El examen mayor

La perla real tiene una superficie hecha de nácar con una sensación arenosa. Por lo tanto, si al morderla se siente como el roce de papel de lija, eso es una prueba de que una perla es real.

Cuando David le da permiso a Dios para probarlo, lo hace en su contexto inmediato. Este deseo de ser probado era para confirmar su lealtad, y comprobar de esa manera, que él no era como los impíos mencionados en 139:19–22. David sabía de los hombres impíos y sanguinarios, pero él los aborrecía, por lo tanto, se somete al examen mayor para ser distintos a todos ellos.

2. “Conoce mis pensamientos” (vers. 23d)

David conocía la batalla de sus pensamientos. En ese deseo de ser probado, los pensamientos se constituyen en nuestro mayor escrutinio, revelando quiénes somos realmente. David no dejó un lugar escondido en su intimidad donde Dios no lo probara. Pedirle a Dios: “conoce mis pensamientos”, es abrirle la puerta a una relación más profunda.

De hecho, la palabra “conocer” acá es la misma utilizada en la Biblia cuando se habla de una relación íntima entre un hombre y una mujer. Es la palabra hebrea “yada” cuyo significado es “conocer por experiencia de una manera íntima”. La primera vez cuando apareció esa palabra fue en Génesis 4:1; allí se dice: “Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín {…}”.

En el aspecto humano no hay una relación más íntima como la relación sexual, porque los dos llegan a ser una sola carne. Otro aspecto es cuando alguien logra dominar los pensamientos de otro, controlándole.

Eso pasa con las ideologías modernas, especialmente la comunista y la de género, tan mencionadas ahora. Pero imagínese a Dios dominando mis pensamientos. Qué clase de persona sería si Dios dominará mis pensamientos; bueno, esta fue la recomendación Pablo de acuerdo con (2 Corintios 10:5).

III. EL TERCER IMPERATIVO ES GUÍAME

1. “Ve sin hay en mi camino de perversidad {…}” (vers. 24 a)

Entrar a nuestro propio corazón con el propósito de ver su condición demanda un gran coraje, y solo hay dos personas que pueden hacer esto: Dios y yo mismo. Como la perversidad es algo latente en mi vida, el escrutinio de mis caminos debe ser el asunto más importante. David pareció no haber estado conforme con el examen de parte de Dios. Ahora utiliza el verbo “ver” respecto a los caminos por donde anda.

Por cuanto el tema dominante del salmo ha sido el atributo de la omnipresencia de Dios, le invita ahora a mirar sus caminos; eso es, al lugar donde se dirigen sus pies. Cuando David le pide a Dios ver su camino, no es porque andaba perversamente, sino más bien es un anticipo en su oración para ser preservado de alguna desviación de su corazón, con la cual pudiera estar luchando.

Suena raro hablar de un camino de perversidad en la vida de un santo de Dios; pero esto no es extraño. A veces pudiera haber alguna tendencia a algo prohibido, o por estar viendo algo donde se fija mi vista y así andar por “caminos de perversidad”. La invitación del salmista a Dios es para mirar por dónde andan sus pies. Esta es la oración más comprometedora de nuestra vida cristiana.

2. ¿Qué es un camino de perversidad?

Spurgeon ha dicho de este texto que “del mismo modo que aborrezco todo camino de perversidad en los malos, también odiaría que lo hubiera en mí”. ¿Por qué se dice esto? Porque en el corazón hay muchos caminos a los cuales a menudo obedecemos y seguimos. No será extraño descubrir los caminos del orgullo, del egoísmo, de la mundanalidad, o aquellos donde buscamos placeres vacíos, honores, fama, etc.

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