El examen mayor

Sin embargo, su más grande coraje lo ha mostrado ahora delante de su Dios, poniéndose en sus manos y permitiendo este examen. En la ocasión cuando pecó contra Dios por haber hecho un censo para saber cuánto era su poderío militar, Dios le propuso tres tipos de castigos, y cuando el profeta Gad fue a visitarlo, él optó por el tercer castigo, cuando dijo: “Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres” (1 Crónica 21:1-13).

Así era su carácter, y ahora cuando sabe hasta dónde Dios lo conoce, y lo ve, no quiere a más nadie para ser examinado, sino a Él. Esta es una oración osada, porque no es lo mismo el examen de los hombres, que el examen de Dios.

Cuando abrimos la puerta al examen de Dios, le estamos permitiendo revisar los lugares donde guardamos algunos secretos, no vistos por los hombres. ¿Cuáles serán los secretos que Dios encontrará?

2. “Conoce mi corazón {…}” (vers. 23b)

El verbo hebreo “conocer” es usado en este salmo seis veces (verss. 1-2, 4, 14, 23ª, 23b). David comienza diciendo “tú me has examinado y conocido” (vers. 1, y termina diciendo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón {…}”.

En la primera oración podemos ver el conocimiento de Dios respecto a nuestro origen y nuestras actividades; nada se le escapa en la forma cómo Dios nos conoce.

Ahora, cuando David ya es mayor, y ha pasado por tantas pruebas y tentaciones, le pide a Dios examinarlo profundamente. La relación íntima con alguien es considerada como el asunto más profundo del corazón humano. El ser conocido y el ser amado es la pasión más grande del alma.

Cuando invitamos a Dios a examinarnos, y especialmente a conocer nuestro corazón, nos estamos arriesgando, porque al abrirle a Él nuestra puerta de esta manera, pudiera encontrarse con algo que no será de su agrado.

Una de las definiciones más fuertes acerca del corazón es su perversidad (Jeremías 17:9). Permitir a Dios su examen es como una cirugía de corazón abierto, allí se verá su real condición. Pero Dios no hará nada sin nuestro consentimiento.

II. EL SEGUNDO IMPERATIVO ES PRUÉBAME

1. “Pruébame {…}” (vers. 23c)

Este imperativo es el más difícil de los tres de este texto. Probar algo es buscar la calidad. Los buscadores de perlas tienen métodos para probar si son falsas o auténticas.

Hay por lo menos cinco pruebas, pero la más importante de todas es “la prueba de la mordida”. Esa prueba consiste en colocar la perla entre los dientes superiores e inferiores y luego morderla suavemente sobre ella.

También tienes la opción de frotar suavemente la perla contra el exterior de sus dientes. En ese momento de la prueba, la persona debe prestar atención cuando la perla entra en contacto con tus dientes.

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