplicar una verdad pasada con una correcta interpretación del texto, a una situación presente y particular. Todo lo que ha venido diciendo del tabernáculo y del sacerdote, directamente desemboca en la persona de Cristo.

Si bien es cierto, que los sacerdotes escogidos según el orden de Aarón, ofrecían la sangre de los machos cabríos y de los becerros y entraban solo una vez por año, ahora nuestro Sumo Sacerdote entró “una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención”.

El sacrifico y la entrada una sola vez y para siempre de Cristo al lugar Santísimo, ha hecho posible que disfrutemos de una salvación completa y eterna. Ya nuestros pecados también han sido perdonados con su muerte de una vez y para siempre.

Y la razón de ese más grande y mejor sacrificio por nuestros pecados se expone, por lo que ahora el autor nos dice:

13 “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,” 14 “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”

Mi apreciada gente, este pasaje nos lleva a considerar que la “eterna redención” por la cual las bendiciones del nuevo pacto (cf. 8:10–12) nos han alcanzado, determina la manera en que servimos al Señor. Los resultados de los rituales del antiguo pacto beneficiaban a aquellos que desde el punto de vista ceremonial estaban inmundos, pero esa purificación solo era externa.

Sin embargo, el poder de la sangre de Cristo hace mucho más que eso. Su sacrificio llega a ser de valor infinito porque mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios. Eso es lo que hace santo y eterno el sacrificio de Cristo. Eso es lo que lo hace Mediador de un nuevo pacto. Su sacrificio nos limpia de obras muertas para servir al Dios vivo.

Llegamos, pues, a la conclusión amados hermanos, que la sangre de Cristo vertida una sola vez con la que entró al Lugar Santísimo, que también es una sóla y para siempre, es el sustento de nuestra salvación. Su expiación ha hecho posible que todos mis pecados sean perdonados, por lo que ya no hay más sacrificio que hacer por ellos.

Pero que frente a tan sagrado, sublime y santo sacrificio, que tuvo como precio la sangre preciosa de Jesús que fue dada por el Espíritu, vivamos para honrar su nombre, su sacrificio y su oficio ahora, de tal manera que en nada hagamos en vano semejante sacrificio hecho por todos nosotros. Que así sea. ¡Honremos a nuestro Señor! Amen.

El Sacrificio de Cristo Quita el Pecado

Así nos sigue hablando el autor en su capítulo 9 de Hebreos:

15 “Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna”. 16 “Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador”. 17 “Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive”. 18 “De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre”.

Pablo sentenció la verdad de los siglos cuando dijo que: “hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Desde entonces entenderíamos, que para Dios no hay otro mediador que no sea su Hijo.

El escritor de los Hebreos ha venido diciéndonos, que Jesucristo como Mediador tiene un oficio sacerdotal, por cuanto entró una vez y para siempre en el Lugar Santísimo; y para ratificar su posición de Mediador, ahora nos dice que Cristo es “mediador de un nuevo pacto”. Eso pone en la cumbre toda la teología hebrea que tenía en los pactos antiguos su más firme promesa. Recordándonos que todo pacto se sellaba con sangre.

Mis amados hermanos, es un asunto muy grande saber que con los tratados o pactos, que luego serían conocidos como Testamentos, ha sido la manera solemne como nuestro buen Dios se ha relacionado con el hombre desde hace mucho tiempo. En el caso de Dios, por haber establecido pactos condicionales, ha dejado un legado a las personas que incluye en ellos, pero recordemos que solo se hace efectivo cuando la persona testadora muere.

Eso es parecido a esos testamentos que dejan por escrito las personas antes de morir. Y es después de muerta esa persona cuando se hace efectivo el testamento; pues eso fue lo que sucedió con Cristo. ¿Qué estamos diciendo con esto?

Que Cristo murió no solo para salvarnos, sino para concedernos la posibilidad de disponer de su testamento luego de que Él muriera. Ahora somos poseedores de un pacto, pero no de cualquier pacto, sino de uno de gracia. Ese nuevo pacto está revestido de la misericordia de Dios hacia el hombre pecador.

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Julio Ruiz
Autor

Julio Ruiz

Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. Otros 9 años los dedicó a pastorear en Vancouver, Canadá y los últimos 9 años en Columbia Baptist Church en su ministerio hispano, donde estuvo hasta agosto del (2015). A partir de octubre del mismo año (2015) comenzó una nueva obra que llegó a constituirse en iglesia el 22 de mayo de 2016 bajo el nombre de Iglesia Bautista Ambiente de Gracia en la ciudad de Burke, Virginia. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá. Además de haber sido presidente de la convención bautista venezolana en tres ocasiones, también fue profesor del seminario teológico bautista. El pastor Julio por espacio de unos 18 años publica sus sermones y artículos por estos medios. Es casado con Carmen Almera Ruiz y tiene tres hijas y una nieta: Laura, Oly, Sara e Isabella. Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251-6590.

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