La tibieza del alma

Era tibia, y estaba a punto de ser vomitada de la boca del Señor. Esto es lo que produce la tibieza. Ningún asunto será más desagradable para el Señor que lidiar con una iglesia tibia. Conozcamos la naturaleza de la tibieza espiritual.

I. VISTA EN LA MANERA CÓMO CRISTO SE REVELA A LA IGLESIA EN LAODICEA

1. Laodicea – “He aquí el Amen…” (vers. 14b)

“Amen” es una de las palabras que más se oye en los cultos evangélicos, y fuera del ambiente cristiano. Es una palabra de origen hebreo y ha sido tan bien usada en tantos idiomas que se pronuncia de una forma natural.

AMÉN significa, verdadero, fiel y cierto. Es la palabra que pronunciamos al final de nuestras oraciones o cuando deseamos afirmar que lo que estamos oyendo es bueno y verdadero. Fue la frase favorita de Jesús cuando decía “de cierto, de cierto os digo” (griego, amen, amen lego umin).

Jesucristo es el Amén de Dios. Y él, como el Amén de Dios, es la respuesta que confirma y acepta la verdad. Cristo mismo es la respuesta invariable a todas promesas divinas.

Él es el Amén eterno que ahora tenemos. En Cristo Jesús, Dios nos da su Amén a través de sus promesas; y en Cristo nosotros decimos Amén a Dios a través de la oración.

2. Laodicea – “El testigo fiel y verdadero…” (vers. 14c)

La iglesia de Laodicea estaba mostrando una cara de falsedad en su vida práctica y doctrinal, de allí el duro reproche de parte del Señor. Por tal razón esta revelación de Cristo como “testigo fiel y verdadero” viene a ratificar que él es confiable.

Que es veraz en todo lo que dice. Viniendo de Dios, Jesucristo es un testigo fiel que ha visto y oído al Padre, y todo lo que nos ha dicho es verdadero. No puede haber falsedad ni mentira en él. Ya sabemos quién es el “padre de mentiras”.

Jesús como testigo fiel y verdadero habla claro y contundentemente la verdad, porque le interesa que esta iglesia la oiga y la entienda. La tibieza del alma debe enfrentarse a la manera como Cristo se revela.

3. “El principio de la creación de Dios”.

Esta declaración ha dado origen a la herejía que Cristo no es Dios, sino una creación. Pero esto no podía estar más lejos de la verdad. Pablo ya había combatido este error de acuerdo con Colosenses 1:15-17.

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