Los sacrificios que producen gratitud

¿No es suficiente haber sido sanados de la dolencia del alma? Pues, además de esto, Dios nos “corona de favores y misericordias”. La Biblia nos dice que por las misericordias de Dios no hemos sido consumidos.

Esto puede aplicarse al hecho que todos los días somos sorprendidos por la mano protectora de Dios. ¿Sabe usted de cuántas cosas Dios nos libra todos los días? ¡Qué extraordinario es este texto!

Nuestros pecados nos privaron de los honores, pero el perdón nos corona nuevamente. Coronemos nosotros al Dios por medio de nuestra alabanza y gratitud. Traigamos a las coronas a sus pies.

V. DAMOS GRACIAS A DIOS POR LA SATISFACCIÓN RENOVADA

a. “El que sacia de bien tu boca…” (vers. 5b)

No hay satisfacción en este mundo para el alma atribulada. Hay comidas que llenan, pero no satisfacen. Solo el creyente queda satisfecho, porque quien lo llena es el Espíritu Santo.

Solo un hijo de Dios puede vivir satisfecho, porque el hombre antes de conocer a Cristo anda probando todo aquello que anhela su alma, pero comprueba que necesitará siempre de algo más fuerte y de mayor placer para sentirse bien, con el resultado que su alma seguirá siempre vacía.

Sólo el Señor puede satisfacer el corazón anhelante y no le niega nada a los que andan en rectitud. El creyente ha encontrado en Cristo el Pan de Vida que satisface su hambre de amor y de justicia. Ha encontrado en Cristo el Agua de Vida, pues ella salta en su interior como una corriente viva que calma su sed.

Pero, sobre todo, ha encontrado en Cristo el Buen Pastor que le conduce a los prados verdes donde puede satisfacer su búsqueda y donde puede descansar. El mundo sacie nuestra boca con la “comida chatarra” que ciertamente te llena, pero no te sacia. Por cuanto Dios sacia de bien nuestra boca, nos levantamos en completa gratitud a Él por la total satisfacción que nos da.

b. “De modo que te rejuvenezcas como el águila”

En el salmo anterior David se quejó del estado de su alma, y llegó a decir que era semejante al pelícano del desierto o al búho de las soledades (Salmos 102:6). Pero ahora ha dejado su lamento para volar por las alturas como el águila. David sabía que su Dios podía renovar sus fuerzas para levantarse sobre sus propias circunstancias.

Así que el David del Salmo anterior, ahora lo vemos como el águila, símbolo de victoria. Mis amados, el Señor obra maravillosos cambios en nosotros para que aprendamos por medio de estas experiencias a bendecir su santo nombre. La figura del águila rejuveneciéndose ilustra la importancia de la restauración en la vida.

El caso más curioso es que el águila se rejuvenece con el tiempo, haciendo una especie de retiro para cambiar de plumas, sus uñas y su pico. Una vez hecho eso se levanta con mayor fuerza para elevarse sobre las alturas, y así comenzar una nueva etapa de su vida.

Esto fue lo que David experimentó después que sintió el perdón de sus pecados. Mis amados, el tema de Isaías 40:31 sigue vigente. Agradezcamos al Señor porque él nos renueva constantemente.

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