El propósito de Juan es mostrar a sus lectores el carácter cristiano del mensaje del evangelio. Jesucristo nació en Belén, pero ya estaba desde el principio. Si bien Juan no habla de la historia de Jesús, como lo hace Mateo y Lucas, si nos recuerda de haberlo visto, contemplado y tocado. El fue Verbo hecho carne, el “Verbo de vida” como le llama.
Cristo se reveló como el Hijo amado de Dios y luego se entregó para nuestra salvación. Él es real, y habiendo estado con Dios desde el principio, ahora ha entrado en la esfera de la experiencia humana.
El mensaje de Dios vino a los hombres para ser oído. La prueba de ser un hijo de Dios está relacionada con mi experiencia con el Verbo hecho carne. Es el testimonio de mi encuentro con él. Juan lo oyó, lo vio y lo contempló. ¿Ha tenido esa experiencia?
2. Se basa en el anuncio hecho a través del evangelio (vers. 2)
Juan fue el apóstol más longevo de todos. Aun viviendo como un anciano en la isla de Patmos, desterrado por causa de la persecución, fue un testigo fiel de Cristo. En su testimonio él habla de aquella vida manifestada y vista, pero también de haberla anunciado como el evangelio glorioso, el de “la vida eterna”.
Aquella preciosa vida de Jesús “la cual estaba con el Padre” se nos manifestó en medio de nosotros. ¿Qué significa esto? Que ahora Jesucristo es la suprema revelación que hace Dios de sí mismo. Él ha llegado a ser la revelación final de Dios para comunicarnos su amor.
Jesucristo es la Palabra personal de Dios, además de todas las palabras habladas y las cumplidas en él. Si usted afirma ser un creyente, pero no ha conocido a Cristo en esa revelación especial, y personal, pues solo ha oído de un Cristo histórico, más no de este Cristo manifestado.
El conocimiento de Juan acerca de Cristo lo llevó a dar testimonio de él y a anunciarlo. He aquí una prueba de mi salvación. Si yo no testifico a nadie acerca de Cristo, lo más probable es que no lo conozca. Considere esto, usted siempre va a hablar de un tema favorito ¿cuál es? Y por qué Jesucristo no es el tema favorito de nuestra conversación.
3. Se basa en una comunión verdadera con el Padre (vers. 3)
La otra prueba de mi salvación es la comunión con el Padre. Juan es el hombre de la comunión, solo en este primer capítulo la encontramos cuatro veces (vers. 3, 6-7). Juan les habla de compartir con él la comunión de la cual está gozando, pero añade inmediatamente: esa comunión debe ser con el Padre y con el Hijo.
Y para entender mejor el planteamiento de Juan, la definición de la palabra “comunión” acá nos ayudará en el pensamiento del apóstol. “Comunión” es la traducción de una palabra griega que literalmente significa “tener en común”. En este sentido, dos o más personas tienen comunión cuando tienen algo en común unión.
Este era el caso de Jacobo y Juan quienes compartían con Simón la actividad de la pesca (Lucas 5:10). Pablo y Tito participaban en una fe común (Tito 1:4). Considere al matrimonio. Esa debería ser la relación donde más se aprecie la común unión. He aquí el desafío de la prueba de mi testimonio.
Si no vivo en comunión con el Padre y con el Hijo debo considerar si realmente soy salvo. Si lo primero en buscar en mi corazón es cualquier otra comunión y no la del Señor, debo saber que algo mal está en mi vida.