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Los santos que sufren

Estudios Bíblicos

Prédica de Hoy: Esmirna – Los santos que sufren

Tema: Las Siete Iglesias de Apocalipsis – Parte II

Estudios Bíblicos Lectura Bíblica: Apocalipsis 2:8-11

INTRODUCCIÓN:

¿Ha sido alguna vez perseguido por su fe? ¿Ha sufrido por Jesucristo? ¿Sabía usted que hay creyentes a quien el Señor les dice que se preparen para un sufrimiento mayor? La carta dirigida a la iglesia de Esmirna, la segunda de las siete iglesias del Apocalipsis tiene que ver con esto.

Por un buen tiempo Esmirna fue una ciudad muy próspera. De todas las ciudades de Asia, Esmirna fue la más adorable decían sus poetas. Arístides, uno de ellos le compuso una canción en honor a su belleza, y en uno de sus versos dijo: “la gracia se extiende sobre cada parte de la ciudad como si fuera un arco iris”.

Era una ciudad donde el viento, de acuerdo con la descripción del mismo Arístides, la hacía tan fresca como si estuviera siempre debajo de una arboleda. Algo así como una ciudad con una “eterna primavera”. Y en ese lugar tan hermoso comenzó una iglesia.

No se sabe mucho de su origen, pero lo que sí afirma su historia es de la enorme persecución que se desató en ella, la que se describe en términos muy gráficos, tales como: tribulación y pobreza. Esto parecía un contraste con la belleza de la ciudad misma.

Y la persecución desatada era tan grande que el Señor la ve como algo más grande, cuando les dice: “No temas en nada lo que vas a padecer…”. Es como si le dijera, “prepárate porque se avecinan pruebas mayores y quien la conduce es el mismo Satanás”.

La persecución fue tan grande que allí se dio el martirio de Policarpo, uno de los hombres más piadosos después de la era apostólica.

La historia registra las palabras de este mártir, quien, al rechazar la propuesta del procónsul de dejarlo libre a cambio de maldecir a Cristo, y adoraba al César, dijo: “Por 86 años he servido a él y no me ha hecho mal. ¿Cómo podía blasfemar de mi rey quien me salvó?”. Así que en la ciudad de Esmirna vivían los “santos que sufren”, el tema para la ocasión. Veamos el mensaje de esta carta para nosotros hoy.

I. CADA SUFRIMIENTO NUESTRO YA EL SEÑOR LO HA PASADO

1. El primero y el postrero (vers. 8)

No es casualidad que, frente al muy notorio sufrimiento de los hermanos de Esmirna, Cristo se presente como el “Primero y postrero”, y como “el que estuvo muerto y vivió”. ¿Qué significa todo esto? En la primera oración descubrimos la divinidad del Señor.

El “yo soy el primero” es un término aplicado a Dios desde el Antiguo Testamento (Isaías 44: 6; 48:12). Y que él sea el “primero y postrero” significa que tiene control de la historia; que conoce todo lo que ocurre “debajo del sol”, y por lo tanto nada escapa a su presencia, incluyendo nuestras penas y sufrimientos.

Esta declaración vino para dar confianza a los hermanos atribulados. Él es el Alfa y el Omega, como define este libro su persona. No hay nada antes de él ni después de él. No es el poder humano ni de la naturaleza el “primero y el último”.

El fin de todas las cosas está bajo la mano del único que dirige el curso de los tiempos y de la historia. Esto es un gran aliciente para nuestros momentos de prueba. Por ser el primero y el último contamos con la garantía que nuestro sufrimiento no será por siempre. Esta es la promesa de victoria.

2. Estuve muerto y ahora vivo (vers. 8b)

El hecho de que él estuvo muerto y ahora vive le garantiza a cada uno de sus seguidores el triunfo sobre los sufrimientos humanos. Nuestro Dios se ha identificado con nuestras miserias. Él se hizo como uno de nosotros.

Asumió nuestra propia naturaleza, lo cual le hizo sentir todo el dolor humano. Y más aún, la decisión de morir en una vulgar cruz, donde sólo morían los más indignos pecadores, nos hace ver la manera más baja a la que descendió el Hijo de Dios.

De modo que su muerte fue real, pero lo más importante ahora es que vive. Esta es la gran noticia para todos los que pasan el “valle de sombra y de muerte”. Él puede ayudarnos en la peor de nuestras circunstancias. No hay sufrimiento tan grande que él no lo haya pasado.

Lo peor que nos pueda suceder ya él lo ha vivido. Los hermanos de Esmirna podían tener esta seguridad. Esa es la base de nuestra confianza también. Él ya venció la muerte, ahora nos espera triunfante y victorioso en los cielos. ¡Ánimo, hermano mientras pasas tus pruebas!

II. HAY SUFRIMIENTOS QUE SE TORNAN MÁS INTENSOS

1. “No temas en nada lo que vas a padecer…” (vers. 10)

El sufrimiento ha sido real para el pueblo de Dios. Jesús advirtió a sus seguidores sobre el particular. Él no negó esto, sino que lo afirmó: “En el mundo tendréis aflicción…”. Alertó a sus discípulos sobre la gran tribulación que vendría después de su muerte.

La iglesia de Esmirna fue un ejemplo de lo que se había profetizado en Mateo 24:9. Cuando Jesús miró a la iglesia notó cuán grande era su sufrimiento. Él se acercó a ella porque conocía sus obras, pero sobre todo su “tribulación y tu pobreza”.

Fue un gran consuelo que Jesús conociera su tribulación. Los hombres jamás verán el sufrimiento como lo puede ver Jesús. Muchos, frente a la tragedia humana son indiferentes como el levita y el sacerdote en la parábola del Buen Samaritano.

Jesús notó que los hermanos de Esmirna también eran pobres, aunque de inmediato les asegura que eran ricos. Sí, ellos eran ricos porque la auténtica riqueza no es material, sino la espiritual. Su sufrimiento, paradójicamente, los estaba siendo ricos.

2. El diablo produce el peor sufrimiento (vers. 10b)

Nadie estuvo más consciente del sufrimiento de aquella iglesia como lo percibió Jesús, porque su peor causante era el propio Satanás. El pecado causa mucho sufrimiento en nuestras vidas, siendo esto un sufrimiento moral, sin embargo, el sufrimiento que trae Satanás siempre tocará lo material.

En él no hay compasión. Observe cómo destruyó a Job. Y Jesús lo calificó como “ladrón”, porque él viene para matar, hurtar y destruir (Juan 10:10). ¿Por qué Satanás traería mayor sufrimiento a la iglesia? (vers. 9). Porque allí vivían un grupo de judíos que se había convertido en “sinagoga de Satanás” a quienes él usaría para calumniar y ensuciar el carácter de los creyentes.

Satanás como padre de mentira se encarga de engañar desde el principio. En el caso de esta iglesia él tenía sus instrumentos para que blasfemaran contra el nombre de Cristo. De esta manera, los hermanos de Esmirna estaban sufriendo por Satanás y aquel sufrimiento sería mayor.

Como alguien dijo: “A veces sentimos que nuestra casa se derrumba, y al mirar hacia arriba, vemos a Satanás en el techo sacando los clavos”.

3. “Para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días”

Otra vez Cristo reconocía la aflicción y pobreza de esta iglesia. Los creyentes eran perseguidos porque no negaban su fe ante las exigencias del emperador. Si bien eran ricos espiritualmente, la persecución y la opresión a los que estaban siendo sometidos les estaban causando pobreza material.

¿Cómo se veía la prueba entre ellos? Satanás estaba usando a los llamados judíos para ahondar más el dolor y el sufrimiento. Como ellos no creían en el Mesías, llegaron a ser cómplices de los romanos para que estos, como policía del estado, los persiguieran y los maltrataran.

Sin embargo, la “tribulación de diez días” sugiere que Dios interviene siempre en nuestro dolor para que no se prolongue en el tiempo. Así, pues, no estamos solos mientras sufrimos. Porque como hemos dicho no hay prueba tan grande que Jesús no la haya llevado.

La promesa es que, aunque “ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno…”. Porque frente a ese oscuro valle de sufrimiento sé que Jehová es mi pastor, y que nada me faltará. No estoy solo mientras pasa el “huracán” de las pruebas.

III. HAY UN GALARDÓN DETRÁS DEL SUFRIMIENTO

1. “Se fiel hasta la muerte…” (vers. 10c)

Una cosa es ser fiel mientras todo anda bien y otra muy distinta es permanecer fiel en medio de las pruebas. ¿Seremos fiel hasta la muerte? ¿Qué tal si viviéramos en Afganistán y llegaran los talibanes y nos dijeran que neguemos nuestra fe o seremos llevados a las plazas para ser ejecutados públicamente?

Solemos hacer promesas de ser fieles en todo, y aun “hasta que la muerte nos separe”, pero venida alguna adversidad se rompen los votos del compromiso. A los hermanos de Esmirna el Señor los anima con estas palabras: “se fiel hasta la muerte”.

Las palabras del Señor no son las mismas que pronuncia el ministro al momento de exigirles fidelidad a los cónyuges. Cuando Jesús alienta a sus hermanos a mantener su fe incólume hasta la muerte es porque él sabía de la tormenta que se avecinaba.

Les había dicho: “No temas en nada lo que vas a padecer…”. Es un hecho indiscutible que frente a la presencia de la muerte es cuando se comprueba nuestro grado de fidelidad. Para los tiempos de Jesús, aquellos sufrimientos tenían que ver con la decisión de ser fiel a Cristo o al César. De eso dependía su vida.

2. La corona de la vida (vers. 10d)

Jesús nos dice que, si nuestro sufrimiento llegara hasta la muerte por causa de su nombre, no temeremos porque al final él nos daría la “corona de la vida”. Esa es la premiación para los que se mantengan fieles. Una corona se les da a los ganadores.

Ella es símbolo de victoria. A los triunfadores cristianos se les promete una corona de justicia (2 Timoteo 4:8) y una corona de gloria (1 Pedro 5:4). No es una corona de laurel como se les dio a los triunfadores de las olimpiadas griegas.

La “corona de vida” representa lo imperecedero. Es la vida eterna que le aguarda a los seguidores del que dijo que era el “Primero y el postrero”. La “corona de la vida” es lo que les espera a los que permanezcan fieles a pesar de las persecuciones.

En este sentido Pablo nos recuerda que para alcanzar ese premio debemos luchar legítimamente (2 Timoteo 2:5). Y de igual manera nos recuerda que “todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:25).

3. No sufrirá daño de la segunda muerte (vers. 11)

Pero la otra promesa conferida a los que pasan por el sufrimiento es que no pasaran la terrible experiencia de “la muerte segunda”. Alguien dijo que el que “nace dos veces muere una vez, pero el que nace una vez morirá dos veces”.

Esta declaración corresponde al hecho del nacimiento espiritual, el que nos libra de pasar por la muerte espiritual, la segunda. Jesús les promete a todos los vencedores que ellos pasarán de muerte a vida (Juan 5:24).

La “muerte segunda” es la muerte eterna. Sin duda que este será el sufrimiento mayor. Nadie que acepte a Cristo como su salvador sufrirá daño de esa segunda muerte.

El infierno es el lugar de la “muerte segunda”. Allí estará el diablo y sus ángeles y todos los que rechazan la gracia manifestada a través de nuestro Señor Jesucristo. Escapar de esa muerte será la victoria mayor.

CONCLUSIÓN:

El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. ¿Qué le estaba diciendo el Espíritu a la iglesia? Que esté consciente del sufrimiento que vendrá y que su ánimo no decaiga. Que cuente con la promesa del que ya sufrió y murió, pero que ahora vive.

¿Qué le dice el Espíritu a la iglesia hoy? Que, si bien es cierto que nuestros sufrimientos no son comparables a los Esmirna, que sepamos que hay otros sufrimientos de los que no escapamos, tales como: Insultos, maltratos, abandono, encarcelamientos, discriminación y burlas por ser cristianos.

Frente a todo debemos ser fieles hasta la muerte, porque el Señor nos dará la corona de la vida. La fidelidad es lo que más busca el Señor y es el secreto para ser “más que vencedores” en medio de nuestros mayores sufrimientos.

Pero que también recordemos que nuestras tribulaciones son breves porque no son comparables con la gloria que ha de manifestarse (2 Corintios 4:17). Mi amigo si estás pasando por algún sufrimiento ven a Cristo, él le dará reposo a tu alma.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia
Fairfax, VA.

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