La tibieza del alma

CONCLUSIÓN:

En este último mensaje dirigido a esta iglesia algunos han encontrado lo que se ha llamado el “síndrome de Laodicea”. Esta iglesia presentaba una disociación entre lo que ella pensaba de sí misma y lo que Dios pensaba de ella. Ni era fría ni caliente, sino tibia.

Ella decía: “yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. Pero Jesús le dice: “Tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”. Así tenemos que la iglesia era pobre, aunque vivía en medio de un floreciente centro financiero.

Era ciega en medio de una ciudad que tenía una excelente escuela de medicina, y estaba desnuda en medio de una ciudad que se caracterizaba por la lana para los más finos vestidos. Aunque una iglesia viva en la prosperidad material no es sinónimo de tener prosperidad espiritual.

Lo que la iglesia piensa de sí misma le hace vivir tibiamente. Esa es la realidad espiritual para cada creyente.

Alguien lo expresó así: “El presumir que somos ricos cuando en realidad somos pobres; el presumir que somos bienaventurados cuando en realidad somos desventurados; el presumirnos como iluminados cuando en realidad somos tenebrosos.

El presumirnos como ataviados cuando en realidad estamos desnudos, constituye la mayor de las desgracias de un creyente y de una iglesia”.

Mi preocupación debería ser no tanto lo que yo pienso de mí mismo, sino de lo que piensa el Señor de mí. De allí la solemne amonestación del vers.19. ¿Qué clase de creyente soy al evaluar mi vida a la luz de esta iglesia?

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia
Fairfax, VA

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