Los que han sido sus enemigos ahora el Señor los trae a sus pies para que reconozcan “que yo te he amado”. ¡Que declaración tan solemne! Se equivocan los enemigos del evangelio. Jesús sabía quiénes eran los de “la sinagoga de Satanás”, y ellos serían los primeros a quienes Jesús haría que se postraran ante la iglesia del Señor.
Muchos de los que han sido enemigos del evangelio, el Señor los estaba convirtiendo para su reino. Ningún ejemplo es más elocuente que la conversión de Pablo, el hombre que pasó de un perseguidor a ser perseguido. ¿Qué es lo que hace que los enemigos vengan y se inclinen ante la iglesia y reconozcan que Dios la está bendiciendo?
Es cuando la iglesia reacciona frente a la oposición y la hostilidad con amor y con un evidente conocimiento de Dios. Recordemos que quienes se constituyan en nuestros enemigos hoy, el Señor los convierte en nuestros mejores aliados en el mañana; y todo porque él nos ama.
Es reconfortante saber que la iglesia que pasa por las pruebas de la humillación frente a un enemigo real, algún día tal humillación se convertirá en la exaltación de los santos.
2. Afirmando que él volverá pronto (vers. 11)
Este corto texto es un refrescamiento a todo lo que la iglesia ha venido haciendo y por lo que ha venido pasando. No está desconectado de “la hora de prueba” que ha de venir al mundo, porque más bien se les asegura a los hermanos de Filadelfia que ellos no se quedarán postrados en medio de las adversidades por las que ahora pudieran estar pasando.
El saber que Cristo viene pronto es la más clara promesa de victoria para su iglesia. Lo que vemos constantemente en este mundo plagado de tanto mal pareciera muchas veces robarnos la esperanza y con ello Satanás hacernos creer que esa promesa dada a la iglesia de Filadelfia es mentira, porque han pasado más de 2 mil años y ese “pronto” no llega.
Pero la verdad sigue siendo otra. Satanás es mentiroso y padre de mentiras. A él le conviene decirle al creyente que esta es la promesa que más desánimo produce en el creyente, debido a tan larga espera.
Sin embargo, junto a la más grande de las promesas de la Biblia, el Señor le aconseja a su iglesia que retenga lo que tiene, eso es su corona, para que nadie le quite lo que es suyo. La corona se le da al ganador.
3. Anunciando los galardones celestiales (vers. 12)
Otra vez se plantea aquí la condición: “al que venciere”. Esa es la consigna del creyente. Para los que vencen les espera ser parte del templo de Dios en los cielos. “Columna”, es una de las partes más importantes del templo.
“Nunca saldrá de allí”, eso habla de permanencia, de eternidad. Una vez que lleguemos al cielo jamás desearemos retornar a ninguna otra parte. Os daré tres nombres. Los nombres revelan el carácter de la persona a la que se le ha dado.
El primero es “el nombre de mi Dios” y esa es una promesa de que los creyentes serán hechos semejantes a Dios. “Escribiré sobre él el nombre de la ciudad de mi Dios”.