El examen mayor

¿Cuál será el camino donde anda su corazón? ¿Hay alguna perversidad? Le menciono otros donde de repente no ve mucha “perversidad”. Qué tal la apatía respecto a una vida íntima de oración y el examen de la palabra. Déjeme llevarle a otro camino no tan “perverso”. Qué tal el camino de mis propias decisiones, llegando a la desobediencia al Señor.

Mis amados, si estos caminos u otros no nombrados acá, son por donde anda mi corazón, entonces la oración de David debo hacerla en todo el tiempo: “Señor, ve si hay en mí camino de perversidad”. Si hubiera una tendencia continua al mal en mi corazón, debo orar: Señor regrésame, zarandéame, quebrántame, humíllame, confróntame, pero, sobre todo, acércame a ti.

3. “Y guíame por el camino eterno” (vers. 24b)

Hay un camino eterno, porque los demás son temporales, pasajeros, y muchos de ellos son caminos de maldad. La Biblia habla de aquellos caminos con una apariencia de rectitud, pero al final son caminos de muerte (Proverbios 14:12). Muchos andan por esos caminos, y si bien pudieran ellos llevarlos a una eternidad, no será la eternidad de la cual David nos habla en este texto.

Cuando Dios nos examina, nos prueba, y al ver lo que hay dentro, nos limpia de todo pecado, y deja nuestro corazón apto para adorarlo de modo de transitar el camino de la santidad, cuyo fin será una eternidad con Dios.

David está consciente de la importancia de caminar en rectitud delante de su Dios. Él conoció los caminos de la perversidad, haciendo cosas para las cuáles jamás pensó que su corazón se prestaría.

Sin embargo, en la quietud de su alma, y después de haber mencionado en el salmo los más más grandes atributos divinos, ahora hace una oración final donde desea estar al final de sus años.

Por cuanto David mencionó los posibles lugares a dónde podría huir, sin éxito alguno, ahora le pide a su Dios que sea Él que lo conduzca más allá del sol, a su cielo prometido. Y el único guía para el camino eterno es Cristo, no hay otro. ¿Anda por ese camino?

CONCLUSIÓN:

Un resumen de todo este Salmo nos lleva a estas consideraciones. Dios me había conocido aun antes de mi concepción, y cuando ya estaba en el vientre, allí “mi embrión vio tus ojos”.

Dios ha escudriñado mi vida completamente. Él sabe de mi andar y mi reposo y todos mis caminos no son desconocidos. Dios conoce aún lo que no hemos hecho. Él ve nuestros pensamientos, aun de lejos, y todavía no está la palabra en nuestra boca, y ya lo sabe todo.

Y Dios muestra su interés por nosotros al rodearnos por delante y por detrás. Todo lo expresado por David en este salmo es para afirmar dos grandes atributos divinos: la omnisciencia divina y la omnipresencia de Dios.

Y es frente a esto, al sentirse desnudo en su presencia y después de haber apreciado ese conocimiento, siendo demasiado maravilloso para él, que termina de rodillas, postrado, humillado con esta oración de los versículos 23-24. ¿Por qué no caemos nosotros también delante de él pidiendo un examen mayor?

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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