Sardis – En cuidado intensivos

Que, si bien es cierto que muchos podrían estar viviendo desanimados, quejumbrosos, carnales y alejados del Señor, también hay hombres y mujeres santos que se mantienen firmes en el servicio, y su constante consagración a Dios. En esto hay esperanza.

2. “El que venciere será vestido de vestiduras blancas…” (vers. 4)

Es verdad que el Señor ha visto que las obras de esta iglesia no han sido tan buenas como las vio en otras. Sin embargo, si la iglesia toma el camino correcto de la restauración, no morirá, sino que más bien tendrá un final glorioso que se traducen en premios para los victoriosos.

Las recompensas para los vencedores de esta iglesia son únicas en toda la Biblia. Uno tiene que ver con la vestimenta blanca. Normalmente a los muertos se les viste con buenos trajes. Si nunca usó alguno, la familia se lo pone.

En algunos casos, los visten con vestiduras blancas, pero cual es el problema de alguien que está en esa condición, pues está muerta. Ese vestido se va a corromper pronto y se llenará de gusanos. Pero mire la promesa que se les da a los triunfadores. Serán vestidos de “vestiduras blancas” que jamás se ensuciarán.

Las vestiduras blancas son siempre símbolo de redención en las Escrituras. Esta verdad aparece más amplia en el capítulo 7 de este libro. Así que, al vencedor, Jesús le promete que “será vestido de vestiduras blancas”, que es la justicia de Dios que los hace aceptos delante de él. “La pureza de la gracia será recompensada con la pureza perfecta de la gloria”.

3. “No borraré su nombre… confesaré su nombre…” (vers. 5)

Veamos la otra promesa que Cristo hace: “De ninguna manera quitaré su nombre del libro de la vida”. Es una promesa de la seguridad de la salvación. Algunos interpretan que sólo los nombres de los creyentes están escritos en ese libro de la vida, y que no hay peligro de que alguno sea borrado de él.

Eso suena bien. Pero ¿por qué hay la idea que nuestro nombre pudiera ser borrado del libro de la vida? Lo que yo creo es que Dios tiene el nombre de cada persona inscrita en el libro de la vida, pero que cada persona necesita creer en Jesucristo para que en el día final su nombre no sea borrado de allí.

La promesa para los que perseveramos es que “nunca borraré su nombre del libro de la vida”, pero, además, que el Señor “confesará su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Mis amados, de todas las promesas y los galardones que el Señor le ha propuesto al creyente y a las iglesias fieles, esta es la promesa más reveladora y grande de todas.

Qué momento más sublime será aquel cuando seamos presentados delante del juicio final y cuando el Padre comience a leer la lista y escuche mi nombre que sea el mismo Cristo, mi Abogado eterno, que lo confiese porque él murió por mí.

CONCLUSIÓN:

Al final de la carta aparecen otra vez las palabras “el que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Y, ¿qué ha dicho el Espíritu a la iglesia hoy? ¿De qué manera él te ha hablado? Para la iglesia la reflexión apunta hacia la clase de creyentes que somos.

No suena halagador que el Señor nos diga “tienes nombre de que vives, pero estás muerto”. El llamado es a ser vigilante y afirmar las cosas que están por morir.

Si no eres creyente, y sabes que tu nombre podrá ser borrado del Libro de la Vida, es tiempo para que hoy te pongas “el vestido blanco”, cuyo símbolo nos habla de haber sido lavados en la sangre de Cristo.

Si eres creyente, el llamado de este texto es para que andes con vestiduras blancas; que no manchemos nuestro testimonio.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia
Fairfax, VA

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