La práctica del diezmo en el cristianismo

En el siglo nueve Carlomagno aprobó la primera ley de diezmar en su dominio. La gente, sin embargo, se rehusó a pagarlo. Puesto que los diezmos resultaron ser el origen de mucha dificultad en todo país en que los reunían, estos fueron abandonados gradualmente por el catolicismo

Aunque hoy suele ser negado, y frecuentemente criticado, la iglesia católica practicó el diezmo desde el s. VI. El catolicismo, auxiliado del poder político, impuso sobre sus feligreses la obligación de ayudar a la Iglesia como una ordenanza divina que obliga a la conciencia.

Se legisló sobre la contribución a la Iglesia en la carta de los obispos reunidos en Tours (567 d.C.) y en los cánones del Concilio de Macon del 585 d.C. Al principio la contribución se le pagaba al obispo, pero más tarde el derecho pasó a los sacerdotes parroquiales.

Como era de esperar, hubo abusos. También se le pagaba una porción a príncipes, nobles y eclesiásticos a cambio de protección y servicios. En el tiempo de Gregorio VIII se instituyó el “diezmo de Saladín” que debían pagar todos los que no participasen personalmente en las Cruzadas para recobrar la Tierra Santa.

Aún hoy (aunque se ha eliminado la mención del diezmo), el Catecismo de la Iglesia Católica afirma que los feligreses deben ayudar a sostener la iglesia. El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades) señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a las necesidades materiales de la Iglesia. [15]

En la actualidad la Iglesia Católica mantiene la enseñanza paulina sobre la obligación de los fieles de contribuir generosamente con las necesidades de la Iglesia según sus posibilidades, pero la manera en que lo hacen no está definida por la ley.

Algunos dentro de la Iglesia Católica recomiendan el diezmo como una forma de establecer una contribución proporcional a las ganancias: Personas con recursos podrían dar mucho más, mientras que, para un pobre, dar el 10% podría significar negarles a sus hijos el alimento.

Así pues, aunque la Iglesia Católica no establece una cuota a sus feligreses, la Iglesia nunca ha eximido a estos de la obligación de contribuir, al contrario, les enseña que dar es una obligación y también un privilegio. La iglesia cristiana evangélica solo heredó lo que la iglesia católica practicaba desde entonces: el dar diezmos.

CONCLUSIÓN

El Nuevo Testamento en ninguna parte ordena, o aún recomienda que los cristianos se sometan a un sistema legalista de diezmos.

En ningún lugar señala un cierto porcentaje de ingreso que se deba apartar de forma obligatoria, solamente dice que se ponga aparte algo según cada uno haya prosperado (1 Corintios 16:2).

La iglesia cristiana básicamente ha tomado la figura del 10% del diezmo del Antiguo Testamento, y la ha aplicado como un “mínimo recomendado” para los cristianos en su ofrendar. ¿Es esto incorrecto?

No necesariamente. Todo depende de la forma en que se realiza. Cada comunidad cristiana es libre de determinar la forma mediante la cual financiará sus actividades y sostendrá a sus ministros, siempre y cuando esto se haga de forma legítima y sin imposiciones legalistas.

Y es ahí donde está el problema: hay congregaciones en las cuales el pago de los diezmos se usa como medida de la dignidad personal.

Aquellos que no pagan los diezmos son víctimas de ostracismo, sermones teledirigidos, discriminación y, en algunos casos extremos, considerados no salvos. Hay congregaciones en las cuales las ofrendas, primicias y diezmos son más predicados que Cristo. Esto es totalmente incorrecto. El Evangelio no debe ser visto como un negocio. Contra este tipo de maestros nos advierte la Palabra:

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