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El propósito de las pruebas

Estudios Bíblicos

Predica de Hoy: El propósito de las pruebas

Estudios Bíblicos Cita Bíblica: Génesis 22

Introducción

El propósito de las pruebas.

Analizar las pruebas desde la perspectiva correcta puede convertirse en una bendición, imagine cual es la peor prueba que podría enfrentar usted.

Una crisis financiera, perdida de un ser querido, pérdida de empleo, la noticia de una enfermedad terminal en un ser querido, un fatídico accidente de tránsito, una violación, un robo , un secuestro, la acusación injusta que implique encarcelamiento, todas estas cosas afectan nuestras vidas y la de nuestros familiares.

El libro de Job nos recuerda que los problemas no pueden evitarse: «Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción» (5:7).
(Gene Wilkes) “Cualquiera que intente crear un mundo de fantasía en el que todo sea perfecto está expuesto a sufrir un profundo pesar”.

En algún momento de nuestra vida, todos tendremos que enfrentar el sufrimiento. Por eso tenemos que comprender la manera de hacerle frente.

Job atravesó algunas de las pruebas más duras que uno pueda imaginarse: Perdió a sus hijos y a su ganado, y su cuerpo se vio aquejado por llagas dolorosos. Y lo peor, se quedó solitario con una esposa que no le ofrecía comprensión alguna.

Job sufrió, pero creo que el que enfrento la prueba más difícil fue Abraham

En Génesis 22 se describe la prueba inimaginable que Dios le hizo pasar a Abraham. (verss. 1–2).

Esta petición no encajaba en lo que Abraham conocía acerca de Dios. No había ningún precedente de sacrificio humano en el pacto de Dios. Esa era una práctica pagana.

Ningún hijo de Dios jamás ofrecería en sacrificio a uno de su propia especie. Además, Isaac era el hijo de la promesa. Dios había tocado las entrañas muertas de Abraham y Sara y les posibilitó engendrar un hijo que sería parte integral en el cumplimiento del pacto de Dios con Abraham.

¿Por qué pediría Dios un sacrificio humano si Él jamás había exigido uno antes?

Hacerlo representaba todo lo contrario de lo que Abraham conocía con respecto a Dios.
¿Por qué llegaría Dios tan lejos en sus milagros para posibilitar a una mujer engendrar un hijo al que luego Él pediría que mataran?

¿Por qué le haría Dios una promesa a Abraham de que iba a ser el padre de muchas naciones (ya conozco que temes a Dios) para después matarle a su único hijo? La idea resultaba ilógica y grotesca.

Toda esperanza de multiplicarse y de promesa moriría. Además, esto asestaría un golpe a la fidelidad de Dios con respecto al pacto.

Lo que la convierte en la prueba inimaginable más difícil no era que Isaac iba a morir, sino que Abraham tendría que matarlo con sus propias manos.

Una cosa es que un ser amado muera y otra bien distinta es que le digan a uno que tiene que matarlo. Si alguna vez hubo una orden de Dios que fuera merecedora de una extensa polémica, era esta. Podríamos esperar que Abraham dijera: «Esto no tiene sentido. No puedo hacerlo. ¿Podría explicarme qué tiene en mente?»

Miremos lo que sucedió sucedió fue lo siguiente: (verss. 3–8).

Abraham, sin cuestionar a Dios ni discutir con Él, obedeció inmediatamente a su petición. Creo que Abraham, en el fondo, sabía que Dios tenía algo en mente que concordaba con su carácter y su pacto. (verss. 9–10).

¡Qué fe tan increíble! Ahora puede comprender la naturaleza de la fe que Dios cuenta como justicia (Génesis 15:6) y por qué Pablo identificó a Abraham como el padre de los creyentes (Romanos 4:11–12).

Además de Cristo, él es uno de nuestros ejemplos más grandes de confianza en Dios. En el se resume lo que es  la sumisión y la obediencia ante la voluntad de Dios a cualquier precio. Dios honró eso, como nos muestran los siguientes versículos.  … (verss. 11–12).

Prueba para determinar si Abraham obedecería a Dios

Esta fue una prueba para determinar si Abraham obedecería a Dios, y él la aprobó.

Este relato muestra que podemos ser puestos a prueba con respecto a las cosas más queridas y cercanas a nosotros. Puede que tengamos que ofrendar a nuestros propios Isaaces (a quienes más amamos) y dárselos al Señor.

Abraham al estar dispuesto a desprenderse de Isaac sin importarle cuánto lo quisiera, demostró que no era posesivo.

Abraham estaba listo para hacer cualquier cosa que Dios le pidiera. (¿Y nosotros?)

Todos nos enfrentamos a muchas pruebas en la vida, pero no puedo imaginarme el pasar por una prueba como la que Abraham pasó. Su obediencia requirió abnegación y alto grado de excelencia. El pasó la prueba.

Esto se confirmó cuando el ángel del Señor le dijo: «ya conozco que temes a Dios» (vers. 12). Abraham reverenció a Dios al más elevado precio.

En Hebreos 11 aparece el comentario de esta prueba que Abraham pasó. En él nos enteramos de lo que le posibilitó a Abraham pasar tal prueba: «Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir» (verss. 17–19).

Estuvo dispuesto a obedecer a Dios porque creía que Dios podía resucitar de entre los muertos, aunque nunca antes había visto resucitar a un muerto. Creía que Dios era tan fiel a su Palabra y su carácter que si había hecho una promesa, hasta resucitaría a un muerto para cumplirla.

La historia de Abraham nos narra que un hombre puede atravesar la prueba más severa de la vida que se pueda imaginar si de verdad confía en Dios, si cree que Él cumplirá su promesa y logrará sus propósitos sin cometer errores.

Por eso EL es el modelo de fe humano más grandioso. En Gálatas 3 dice: «Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham… los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham» (verss. 7-9). Todo el que viva por fe en Dios es, en sentido espiritual, hijo de Abraham. Él es el padre de los creyentes.

Tenemos que percatarnos de que Dios nos permitirá atravesar pruebas, y que lo que nos sostendrá en medio de dichas pruebas es nuestra confianza en Dios y que Él hace que todas las cosas ayuden en pos de su propio propósito sagrado (Romanos 8:28).

Sé que todos soñamos con un ambiente de confort y tranquilidad perfecto. Aunque cualquier descanso temporal de las pruebas puede llevarnos a pensar que hemos logrado librarnos permanentemente de ellas, nuestra vida en la tierra jamás estará libre de pruebas.

Un futuro sin pruebas es una fantasía.

Cristo advirtió a sus discípulos y a todos los que siguen sus pasos que esperaran pruebas en esta vida (Juan 15:18; 16:4, 33).

Thomas Manton dijo en cierta ocasión que Dios tuvo un Hijo sin pecado, pero no tuvo ninguno sin cruz. Como cristianos, podemos estar seguros de que nos sobrevendrán pruebas. En el Salmo 23:4 dice: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo». Ahí radica nuestra confianza: Triunfaremos sobre las pruebas mediante la presencia de Dios.

Las pruebas nos sobrevendrán, pero la gracia de Dios esta ahí para sustentarnos y consolarnos.

¿Cuales son los propósitos de las pruebas?

1. Las pruebas nos demuestran la fuerza de nuestra fe

Hay una gran ilustración de cómo las pruebas muestran la fortaleza de nuestra fe en 2 Crónicas 32:31: «Dios lo dejó [al rey Ezequías], para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón». A Dios no le hacía falta poner a prueba lo que Ezequías albergaba en su corazón; ya lo sabía por ser omnisciente.

Dios nos pone las pruebas para que nosotros podamos averiguarlo.

Él nos ayuda a realizar un inventario espiritual dentro de nosotros mismos al ponernos pruebas en nuestra vida para mostrarnos la fortaleza o la debilidad de nuestra fe.

Si en este momento usted está atravesando una prueba y está enojado  y  preguntándose por qué, eso indica una fe débil. Pero si usted se apoya y se alegra en Dios y deja la prueba en manos de Él, entonces usted tiene una fe fuerte.

Tenemos que estar agradecidos por nuestras pruebas porque nos ayudan a revisar nuestra fe. Mientras más fuerte sea mi fe, más probabilidades tengo de ser útil a Dios.

Cuando Habacuc se enfrentó a la amenaza de que los caldeos fueran a exterminar a su pueblo, así y todo pudo alegrarse en el Señor: «Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas [cabras monteses], y en mis alturas me hace andar» (3:17–19).

En medio de ese misterio inexplicable de por qué Dios permitía que los malvados continuaran, el profeta reconoció la soberanía y la sabiduría de Dios y fue fortalecido.

Por causa de su prueba, Job reconoció ante Dios: «De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (42:5–6). Job confesó su pecado de haber cuestionado la sabiduría y la soberanía de Dios cuando las pruebas que enfrentó pusieron al descubierto las debilidades de su fe.  (Las pruebas nos demuestran la fuerza de nuestra fe).

2. Las pruebas nos Humillan

Las pruebas nos recuerdan que no debemos tener tan buena opinión de nuestra fortaleza espiritual. Esto se ve reflejado en el testimonio de Pablo en 2 Corintios 12:7: «Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera».

Dios le confirió el poder de hacer milagros y revelar la nueva verdad. Esos dones singulares pudieron haberlo enorgullecido. Dios utilizó esa prueba para que Pablo tuviera que depender de Él humildemente.

Dios permite que las pruebas aparezcan en nuestra vida para mantenernos humildes, en especial cuando hemos sido bendecidos con una posición de servicio espiritual. Las pruebas evitan que nos confiemos de nuestra fortaleza espiritual.

3. Las pruebas dirigen nuestra atención a la esperanza eterna

Las pruebas hacen crecer mi expectativa que siento por el cielo y nos hace perder interés por  el mundo pasajero, así crean un mayor deseo, por ejemplo, por reunirme con algún ser querido que ya partió para estar junto al Señor.

Si las personas que más quiere en la vida se encuentran en la presencia de nuestro amado Salvador, y ha empleado su tiempo y su dinero en las cosas eternas, no tendrá muchas cosas que le aten a este mundo pasajero.

En Romanos 8, Pablo dijo: «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios… nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos» (verss. 16–19, 23–24).

Las pruebas fijan nuestras expectativas

Las pruebas fijan nuestras expectativas en cosas superiores, en las verdades y la realidad divinas. A eso se refirió Pablo cuando dijo: «Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Corintios 4:16–18).

Las pruebas aumentan nuestras expectativas por lo eterno. Nos ayudan a añorar la ciudad eterna en los cielos.

¿Por qué Pablo tenia esta postura? En los versículos 8 al 10 él dijo: «Estamos atribulados en todo… en apuros… perseguidos… derribados… llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús». Pablo tenía tantos problemas que esto le llevo a que no le gustara el mundo y prefiriera estar en la gloria.

Las pruebas nos alejan del amor a las cosas materiales y nos mueven hacia esa esperanza eterna que tenemos en Cristo.

4. Las pruebas nos enseñan a valorar las bendiciones de Dios

Witnees Lee: Nuestra mente nos enseña a valorar el mundo. Nuestros sentidos y emociones nos instan a valorar el placer. El mundo nos dice que la vida es simplemente la que se vive aquí y ahora, por lo que debemos disfrutarla a toda costa. Sin embargo, la fe nos dice que valoremos la Palabra de Dios, la obedezcamos y recibamos su bendición.

Las pruebas nos muestran las bendiciones de la obediencia. Cuando obedecemos la voluntad de Dios en medio de una prueba, somos bendecidos.

En el Salmo 63:3, David dice: «Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán». Jesús es el ejemplo perfecto de alguien que fue bendecido gracias a su obediencia.

Hebreos 5:7–9 dice que Cristo «en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen».

Esto es una referencia al sufrimiento de Jesús en el huerto de Getsemaní (Lucas 22:39–44).

En Filipenses 2:8–9 se hace mención del resultado de su obediencia: «se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo».

Las pruebas nos hacen sufrir para que podamos obedecer y luego recibir la bendición completa de Dios. En la medida en que aprenda a obedecer a Dios, experimentará el júbilo de dicha bendición.

Santiago 1:2-4 produce perseverancia (3) produce integridad y permite que nos desarrollemos bien en nuestra vida cristiana. (4)

Esta usted pasando por pruebas, siéntase gozoso (2)

Diga: Estoy aquí por cita divina. Estoy aquí bajo sus cuidados. El me está enseñando y moldeando. Y estoy aquí el tiempo que Dios quiera y ¿cuándo terminará? Solo el lo sabe. Y descanse en El.

© José Ramón Martínez Lopez. Todos los derechos reservados.

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