Lo mejor está por venir

¿Qué es lo que pertenece a la salvación? Mis hermanos a la salvación pertenecen el sacrificio hecho en la cruz. A la salvación pertenece la derrota para siempre de Satanás, el pecado y la muerte. A la salvación pertenece el perdón de todos mis pecados.

A la salvación pertenece la vida después de la muerte. A la salvación pertenece la esperanza de un cielo nuevo y una nueva tierra donde vamos a vivir. A la salvación pertenece la eterna seguridad que nada ni nadie nos arrebatará de la mano del Señor y del Padre.

II. CUÁL ES LA PROMESA PARA ESAS COSAS QUE ESPERAMOS

1. Que Dios no es injusto para olvidar… (vers. 10)

Los que vamos transitando ya la estación que nos conduce a la vejez sabemos lo que significa olvidar las cosas. Por cierto, que cuando algunos olvidos se hacen a conciencia o a propósito, en eso hay injusticia. Que bueno es saber que nuestro Dios no tiene este problema.

Él no se enferma de Alzheimer, ni tiene que ver con la pérdida de la memoria, sobre todo vista en el olvido de las cosas. Mi Dios no sufre de enfermedades degenerativas que tengan que ver con la pérdida de sus capacidades intelectuales.

Él se acuerda perfectamente de todo y cuando tiene que hacer justicia respecto a las cosas mejores que tiene para nosotros, no se olvida de ningunas de ellas.

Esto es bueno mencionarlo, porque si bien es cierto que delante de su presencia están todos nuestros actos, de los cuales tendremos que dar cuenta, también es cierto que Dios reconocerá cada palabra y acción que tuvieron que ver con su obra.

En ese sentido Dios no es injusto par olvidar lo que hacemos en su nombre y para su nombre. El asunto es que, además de darnos el regalo de la salvación, Dios nos dará también sus galardones que los tiene reservados.

2. Que Dios valora lo que hacemos… (vers. 10b)

¿Le gusta el trabajo que hace? ¿Considera que es un trabajo de amor? Bueno, no siempre eso esa así. Hay trabajos que no despiertan ningún tipo de amor por él. Se hace porque forma parte del sustento de la familia. Sin embargo, vea lo que nos dice el texto.

Dios califica el trabajo que hacemos en su nombre como un “trabajo de amor”. Este texto nos llena de una profunda esperanza. Las cosas mejores que corresponde a la economía divina tienen su reconocimiento del cielo.

Hay un solo trabajo de amor y ese es el que tiene que ver con nuestro Dios y su sacrificada obra. Dios no tiene que hacerlo, pero él le pone precio a lo que tiene que ver con esta obra de amor. En el sentido contrario, los seres humanos no somos dados a reconocer siempre lo que otros hacen para nosotros.

Nos encanta que nos sirvan, que nos mimen, que nos tomen en cuenta, pero no siempre hacemos lo mismo con los demás. Pero el llamado de este texto es a ver que todo lo que hacemos para Dios es un “trabajo de amor”. Este trabajo se hace con esperanza, pues es trabajo de Dios.

3. Que Dios distingue a sus hijos… (vers. 10c)

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