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Libro de Esdras

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Estudios Bíblicos Estudio Bíblico de Hoy: Libro de Esdras

Estudios Bíblicos Lectura Bíblica: Libro de Esdras

Introduciendo a Esdras:

El libro de Esdras, como parte del canon sagrado de las Escrituras, es todo un desafío para el creyente de hoy. La vida de este consagrado hombre, cuyo oficio fue el de escriba y sacerdote de Dios, nos presenta una de las más grandes demandas respecto al valor dado a la palabra de Dios. Me atrevo a pensar que no hay en la Biblia otro hombre de quien se diga tanto, respecto a la manera cómo se dedicó al estudio, vivencia y aplicación de la palara de Dios, como lo hizo Esdras. ¡Cuánto necesitamos aprender de la diligencia de Esdras!

Esdras forma parte de los libros post exílicos, por cuando su historia se basa en el regreso del remante que vivió en Babilonia. En ese grupo vino el escriba Esdras, y será él, junto con Nehemías, los protagonistas de esa nueva etapa del pueblo de Israel. Él era el hombre para ese momento. Judá se había olvidado de la ley, y si alguien la conocía muy bien era Esdras. Él sabía del desvío de su pueblo en el exilio; de allí la eficacia de su liderazgo.

Veremos, pues, a través de este singular estudio, la vehemencia y el apego de Esdras para dar a conocer las verdades de la ley de Dios, en los tiempos cuando Israel, especialmente, los que regresaron del exilio, se habían desviado de ella, cometiendo los pecados de haber mezclado su linaje santo, casándose y dando en casamiento a sus hijos, con los pueblos pagamos. Este y otros temas serán tratados acá.

Pero el tema dominante del libro es la soberanía de Dios, haciéndose muy visible y presente, hasta el punto de usar instrumentos del mundo, tales como los reyes Ciro, Darío y Artajerjes, para lograr sus propósitos; especialmente en el caso de la reparación del templo, así como en la reconstrucción del Israel del exilio.

Esdras Su fecha y autor

Siempre se ha considerado a Esdras como el autor de su propio libro; sin embargo, la manera cómo se presenta a Esdras, con sus altas calificaciones, como siendo “un escriba diligente en la ley de Moisés…” (7:6); y como “escriba versado en los mandamientos de Jehová…” (7:11), nos hace pensar que sería muy poco humilde de su parte describirse a sí mismo, si él fuera el autor. Así que, por cuanto este libro, junto con Nehemías y Crónicas, formaron parte de una sola obra, antes de tener las modernas versiones bíblicas, es mejor suponer que la autoría del libro de Esdras la hizo la misma persona de los libros 1 y 2 de Crónicas. Esto tendría más sentido debido a la cronología de los hechos de este libro.

Vale señalar para los efectos de este estudio, que el libro de Esdras se divide en dos tiempos. El primero comenzó con Ciro, rey de Persia, con la reconstrucción del templo, por allá en el año 538 a. C, y el otro sería hasta la terminación de la reconstrucción del templo en el año 515 a. C. La fecha probable del libro sería entre 456 y 444 a.C.

La vida y el testimonio de Esdras nos darán muchas lecciones de las cuales vale la pena mencionar las siguientes: por un lado, está el deseo de su corazón para que su pueblo supiera lo esencial de la Palabra de Dios, al no reemplazar la adoración a él; porque la obediencia no es opcional. También queda claro en el libro, cómo Dios soberanamente nos cuida, haciendo realidad todas sus promesas con aquellos a quienes él envía (Esdras 5:1-2).

Mis amados, Dios se involucra en nuestras vidas, así como lo hizo con Esdras, hasta capacitarnos para hacer cosas que parecían imposibles. Que Dios nos dé, pues, el espíritu de Esdras para acometer con entusiasmo cualquier obra que tengamos por delante, respaldado por el estudio consagrado de este estudio de la ley de Dios.

Esdras – Estudio # 2

La soberanía de Dios usando a quien quiere

“En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino, diciendo: Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá” (Esdras 1:1-2).

Este primer texto es muy revelador. Lo expresado “para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías”, nos lleva a una de las profecías más anheladas para los exiliados, como era el regreso de ellos a su patria, de donde fueron expulsados a consecuencia de su desobediencia. La profecía hablaba de 70 años, viviendo en una tierra ajena a causa del cautiverio (Jeremías 29:10; cf. 25:11–12). Para cumplir ese sueño restaurador del pueblo en cautividad, el Señor despertó “el espíritu de Ciro, rey de Persia”.

Debemos mencionar en honor a la historia misma, que las palabras “despertar el espíritu”, no era un equivalente a una conversión de este rey pagano, sino la palpable demostración de la soberanía de Dios, en usar a quien él considera necesario para lograr sus fines. En el famoso Cilindro de Ciro (538 a.C.), que registra su conquista de Babilonia, donde habla de su programa de repatriar a sus súbditos, aparece esta escritura: “Que todos los dioses a quienes he reubicado a sus ciudades sagradas le pidan diariamente a Bel y a Nebo larga vida para mí”. No sabemos si se convirtió a Dios, pero si sabemos cómo Dios lo usó.

Cuando Ciro habla: “Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra…” le da cumplimiento también a la profecía de Isaías 44:28-45:4, donde el profeta lo llama “pastor”, porque será un instrumento de Dios para levantar su casa arruinada. Si bien, este rey fue soberano sobre muchos reinos, el Dios de los cielos, el soberano sobre todos los reyes y reinos permitió a Ciro, ser el artífice de la reconstrucción del templo y el regreso de Judá, de aquel prolongado exilio. Los planes de Dios al final son soberanamente ejecutados.

“Los corazones de los reyes están en la mano del Señor. Dios gobierna al mundo por su influencia en los espíritus de los hombres; cualquiera sea el bien que hagan, Dios estimula sus espíritus para hacerlo” (Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 329.)

Dios es soberano en sus actos, por lo tanto, no está limitado, ni es exclusivo con nadie.

Esdras – Estudio # 3

Esdras – El llamado a edificar la casa

“Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con él, y suba a Jerusalén que está en Judá, y edifique la casa a Jehová Dios de Israel (él es el Dios), la cual está en Jerusalén. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén” (Esdras 1:3-4).

Con la presencia de Ciro al frente del cumplimiento de las profecías bíblicas, respecto al retorno del cautiverio, comprobamos la manera cómo el pueblo hebreo vio su nuevo amanecer, en su situación sociopolítica en Babilonia. De eso trata la introducción del libro. El fin del cautiverio babilónico se nota en estas líneas, cuando Ciro favorece a los judíos, proclamando su libertad para el regreso a su tierra. Nada llena más el corazón de un exiliado, como el quedar libre para regresar a su patria donde nació.

Al leer los libros de 1 y 2 de Crónicas, al término de la historia de los reyes de Israel y de Judá, observamos el maravilloso y notable aliento para que los exiliados regresen y reconstruyan a Jerusalén. Ahora, ese ánimo es despertado por un rey pagano, quien se reconoce como llamado de Dios, para convocarles a la gigante tarea de la reconstrucción. Dios despertó el espíritu de este rey, y este rey despertó el espíritu de los exiliados para acometer la gran obra de levantar las ruinas de Jerusalén y su templo.

Cuando Ciro hace su llamado: “quien haya entre vosotros de su pueblo…”, y “Jehová Dios de Israel (él es el Dios)”, estaba mostrando la familiaridad de este rey con el Dios de Israel, siendo esto una parte de su estrategia, porque por ser rey soberano de tantos reinos, y creer en tantos dioses, Ciro animaba a los exiliados a regresar con sus dioses para que oraran por él. Esto es dicho por lo que se descubrió en el Cilindro de Ciro (538 a. C: “Que todos los dioses a quienes he reubicado a sus ciudades sagradas le pidan diariamente a Bel y a Nebo larga vida para mí”. No sabemos si se convirtió a Dios, pero si sabemos cómo Dios lo usó.

La estrategia de Ciro fue despertar el sentimiento nacional por la reconstrucción de la casa de Dios. Para esto, él llama a los residentes de Jerusalén, los que habían quedado después de la deportación y los del exilio. El llamado era, a proveer con sus ofrendas, los recursos, tales como: “plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios…” para la monumental tarea de levantar otra vez el lugar del encuentro con su Dios.

Mis amados, como en los tiempos de Esdras, hoy nos enfrentamos a la tarea de acometer la obra del Señor. Aunque no hay una similitud entre los exiliados en Babilonia y el recuerdo por la casa del Señor, si lo hay en el sentido del llamado continuo de Dios para levantar su “casa espiritual”. Ciertamente, Dios usa cualquier instrumento para cumplir sus planes, pero espera de nosotros sus hijos para poner los recursos de nuestros dones, talentos, pero también para traer nuestro dinero, porque será siempre necesario para levantar su obra.

Que el amor por la casa de Dios nos mantenga con un espíritu despierto y activo en ella.

Esdras – Estudio # 4

Todos son bienvenidos a trabajar en la obra

“Entonces se levantaron los jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín, y los sacerdotes y levitas, todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios para subir a edificar la casa de Jehová, la cual está en Jerusalén. Y todos los que estaban en sus alrededores les ayudaron con plata y oro, con bienes y ganado, y con cosas preciosas, además de todo lo que se ofreció voluntariamente” (Esdras 1:5-6).

El llamado de Ciro despertó la voluntad de todos los habitantes de Jerusalén, especialmente, la de los “jefes de las casas paternas de Judá y de Benjamín”. Este es un testimonio elocuente. La iniciativa en la reconstrucción de la casa del Señor comprometió primero a los principales; a aquellos quienes sabían más de la gloria de aquella primera casa. Estos son los primeros en dar el paso, y por su ejemplo, muchos se unirían a ese espíritu que se había despertado. La tarea era grande y requería que manos se involucraran en esta gran obra.

De acuerdo con Esdras 2, en este primer retorno, tomaron parte unas 50.000 personas, y aunque muchos se quedaron en Babilonia, aquí vemos a un grupo mejor representado, a saber: los jefes, sacerdotes y levitas, quienes tomaron la iniciativa en el llamado hecho. Nadie mejor que los sacerdotes y levitas para trabajar en esta reconstrucción. Ellos sabían del valor de la casa de Dios, por cuanto fueron los llamados para ministrar en el santuario del Señor.

El ejemplo de estos hombres habla mucho, de los primeros que deben estar al frente de la obra del Señor. Con frecuencia, el trabajo del Señor recae en las manos de los llamados obreros más sencillos y humildes; los “soldados rasos”, como los llamarían otros. No siempre los llamados “líderes” están comprometidos, y listos para estar de primeros ante el llamado de Dios, de venir y levantar su casa. Quienes no hacen esto, no pueden ser líderes.

Por otro lado, el Señor se aseguró de que los exiliados no regresaran con las manos vacías; así como pasó con los hijos de Israel cuando salieron de Egipto (cf. Éxodo 12:35-36). Para aquella causa tan grande y noble, se hizo una recolección de objetos preciosos, que se emplearían para adornar el templo, tal como el Señor lo había indicado. Este llamado de Ciro, de reunir tanta riqueza para la reconstrucción del templo, fue una señal clara del cumplimiento de la profecía, tal como la recibió Isaías, respecto a él.

En estos primeros textos, es significativo la oración “cuyo espíritu despertó Dios”. Dios lo despertó en Ciro, pero luego se ve cómo lo hizo con el resto de los exiliados. Cuando Dios despierta nuestro espíritu, quedamos listos para hacer el bien. Aunque nuestro espíritu, por naturaleza se inclina hacia cosas terrenales, Dios por su gracia puede moverlo hacia lo alto. Cuando eso hacemos se desata una voluntad para trabajar y para dar con toda generosidad. Oremos siempre para tener un espíritu despierto y dispuesto.

Asegurémonos de tener un espíritu despierto y presto para la obra del Señor.

Libro de Esdras – Estudio # 5

El regreso de los utensilios a su lugar sagrado

“Y el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová, que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y los había puesto en la casa de sus dioses. Los sacó, pues, Ciro rey de Persia, por mano de Mitrídates tesorero, el cual los dio por cuenta a Sesbasar príncipe de Judá. Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios. Todos los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén” (Esdras 1:7-11).

Dios despertó el espíritu de Ciro, no solo para el regreso de los exiliados a su tierra en Jerusalén, sino también para devolverle a su gente todos los utensilios sagrados, “que Nabucodonosor había sacado de Jerusalén, y los había puesto en la casa de sus dioses”. Nabucodonosor, no solo había profanado el templo, destruyéndolo, sino llevándose los elementos sagrados y consagrados para el servicio santo al Señor, y poniéndolos en medio de sus ídolos. Devolver todo eso de regreso a Jerusalén, fue una obra digna de este rey.

Y el rey Ciro sacó los utensilios de la casa de Jehová: La historia del cautiverio nos recuerda, que cuando Jerusalén fue conquistada, los tesoros restantes del templo fueron llevados a Babilonia (2 Crónicas 36:18). Al principio, parecía una tarea imposible volver a tener y usar aquellos utensilios sagrados del templo, pero es aquí donde seguimos viendo la soberanía de Dios. A través de un rey poderoso (Nabucodonosor), Dios disciplinó a su pueblo, pero a través de otro rey poderoso (Ciro), Dios continuó restaurando a su pueblo.

Hay algo interesante, en toda esta historia del regreso del cautiverio. Si algo supo Ciro, fue que el Dios de los judíos no estaba representado por una imagen idólatra, tal como estaban representadas las demás divinidades paganas; por lo tanto, él decidió dar un presente especial a los cautivos judíos.

¿Qué hizo? Pues devolverle “por mano de Mitrídates tesorero”, los utensilios sagrados que habían sido guardados en Babilonia, durante no menos de 50 años; es decir, desde la destrucción de Jerusalén en el 586 a. C. (cf. 2 Reyes 25:15; 2 Cr. 36:10, 18; Daniel 1:2). Así es como obra finalmente el Señor en todos sus planes.

De acuerdo con el versículo 11, Nabucodonosor había sacado del templo de Jerusalén entre 5.000 y 6.000 utensilios de oro y plata. Pero ahora, todo ese tesoro sagrado es regresado al lugar de donde nunca debió salir. Estos fueron entregados a los judíos, a través de “Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén”.

Algunos sostienen que este Sesbasar, fue el mismo Zorobabel, el gobernador usado por Dios para dirigir la gran obra de la reconstrucción. Por cierto, de este Zorobabel hablaremos en un estudio aparte y dedicado solo a él, debido a su eficaz liderazgo en esta magna obra.

Al final de todo, Dios ha preparado todo y a todos para la edificación de su obra. Nada se escapa a sus planes y designios. No importa cuánto tiempo pasa, Dios está en control de todo, y su obra no se detendrá. Esta es la promesa con la que contamos también, para acometer la tarea se seguir adelante, levantando y edificando su única y bendita obra.

Aunque se haya perdido la esperanza, al final Dios retorna lo que es suyo al lugar correcto.

Libro de Esdras – Estudio # 6

Los que regresaron del cautiverio

“Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de aquellos que Nabucodonosor rey de Babilonia había llevado cautivos a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana” (Esdras 2:1-2).

Esdras, como ya se ha dicho, forma parte de los llamados libros post exílico, y el presente capítulo dos, da cuenta de una larga lista de todos “los hijos de la provincia que subieron del cautiverio”. A la cabeza de ellos está Zorobabel, el gobernador y el líder de esta monumental obra. Este Nehemías y Mardoqueo, no son lo que conocemos después, quienes también jugaron un papel en la reconstrucción del muro y en la historia de Ester.

Estos son los hijos de la provincia. Esta es una referencia a Judea; aquella región del gran reino davídico, y ahora, la nación floreciente de las glorias de Israel. Pero ahora, es una provincia sometida, tributaria y arruinada. Esta sola oración nos habla, primero de la bondad de Dios cuando prosperó tanto a su pueblo, pero también nos habla de la severidad de Dios, visto en el castigo disciplinario que les llevó setenta años de cautiverio.

Todo este capítulo, contiene los nombres del remanente que regresa. El interés de esta larga lista, es mostrarnos los registros guardados por Dios, de la cual aprendemos que Él recuerda a su pueblo, a quien conoce por su nombre y cuyas obras no olvida. Esta lista también la presenta el libro de Nehemías en su capítulo 7, pero con un registro adicional para completar un total de doce.

El número total de los que regresaron, fueron aproximadamente 50.000 personas. Pero este número fue solo el primer grupo de repatriados a Israel, pero que incluyó, solo a los líderes de cada familia. El total aproximado de los exiliados, fueron entre 100,000 y 150,000. Esta cantidad refleja un pequeño porcentaje de los exiliados y de sus descendientes. La gran mayoría se quedaron en Babilonia.

¿Quiénes regresaron? Al ponerlos en orden, así nos queda la lista. Los líderes (Esdras 2:1). Los nombres de los exiliados que regresan ( Esdras 2:3). Los sacerdotes (Esdras 2:36). Los levitas y los cantores (Esdras 2:40). Los cargadores y netineos (Esdras 2:42). Siervos de Salomón (Esdras 2:55). Los de descendencia dudosa (Esdras 2:59). El número de toda la empresa (Esdras 2:64). La ofrenda de la casa de Dios (Esdras 2:68). Toda esta lista nos habla de los dones que Dios entrega a cada uno, y de que todos son necesarios para su obra.

Mis amados, este capítulo nos recuerda a todos nosotros. Nos habla del Dios que registra en sus memorias los nombres de sus hijos, sus siervos y los dedicados al avance de su obra. Nadie es olvidado por él (Hebreos 6:10). He aquí un aliciente para los hombres y mujeres esforzados. Para Dios no somos un número, sino un nombre con distinción. Sigamos trabajando, porque el trabajo en el Señor no es vano (1 Corintios 15:58).

No siempre regresarán los que están en un exilio, pero el que vuelve a la patria, experimenta un gozo mayor.

Libro de Esdras – Estudio # 7

La presencia de Zorobabel en la restauración

“… los cuales vinieron con Zorobabel…” (Esdras 2:2).

La presencia de Zorobabel en el libro de Esdras, es fundamental, porque dentro de todos los llamados del cautiverio, para la reconstrucción de Jerusalén, su templo y la ciudad, él será el agente usado por Dios, para realizar una obra de este tipo. Su liderazgo en esa época fue determinante, tanto que dos profetas, se ocuparon de mencionarlo como un varón, a quien Dios usó poderosamente en el tiempo de más necesidad para Judá.

Un resumen de su vida, lo sitúa como descendiente de Jeconías, rey que fue llevado cautivo a Babilonia. Y por esa descendencia, Zorobabel pertenecería al linaje real de David. Pero aún más, Zorobabel también fue antepasado de Jesucristo, de acuerdo con la cronología bíblica de Mateo 1:12. Su figura más resaltante, es vista como la de gobernador de Judá en la época post exílica. Dios despertó su espíritu, con el llamado hecho por Ciro.

Dos profetas, Hageo y Zacarias, resaltan de él su oficio como líder, al ver su actitud, ante la ruina del templo que, de cuya gloria pasada, solo había escombros. Con una pregunta desafiante, ponen en los hombros de Zorobabel, esta tarea: “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora?” (Hageo 2:3). Y este fue el llamado hecho: “Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová…” v. 4. La urgencia de esta obra, planteaba que él actuara con diligencia, con la promesa que Dios estaría con de su parte v. 4c.

El profeta Zacarías, hace una mención de Zorobabel, en el contexto de una conversación con un ángel del Señor, quien le revela el ministerio de la reconstrucción del templo, con estas palabras: “Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Si bien, la hostilidad estaría presente en toda esta obra, esta promesa fortalecería a Zorobabel para no desmayar en la tarea encomendada. Dios llama y fortalece a los llamados.

Fue tal el respaldo de esta palabra profética, que a Zacarías se le reveló el trabajo final de Zorobabel, en medio de su pueblo con estas palabras: “Vino palabra de Jehová a mí, diciendo: Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros. Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel” v. 8-10. Y esa obra profetizada, fue llevada a cabo por este hombre de Dios.

Mis amados, en la vida cristiana, hay ocasiones donde nos encontramos con grandes dificultades que debemos afrontar con fe y perseverancia, creyendo que Dios nos dará la victoria. Zorobabel tuvo el llamado, pero también el coraje de luchar por establecer nuevamente, al pueblo del Señor en Jerusalén.

Zorobabel es un tipo de Cristo, según Hageo 2:23, el más grande reconstructor del templo.

Esdras – Estudios Bíblicos # 8

Una congregación unida

“Toda la congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, sin contar sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras. Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulas, doscientas cuarenta y cinco; sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos veinte. Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio. Según sus fuerzas dieron al tesorero de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil libras de plata, y cien túnicas sacerdotales. Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes del templo en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades” (Esdras 2:64-70).

Este capítulo dos, nos da el gran resumen de la gente que regresó del cautiverio junto con los bienes y animales traídos. Tanto Esdras como Nehemías, se aseguran de registrar en una forma muy ordenada a toda la gente, con sus oficios, funciones, y la distribución de cada uno de ellos, para afrontar la gran tarea de levantar los muros caídos y a una ciudad en ruinas.

El total aproximado de los que regresaron eran entre 100.000 y 150.000. Esto solo era un pequeño porcentaje de los que habían sido exiliados y de sus descendientes; la gran mayoría se quedaron en Babilonia. Y aquí viene la pregunta ¿por qué ese número tan pequeño? ¿Qué pasó con tan grande congregación que fue llevada fuera de su tierra?

A Israel le pasó en Babilonia, como les pasa a todos los exiliados: echan tantas raíces en esa tierra extraña, que al final ya no desean volver a su patria de donde salieron. Ciertamente, Israel en el exilio vivía los tiempos de la nostalgia, de acuerdo con el Salmo 137:1, 4-6, pero al ver el pequeño remante acá contado, nos damos cuenta del gran apego a los bienes e intereses creados en la nueva patria. He aquí un ejemplo de vivir en tierra extraña.

El historiador Josefo escribió a este respecto, diciendo: “muchos permanecieron en Babilonia, estando indispuestos a dejar sus posesiones” (Antiquities XI, 8).

Sin embargo, el grupo que regresó, lo hizo bajo la visión de una sola congregación, “unida como un solo hombre”. Esto habla de un propósito común y de un deseo de volver a reconstruir la patria de los abuelos, aquella patria destruida setenta años atrás. La disposición de los que regresaron en todos los grupos, con sus distintos oficios, hace realidad la unidad con la que todos se propusieron a levantar semejante obra.

La unidad de aquella congregación se vio en el proceder de muchos de ellos. Por ejemplo, cuando los jefes de las casas paternas vieron la casa del Señor en Jerusalén, seguramente trayendo tantos recuerdos: “hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios”. Ellos dieron según sus fuerzas, “al tesorero de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil libras de plata, y cien túnicas sacerdotales”. La obra del Señor requiere de nuestras fuerzas físicas, pero también de nuestras ofrendas para sostenerla. No hay mejor inversión, que la que hacemos para su obra.

La unidad en una congregación se expresa participando, involucrándose y dándose a ella.

Estudios Bíblicos – Esdras – Estudio # 9

Unidos como un solo hombre

“Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén. Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios. Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, holocaustos por la mañana y por la tarde” (Esdras 3:1-3).

Una de las cosas donde apreciamos las raíces, y la unidad de los judíos en su regreso del cautiverio, ha sido en su apego al culto de su Dios. Ciertamente ellos no podían tener un templo de inmediato, pero por lo menos levantarían el altar. He aquí la mejor manera de comenzar la reconstrucción de la obra de Dios. Si los exiliados se hubieran dedicado primero a levantar la ciudad, sin hacerlo con la adoración a Dios, comenzarían mal.

Nos dice el escritor sagrado que cuando Israel se estableció en las ciudades, “se juntó el pueblo como un solo hombre en Jerusalén”. Con esta especial mención notamos un acto de obediencia alentador entre los exiliados que regresaron. Considerando aquel como un tiempo de pocos recursos, y tanto trabajo por hacer, esta gente se articuló como “un solo pueblo” para dar y hacer lo primero. Esta manera de obrar tiene la bendición del cielo.

Para esa causa tan grande, se levantaron los lideres principales, tales como Jesúa y Zorobabel; pero junto con ellos estaban los sacerdotes, por cuando ellos eran los responsables del altar del Señor. Al hacer esto, la nación estaba renovando el pacto mosaico. La falta de haber renovado el pacto fue la causa para el cautiverio. Ahora ninguno de ellos quiere cometer otra vez el mismo error. Hay un fuerte deseo por agradar a Dios.

La tarea por hacer estaba llena de precaución. Los enemigos estaban pendientes de sus movimientos; de hecho, a partir de ahora, los enemigos vendrán para detener la obra. Cada vez que estamos levantando el altar al Señor, debemos estar consiente de la obra del enemigo. Para Satanás, mientras más arruinada esté la obra del Señor, su actuación no será visible; pero una vez tomada la decisión de levantarla, el enemigo también se levanta.

Observamos como ellos edificaron el altar para ofrecer “holocaustos por la mañana y por la tarde”. Los holocaustos eran para la expiación de los pecados de todo el día, aquellos mencionados en la Ley de Moisés varón de Dios. Cuando hay confesión de los pecados en el altar de su presencia, la obra a llevar a cabo tiene el sello de la aprobación divina.

Antes de emprender alguna obra, el altar del Señor debe ser levantado primero.

Estudios Bíblicos – Esdras – Estudio # 10

La fiesta de los tabernáculos

“Celebraron asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como está escrito, y holocaustos cada día por orden conforme al rito, cada cosa en su día; además de esto, el holocausto continuo, las nuevas lunas, y todas las fiestas solemnes de Jehová, y todo sacrificio espontáneo, toda ofrenda voluntaria a Jehová” (Esdras 3:4-5).

Israel celebraba muchas fiestas sagradas durante el año, siendo la de los tabernáculos una de las tres más importantes. Esta particular fiesta celebraba la fidelidad de Dios hacia Israel durante su viaje por el desierto de Egipto hacia la tierra prometida. La fiesta consistía en “acampar” en tiendas temporales, y de esta manera recordaban cómo vivieron sus antepasados en el largo recorrido de cuarenta años en su peregrinar por el desierto.

A este respecto, John Brug, comenta: “El día quince del mes comenzaba la fiesta de los tabernáculos, que duraba una semana. Durante este tiempo la gente vivía en cabañas, para conmemorar los cuarenta años que habían pasado en el desierto. Este día de fiesta también era una festividad de la cosecha del otoño; en esa fiesta se debían ofrecer los sacrificios más elaborados del año”. (John F. Brug, Esdras, Nehemías, Ester, ed. Roland Cap Ehlke y John C. Jeske, La Biblia Popular (Milwaukee, WI: Editorial Northwestern, 2001), 21).

No sabemos si Israel celebraba en el cautiverio esta fiesta, sobre todo cuando al leer de sus quejas y sus quebrantos, expresados en llanto, se preguntaban: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños?” (Salmo 137:4-6). Sin embargo, aquí los vemos celebrando con regocijo, después de todo ese tiempo, una de sus identidades nacionales, cuando recordaban la siempre provisión de Dios en sus vidas.

Moisés escribió en Números 29 todos los reglamentos para los sacrificios cómo debería hacerse en esas fiestas. De igual manera en el capitulo 28 se describen los sacrificios regulares de cada día, y los de la luna nueva marcaban el comienzo de cada mes, y los de las otras fiestas del año. La fiesta había que hacerla “como está escrito”, y así lo hicieron a su regreso en Jerusalén, el lugar más indicado para esta solemne fiesta memorial.

Una de las cosas vistas en aquellos participantes de esas fiestas, fue su incondicional entrega, sin importar los gastos hechos, sobre todo si se consideraba la falta de recursos por ser ellos un pueblo pobre. Sin embargo, eso no los impidió traer ofrendas voluntarias al Señor, y asílo hicieron sin demora, mientras reconstruían el templo.

Mis amados, cualquiera sea la tarea impuesta por nuestro Dios, dependamos de su providencia. Él es “fiel y justo” para proveernos siempre de los recursos necesarios.

Estudios Bíblicos – Esdras – Estudio # 11

Los holocaustos ofrecidos a Dios

“Desde el primer día del mes séptimo comenzaron a ofrecer holocaustos a Jehová; pero los cimientos del templo de Jehová no se habían echado todavía. Y dieron dinero a los albañiles y carpinteros; asimismo comida, bebida y aceite a los sidonios y tirios para que trajesen madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope, conforme a la voluntad de Ciro rey de Persia acerca de esto” (Esdras 3:6-7).

Cuando Israel regresó del cautiverio tuvo entre sus prioridades los sacrificios en el templo. En el calendario judío, el séptimo mes se consideraba como el de más importancia y el más festivo, por esta razón, comenzando el primer día de ese mes se dedicaron “a ofrecer holocaustos a Jehová”. ¿Por qué era tan importante ese día? Porque era el día de la fiesta de las trompetas, pero a su vez era el día de año nuevo en el calendario civil. Esto ocurre, según los estudios hechos, en el solsticio de otoño. Los judíos celebran esto hasta hoy.

Para conocer un poco más de estas costumbres hebreas, es bueno añadir que el décimo día de ese mismo mes era el gran día de la expiación, conocido como el “Yom Kippur”. Ese era el único día en el año cuando el sumo sacerdote entraba en el templo, al lugar santísimo, y allí ofrecía los sacrificios especiales por sus propios pecados y por los pecados de su pueblo.

Pero ¿por qué en este relato de Esdras se ha omitido este importantísimo evento? La razón fue porque el lugar santísimo, el único sitio para esta presentación, no se había reconstruido todavía. Siguiendo en el calendario judío, el día quince de ese mismo mes, comenzaba la fiesta de los tabernáculos, la cual duraba una semana. Ya hemos hecho referencia a la costumbre que, durante esos días, la gente vivía en cabañas, recordando su vida en el desierto.

Así, pues, Esdras hace referencia a este mes con la celebración de los holocaustos, “pero los cimientos del templo de Jehová no se habían echado todavía”. ¿Qué significaba esto? Que no podían seguir celebrando sus fiestas solemnes hasta que la casa del Señor fuera levantada. He aquí algo interesante. La prioridad en la vida espiritual debe estar siempre centrada en poner las bases para levantar el edificio espiritual; sin esto toda adoración será vacía.

Ante la situación planteada, los judíos dieron dinero a los albañiles y carpinteros, así como todo tipo de provisión a los “sidonios y tirios” (comidas, bebidas y aceite), con el propósito de traer la “madera de cedro desde el Líbano por mar a Jope”. Esto marcaba el inicio de la reconstrucción del templo, lo cual había sido hecho “, conforme a la voluntad de Ciro rey de Persia”. Este hecho, confirmado primero por la voluntad de Dios y la de Ciro, daba inicio a la monumental obra de reconstruir la casa de Dios. ¡Qué alegría para los judíos de ese tiempo!

Ningún gozo puede superar al momento de ver levantarse la casa para adorar a nuestro Dios.

Estudios Bíblicos – Esdras – Estudio # 13

El comienzo de la obra

“En el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo, comenzaron Zorobabel hijo de Salatiel, Jesúa hijo de Josadac y los otros sus hermanos, los sacerdotes y los levitas, y todos los que habían venido de la cautividad a Jerusalén; y pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová. Jesúa también, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios, junto con los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, levita” (Esdras 3:8-9)

El espíritu despertado por Dios y Ciro hizo posible el comienzo de la reconstrucción de la casa del Señor. Esdras fijo en sus registros como “el año segundo de su venida a la casa de Dios en Jerusalén, en el mes segundo…” como el punto de partida cuando Zorobal y Jesúa, así como los encargados del templo (sacerdotes y levitas) dieron por iniciada la obra. Esa fecha fue mayo-junio 536 a.C., setenta años después de la primera deportación en 605 a.C.

La exactitud de estas fechas comprueba no solo la veracidad de la Biblia como libro histórico fidedigno, sino también el cumplimiento profético, tanto de Jeremías como de Daniel. Jeremías había profetizado ese tiempo años atrás (Jeremías 25:1-11; 29:1-10) y luego Daniel, estando en el exilio, profetizó de este tiempo y el retorno de Judá a Jerusalén, de acuerdo con Daniel 9:1-2. La palabra de Dios se cumple exactamente en su tiempo.

Los levitas de veinte años para arriba fueron los que activaron el trabajo de la casa del Señor. Esta edad de estos varones también es importante porque la ley de Moisés había puesto la edad de treinta años (Números 4:1-3, 4:3-47), pero fue David quien le cambió la edad de veinte años de servicios a los levitas (1 Crónicas 23:24), y de esta manera, bajo el liderazgo de Zorobabel y Jesúa, adoptaron la práctica revisada por David.

Con Zorobabel al frente de esta obra, los “hijos de Judá, como un solo hombre asistían para activar a los que hacían la obra en la casa de Dios”. El entusiasmo era notorio. Los que conocían, o habían oído de las glorias de este templo, se han puesto como un “solo hombre” para llevar adelante el trabajo más importante hecho en ese tiempo: levantar otra vez el lugar donde la presencia del Señor vendría para bendición de su pueblo.

De esta manera, los levitas pusieron, algo así como “la primera piedra” en esta edificación. Lo que vendría después sería el gozo de ver por segunda vez la casa del Señor levantada. Ya estaba el entusiasmo, ya tenían los recursos, ya estaban los hombres listos; ahora simplemente había que comenzar lo que se había esperado por 70 años.

Cuando se despierta el espíritu de trabajar para la obra, lo de más es cuestión de tiempo.

Estudios Bíblicos – Esdras – Estudio # 14

El gozo de la reconstrucción

“Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová” (Esdras 3:10-11).

La escena de este texto no podía ser más memorable. El acontecimiento demandaba la más alegre, solemne y grande celebración.

No era poca cosa el comenzar a poner los cimientos para levantar la casa del Señor. Se justificaba esa hermosa organización, esa clase de vestimenta sacerdotal y ese tipo de adoración traída por los sacerdotes.

Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos. Este fue el punto de partida para el inicio de esta digna y santa obra. Cada oficio fue puesto en actividad. El trabajo de los albañiles era el primero, porque ellos colocaban las bases sobre el cual seria levantado todo el andamiaje del edificio. Ellos trajeron, algo así, como la piedra angular que sostendría y uniría el resto de aquella esperada construcción.

Simultáneamente los sacerdotes y levitas hicieron su oficio también. Con la vestimenta adecuada para la ocasión, y con los instrumentos musicales recomendados por David ellos: “cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel”. Su canto era para Dios, porque por sus eternas misericordias ellos regresaban después de ese tiempo con este tributo de alabanza.

“Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo. Esta nota es distintiva en este texto. Era una ocasión apropiada y llena de gozo. No podía ser de otra manera. Habían pasado setenta años cuando la gloria de aquella primera casa fue destruida.

Desde entonces no había un lugar para los sacrificios y la alabanza. Era cierto que todavía no estaba el templo, sino su comienzo; no estaba el arca, ni la gloria visible del Señor, pero Dios estaba entronado en las alabanzas de su pueblo y eso pudo ser tan glorioso como cuando se hizo el primer templo.

Mis hermanos, la alabanza siempre será apropiada, pero hay ocasiones como estas cuando ella alcanza el mayor y más grande júbilo. La puesta en marcha de los cimientos por los albañiles despertó un espíritu de la alabanza jubilosa. Y al recordar el amor incesante y fiel de Dios, decimos con aquella congregación: “porque él es bueno” y sus misericordias inagotables. Lo que hizo en el pasado lo seguirá haciendo en el presente.

Las infinitas misericordias de Dios es una poderosa razón para bendecir su nombre.

Estudios Bíblicos –  Esdras – Estudio # 15

El lloro que viene del gozo

“Y muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos” (Esdras 3:12-13).

Muchos de los ancianos mencionados por Esdras, entre ellos los sacerdotes, “levitas y de los jefes de casas paternas”, tenían fresca en sus memorias la gloria del templo pasado, y el evocar ese recuerdo, muchos de ellos prorrumpieron en un gran llanto, lleno de gozo. Si ese grupo formó parte de los que fueron llevados al cautiverio, seguramente serían niños al momento de salir, considerando los setenta años vividos en Babilonia.

El templo construido por Salomón era una obra simplemente majestuosa, cuyo costo total por todo lo invertido, fue entre $5 a $8 billones. Aunado a esa suma gastada, estaba la belleza misma de esa casa, considerada como una de las siete maravillas del mundo de ese tiempo. Este recuerdo, y el poner los cimientos para dar inicio a esta reconstrucción, trajo un obligado llanto en medio de aquellos sacerdotes, los ministradores de ese templo.

Sobre este enorme llanto, Adeney comenta: “Posiblemente, algunos de ellos habían estado parados en el mismo lugar medio siglo atrás en agonía y desesperación, mientras miraban las llamas crueles consumiendo las rocas antiguas y las vigas de cedro ardiendo en llamas, y todo el oro fino escurecido por las nubes negras de humo.”

“Lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría”. Si bien es cierto que los ancianos “daban grandes gritos de alegría”, mucho de ese llanto pudo venir por el recuerdo de la manera cómo fue destruido, pero también por los pecados de idolatría que provocaron la ira de Dios. Pero también ese llanto pudo ser por causa de la extrema pobreza de los exiliados. Sus recursos para levantar esa obra serían muy escasos.

Este texto es muy ilustrativo. Esdras plasmó en su libro la vivencia de aquella experiencia. Habla de la mezcla entre el “clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro”. Aquella notable “confusión” era propia de sentimientos encontrados. Se trataba de levantar otra vez la casa de Dios. Nadie como Israel para saber cómo Dios manifestada su gloria en el lugar santísimo y esto trajo en medio de los presentes aquel momento único y memorable.

La puesta en marcha de aquellos primeros cimientos, por los albañiles, produjo una reacción “porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos”. La obra del Señor no espera menos que esto de nosotros. Cuando perdemos el júbilo y el gozo por la casa del Señor, nos olvidamos de su valor y significado como lugar de adoración.
Que otros oigan nuestro júbilo y gozo al momento de trabajar en la casa del Señor.
Desde lo más profundo del corazón del pastor.

Estudios Bíblicos –  Esdras – Estudio # 16

Un ofrecimiento de ayuda rechazado

“Oyendo los enemigos de Judá y de Benjamín que los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel, vinieron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria, que nos hizo venir aquí. Zorobabel, Jesúa, y los demás jefes de casas paternas de Israel dijeron: No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel, como nos mandó el rey Ciro, rey de Persia” (Esdras 4:1-3).

Como era de esperarse, los enemigos de la obra del Señor se hicieron presente. Tanto en el libro de Esdras como el de Nehemías vemos una férrea oposición para detener la obra, como fue en el caso de Nehemías, cuando comenzó la reedificación del muro, o en este caso, al querer ellos también reedificar con los que llegaron del cautiverio.

Pero ¿quiénes eran estos a quien Esdras llama “enemigos?”. Cuando Judá fue llevada en cautiverio, no quedó completamente deshabitada en esas dos generaciones de esos setenta años. En las tierras de Judá quedó un remanente de los pobres, quienes no estaban felices que Judá y de Benjamín, “los venidos de la cautividad edificaban el templo de Jehová Dios de Israel”. De este modo, estos enemigos surgieron de los que se habían quedado.

En efecto, los samaritanos y otros pueblos de los alrededores, cuando oyeron que Jerusalén estaba siendo reconstruida, y el templo restaurado, esos habitantes se inquietaron. Se despertó en ellos el temor por una amenaza a su seguridad y poder. Vinieron, pues, e insidiosamente pidieron a Zorobabel y Jesúa que les permitieran ayudarles en la construcción del templo. Pero ¿qué pretendían ellos con esta insinuación?

Esta era su alegación: “Edificaremos con vosotros, porque como vosotros buscamos a vuestro Dios, y a él ofrecemos sacrificios[…]”. Si bien esa manera de desear participar en esta obra sonaba razonable, la verdad era otra. Ellos eran enemigos y sus intenciones no eran las mismas de los de Judá y Benjamín. Irónicamente querían ser compañeros en la construcción del templo, pero seguían siendo enemigos. Querían ayudar en la construcción del templo para arruinarlo o para manejarlo a su conveniencia. Así obran los enemigos.

Maclaren comentando esto dice: “La propuesta de unirse para construir el templo era una movida política; ya que, en las ideas antiguas, la cooperación en la construcción de un templo era incorporación a una unidad nacional. El cálculo, sin duda, era que los que habían regresado del exilio podían unirse con samaritanos de los cuales había mayor cantidad, prontamente serian absorbidos entre ellos.”

Al final, la respuesta a esto fue unánime: “No nos conviene edificar con vosotros casa a nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos a Jehová Dios de Israel […]. El rechazo de esta oferta fue total. Ellos tenían un compromiso con Dios, y tenían el mandato del Rey Ciro, que, aunque carecían de recursos humanos y financieros, no cederían en esto.

Hay una tentación latente de aceptar asociaciones impías que llevan a la ruina total.

Estudios Bíblicos –  Esdras – Estudio # 16

Cuando el enemigo se sale con la suya

“Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia” (Esdras 4:4-5)

En los versículos previos vimos una inusual propuesta de los enemigos de la reconstrucción del tempo, por añadirse también a esta obra, pero frente al rechazo y la postura firme de los de Judá y Benjamín, el resultado fue el de la puesta en marcha de una feroz resistencia, hasta detener la obra; y en efecto lo lograron. La obra del Señor se va a paralizar.

¿Qué hicieron los enemigos? Intimidaron “al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara”. La respuesta al rechazo de asociarse, además de revelar sus intenciones malvadas, lograron un objetivo impensable: detener la obra ordenada por Ciro. El asunto fue que, si no hubo una alianza, atacarían la obra trayendo gran desaliento en aquel entusiasmo inicial. Cuánta atención debe ponerse frente a la astucia del enemigo.

La palabra “desalentar” significa literalmente ‘debilitar las manos” (cf. Jeremías 38:4); y esto pasó con aquellos constructores. No fueron capaces de enfrentarlos con la osadía como lo hizo Nehemías al momento de la reconstrucción del muro. Y para confirmar esta declaración, algunos eruditos creen que la cesación de la obra de reconstrucción del templo fue un claro ejemplo de una falta de fe en aquellos que llevaban acabo la obra.

La queja del profeta Hageo pareciera confirmar esto, porque fue durante este período de paralización de la reconstrucción del templo, cuando la mayoría de ellos se entregaron a la construcción y decoración de sus propias casas. Esto fue la pregunta hecha por el profeta: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (Hageo 1:4). La obra del Señor sufre cuando no es la prioridad.

J. S. Wright, hablando de esa “frustración” y hasta desaliento de los trabajadores de la obra, ha dicho: “más de una vez ha resultado eficaz contra los que están empeñados en la obra de Dios, y los ha llevado a adoptar algún camino más fácil.”

Observe la puesta en marcha de la estrategia de los enemigos: “Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos […]. Los adversarios que sobornaron y detuvieron la obra, fueron los samaritanos que habían sido plantados en la tierra de Israel (2 Reyes 17). El blanco de los ataques fueron los consejeros, los responsables de aquella encomiable obra. El soborno cambia la fe puesta en Dios, por el dinero de los hombres.

Los resultados de aquel frustrado propósito duraron quince años; fue exactamente “todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia”. Hasta dónde los enemigos del Señor pueden ser capaces de detener Su obra.

Necesitamos la valentía de un Nehemías frente a la astucia de los que quieren paralizarnos.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 17

Las cartas de acusaciones

“Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado, escribieron acusaciones contra los habitantes de Judá y de Jerusalén. También en días de Artajerjes escribieron Bislam, Mitrídates, Tabeel y los demás compañeros suyos, a Artajerjes rey de Persia; y la escritura y el lenguaje de la carta eran en arameo. Rehum canciller y Simsai secretario escribieron una carta contra Jerusalén al rey Artajerjes” (Esdras 4:6-8).

Con estos textos, Esdras nos muestra una oposición total a la obra de reconstrucción. Los samaritanos al verse fuera de las pretensiones de los judíos de no reconstruir junto con ellos, optaron por lo que hace siempre los adversarios del Señor: ser piedra de tropiezo al avanza del reino de los cielos.

Este rey Asuero reinó del 485 al 465 a.C., y es el mismo rey del libro de Ester. No hay un contendido exacto del tipo de acusaciones, pero lograron su cometido: provocar que los israelitas detuvieran la reconstrucción. La importancia del libro de Esdras es darnos estos datos de aquella oposición verbal en ese reinado, no se mencionado en ningún otra parte.

La oposición contra los judíos durante el reinado de Artajerjes fue intensa y sin treguas. No solo escribieron una carta, sino varias abarcando el periodo del 464–424 a.C. Con esto, la paralización de la obra fue total, por mandato del rey. Irónicamente, el rey Ciro de Persia despertó el espíritu de los exiliados, y este rey, por medio de estas cartas detuvo la obra.

Como parte de esos registros históricos el contenido de esa carta fue escrita en arameo. Esto confirma los tres lenguajes usados para escribir la Biblia. Esa escritura aramea comienza con Esdras 4:8 y continua hasta 6:18. El otro escrito en arameo aparece en Esdras 7:12-26. El arameo era un hebreo popular, y recordamos que nuestro Señor Jesucristo habló esa lengua, apareciendo en el título puesto en la cruz.

Mattew Henry que comenta este texto dice: “Calumnia antigua es que la prosperidad de la iglesia perjudica a reyes y príncipes. Nada puede ser más falso, porque la verdadera piedad nos enseña a honrar y obedecer a nuestro soberano. Pero donde la orden de Dios exige una cosa y otra la ley de la tierra, debemos obedecer a Dios antes que a los hombres y debemos asumir pacientemente las consecuencias” (Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 330.

La obra del Señor que no tenga oposición carece del verdadero éxito.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 18

La otra carta (Esdras 4:9-16)

La hostilidad desataca en contra de la reconstrucción del templo, y la ciudad, por parte de los exiliados, se sigue viendo a través del uso de las cartas escritas por el canciller Rehum y el secretario Simsai, así como el resto jueces, gobernadores y oficiales de las regiones de Persia y Babilonia. El propósito de esta carta será detener la obra comenzada.

El contenido de la carta dirigida al rey Artajerjes tenía unas aseveraciones que iban desde descalificar a la ciudad como mala y sediciosa, hasta incumplidora de sus compromisos con la paga de los impuestos. El despropósito de aquella carta no podía ser más descarado. Los enemigos se asociaron en una especie de conjura para que por ningún motivo aquella reedificación lograra su cometido.

He aquí la grave acusación: “Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado”. Si observamos bien el contenido de la carta, ese ataque fue hábil, llena de mentiras y verdades. Jerusalén ciertamente fue un pueblo con un pasado pecaminoso; pero los que regresaron no iban a hacer lo mismo que hicieron sus padres. No había ninguna intención rebelde, sino de esperanza en medio de ellos.

“Hallarás en el libro de las memorias, y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones, por lo que esta ciudad fue destruida”.

Como hemos dicho, esta carta presentada por los samaritanos fue hecha a base de verdades y mentiras, y aquí, el rey de Persia se enfocó en la verdad de la carta; o sea, el pasado pecaminoso y trágico de Jerusalén. Aquellos enemigos daban la impresión de estar preocupados por los intereses del rey, pero todo el alboroto de esa carta era por la envidia despertada por el pueblo de Jerusalén.

“Hacemos saber al rey que si esta ciudad fuere reedificada, y levantados sus muros, la región de más allá del río no será tuya”. He aquí una adulación extrema. Cuando los enemigos de la obra del Señor se unen, no solo inventan todo tipo de mentiras, sino que buscan el favor de los gobernantes, como si fueran fieles a ellos, con el único propósito de lograr sus malvados planes. Aquella carta estaba llena de un “veneno descalificador”.

Mis hermanos, este patrón es similar en todo tiempo de parte nuestros adversarios. Satanás y sus ángeles, los enemigos de nuestra alma, a menudo nos atacan con una combinación de mentiras y verdades (Apocalipsis 12:10). Ellos nos hablan y nos recuerdan los pecados cometidos, pero mienten al desconocer el trabajo grandioso hecho por nuestro Señor Jesús.

Las mentiras de los enemigos de la obra del Señor quedan expuestas ante el testimonio de la verdad. Las acusaciones de Satanás nunca prosperarán porque es el padre de la mentira.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 19

La respuesta a la carta (Esdras 4:17-22)

Los enemigos de la obra de reconstrucción lograron una primera victoria, porque, en efecto el rey respondió a la carta hecha por los samaritanos, llevada por el canciller Rehum y el secretario Simsai, junto con el resto de los compañeros. Esto no es sorpresa, la obra del Señor cuenta con enemigos gratuitos y se levantarán con furia para detenerla.

He aquí la respuesta del rey a la carta: “Salud y paz. La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí. Al mejor estilo de aquellos tiempos, las cartas tenían en su encabezamiento el saludo típico: “Salud y paz”. El rey se aseguró de haberla oído claramente, por lo cual formula su respuesta en función de la petición hecha.

En la investigación del rey se encontró que, en efecto, aquella ciudad se levantaba “contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas”. De esta manera, el rey halló que la ciudad había sido poderosa en el tiempo pasado, comprobando con esta investigación los hechos aseverados por la historia bíblica, donde el protagonista fue el gran Dios de Israel.

De esta manera, la respuesta, y a pesar de las malas intenciones de los enemigos, el rey favoreció la posición de los israelitas dejando abierta la posibilidad de terminar la obra en el futuro con su consentimiento. En todo esto podemos seguir viendo la mano de Dios, guiando los hilos de su historia y permitiendo a las circunstancias ayudar al pueblo ilusionado con la reconstrucción de ciudad, su templo y sus muros.

En efecto, la obra fue paralizada con la presente respuesta: Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden”. La felicidad de Rehum y Shimshai y sus compañeros, seguramente fue muy grande y con febril prisa llegarían a Jerusalén a comunicar la respuesta, hasta hacer cesar el trabajo por la fuerza y el poder. Otra vez, algunas veces los enemigos de la obra ganan el primer raund, pero eso no es el fin, sin es Dios quien está en control de todo.

Esto lo afirmamos, porque si bien es cierto que “cesó la obra de la casa de Dios que está en Jerusalén”, esto no seria para siempre, porque la misma seguiría con el reinado de Darío, rey de Persia. Cuando algo es de Dios, no habrá reyes que lo detengan.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 20

Y la obra del Señor cesó (Esdras 4:23-24)

La confabulación de los enemigos de la reconstrucción logró su objetivo. Las cartas enviadas al rey produjeron un efecto nefasto en medio del pueblo del Señor. El gozo de aquella reconstrucción dio al traste. La alegría fue rápida, porque pronto siguió todo como antes. Solo podemos imaginarnos a un pueblo desilusionado y sin ánimo de seguir.

Es cierto que más adelante, la influencia de Esdras y Nehemías se harán sentir en la corte del rey, pero por ahora esta es la realidad. Con esta acción, el remanente fue severamente probado, trayendo como resultado el inicio de un fuerte declive. La energía una vez consumada, parece ahora haberlos abandonado. Los enemigos pararon la obra del Señor.

Cuando Rehum y Simsai (canciller y secretario) oyeron la respuesta del rey “fueron apresuradamente a Jerusalén a los judíos, y les hicieron cesar con poder y violencia”. Note en primer lugar las palabras “apresuradamente”. Es como si esa respuesta era la esperada para ir tan pronto como fuera posible a detener a los trabajadores. Pero, además, ellos fueron con “poder y violencia” lo cual sugiere la perversidad de los enemigos.

Mattew Henry aplica esto, diciendo: “El mundo siempre está listo para creer cualquier acusación contra el pueblo de Dios, y rehúsa escucharlos. —El rey se dejó llevar por fraudes y falsedades. Los príncipes ven y oyen por los ojos y oídos de otros hombres y juzgan las cosas según les son representadas lo que suele hacerse con falsedad. Pero el juicio de Dios es justo; Él ve las cosas como son” Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 330–33.

“Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén […]”. Estas son palabras dolorosas, pero así quedaron registrada para la historia. Ahora tendrían que esperar un largo tiempo para reanudar la obra. Dios tendría que levantar al rey Darío para finalizarla. Por cierto, esa cesación de la obra dio origen a la fuerte antipatía entre los judíos y los samaritanos, y se agravó tanto que ellos construyeron el templo rival en el monte Girizin. Por esto Jesús diría después que los samaritanos y judíos no se tratan entre si.

Los enemigos de la obra del Señor podrán detenerla en algún momento, pero de Dios son los planes y los tiempos, y al final nadie podrá contra lo establecido por él

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 16

Cuando el enemigo se sale con la suya

“Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara. Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos, todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia” (Esdras 4:4-5)

En los versículos previos vimos una inusual propuesta de los enemigos de la reconstrucción del tempo, por añadirse también a esta obra, pero frente al rechazo y la postura firme de los de Judá y Benjamín, el resultado fue el de la puesta en marcha de una feroz resistencia, hasta detener la obra; y en efecto lo lograron. La obra del Señor se va a paralizar.

¿Qué hicieron los enemigos? Intimidaron “al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara”. La respuesta al rechazo de asociarse, además de revelar sus intenciones malvadas, lograron un objetivo impensable: detener la obra ordenada por Ciro. El asunto fue que, si no hubo una alianza, atacarían la obra trayendo gran desaliento en aquel entusiasmo inicial. Cuánta atención debe ponerse frente a la astucia del enemigo.

La palabra “desalentar” significa literalmente ‘debilitar las manos” (cf. Jeremías 38:4); y esto pasó con aquellos constructores. No fueron capaces de enfrentarlos con la osadía como lo hizo Nehemías al momento de la reconstrucción del muro. Y para confirmar esta declaración, algunos eruditos creen que la cesación de la obra de reconstrucción del templo fue un claro ejemplo de una falta de fe en aquellos que llevaban acabo la obra.

La queja del profeta Hageo pareciera confirmar esto, porque fue durante este período de paralización de la reconstrucción del templo, cuando la mayoría de ellos se entregaron a la construcción y decoración de sus propias casas. Esto fue la pregunta hecha por el profeta: “¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?” (Hageo 1:4). La obra del Señor sufre cuando no es la prioridad.

J. S. Wright, hablando de esa “frustración” y hasta desaliento de los trabajadores de la obra, ha dicho: “más de una vez ha resultado eficaz contra los que están empeñados en la obra de Dios, y los ha llevado a adoptar algún camino más fácil.”

Observe la puesta en marcha de la estrategia de los enemigos: “Sobornaron además contra ellos a los consejeros para frustrar sus propósitos […]. Los adversarios que sobornaron y detuvieron la obra, fueron los samaritanos que habían sido plantados en la tierra de Israel (2 Reyes 17). El blanco de los ataques fueron los consejeros, los responsables de aquella encomiable obra. El soborno cambia la fe puesta en Dios, por el dinero de los hombres.

Los resultados de aquel frustrado propósito duraron quince años; fue exactamente “todo el tiempo de Ciro rey de Persia y hasta el reinado de Darío rey de Persia”. Hasta dónde los enemigos del Señor pueden ser capaces de detener Su obra.

Necesitamos la valentía de un Nehemías frente a la astucia de los que quieren paralizarnos.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 17

Las cartas de acusaciones (Esdras 4:6-8)

Con estos textos, Esdras nos muestra una oposición total a la obra de reconstrucción. Los samaritanos al verse fuera de las pretensiones de los judíos de no reconstruir junto con ellos, optaron por lo que hace siempre los adversarios del Señor: ser piedra de tropiezo al avanza del reino de los cielos.

Este rey Asuero reinó del 485 al 465 a.C., y es el mismo rey del libro de Ester. No hay un contendido exacto del tipo de acusaciones, pero lograron su cometido: provocar que los israelitas detuvieran la reconstrucción. La importancia del libro de Esdras es darnos estos datos de aquella oposición verbal en ese reinado, no se mencionado en ningún otra parte.

La oposición contra los judíos durante el reinado de Artajerjes fue intensa y sin treguas. No solo escribieron una carta, sino varias abarcando el periodo del 464–424 a.C. Con esto, la paralización de la obra fue total, por mandato del rey. Irónicamente, el rey Ciro de Persia despertó el espíritu de los exiliados, y este rey, por medio de estas cartas detuvo la obra.

Como parte de esos registros históricos el contenido de esa carta fue escrita en arameo. Esto confirma los tres lenguajes usados para escribir la Biblia. Esa escritura aramea comienza con Esdras 4:8 y continua hasta 6:18. El otro escrito en arameo aparece en Esdras 7:12-26. El arameo era un hebreo popular, y recordamos que nuestro Señor Jesucristo habló esa lengua, apareciendo en el título puesto en la cruz.

Mattew Henry que comenta este texto dice: “Calumnia antigua es que la prosperidad de la iglesia perjudica a reyes y príncipes. Nada puede ser más falso, porque la verdadera piedad nos enseña a honrar y obedecer a nuestro soberano. Pero donde la orden de Dios exige una cosa y otra la ley de la tierra, debemos obedecer a Dios antes que a los hombres y debemos asumir pacientemente las consecuencias” (Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 330.

La obra del Señor que no tenga oposición carece del verdadero éxito.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 18

La otra carta (Esdras 4:9-16)

La hostilidad desataca en contra de la reconstrucción del templo, y la ciudad, por parte de los exiliados, se sigue viendo a través del uso de las cartas escritas por el canciller Rehum y el secretario Simsai, así como el resto jueces, gobernadores y oficiales de las regiones de Persia y Babilonia. El propósito de esta carta será detener la obra comenzada.

El contenido de la carta dirigida al rey Artajerjes tenía unas aseveraciones que iban desde descalificar a la ciudad como mala y sediciosa, hasta incumplidora de sus compromisos con la paga de los impuestos. El despropósito de aquella carta no podía ser más descarado. Los enemigos se asociaron en una especie de conjura para que por ningún motivo aquella reedificación lograra su cometido.

He aquí la grave acusación: “Ahora sea notorio al rey, que si aquella ciudad fuere reedificada, y los muros fueren levantados, no pagarán tributo, impuesto y rentas, y el erario de los reyes será menoscabado”. Si observamos bien el contenido de la carta, ese ataque fue hábil, llena de mentiras y verdades. Jerusalén ciertamente fue un pueblo con un pasado pecaminoso; pero los que regresaron no iban a hacer lo mismo que hicieron sus padres. No había ninguna intención rebelde, sino de esperanza en medio de ellos.

“Hallarás en el libro de las memorias, y sabrás que esta ciudad es ciudad rebelde, y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que de tiempo antiguo forman en medio de ella rebeliones, por lo que esta ciudad fue destruida”.

Como hemos dicho, esta carta presentada por los samaritanos fue hecha a base de verdades y mentiras, y aquí, el rey de Persia se enfocó en la verdad de la carta; o sea, el pasado pecaminoso y trágico de Jerusalén. Aquellos enemigos daban la impresión de estar preocupados por los intereses del rey, pero todo el alboroto de esa carta era por la envidia despertada por el pueblo de Jerusalén.

“Hacemos saber al rey que si esta ciudad fuere reedificada, y levantados sus muros, la región de más allá del río no será tuya”. He aquí una adulación extrema. Cuando los enemigos de la obra del Señor se unen, no solo inventan todo tipo de mentiras, sino que buscan el favor de los gobernantes, como si fueran fieles a ellos, con el único propósito de lograr sus malvados planes. Aquella carta estaba llena de un “veneno descalificador”.

Mis hermanos, este patrón es similar en todo tiempo de parte nuestros adversarios. Satanás y sus ángeles, los enemigos de nuestra alma, a menudo nos atacan con una combinación de mentiras y verdades (Apocalipsis 12:10). Ellos nos hablan y nos recuerdan los pecados cometidos, pero mienten al desconocer el trabajo grandioso hecho por nuestro Señor Jesús.
Las mentiras de los enemigos de la obra del Señor quedan expuestas ante el testimonio de la verdad. Las acusaciones de Satanás nunca prosperarán porque es el padre de la mentira.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 19

La respuesta a la carta (Esdras 4:17-22)

Los enemigos de la obra de reconstrucción lograron una primera victoria, porque, en efecto el rey respondió a la carta hecha por los samaritanos, llevada por el canciller Rehum y el secretario Simsai, junto con el resto de los compañeros. Esto no es sorpresa, la obra del Señor cuenta con enemigos gratuitos y se levantarán con furia para detenerla.

He aquí la respuesta del rey a la carta: “Salud y paz. La carta que nos enviasteis fue leída claramente delante de mí”. Al mejor estilo de aquellos tiempos, las cartas tenían en su encabezamiento el saludo típico: “Salud y paz”. El rey se aseguró de haberla oído claramente, por lo cual formula su respuesta en función de la petición hecha.

En la investigación del rey se encontró que, en efecto, aquella ciudad se levantaba “contra los reyes y se rebela, y se forma en ella sedición; y que hubo en Jerusalén reyes fuertes que dominaron en todo lo que hay más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y rentas”. De esta manera, el rey halló que la ciudad había sido poderosa en el tiempo pasado, comprobando con esta investigación los hechos aseverados por la historia bíblica, donde el protagonista fue el gran Dios de Israel.

Pero, a pesar de las malas intenciones de los enemigos, el rey favoreció la posición de los israelitas dejando abierta la posibilidad de terminar la obra en el futuro con su consentimiento. En todo vemos la mano de Dios, guiando los hilos de su historia y permitiendo a las circunstancias ayudar al pueblo ilusionado con la reconstrucción de ciudad, su templo y sus muros.

Finalmente, la obra fue paralizada con la presente respuesta: “Ahora, pues, dad orden que cesen aquellos hombres, y no sea esa ciudad reedificada hasta que por mí sea dada nueva orden”. La felicidad de Rehum y Shimshai y sus compañeros, seguramente fue muy grande y con febril prisa llegarían a Jerusalén a comunicar la respuesta, haciendo cesar el trabajo por la fuerza y el poder.

Ciertamente, algunas veces los enemigos de la obra ganan el primer raund, pero eso no es el fin, sin es Dios quien está en control de todo. Esto lo afirmamos, porque si bien es cierto que “cesó la obra de la casa de Dios que está en Jerusalén”, esto no seria para siempre, porque la misma seguiría con el reinado de Darío, rey de Persia.

Cuando algo es de Dios, no habrá reyes que lo detengan.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 20

Y la obra del Señor cesó (Esdras 4:23-24)

La confabulación de los enemigos de la reconstrucción logró su objetivo. Las cartas enviadas al rey produjeron un efecto nefasto en medio del pueblo del Señor. El gozo de aquella reconstrucción dio al traste. La alegría fue rápida, porque pronto siguió todo como antes. Solo podemos imaginarnos a un pueblo desilusionado y sin ánimo de seguir.

Es cierto que más adelante, la influencia de Esdras y Nehemías se harán sentir en la corte del rey, pero por ahora esta es la realidad. Con esta acción, el remanente fue severamente probado, trayendo como resultado el inicio de un fuerte declive. La energía una vez consumada, parece ahora haberlos abandonado. Los enemigos pararon la obra del Señor.

Cuando Rehum y Simsai (canciller y secretario) oyeron la respuesta del rey “fueron apresuradamente a Jerusalén a los judíos, y les hicieron cesar con poder y violencia”. Note en primer lugar las palabras “apresuradamente”. Es como si esa respuesta era la esperada para ir tan pronto como fuera posible a detener a los trabajadores. Pero, además, ellos fueron con “poder y violencia” lo cual sugiere la perversidad de los enemigos.

Mattew Henry aplica esto, diciendo: “El mundo siempre está listo para creer cualquier acusación contra el pueblo de Dios, y rehúsa escucharlos. —El rey se dejó llevar por fraudes y falsedades. Los príncipes ven y oyen por los ojos y oídos de otros hombres y juzgan las cosas según les son representadas lo que suele hacerse con falsedad. Pero el juicio de Dios es justo; Él ve las cosas como son” Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 330–33.

“Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén […]”. Estas son palabras dolorosas, pero así quedaron registrada para la historia. Ahora tendrían que esperar un largo tiempo para reanudar la obra. Dios tendría que levantar al rey Darío para finalizarla. Por cierto, esa cesación de la obra dio origen a la fuerte antipatía entre los judíos y los samaritanos, y se agravó tanto que ellos construyeron el templo rival en el monte Girizin. Por esto Jesús diría después que los samaritanos y judíos no se tratan entre si.

Los enemigos de la obra del Señor podrán detenerla en algún momento, pero de Dios son los planes y los tiempos, y al final nadie podrá contra lo establecido por él

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 21

El regreso a la reconstrucción del templo

“Profetizaron Hageo y Zacarías hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos. Entonces se levantaron Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén; y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban” (Esdras 5:1-2).

El capítulo anterior nos dejó una nota de frustración, al ver cómo los enemigos triunfaron deteniendo la obra, usando como artimañas, las cartas dirigidas al rey, pero también valiéndose del poder y la violencia. Sin embargo, ahora vemos otra historia. La intervención de Dios frente al oprobio de la oposición es la más grande esperanza de su pueblo.

En los momentos más críticos y de desilusión de los que vieron paralizada la obra de reconstrucción del templo, Dios intervino bondadosamente enviándoles a sus dos mensajeros, los profetas Hageo y Zacarías. La voz profética, siempre aparece cuando el pueblo de Dios pareciera estar en total decadencia.

Los profetas Hageo y Zacarías fueron los varones usados por Dios para levantar el ánimo de los constructores. Ellos profetizaron a los judíos de Jerusalén “en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos”. He aquí una declaración llena de seguridad. No eran los enemigos los que estaban sobre ellos, sino el Poderoso de Israel. Ninguna promesa trae más aliento para seguir adelante como esta. Su nombre es grande y Todopoderoso.

¿Y cuál fue esa palabra profética venida para levantar a los alicaídos judíos de ese tiempo? Según Hageo, ellos decían: “No ha llegado el momento, el tiempo en que la casa del SEÑOR debería ser edificada”. Esto dirían seguramente a causa de sus enemigos, pero esto decía el profeta: “¿Es hora de que tú, oh vosotros, habites en casas con techo y esta casa esté desolada?” (Hageo 1). Israel se había asentado cómodamente y estaban más ocupados construyéndose casas que terminando la casa del Señor.

Frente a este llamado profético, los líderes Zorobabel y Jesúa, “comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén”. Al principio fue Ciro quien despertó el espíritu de construcción, pero ahora es Dios mismo, y ante este llamado solo había que poner manos a la obra. Necesitamos con más frecuencia escuchar la voz de Dios ante que la de los hombres. La obra del Señor sufre mucho por nuestra negligencia y falta de compromiso. Que Dios despierte siempre en nosotros el deseo de estar en su obra, y no descuidarla por nuestros intereses o por otras prioridades.

“… y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban”. La obra de reconstrucción nos necesita a todos. Los líderes deben ser siempre los que den el ejemplo en esta tarea.

Cuando Dios levanta el espíritu de edificación, no hay enemigo que prevalezca.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 22

Los ojos de Dios sobre la obra

“En aquel tiempo vino a ellos Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, y les dijeron así: ¿Quién os ha dado orden para edificar esta casa y levantar estos muros? Ellos también preguntaron: ¿Cuáles son los nombres de los hombres que hacen este edificio? Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar hasta que el asunto fuese llevado a Darío; y entonces respondieron por carta sobre esto” (Esdras 5:3-5).

Después de quince años de haberse paralizado la obra por la férrea oposición de los samaritanos, ahora se vuelve otra vez a iniciar. Si bien no se registra el gozo y la alegría dada cuando se inició esto, años atrás, el hecho mismo de reiniciar la reconstrucción del templo y también el muro, fue un hecho memorable. Los judíos volvieron a esta obra porque ellos tenían la aprobación de Ciro y esos decretos de los persas no claudicaban.

Pero, he aquí de nuevo la oposición. A la obra del Señor le acompañará siempre Su presencia, pero también la de quienes no están interesados en su avance. Por supuesto que esta nueva oposición fue distinta a la anterior, pues se ve la diferencia con aquellos quienes usaron el poder y la violencia para detenerla.

Las dos preguntas hechas por Tatnai el gobernador (un funcionario puesto por los babilonios) y por Setar-boznai, pretendían conocer la autoridad acerca de quién dio la orden de la reconstrucción y las personas que estaban al frente de la obra. Al final se les fue dado los nombres, y Esdras registró todo esto, para demostrar que no había ni la más remota rebelión sobre los judíos que habían regresado. Todos ellos eran pacificadores.

El comentarista Kidner sobre esta continua intimidación de los enemigos de la obra del Señor, dijo: “Como todo avance espiritual, desde Abraham hasta la expansión misionera en Hechos, esta aventura con una palabra del Señor y, en común con el resto, fue rápidamente probado y amenazado.”

“Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y no les hicieron cesar”. Esta es la nota distintiva de todo este texto. Ciertamente regresó la oposición, pero los ojos del Señor están allí. Los profetas Hageo y Zacarías habían inspirado al pueblo y por eso ellos contaban con la bendición de Dios sobre el trabajo. Si los ojos de Dios acompañan su obra no importa si los ojos enemigos siguen en ella para detenerla.

Mientras nos mantengamos haciendo la obra del Señor, estamos bajo su especial cobertura y sus ojos atalayan sobre nosotros para protegernos y animarnos.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 23

La carta al rey Darío (primera parte) (Esdras 5:6-11)

Esdras registró en su libro una variedad de cartas dirigidas a los reyes de turno. Al final, esto fue muy importante, porque aparte de contar con el aval de aquellas autoridades, los judíos contaron con los permisos que le darían continuidad al trabajo comenzado. Ellos sabían de la decisión de Ciro, quien los había autorizado unos 15 años atrás.

Ahora aparece en escena el rey Darío, el otro hombre a quien Dios usará, al igual que a Ciro para la culminación del trabajo de reconstrucción del templo. La actitud de los gobernadores samaritanos (Tatmai y Setar-boznai), y el tono de la carta dirigida al rey, tiene un carácter distinto y respetuoso. Las palabras “sea notorio al rey” no llevan prejuicios, ni malicia. La prudencia y precaución son la nota distintiva de la carta.

La carta dirigida al rey Darío tenía un contenido preciso y detallado con el propósito de informar al rey acerca de la obra y esperar su veredicto. Por un lado, ellos precisan el lugar de la construcción: “la provincia de Judea”. Además de esto, ellos mencionan el lugar: “la casa del gran Dios”, el cual, de acuerdo con lo informado era la casa hecha por Salomón, el gran rey de Israel muchos años atrás, pero destruida por el rey de Babilonia.

El informe de la carta daba cuenta de las grandes piedras usadas, los maderos puestos en las paredes; pero lo más importante de esos datos fue que “la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos”. Esto era lo más notorio de la carta. El tiempo perdido ameritaba una dedicación a tiempo completo. Ya no había más tiempo que perder. Cuánta enseñanza hay en todo esto. La obra del Señor debe hacerse de prisa, porque los enemigos de ella trabajan de la misma manera para detenerla. Que este sea el espíritu de los constructores de su obra.

La carta también informaba acerca de los nombres de los constructores; todo esto habla de un registro bien detallado, pero, sobre todo, revela el carácter de un buen administrador. La respuesta dada a los gobernadores, la cual fue dada a conocer al rey, decía: “Nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra […]. Esto revelaba que ellos no eran unos provocadores de oficio. Aquel gran trabajo contaba con la aprobación del cielo.

También daban cuenta que aquella reconstrucción era hecha, recordando la gloria pasada de esa casa, “la cual edificó y terminó el gran rey de Israel”. Con toda seguridad el rey Darío sabía la historia de aquella vieja casa, la cual ahora está siendo otra vez levantada.

Cuando la obra de Dios es hecha diligentemente, la prosperidad será su sello distintivo.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 24

La carta al rey Darío (segunda parte) (Esdras 5:12-17)

La carta dirigida al rey Darío prosigue enumerando el informe recibido de parte de los judíos, con los siguientes agregados. Por un lado, ellos hablan de la causa de la destrucción de aquella primera casa, la construida por el gran rey de Israel: “nuestros padres provocaron a ira al Dios de los cielos […], y, por otro lado, ellos hablan del rey de Babilonia, instrumento usado por Dios para el castigo, quien “destruyó esta casa y llevó cautivo al pueblo a Babilonia”.

El otro contenido de la carta hablaba de Ciro, el rey de Babilonia, como el otro instrumento usado por Dios quien despertó el espíritu en el pueblo para regresar a Jerusalén y dar inicio a la obra de reconstrucción del templo. Pero este rey no solo motivó al pueblo del exilio a regresar, sino que, además, les entregó los utensilios del templo, los llevado por el rey anterior, para ser puestos donde debieran estar y de donde nunca debieron salir.

Y en las ironías de la vida, un rey de Babilonia se los llevó cautivos, y ahora otro rey de Babilonia los equipa para que regresen a su tierra y a la ciudad amada por ellos. La carta precisa también el nombre de Sesbasar (aparentemente otro nombre para Zorobabel) quien fue puesto como gobernador y ejecutor de la obra. La orden dada por Ciro a este gobernador era para tomar aquellos utensilios y con ellos edificar otra vez la casa de Dios.

La parte final de la carta dice: “Entonces este Sesbasar vino y puso los cimientos de la casa de Dios, la cual está en Jerusalén, y desde entonces hasta ahora se edifica, y aún no está concluida”. Con este detallado informe, Darío se dio por enterado de los alegatos de los opositores de aquella obra y solo esperaban su respuesta y veredicto. La intención de la carta era la de hacer una revisión, si en efecto Ciro había dado la orden o no de la reconstrucción.

Con este informe, el rey Darío sabía que los judíos estaban plenamente facultados de acuerdo con las leyes persas a proseguir la obra en virtud del edicto de Ciro. En tal sentido, este decreto público se consideraba como legal y aprobado, por cuanto no se había revocado previamente; y según “la ley de Medo-Persa, esto no se podía abrogar.

De esta manera, el rey Darío quedó bien informado y listo para dictar su sentencia final.

Cuando la obra es de Dios, no importa a cuál escrutinio de los hombres sea sometida.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 25

El libro de las memorias (Esdras 6:1-5)

A partir de ahora el escenario para los exiliados y su determinado propósito de reconstruir el templo cambiará completamente. La presencia del rey Darío, y su orden de buscar en los archivos el asunto solicitado por Tatmai, el gobernador del otro lado del río, respecto a la orden del rey Ciro, fue prontamente ejecutada. El libro de “Memoria” fue hallado en Acmeta “en la provincia de Media”. Allí estaría la prueba necesaria para continuar la obra paralizada.

Los archivos históricos siempre han sido las mejores pruebas para develar las mentiras, calumnias y malas intenciones de los enemigos. A Darío se le leyó el contenido de la orden dada por Ciro, un antiguo predecesor, respecto a la orden dada a los exiliados “acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios […]”. Con esta prueba, el veredicto del rey será lo esperado.

El comentarista Morgan ha hecho a este respecto la siguiente acotación: “Es fácil darse cuenta de la manera tan sencilla que pudiera no haber sido encontrado. Si tal documento no hubiera estado en la biblioteca, ¿qué tan natural hubiera sido abandonar la búsqueda? Pero bajo la compulsión divina esa búsqueda fue ejecutada hasta que el libro fue encontrado.”

Lo interesante del archivo de esas memorias radicaba no solo en la orden de Ciro, sino la especificación de la obra a reconstruir, incluyendo el levantamiento de las paredes, su altura y su anchura, madera nueva, y también la provisión de todos los recursos de parte de la tesorería del rey con la que se aseguraba la continuidad aquella digna e importante obra.

Lo más importante del decreto del rey de Ciro fue su vigencia. Las leyes medo-persa eran muy estrictas respecto a su cumplimiento y no podían ser cambiadas. Y en esto vemos la providencia divina, porque si bien la obra fue detenida, ahora el rey Darío se encargará de darle continuidad, llegando él mismo a ser un instrumento usado por Dios.

El rollo escrito con aquellas memorias era fidedigno. Lo dicho desde el principio confirmaba la evidencia de esos rollos. Ciro había ordenado el reinicio de aquella obra, pero además que fueron devueltos “los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia”. Con esta lectura y recordatorio, solo una cosa procedía: la ejecución de la obra otra vez.

Nada se puede contra la evidencia. Lo que Dios ha permitido nadie lo podrá detener.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 26

La respuesta comprometedora (Esdras 6:6-10)

Si los enemigos del Señor pretendían otra victoria, como la primera para detener la obra iniciada, con la interpretación del rey Darío de las memorias dejadas por Ciro, así como su decisión de continuarla, aquellos hombres regresarían avergonzados al tener que alejarse de los judíos y dejarlos terminar el sueño de sus vidas: la reconstrucción de su templo.

He aquí la decisión del rey: “Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios”. La orden previa de Darío a los “incitadores de oficio” era para alejarse de esta gente. Que no estorbaran más a la obra de esta casa de Dios. Las palabras alejaos de allí era una frase aramea oficial común. El edicto del gran rey Ciro se había dado, y así se debía hacer.

Darío es el nuevo rey usado por Dios para cumplir uno de sus grandes atributos, su soberanía. Dios es dueño de todo. Todos los hombres le pertenecen, y al final él puede usarlos para lograr sus fines. Mientras el diablo levanta a sus instrumentos para ser enemigos de la obra del Señor, Dios levanta a los hombres menos pensado para cumplir y completar sus planes. Israel nunca estuvo desprovista de la mano interventora de su Dios.

Observemos la vergüenza de los enemigos. Ellos no solo oyeron la orden del rey de no parar la obra, sino de proveerles de los recursos necesarios para hasta lograr su finalización. Esta fue la orden de Darío: “que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra”. Esto significa que ellos mismos ayudaran en la reconstrucción pagando los gastos.

Sigamos observando esta interesante historia. Aquellos enemigos, además de sacar de los tributos para pagar la casa, también deberían proveerles de animales día por día para que ofrecieran sacrificios en el altar del nuevo templo junto con la comida necesaria para los holocaustos. La vergüenza no podía ser mayor para los enemigos de Dios y su pueblo.

Llama la atención, la actitud de este rey pagano respecto al concepto de Dios, cuando dice: “para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos”. Bendito sean los gobernantes que reconocen a Dios y piden para él sus oraciones, pero también para su familia. Esta humillación agrada al Dios de los cielos.
Los enemigos de la obra siempre han regresado avergonzados, porque Dios pelea por ella.
Desde lo más profundo del corazón del pastor.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 27

El decreto debe ser cumplido prontamente

“También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente” (Esdras 6:11-12).

¿Por qué Darío respecto el decreto de Ciro? ¿Por qué su postura tan radical en el cumplimiento de aquel viejo decreto? Darío reconoció la mano de Dios en los asuntos de los hombres, aunque eso no lo convirtió en un adorador del Dios de los judíos, por en su reinado él adoptó la religión del zoroastrismo. En este sentido él tendría otro dios y es posible que quería una reconstrucción para su templo, parecida aquella. La otra razón fue el respeto que daban los reyes sucesores a decretos de los reyes anteriores.

La orden dada por Darío acerca de la reconstrucción del templo venía según los decretos medo-persa, cuya pena por la falta de cumplimiento era la misma crucifixión; de allí vino esa temida y odiada muerte. Esta severidad del decreto de Darío no debe sorprender. Su amenaza con una muerte vergonzosa y con la destrucción o confiscación de la propiedad de cualquier infractor eran parte de los decretos reales de muchos imperios del antiguo Cercano Oriente. Darío exigió el castigo al “Dios que hizo habitar allí su nombre” como rápido y severo.

Se equivocan siempre los enemigos de la obra de Dios al pretender paralizarla o destruirla. Dios vigila y pelea por ella. Al final, por ser soberano, usará aun los instrumentos menos pensados, como el caso del rey Darío, para lograr sus fines. La iglesia del Señor debe descansar en sus promesas y en la vigencia de su intervención como estos casos de la historia. El Dios de ayer sigue siendo el mismo de hoy. Su mano no se ha cortado para bendecirnos.

“Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente”. Esta frase revela la importancia de un cumplimiento a cabalidad. Como era una orden precedida de semejante temeridad, el rey esperaba que sus subalternos velaran por el cumplimiento de su edicto y la completa reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén. Esto asegura a los judíos la finalización de la obra, pero, sobre todo, que nadie más iba a interrumpir el levantamiento de la casa de Dios.

John F. Walvoord y Roy B. Zuck, hablando de la maldición de Darío sobre aquél que destruyera el templo se cumplió de esta manera: “(a) Antíoco Epífanes, que lo profanó en 167 a.C., y murió demente tres años después; (b) Herodes el grande (37–4 a.C.), quien para vanagloriarse le añadió muchas cosas, pero luego enfrentó problemas familiares y murió enfermo; y (c) los romanos, que lo destruyeron en 70 d.C. y luego su gran imperio cayó” (John F. Walvoord y Roy B. Zuck, El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Antiguo Testamento, tomo 3: 1 Reyes-Ester (Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 1996), 231.

Nadie quien pretenda levantarse en contra de la obra de Dios le irá bien en su vida.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 28

La obra es termina

“Entonces Tatnai gobernador del otro lado del río, y Setar-boznai y sus compañeros, hicieron puntualmente según el rey Darío había ordenado. Y los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia. Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío” (Esdras 6:13-15).

En la ironía de la vida, los enemigos de la obra del Señor ahora serán encomendados por el rey a ayudar a reconstruirla. Así, pues, en lugar de obstaculizar la obra como ciertamente pensaban hacerlo, si se atrevían, aquellos hombres, Tatnai y sus asociados se vieron ahora obligados a contribuir con toda la ayuda posible, y esto lo hicieron puntualmente.

Esta historia nos recuerda a Mardoqueo, el tío de la reina Ester, cuando el malvado Amán había preparado una treta para matar a los judíos, menospreciando a Mardoqueo. Cuando la reina Ester descubrió el complot, y el rey supo de eso, Amán fue obligado a rendirle honores al propio Mardoqueo, llevando su caballo, asegurándose que la gente le rindiera tributo a quien era su enemigo. Los enemigos de la obra nunca prevalecerán (Ester 6).

Cuando Tatnai y Setar-boznai, y sus compañeros hicieron exactamente como el rey Darío había ordenado, los ancianos de los judíos comenzaron la edificación con gran prosperidad. Con esto se dio cumplimiento a la profecía de Hageo y Zacarías, quienes previamente habían hablado de la finalización de esta obra. En tales libros, los mensajes apelaban a la conciencia judía para dedicarse con fidelidad y empeño a la reedificación del templo, por cuando Dios había sido propicio con ellos y el rey Darío como Su instrumento para esto.

“Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia”. En esta parte de la historia, Esdras se asegura en mencionar la culminación de la obra con mucha precisión. Por un lado, menciona a los dos reyes Darío y Artajerjes como los ejecutantes de la orden, pero, sobre todo, Esdras menciona la orden Dios de Israel, quien al final seguirá siendo el rey de Reyes.

El otro asunto mencionado por Esdras es la fecha de la culminación de la casa del Señor. Los obreros, con un nuevo y fresco espíritu, acelerando la restauración del templo, trabajando con alegría y entusiasmo hasta verla felizmente terminada. De esta manera, y de acuerdo con Lighfoot, el cimiento fue puesto en abril del año 536 A. C. (cap. 3:8–10) y la obra fue terminada en febrero del año 515, veintiún años después.

La obra del Señor desde su inicio ha tenido una férrea oposición. El evangelio de Cristo se ha venido sembrando en medio de lágrimas y con la sangre derramada de sus sembradores. Pero su avance, y con ello la extensión del reino de Dios, nos da la alegría de ver siempre su prosperidad. Los enemigos del evangelio no han triunfado para siempre.

Dios sigue siendo soberano y su obra no será paralizada, aunque se levanten sus enemigos.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 29

El gozo de la dedicación

“Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo. Y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien becerros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y doce machos cabríos en expiación por todo Israel, conforme al número de las tribus de Israel. Y pusieron a los sacerdotes en sus turnos, y a los levitas en sus clases, para el servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el libro de Moisés” (Esdras 6:16-18).

La nota distintiva del texto anterior fue la finalización de esta accidentada obra. Y así como en las memorias de los reyes aparecían los decretos, para reconstruir el templo, o para paralizarlo, también en las memorias de Esdras se escribirán estas palabras: “Edificaron, pues, y terminaron…”. Acto seguido, la obra concluida ameritaba su dedicación.

Como era de esperarse, la dedicación de la casa del Señor, a parte de ser objeto del más profundo gozo, lo fue también con lo ofrecido para tan solemne fiesta. Por supuesto que esta dedicación distaba mucho de la primera, cuando Salomón dedicó miles de sacrificios, además de los días usados para aquella esplendorosa obra (1 Reyes 8:12-66).

La dedicación de la obra estuvo dirigida por todos los hijos de Israel; ellos, quienes habían esperado tanto tiempo, encabezan este acto. Pero, en segundo lugar, estaban los los levitas y los demás que habían venido de la cautividad. La unidad en el trabajo se vio también en la dedicación. Nadie se perdió aquella fiesta. Los que regresaron de la cautividad fueron testigos del cumplimiento profético de la casa restaurada. Aquel gozo no podía ser mayor.

El ofrecimiento de los corderos y machos cabríos para los holocaustos fue modesto, acorde con la condición económica de los llegados del cautiverio. Pero lo más destacado de esto el propósito de tales sacrificios, para expiación por todo Israel. Israel había pecado. Setenta años hablaban de un castigo venido por la desobediencia e idolatría, y con esta dedicación hicieron la confesión, y con ello el perdón, conforme al número de las tribus de Israel.

Una vez dedicada la obra, los sacerdotes y levitas se activaron en sus funciones. Qué gozo tan grande tuvo que ser aquel para los servidores de Dios y de su templo. En el cautiverio no pudieron hacer esto, ahora era el tiempo de ministrar a Dios y a su pueblo según lo establecido en la ley de Moisés. El gozo del servicio distinguió aquella dedicación.

Mis amados, la dedicación de la obra del Señor y a la obra del Señor nos hace un pueblo distinto. No importa cuán pequeña sea la obra que demanda nuestra dedicación, al final estamos sirviendo al mismo Dios de Israel. Ahora nuestro servicio es a la iglesia del Señor.

Los enemigos quedan avergonzados, cuando al final se termina y dedica la casa de Dios.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 30

La fiesta más esperada (Esdras 6:19-22)

Una vez terminada y dedica la casa del Señor, la cual estuvo precedida de una gran celebración con enorme regocijo, la ocasión era propicia para recordar la pascua, la fiesta más esperada por todos. Esdras se asegura en señalar “a los hijos de la cautividad”, como los participantes de la más grande fiesta judía, recordando con eso el mandato de Moisés y el acto central de redención del Antiguo Testamento, la liberación del pueblo de Dios de Egipto. Con ese acto confirmaron ser el pueblo escogido por Dios desde la antigüedad.

De acuerdo con los datos suministrados, esa fue la primera vez en 70 años que el pueblo celebraba esa fiesta conmemorando la salida de sus antepasados de la esclavitud egipcia (cf. Éxodo 12:1–14; Levítico 23:5). Esdras habla de una la celebración de ocho días (la pascua, 6:19 y los siete días de la fiesta de los panes sin levadura, v. 22).

Curiosamente, esto ocurrió 900 años después de la primera pascua. Por lo tanto, esta fecha marcó el final del exilio para el remanente que una vez más pudo gozar de la comunión con su Dios.

Aquella fiesta solemne requería de una santa preparación por parte de los encargados de la ministración de las cosas sagradas del templo. Por eso fue requerido de los sacerdotes y levitas una total limpieza y purificación. Y esto no podía ser de otra manera. Los participantes de esta fiesta (para nosotros hoy sería la Cena del Señor), se demanda apartarse de las inmundicias de las gentes de la tierra para buscar a Jehová Dios de Israel.

Lo hecho por Dios en el pasado aquella noche en la tierra de Egipto, que incluía “el cordero pascual”, traía el recuerdo solemne de una víctima sacrificada para ser librados del ángel destructor, quien, al ver la señal de la sangre en el dintel de las casas, pasaría de largo y aquella casa quedaba a salvo. La misma solemnidad nos presenta el momento cuando celebramos la Cena del Señor, pues aquel Cordero pascual era Jesucristo mismo.

La nota distintiva de esta fiesta fue el gozo, pues “celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días, por cuanto Jehová los había alegrado…”. Cualquier regocijo que no proceda de Dios, es mundano, vacío y provocado por la carne. Israel celebró con gran contentamiento esta fiesta, prolongada por los siete días de los panes sin levadura. Lo hecho por Dios en medio de ellos demandaba esa fiesta y ese regocijo. La alabanza por las obras hechas de parte de Dios debe ser hecha con regocijo.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 31

La mano del Señor

“Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras hijo de Seraías, hijo de Azarías, hijo de Hilcías, hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ahitob, hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Meraiot, hijo de Zeraías, hijo de Uzi, hijo de Buqui, hijo de Abisúa, hijo de Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote, este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió, porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras” (Esdras 7:1-6).

Después de seis capítulos nos encontramos con la entrada oficial de Esdras, cuyo nombre da origen al libro estudiado hasta ahora. El autor nos deja dos oraciones previas para recordarnos cuándo sucedieron las cosas: “Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia […]”. El tiempo de “estas cosas” se dio entre Esdras 6 y 7, en un periodo de 60 años. Artajerjes fue el gobernador de esa época, quien también es conocido en la historia como Artajerjes Longimanus, el sucesor de Jerjes, el rey que se casó con Ester. De esta manera, los eventos del Libro de Ester tuvieron lugar entre Esdras 6-7.

Al lector le llama la atención el nombramiento de por lo menos dieciséis nombres de la sucesión sacerdotal, de la cual Esdras toma su origen y procedencia. Esto no fue puesto a capricho, sino es la manera cómo el autor de esta obra introduce a Esdras con todas las cualidades morales y espirituales para el trabajo puesto sobre sus hombros. El sacerdocio de Esdras tenía toda la legitimidad para afirmar a los exiliados como el pueblo de Dios.

Además de sacerdote, Esdras “era escriba diligente en la ley de Moisés, que Jehová Dios de Israel había dado […]”. Un escriba era un hombre consagrado para preservar la palabra de Dios, enseñarla y administrarla en el sentido de interpretarla y aplicarla. En el caso de Esdras, además de hacer estas cosas, se nos dice que “era escriba diligente” con lo cual se afirmaba carácter y devoción por la ley. Esdras era un abogado altamente capacitado en la palabra de Dios. Bienaventurado el varón cuyo deliete está en la ley del Señor (Salmos 1).

El comentarista Kidner nos dice: “Su nombre ocupa un lugar muy alto en la tradición judía, donde llegó a ser considerado como un segundo Moisés, y de hecho fue él, más que cualquier otro hombre, quien imprimió a Israel su carácter perdurable como el pueblo de un libro…en su caso, se enfatiza la palabra ‘diligente’, o literalmente ‘rápido’ (cf. Salmo 45:1), lo que sugiere una rapidez de agarre y facilidad de movimiento en medio de este material complejo que fue el fruto del estudio dedicado descrito en Esdras 7:10”.

Pero no todos los escribas bíblicos tuvieron el carácter de un Esdras, pues durante el tiempo de Jesús, ellos fueron blanco de los más duros reproches de parte Cristo, porque habían convertido la ley en “la tradición de los ancianos”, haciendo al pueblo esclavos de tales tradiciones, en lugar de haberlos instruidos en el espíritu y las bondades de la ley de Dios.

Este Esdras gozó de las bondades del rey, pues “le concedió el rey todo lo que pidió”. Esto no era raro. Hombres como Nehemías o Daniel, gozaron también del beneplácito de los reyes donde servían durante el exilio, por su carácter santo y el testimonio que superaba a cualquier otro en la corte. En el caso de Esdras, esta era la más poderosa razón: “porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras”. Esa mano es más poderosa que la del rey.

Si la mano de Dios está en su obra, él abrirá otras manos para que concedan los recursos con el propósito de su culminación y consolidación. Su mano está sobre todas las demás.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 32

Esdras y sus acompañantes para el trabajo del templo

“Y con él subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo, en el séptimo año del rey Artajerjes. Y llegó a Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey. Porque el día primero del primer mes fue el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano de Dios. Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:7-10).

Después de sesenta años, cuando ya Jerusalén había sido repoblada con la llegada de los primeros exiliados, aparece Esdras con un grupo de judíos, la mayoría de ellos comprometidos con el oficio del templo, pues regresaron “sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo”. Con este equipo, Esdras, por ser un sacerdote debidamente preparado, acometerá la gran obra de levantar la Casa del Señor.

La nota “subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel” revela que no todos regresaron a Jerusalén después del tiempo de los setenta años, profetizados por Daniel y Jeremías, esperándose un retorno masivo. Pero muchos prefirieron continuar en la tierra de su cautiverio, a pesar del llamado del rey, y el profético, cuando se les decía: ‘¡Oh, oh, salid!’… ‘Libérate, oh Sion, que moras con la hija de Babilonia’ (Zacarías 2:6-7). Esta es la historia de los inmigrantes cuando echan raíces en el extranjero.

Las fechas tan precisas de la llegada de Esdras a Jerusalén ponen de manifiesto el orden cronológico de los hechos de aquel largo recorrido, considerado en unos 1,448 kilómetros, lo cual abarcó unos cuatro meses de viajes. Pero aquel largo viaje sería el comienzo de una nueva era para el pueblo de Israel después de los años de la cautividad. Los tiempos de Dios siguen su curso, así como su plan eterno. Esa es Su historia para nuestra salvación.

La expresión “la buena mano de Dios” aparece ocho veces en la Biblia, y solo seis de todas ellas, está en el libro de Esdras. Esto es sumamente significativo porque el autor pone un gran énfasis en esto, pues si bien es cierto que la mano del rey estuvo con Esdras, la mano invisible de Dios movía el curso de los hechos con total libertad y con total prosperidad.

En los versículos previos se describió a Esdras como “escriba diligente en la ley de Moisés” (v. 5); ahora se nos presenta como alguien que “había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (v. 10). He aquí un modelo de lo significa vivir la palabra. El corazón como instrumento debe prepararse primero a través de la investigación de la palabra, luego debe aplicarla y finalmente enseñarla. Si no hacemos esto, la palabra quedará sin frutos.

Quien va a servir en la casa del Señor, debe preparar debidamente su corazón, y no hay una manera mejor de hacerlo como aquello donde nos sumergimos en la palabra de Dios.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 33

La carta de Artajerjes (primera parte) (Esdras 7:11-16)

Decíamos anteriormente que Esdras es el libro de las “cartas de los reyes”. Fue notoria la carta dirigida a Ciro, la enviada a Darío y ahora la presente, dirigida al rey Artajerjes. Todas ellas tuvieron su origen con los exiliados de Israel. La importancia de esta carta es a quién es dirigida y el propósito de su contenido. El remitente es el rey, pero no cualquier rey, sino uno llamado “rey de reyes”, un príncipe grande y poderoso. Y el destinatario era Esdras, “escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel”.

Otra vez, quien haya escrito este libro, ha tenido un gran interés en darnos a conocer la figura prominente de Esdras, no solo como un sacerdote y escriba, sino mostrarnos sus altas cualidades morales y académicas para ser el hombre usado por Dios en esos momentos transitorios que vivió Israel al regreso de su exilio. Por un lado, lo llama “escriba versado” (v.11) y lo termina llamando “escriba erudito en la ley del Dios del cielo”. Esto no fue escrito por un mero elogio, sino por el más alto reconocimiento a su integridad espiritual.

La carta del rey firmaba su autorización para los habitantes de Israel en el exilio, especialmente los “sacerdotes y levitas”, de regresar voluntariamente con el sacerdote Esdras al ejercicio de sus funciones, como responsables de la casa de Dios y los garantes de enseñar al pueblo la adoración y la ley, lo que hacía de ellos un pueblo único sobre la tierra.

Dos cosas son distintivas en la carta: por un lado, Esdras era enviado por el rey, pero también por sus siete consejeros. Eso habla de una autoridad terrenal suprema. Pero junto con esta cobertura gubernamental, también estaban los dones concedidos por el rey para esta magna obra dedica al Dios de los cielos: “… y a llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros voluntariamente ofrecen al Dios de Israel”. El equipamiento fue total.

Otra vez vemos como un rey pagano es usado para despertar el espíritu voluntario de dar y trabajar para la obra de Dios. Y es que Dios sigue siendo soberano. Él seguirá usando sus instrumentos, aunque no sean de su pueblo, para cumplir finalmente sus propósitos.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 34

La carta de Artajerjes (segunda parte) (Esdras 7:17-20)

La carta de Artajerjes fue un documento con gran claridad y precisión, que describía la naturaleza de la comisión dada a Esdras, así como la extensión de poder y prerrogativas con la cual fue investido. La carta especificaba una gran suma de dinero otorgado a Esdras para comprar “diligentemente… carneros y corderos, con sus ofrendas y sus libaciones”. Y el propósito de tales animales era para ofrecerlos “sobre el altar de la casa de vuestro Dios”. He aquí un rey pagano dando de su dinero para la adoración a Dios, ¡algo sombroso!

“Y lo que a ti y a tus hermanos os parezca hacer”. La forma deliberada como el rey le confió a Esdras sus tesoros, hasta el punto de dejar en sus propias manos las decisiones acerca de cómo invertir el dinero, es un claro reflejo del carácter e integridad de un hombre como Esdras. De esta manera, él tuvo libertad para tomar sus propias decisiones sobre cómo gastar mejor el dinero traído consigo. Es en la manera cómo se administra el dinero de las cosas del Señor, donde se comprueba la integridad con la que estamos hechos.

Cuando observamos la generosidad de los reyes paganos en apoyar la adoración de Dios, pronto vemos un reproche a la conducta de muchos reyes de Judá, y también como un juicio contra la codicia de aquellos ricos profesantes que no invierten o promueven la causa de Dios. La obra del Señor ha sufrido siempre, porque los llamados a sostenerle siguen siendo indiferentes e insensibles a la hora de tocarles su dinero.

Las palabras de este rey pagano parecieran ser las de un gran conocedor de los “misterios del reino”, pues dentro de sus órdenes, respecto al uso del dinero para las cosas de Dios, deja claro su consejo cuando dice: “hacedlo conforme a la voluntad de vuestro Dios”. ¿No tenía este rey su propio dios? ¿Quién le había enseñado que el Dios de Israel era una persona y que sus seguidores deberían obedecer su voluntad?

En la soberanía de Dios uno puede ver cómo la actitud de un rey pagano es usada para los fines de Su propio reino. Ya hemos dicho que este Artajerjes es el mismo rey con quien Ester se casó, y con ello vino la liberación de Israel de las malvadas intenciones de Amán (Ester 3). Ahora seguimos viendo su generosidad y reconociendo a Dios al hablar de restituir “los utensilios”, y, además, “todo lo que se requiere para la casa de tu Dios”.

Cuando un gobernante pagano reconoce al Dios de los cielos en su grandeza y soberanía, pero además da y promueve su adoración, vemos que hasta las piedras hablan, según lo mencionara más adelante nuestro Señor Jesucristo (Lucas 19:40).

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 35

La carta de Artajerjes (tercera parte) (Esdras 7:21-24)

La extensa carta escrita por Artajerjes al sacerdote Esdras para el levantamiento de la casa del gran Dios no podía ser más detalla. A parte de todo el dinero dispuesto por el rey y sus cercanos consejeros, ahora se añade esta especificación de concederle a Esdras permiso para recibir dinero de los tesoros de los sátrapas locales en la región de Palestina. Con esto el rey se estaba asegurando que nada faltara para tan digna y grandiosa obra.

Otra vez, el lector puede ver cómo se sigue resaltando las cualidades de Esdras al hablar de él como “escriba de la ley del Dios del cielo”. Con esto se afirma el testimonio y el carácter de aquel hombre de la ley, cuyo impacto de vida no solo fue visto entre su gente, sino por un rey pagano para confiarle a él semejante responsabilidad en el manejo y en la administración de tanto dinero. Su rectitud de vida generó semejante confianza.

La cantidad de dinero, así como otros bienes necesarios demandados por el rey estaban especificados de esta manera “hasta cien talentos de plata, cien coros de trigo, cien batos de vino, y cien batos de aceite; y sal sin medida”. La Nueva Traducción Viviente especifica estas cantidades de la siguiente manera: “Le darán hasta tres mil cuatrocientos kilos[j] de plata, quinientas canastas[k] de trigo, dos mil cien litros de vino, dos mil cien litros de aceite de oliva[l] y sal en cantidad ilimitada”. Semejantes recursos aseguran la obra a cometer.

Artajerjes se sigue valiendo del Dios de los judíos y del cielo (aunque él era politeísta) para añadir un dios más a su colección y obtener de él los mejores favores. He aquí otra de sus recomendaciones: “Todo lo que es mandado por el Dios del cielo, sea hecho prontamente para la casa del Dios del cielo”. No sabemos de las intenciones de aquel rey pagano, pero Artajerjes se aseguró de hacer bien las cosas para ganar el favor de ese nuevo Dios a quien reconoce como “Dios del cielo”, y todo debería hacerse “prontamente”.

“¿Por qué habría de ser su ira contra el reino del rey y de sus hijos?”. De una cosa estamos seguro con la actitud de este rey, como si fuera un creyente genuino en el Dios de los cielos. El rey se aseguró de la benevolencia, y protección de este nuevo Dios de quien ha visto alguna diferencia con los dioses adorados en su reino. Él no desea que la ira de Dios sea sobre su reino y sus hijos, sino más bien tener una paz y seguridad duradera.

“Ninguno podrá imponerles tributo, contribución ni renta”. “Artajerjes dio su real sanción al establecimiento de la ley divina, la que eximía a los sacerdotes y levitas de los impuestos y tributos, y confirmaba para ellos el derecho exclusivo de oficiar en los servicios sagrados del santuario” (Roberto Jamieson, A. R. Fausset, y David Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia – tomo 1: El Antiguo Testamento El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 2003), 368.

La soberanía de Dios significa que él usa a quien quiera, donde quiera y cómo quiera. Al final, todos los hombres y toda su creación son usados para lograr sus fines y propósitos.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 36

Un rey pagano ordena estudiar la Biblia

“Y tú, Esdras, usa la sabiduría que tu Dios te ha dado a fin de nombrar magistrados y jueces que conozcan las leyes de tu Dios, para que gobiernen a toda la gente de la provincia situada al occidente del río Éufrates. Enseña la ley a todo el que no la conozca. Cualquiera que se niegue a obedecer la ley de tu Dios y la ley del rey será castigado de inmediato, ya sea por muerte, destierro, confiscación de bienes o encarcelamiento” (Esdras 7:25-26).

La tarea asignada a Esdras tuvo mucho de administración desde el mismo comienzo. Si bien él era un escriba versado en la ley de Dios, el rey le confirió una responsabilidad de gobernador con el fin de dirigir la reconstrucción, tanto de la casa del Señor como en la estabilización de las provincias donde los exiliados iban a vivir.

Si algo sabía Artajerjes era la calidad de vida de Esdras para semejante empresa. Esta fue la recomendación: “usa la sabiduría que tu Dios te ha dado a fin de nombrar magistrados y jueces que conozcan las leyes de tu Dios, para que gobiernen a toda la gente de la provincia situada al occidente del río Éufrates”. Esta selección de magistrados y jueces requería una gran pericia. No era cualquier cosa. Ellos iban a ser los administradores de justicia y se demandaba de ellos ser hombres probos y justos en sus acciones.

Pero entre las características más importantes de aquellos hombres estaba el lugar de la ley en sus corazones. Otra vez, Artajerjes se aseguró que los hombres quienes acompañarían a Esdras en esta empresa, también amaran y conocieran la ley de Dios. Esta distinción le aseguraba al rey estabilidad y buen juicio en los asuntos a gobernar. Pero también, el rey buscaba con esto muchos beneficios para su propio reinado.

Ahora, observe hasta dónde llegó la instrucción del rey respecto al asunto de la ley de Dios. Su empeño era tal que recomendó lo siguiente: “Enseña la ley a todo el que no la conozca. Cualquiera que se niegue a obedecer la ley de tu Dios y la ley del rey será castigado de inmediato, ya sea por muerte, destierro, confiscación de bienes o encarcelamiento”. Leer esto es ver a alguien utilizando su autoridad de modo que, si algunos no conocían esos principios, Esdras los instruiría al respecto. Y note esto, la pena por desobedecer la Ley de Dios equivalía a la misma por desobedecer al rey.

Sorprendente, este monarca secundaba la validez de los mandatos y principios establecidos en la Ley de Dios como medio de gobernarse y a su vez ser leal tanto a Dios, el Rey de reyes, como a su propio imperio. He aquí una lección de vida de la palabra de Dios.

Feliz la nación cuyos gobernantes le den el primer lugar a la santa palabra de Dios.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 37

Honrando a Dios, primeramente

“¡Alaben al SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, que hizo que el rey deseara embellecer el templo del SEÑOR en Jerusalén! ¡Y alábenlo, porque me demostró tal amor inagotable al honrarme delante del rey, sus consejeros y todos sus poderosos nobles! Me sentí alentado, porque la bondadosa mano del SEÑOR mi Dios estuvo sobre mí. Así que reuní a algunos de los líderes de Israel para que regresaran conmigo a Jerusalén” (Esdras 7:27-28).

Todo el estudio previo de este pasaje nos ha mostrado la manera cómo el rey Artajerjes ha honrado a Esdras, escogiéndolo para esta noble tarea, exaltando en él sus altas cualidades como un hombre de la ley, quien la ha vivido y la ha puesto en práctica. Pero también el rey de alguna manera u otra ha honrado a Dios, aunque seguramente lo había visto como un dios más de la lista que seguramente adoraba. Pero ahora es Esdras quien alaba a su Dios.

Si alguien conocía a Dios era Esdras. Siendo él un escriba versado en la ley, quien a diferencia de los escribías durante el tiempo de Jesús, la vivía y la practicaba. Tan revelador conocimiento de Dios le permitió comenzar esta oración a manera de exclamación, diciendo: “¡Alaben al SEÑOR, Dios de nuestros antepasados, que hizo que el rey deseara embellecer el templo del SEÑOR en Jerusalén!”. Esto no podía ser de otra manera.

Esdras reconoce que ciertamente el rey ha tenido un gran interés en “embellecer el templo del Señor”, pero eso se debió a la misma obra de Dios, quien al final inclina el corazón del rey para hacer lo que él quiere de acuerdo con lo dicho por el sabio rey (Proverbios 21:1).

Esdras no solo alaba a Dios por la manera cómo usó al rey a través de una extravagante generosidad para la casa de Dios, sino también lo alaba por la gracia dada a él delante de tan altos dignatarios, cuando dice: “¡Y alábenlo, porque me demostró tal amor inagotable al honrarme delante del rey, sus consejeros y todos sus poderosos nobles! No hay duda de que la ley llevó a Esdras a tener un corazón inclinado a la adoración.

La frase “amor inagotable” sigue siendo parte de la alabanza con la que Esdras reconoce a Dios en su extravagancia para con él en todo lo emprendido en acometer la obra en Jerusalén. Bien pudiéramos afirmar con esto que Esdras fue una especie de “hijo mimado” del Señor por la manera cómo lo amó y lo usó para enaltecer su gloria.

Tales reconocimientos produjeron en el corazón del sacerdote Esdras un gran aliento, tan necesario para la gigantesca obra en Jerusalén, la ciudad donde regresaba después de unos 80 años en el exilio. Este fue testimonio: “Me sentí alentado, porque la bondadosa mano del SEÑOR mi Dios estuvo sobre mí”. Y a partir de ahora, esta frase será siempre repetida, porque Esdras supo desde el principio de la mano de Dios guiándole en todo siempre.

Dios es digno de ser alabado siempre. Todos los logros de nuestra vida tienen su origen en él. Quien esto hace, como lo hizo Esdras, reconoce su soberanía en todas las cosas hechas.
Desde lo más profundo del corazón del pastor

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 38

La lista de los que regresaron (Esdras 8:1-14)

Esdras es un libro absolutamente de historia. La manera cómo se registran los hechos, tales como la intervención de los reyes no judíos, con la precisión de las fechas de sus reinados, dándonos sus nombres y sus hechos, y ahora mostrando el registro de las familias de los que regresaron, de igual manera con sus nombres y sus conexiones de los antepasados, nos hace vivir una historia debidamente cronológica.

¿Cuál es la importancia de tener esta lista detalla de las familias? ¿Qué relación tiene todo esto con lo que se conocerá como la revelación progresía de los hechos bíblicos?

La lista habla de los principales que regresaron, junto con todos sus acompañantes. Otro aspecto de nuestro especial interés es ver la mayoría de la gente mencionada acá relacionada con las familias que habían regresado con Zorobabel (en 537 a.C.) 79 años atrás de acuerdo con el capítulo 2.

Por otro lado, muchos de los nombres de las familias de 8:3c–14 se mencionan también en 2:3–15, como una reafirmación de todos los habitantes del exilio. Se menciona a Gersón un descendiente de Finees, hijo de Eleazar (Éxodo 6:25), el tercer hijo de Aarón, y Daniel fue descendiente de Itamar, el cuarto hijo de Aarón, (Éxodo 6:23). La importancia de esos nombres y sus familias paternas se debe al hecho de ser parte de los primeros descendientes de la familia sacerdotal, según el orden de Aaron. Con Esdras regresó lo mejor de ellos.

Una contabilidad hecha de todas estas familias nos llevará a lo siguiente. El total del número de varones regresados fueron de 1,514, incluyendo los 18 cabezas de familia y los otros 1,496 varones. En cuando a los levitas, los 258 que se reunieron después (Esdras 8:15–20), el total llegó a 1,772. Una suma final, contando mujeres y niños, el grupo pudo llegar hasta unas 4,000 y 5,000 personas. Sin embargo, y a pesar de esta cantidad, el grupo fue menor, probablemente unos 50,000 que regresaron en el primer viaje (2:64–65).

Cuando uno lee esta lista tan pequeña de los exiliados, comparada a la cantidad que no regresaron, surgen varias consideraciones que el escritor Adeney lo ha registrado muy bien, cuando dijo: “había poco en Jerusalén para atraer una nueva expedición; porque el encanto que había rodeado el primer regreso, con un hijo de David a la cabeza, se había desvanecido en dolorosos desengaños; y la segunda serie de peregrinos tuvo que llevar consigo la antorcha con la que reavivar las llamas de la devoción”.

Finalmente comentamos, según lo ha precisado Kidner que el “el interés de esta imponente lista de nombres y números radica en el hecho de que, en todos los casos, excepto en uno de estos grupos, se unen, por fin, los descendientes de los pioneros de Babilonia ochenta años antes”. De esa manera, esta lista de familias nos recuerdan a esa gran pueblo de la diáspora.

Dios siempre tendrá un remanente en medio de su pueblo que le honrará y le servirá

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 39

La reunión con los desterrados (Esdras 8:15-17)

Esdras no perdió tiempo en su misión. Él, por ser sacerdote sabía la importancia del trabajo para hacer en el templo, por lo tanto, lo primero en hacer es revisar la lista de los desterrados, especialmente para saber cuántos sacerdotes, especialmente levitas, habían llegado. ¿Por qué el afán de Esdras con el oficio sacerdotal? Porque él sabía que una de las funciones de los levitas era enseñar la ley (cf. Levítico 10:11; Deuteronomio 33:10).

Por lo tanto, este grupo especial de hombres jugaron un papel muy importante en el restablecimiento de los desterrados. Al regresar del exilio, esa gente necesitaba desesperadamente entender la importancia de la ley. De esta manera, el trabajo de los levitas era cuesta arriba y de grandes dificultades en su nueva tierra, es posible que esto explica la decepción de Esdras cuando al chequear la lista descubrió “que ni un solo levita se había ofrecido para acompañarnos. El no ofrecimiento de ellos era una mala noticia.

¿Por qué los encargados de la ley y del templo se negarían a ofrecerse para regresar? Posiblemente los levitas habían llegado a un estado de mucha comodidad, disfrutando de una buena vida en Babilonia como para regresar a Jerusalén. A lo mejor no estaban dispuestos a volver a sus deberes ancestrales en el templo que los pondrían, sobre todo porque iban a estar bajo la autoridad de los sacerdotes. Cual quiera haya sido la razón, Esdras estaba en un dilema, porque tenía la autoridad requerida, pero no a los hombres.

El descubrimiento hecho por Esdras respecto a la falta de voluntad de los levitas tuvo que ser un fuerte golpe a su estado anímico, y también una especie de frenazo a la obra por hacer en la casa del Señor. Pero el auténtico líder nunca acepta un “no” por respuesta, sino que pone en marcha un plan B frente a alguna contingencia. Esdras poseía una voluntad férrea y empeño divino para acometer aquella obra. Esto fue lo que hizo.

“Y los envié…para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios”. Esdras envió nueve hombres principales y dos hombres doctos para convencer a algunos levitas, así como los sirvientes del templo que estaban con Iddo. Esdras se aseguró en explicarle a los mensajeros lo que iban a decir, por cuanto era una labor muy delicada y necesitaba estar bien respaldada. Con estos mensajeros, y este encargo, Esdras espera un triunfo en esta misión. En efecto, de eso dependía el avance o retroceso de la obra encomendada.

Los hombres para trabajar en la obra del Señor son llamados; rehusar la comisión impuesta, es entrar en una franca rebelión contra el Dios que llama.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 40

La bondadosa mano de Dios obrando en todo

“Como la bondadosa mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, nos enviaron a un hombre llamado Serebías junto con dieciocho de sus hijos y hermanos. Serebías era muy sagaz, un descendiente de Mahli, quien era descendiente de Leví, hijo de Israel. También enviaron a Hasabías junto con Jesaías, de los descendientes de Merari, a veinte de sus hijos y hermanos, y a doscientos veinte sirvientes del templo. Los sirvientes del templo, un grupo de trabajadores instituido originalmente por el rey David y sus funcionarios, eran ayudantes de los levitas. Todos estaban registrados por nombre” (Esdras 8:18-20).

Si recordamos los versículos previos, los levitas no tuvieron al principio una buena voluntad para acompañar al sacerdote Esdras en el viaje a Jerusalén, para el gran trabajo en el templo. Allí dimos las razones para esa aparente “resistencia”. Sin embargo, ahora vemos a un grupo muy nutrido y competente de ellos, viniendo voluntariamente para este trabajo.

Pero en todo esto, debe destacarse la razón de este cambio registrado por Esdras, al decirnos: “la bondadosa mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros […]”. Cuando Dios es quien está guiando sus planes y sus propósitos, al final no hay corazones que se resistan y así es visto en esta historia. Fue su mano bondadosa que despertó el presente interés.

Al final de todo, con la ayuda de la mano de Dios y la oportuna y sabia intervención de Esdras, convencieron a un total de 38 levitas de dos familias, unos 18 de la familia de Serebías, unos 20 de los familiares de Jesaías, y finalmente como a doscientos veinte sirvientes del templo. No fue sino hasta esta parte (con la reunión de todos estos levitas) cuando Esdras pudo iniciar el viaje. Sin este grupo, su viaje sería infructuoso.

Entre ese grupo enviado se destaca a un tal Seberías, quien vino con dieciocho de sus hijos y sus hermanos, calificado como muy “sagaz”. La idea de esta palabra es la de alguien muy entendido en su oficio como levita del Señor. Es probable que este hombre llegó a ser de una gran ayuda para Esdras en el trabajo al llegar a Jerusalén. Esto se dice por su conocimiento de la ley, y la disposición de haber animado a otros a venir a Jerusalén.

Entre los reclutados para este extraordinario y sagrado trabajo hubo unos doscientos sirvientes del templo cuya principal característica se destaca, diciendo: “Los sirvientes del templo, un grupo de trabajadores instituido originalmente por el rey David y sus funcionarios […]”. Con semejante experiencia, la incluida desde David, este grupo de hombres definitivamente le aseguran a Esdras el éxito en su obra emprendida.

Pero todo el éxito de este excelente grupo reclutado para levantar la casa del Señor ha sido posible porque la “bondadosa mano de Dios” no dejó de moverse y actuar.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 41

Cuando Dios es suficiente

“Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio” (Esdras 8:21-23).

Este es un extraordinario texto. Ahora vemos el corazón de un hombre de Dios cuyo modelo de vida espiritual va más allá de ser un escriba versado en la ley de Dios. Esdras sabe del viaje a punto de emprender requiere de una absoluta cobertura divina, de allí su convocatoria para “para afligirnos delante de nuestro Dios”. Sin el quebrantamiento debido no hay intervención de Dios. Ahora estamos en presencia de esto.

Si alguien sabía del poder espiritual del ayuno era Esdras. Su convocaría a esta santa disciplina era como una demostración de devoción a Dios y su causa. Conocemos por la experiencia de nuestro Señor Jesucristo que es posible ayunar sin un corazón correcto y confiar en él como un ritual vacío. Sin embargo, el ayuno real, el ayuno asociado con el arrepentimiento tiene un gran poder delante Dios (Mateo 17:21).

Esdras sabía de la temeridad de aquel viaje a Jerusalén. Los enemigos estaban al acecho y posibles infiltrados para presentar alguna emboscada debido al volumen de bienes llevado para este viaje. Entonces ¿cuál era el propósito de pedir a Dios aquella aflicción en su presencia? Pues “para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes”. Esta hermosa oración se entiende en el contexto de sometimiento, consagración, dedicación y dependencia en Dios.

La segunda parte de este texto no es menos interesante. Esdras mismo confesó su vergüenza de tener que pedirle al rey una tropa de soldados y jinetes, algo así como una escolta para protegerles durante todo el camino. La frase que nos defendiesen del enemigo revelaba cuan serio eran los peligros para ese viaje. Y la razón de su vergüenza al hacer esta solicitud es porque Esdras le había asegurado que la mano de Dios estaba con ellos.

Definitivamente Esdras era un hombre de fe. Lo que hizo puso en evidencia su plena confianza en Dios y no tanto en las fuerzas del rey. Ya el rey le había dado mucho, pero ahora él sabe cómo “la mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan”.

¿Cuál fue el resultado? “. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio”. Dios jamás deja solo a sus hijos. Cuando le buscamos de corazón (el ayuno sincero tiene este propósito) el resultado será el darnos su victoria en todo lo emprendido.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 42

Los tesoros para la casa del Señor (Esdras 8:24-30)

Esdras está a punto de emprender el viaje de su vida. Hasta los preparativos han seguido un orden y un plan, propio de un hombre como él, administrando de una manera pulcra todo el tesoro recibido de parte del rey, dado para la casa del Señor. Y en su afán por la transparencia, en ese asunto de tan grandes tesoros, ahora nombra a doce hombres probos, provenientes de los sacerdotes a quienes les ha de encargar semejante responsabilidad.

El manejo del dinero en la casa del Señor siempre es un tema muy delicado de allí un pasaje como este para tenerlo como modelo. A parte de los hombres de buen testimonio para manejar esto, Esdras se aseguró de pesar en presencia de todo el pueblo, todo lo recibido del rey. De esta manera, Esdras dividió los objetos de valor entre los principales de los sacerdotes, y cada uno de ellos era responsable de su porción.

El acto de hacer esto en presencia del pueblo era para dejar constancia del valor de colectado y de lo llevado. Al final toda la plata, el oro y los utensilios, quedó repartida entre entre veinticuatro hombres clave del grupo. El total del peso de todos esos artículos dados por el rey persa y algunos israelitas que no regresaron fueron de 29.508 kgs. Todo eso podría valorarse en muchos millones de dólares de la actualidad. De allí la enorme preocupación de Esdras por la seguridad de semejante cantidad de dinero.

Como hemos dicho un trabajo de esta magnitud demandaba hombres verdaderamente consagrados y apartados, de allí las palabras de Esdras para asegurarles a todos ellos su responsabilidad: “Vosotros estáis consagrados a Jehová, y son santos los utensilios, y la plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová Dios de nuestros padres”.

¿Cuál era pues la responsabilidad de aquellos sacerdotes? Respecto a ese gran tesoro, ellos eran responsables de vigilarlos y guardarlos hasta llegar a Jerusalén y entregarlo a los principales de los sacerdotes y los levitas. No era una tarea fácil. El futuro de la restauración de la casa del Señor estaba en las manos de estos santos hombres de Dios.

“Los sacerdotes y los levitas recibieron el peso de la plata y del oro […]”. Esto requería de un acto de mucha fe, pues al tener semejante riqueza los convertía en blanco de violencia por parte de ladrones o bandidos. Pero asi llegan a ser las empresas del Señor.

Dios le entrega a hombres probos y cabales el manejo de sus tesoros para su obra.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 43

El viaje esperado a Jerusalén

“Y partimos del río Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén; y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino. Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días. Al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro y los utensilios, en la casa de nuestro Dios, por mano del sacerdote Meremot hijo de Urías, y con él Eleazar hijo de Finees; y con ellos Jozabad hijo de Jesúa y Noadías hijo de Binúi, levitas. Por cuenta y por peso se entregó todo, y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo” (Esdras 8:31-34).

Por fin llegó el día de viajar a Jerusalén (19 de abril según la NTV). Algunos estiman la edad de Esdras en unos 80 años cuando emprendió este viaje cuya distancia y tiempo les tomó cuatro meses. La emoción de aquel anciano sacerdote y escriba, versado en la Palabra de Dios, no pudo ser mayor. Después de tanta preparación ahora verá otra vez a su patria.

Esdras estuvo consciente de la peligrosidad del viaje, pero él mantuvo confiado y seguro en su propia declaración, cuando afirmó: “y la mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino”. Esdras no había pedido al rey la mano de sus soldados para este viaje, porque él sabía que la mano de Dios era suficiente. No hay nada imposible para este tipo de fe.

“Dios nunca falla a quienes tienen dependencia total en El mismo, y completa independencia de los demás.” (Morgan)

“Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días”. Si Esdras salió siendo muy joven, a lo mejor niño para el exilio, volver a Jerusalén y verla en su actual estado, seguramente fue un momento de sentimientos encontrados. Y esa sigue siendo la experiencia de todos aquellos que regresan a su país después de tantos años y verlo sumergido en la miseria.

Una vez llegado a Jerusalén, y después de descansar tres días, pusieron manos a la obra. Como la preocupación de Esdras era la suma de dinero llevado “al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro y los utensilios, en la casa de nuestro Dios […]”. Cuatro sacerdotes estuvieron la responsabilidad del pesar toda la plata, el oro y los utensilios. Para Esdras, aquel debió ser un total descanso. Ahora quedó libre de semejante responsabilidad.

Cuando el trabajo hecho para el Señor lo acompaña la transparencia, la honestidad y la sabia administración, no será raro ver a la mano del Señor guiando todo para bien. Los enemigos serán retirados del camino cuando nuestra fe está puesta en el Rey de los cielos, más que en las autoridades terrenales. No le puede ir mal a quien tiene a Dios por su aliado.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 44

Los sacrificios hechos en la casa del Señor

“Los hijos de la cautividad, los que habían venido del cautiverio, ofrecieron holocaustos al Dios de Israel, doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y doce machos cabríos por expiación, todo en holocausto a Jehová. Y entregaron los despachos del rey a sus sátrapas y capitanes del otro lado del río, los cuales ayudaron al pueblo y a la casa de Dios” (Esdras 8:35-36).

No sabemos si el pueblo del exilio celebró fuera de Jerusalén los sacrificios como vemos en este texto. Pero aquí están “los hijos de la cautividad, los que habían venido del cautiverio […]” ofreciendo con gozo los cuatro tipos de sacrificios (becerros, carneros, corderos y machos cabríos) que eran los holocaustos demandados por Dios en la Casa de Dios.

El momento de la llegada a Jerusalén seguramente fue de un gozo indescriptible. Valió la pena todo aquel recorrido. Y la manera cómo estos “hijos de la cautividad” expresaron su gozo fue la de adorar al Señor en el templo. Uno de los salmos nos habla de lo difícil que fue para este pueblo esclavo en Babilonia cantar las canciones de su patria cuando le pedían hacerlo (Salmos 137:3-4). Sin embargo, ahora están en su ciudad y con gozo cantan y ofrecen sus sacrificios. Ahora si pueden darles rienda suelta a todas sus emociones.

El tema del regreso del cautiverio es uno de los más significativos en las Escrituras. Por un lado, se trata del cumplimiento de las profecías de Jeremías 25:11 y de Daniel 9:1-2. Fue el tiempo preciso con el cual Israel pagó amargamente su castigo de sus pecados por los cuales Dios tomó esa difícil decisión que su pueblo fuera llevado en cautividad ante una nación cruel como lo fue Babilonia. Ahora ellos han regresado, pero solo un pequeño remanente.

Esdras, quien es todo un estadista, y alguien a quien le importaba mucho los números para dejar todo bien documentado, aquí lo vemos contando la cantidad del holocausto ofrecidos al Señor: “doce becerros por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos, y doce machos cabríos por expiación […]”. Este número de sacrificios, de acuerdo con Esdras 6:17, fueron los mismos en cuanto a los animales, pero muchos menos, lo cual reflejaba la poca gente venida del cautiverio comparados con los que decidieron quedarse.

Tarea cumplida. Esdras finalmente entregó “los despachos del rey a sus sátrapas y capitanes del otro lado del río, los cuales ayudaron al pueblo y a la casa de Dios”. El gozo y la satisfacción por el trabajo hecho debió ser muy grande para este sacerdote, pues ahora ve coronado el largo viaje y la razón de su presencia allí. Y como respaldo a su misión, los pueblos circunvecinos ayudaron a instaurar su sistema sacrificial, que era el medio por el cual tenían comunión con Dios. La mano de Dios estuvo siempre con este siervo suyo.

Cuando Dios pone su mano en su obra, todo lo demás es asunto de ejecutarla.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 45

Para lo que Esdras no estaba preparado (Esdras 9:1-3)

El capítulo anterior fue de mucho gozo para el sacerdote Esdras. Había visto como su largo viaje desde Babilonia hasta Jerusalén fue todo un éxito. La mano de Dios les guio en todo. El tesoro traído fue pesado y depositado en la casa del Señor. Todo hasta ahora revestía una gran satisfacción para el hombre llamado por Dios para la gran obra en su Casa.

Por otro lado, el regreso de Esdras a la tierra de sus antepasados tuvo un efecto impactante sobre Israel. Este hombre fue quien trajo una gran reforma en medio de ellos pues ser un escriba versado en la ley de Dios, hizo de ella el instrumento para los grandes cambios que se requerían para el nuevo Israel venido del cautiverio.

Pero pronto el gozo del ungido se tornó en quebranto, y en extrema angustia. Las noticias oídas por las cosas hechas de la gente en cautividad doblegaron el alma noble y santa de este hombre de Dios. La noticia era esta: “El pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras […]”. Esdras no estaba preparado para oír esto.

Este grupo de los príncipes, quienes vinieron a él con esta mala noticia, sugiere a hombres de los que habían regresado anteriormente con Zorobabel y se habían constituido en líderes. Esta gente después de investigar se dio cuenta de un grave problema. Un pecado condenado por la ley respecto a la alianza de su pueblo con las naciones paganas fue abiertamente quebrantado. Y eso planteaba la urgencia de hacer algo si querían seguir gozando de la comunión de la comunión con el Señor.

En esto consistía la situación anómala en que estaban “han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos, y el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras; y la mano de los príncipes y de los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado”. Este pecado iba más allá de una unión. Fue casarse con sus dioses, sus negocios y sus prácticas paganas. Ciertamente el linaje santo se había mezclado en total corrupción.

La reacción de Esdras era justificada. Rasgar sus vestidos, quitar pelo de su cabeza y de su barba era una señal de profundo duelo, de un quebrantamiento extremo. “Y me senté angustiado en extremo” es una frase que resume todo el estado de conmoción interna del sacerdote. Solo un hombre con una visión santa como Esdras sabe las consecuencias de desobedecer la palabra de Dios, sobre todo en esto de las alianzas con los impíos.

Si el pecado cometido no nos quebranta y sensibiliza, al final somos cómplices de lo hecho.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 46

La oración de Esdras (su profundo quebrantamiento)

“Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio; mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios, y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo”. (Esdras 9:4-6).

Quien haya escrito el libro de Esdras nos dejó claro, en los primeros capítulos la vida, carácter y profundo apego a la ley de este hombre de Dios, describiéndolo en no pocas veces como un “escriba versado en la ley de Dios”. Y fue por ese conocimiento, y el temor por la palabra, lo que le llevó a su más profundo quebrantamiento, cuando dijo: “… mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde”.

La respuesta típica de la gente piadosa del AT es la mostrada por Esdras en este pasaje. A parte de la acción de arrancar sus pelos, rasgar su ropa, está la angustia del espíritu producida por algo dicho o una noticia como es esta. Esdras recordó que fueron precisamente los pecados acá mencionados la causa del cautiverio, por lo tanto, ¿podía Dios llevarlos otra vez?

“Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción…me postré de rodillas, y extendí mis manos a Jehová mi Dios […]”. Esdras nos muestra con su actitud de aflicción, que previo a la oración de confesión, se hacen presentes las lágrimas del quebrantamiento. Cuán fuerte sería nuestra vida espiritual si antes de comenzar a adorar, pedir o confesar, pasamos tiempos en genuino derramamiento de nuestro espíritu delante de Dios.

El “el sacrificio de la tarde” equivalía a las 3, exactamente la misma hora cuando Jesucristo fue crucificado. Fue después de ese sacrificio cuando Esdras se puso de rodillas y con sus manos levantas delante de su Dios, como una señal de absoluta humildad y postración delante de la santidad de Dios, y confesó su profunda confusión que no se atrevía a levantar su rostro delante de su Dios, porque su dolor y vergüenza era muy grande.

¿Por qué Esdras había llegado a este estado de conmoción interna? ¿Por qué su dolor en ese momento era tan grande? “porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo”. Un hombre santo solo es capaz de ver la inmundicia y las consecuencias del pecado sobre una nación. Esdras vio como su pueblo multiplicó sus iniquidades y sus delitos al pasar por alto la seria advertencia de la palabra.

El comentarista Clarke lo expresa así: “Dios había sido tantas veces provocado, y tantas veces lo había perdonado y ellos habían continuado transgrediendo, que él se avergonzaba de volver al trono de la gracia para pedir misericordia en favor de ellos. Este es el sentimiento genuino de todo reincidente que se despierta”.

Si el pecado no produce quebrantamiento en nosotros, es porque el pecado mismo ha traído endurecimiento. Esto es un serio peligro para un alma que ama a Dios.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 47

La oración de Esdras (recordando los pecados del castigo)

“Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado; y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a robo, y a vergüenza que cubre nuestro rostro, como hoy día. Y ahora por un breve momento ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre. Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén” (Esdras 9:7-9).

Aunque Esdras al principio cubrió su rostro de vergüenza, por lo que había oído del pecado de los de la cautividad, ahora sigue de rodilla, pero con sus manos levantadas como una señal de pedir clemencia frente al gran oprobio. Ante su Dios santo, Esdras admite la razón del cautiverio: “Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado […]”. La iniquidad la comenzaron los reyes y la siguieron los sacerdotes.

Los representas principales del pueblo, los llamados a dar ejemplo, fueron los primeros en corromperse y al final el pueblo les siguió, dando como resultado el ser entregado a reyes paganos y tiranos, quienes les sometieron a espada, robando y quitándoles todos, hasta ser llevados en cautividad. Esta es la razón de la postración de este santo varón de Dios. “Y ahora por un breve momento ha habido misericordia”.

En medio de su quebrantamiento, Esdras reflexionó sobre la notable bondad de Dios al traer un remanente de su pueblo de regreso del exilio y dejarlos vivir otra vez en la tierra de sus antepasados. ¿Cuál era el propósito? “para darnos un lugar seguro en su santuario”. Con esto, Israel tuvo de nuevo una posición segura en el templo, y con el favor de Dios.

“Y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre”. Como alguien que ve la mano de Dios contra su pueblo, Esdras se regocijó por un momento, reconociendo la eterna misericordia y el favor de Dios el cual no debe ser despreciado siguiendo una vida de desobediencia y transgresión, lo cual es la causa de esta oración. Nuestro Dios nos ama tanto que a pesar de la servidumbre del pecado todavía nos da vida.

Y la demostración más palmaria de ese amor lo vio Israel, porque “en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios […]”. Israel le dio tantas razones a Dios para raerlo de la tierra, como hizo con la gente en el diluvio, sin embargo, aquí vemos una vez más su longanimidad hacia su pueblo. Y ese amparo consistió, cuando Dios “inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia […]”. El Dios eterno y maravilloso usó a reyes paganos, prolongando con ellos sus misericordias y su eterno amor para Israel.

¿Cuál fue el propósito de la extensión de sus misericordias? Para “levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén”. Sobre estas palabras un comentarista llamado Yamauchi, citando a un escritor judío, dijo: “Dios había concedido un poco de gracia a su pueblo; un pequeño remanente había encontrado el camino cansado de regreso a su hogar y clavado una sola estaca en su suelo; brillaba un rayo de luz solitario; un leve soplo de libertad aligeraba su esclavitud. ¡Qué gráficamente personifica Esdras la experiencia judía en estas pocas palabras!”.

Dios nunca nos ha dejado de amar, pero nuestros pecados deben ser confrontados.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 48

La oración de Esdras (la mezcla del linaje santo)

“Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra a la cual entráis para poseerla, tierra inmunda es a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han llenado de uno a otro extremo con su inmundicia. Ahora, pues, no daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros hijos, ni procuraréis jamás su paz ni su prosperidad; para que seáis fuertes y comáis el bien de la tierra, y la dejéis por heredad a vuestros hijos para siempre” (Esdras 9:10-12).

La pregunta de Esdras en esta larga confesión del pecado de su pueblo y el suyo es “¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto?”. He aquí la franqueza de una vida noble y la de un corazón profundamente temeroso de Dios. Con esta pregunta, Esdras no ofreció excusas, ni siquiera una explicación. La conducta desviada de Israel era indefendible. La desobediencia directa a lo que Dios prescribió en su palabra era muy grave.

Para este temeroso sacerdote, el pecado cometido los hacía culpables y sin justificación alguna. Ellos habían quebrantado el mandamiento de Dios para preservarlos como nación única en relación con la pureza y separación de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones (cf. vv. 1, 14). Israel había desobedecido abiertamente la palabra de Dios. La advertencia dada era esta: la tierra era inmunda “a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas regiones […]”. Al quebrantar ese mandamiento, se contaminaron.

¿Por qué Esdras estaba tan abrumado y temblando delante de su Dios? Porque Israel en el exilio no tuvo deparo en mezclar el linaje santo, permitiendo matrimonios mixtos con extranjeros, entregando sus fuerzas para la prosperidad de los extraños, debilitando con esto su identidad exclusiva como pueblo de Dios, perdiendo su espiritualidad y disminuyendo con eso la oportunidad de gozar de las cosechas de la tierra.

¿Qué habían dicho los profetas respecto a la vida en la tierra prometida? La tierra para habitar era inmunda, no por la tierra en sí, sino por los hombres idolatras del lugar. Había todo tipo de abominaciones y prácticas de las cuales su pueblo simplemente debería huir. Pero lo más serio de toda esta advertencia fue la prohibición de casarse con gente de otras razas, y esto será el foco de atención de Esdras en esta quebrantada confesión.

Ya hemos hablado de las consecuencias que traía el quebrantar uno de los más sagrados mandamientos dejado por Dios a través de sus profetas. Lo que seguirá a partir de ahora no es sino la puesta en marcha de la rectificación. El llamado de misericordia, y el contar con ella, será el asunto más deseado de parte de este “intercesor” delante del Dios santo. Israel merece un gran castigo, pero todavía será este el tiempo para enmendar las faltas.

Mattew Henry, comentando esto, ha dicho: “Esdras habla con mucha vergüenza al hablar del pecado. La vergüenza santa es tan necesaria en el arrepentimiento verdadero como la tristeza santa. Esdras habla con asombro. El descubrimiento de la culpa causa estupefacción; mientras más pensamos en el pecado, peor se ve. Diga, Dios, sé misericordioso conmigo, pecador” Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 333.

“No os unáis en yudo desigual con el incrédulo”, sigue siendo un mandamiento vigente.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 49

La oración de Esdras (el peligro de ser consumidos)

“Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado, ya que tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades, y nos diste un remanente como este, ¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape? Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto” (Esdras 9:13-15).

Esdras sigue en su postración y profundo estado de quebrantamiento, haciendo las veces de un auténtico “intercesor” frente a su Dios a quien llama justo. El pecado cometido por el pueblo en el exilio ha sido muy grave, y está demandando de su intervención “a causa de nuestras malas obras, y a causa de nuestro gran pecado […]”. En su oración reconoce que ellos debieran ser castigados de acuerdo con las iniquidades, pero Dios no lo ha hecho.

“Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades […]”. Esta frase es distintiva en la oración de confesión de Esdras. Muy a pesar de lo severo del exilio, Esdras reconoció las misericordias de Dios al no haberlos castigado de acuerdo con sus iniquidades. Pero al mirar su desobediencia actual, la manifestada con los matrimonios mixtos, Esdras vio un desprecio a esa misericordia, por lo tanto, todos eran merecedores de un completo juicio de parte de Dios.

Esdras vivió en el exilio, y vino con el remante, nadie como él para conocer la realidad lo que ahora viven. No fue raro en su oración, preguntarse: “¿hemos de volver a infringir tus mandamientos, y a emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? Otra vez, seguimos viendo a un Esdras intercediendo como quien tiene mucho temor. ¿Cuál era su presagio? Su presagio era el de devolverse al pecado, después de los grandes juicios y grandes liberaciones. Eso pasaba con Israel ahora y Esdras le preocupaba eso.

La otra pregunta de Esdras “¿no te indignarías contra nosotros hasta consumirnos, sin que quedara remanente ni quien escape?” estaba dentro de lo posible. Israel había excedido en probar las misericordias de Dios. Sus pecados habían llegado al extremo; el resultado de ser consumidos y no escapar del juicio de divino era real, era posible.

Pero en medio de su terrible angustia por haber ofendido a su santo Dios, proclama una las más grandes esperanzas encontradas en la Biblia cuando afirma: “Oh Jehová Dios de Israel, tú eres justo […]”, y este atributo hará la diferencia en el resto de esta historia. Porque si bien el remante pudo ser consumido, en el acto de arrepentimiento de ellos se verá la justicia de Dios aplicada. Dios es misericordioso, pero no olvidemos que él es justo.

En la última parte de su confesión Esdras nos deja estas conmovedoras palabras: “…porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto”. Y así es, quién puede estar en su presencia cuando nuestros pecados están delante de él. Por eso necesitamos de un intercesor. Para Israel lo fue Esdras, para nosotros ahora lo es nuestro Señor Jesucristo. Solo por medio él Dios nos permite entrar en su presencia, por ser el nuestro propiciador.

Ciertamente nuestros pecados ofenden a un Dios santo, por eso fue necesaria la justificación hecha a través de su Hijo al morir como nuestro sustituto.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 50

La oración de Esdras (la respuesta a su confesión)

“Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente. Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel” (Esdras 10:1-2).

La postración en intercesión de parte de Esdras a favor del pueblo exiliado tuvo sus frutos. Su oración de confesión y lloro profundo por el pecado de Israel logró el quebrantamiento de ellos. La frase “mientras oraba” pone el punto de quiebre en la angustia del anciano sacerdote. Es como si Dios no lo dejara sufrir más y le da la respuesta a su clamor.

El pueblo vio la angustia de su líder, y siguió su ejemplo. Esto dice el texto: “… se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente […]”. Mucha gente reconoció la necesidad de hacer algo al respecto. El pecado había prevalecido y este pueblo lo había tolerado por mucho tiempo. Llama la atención como en este dolor colectivo ver a hombres, mujeres y niños llorando amargamente. La aflicción de Esdras ahora también es la de ellos.

Este dolor familiar tenía una mezcla de vergüenza y de preocupación. Por un lado, el pueblo reconociendo el tiempo de haber vivido pecando contra Dios, pero también las consecuencias, porque a partir de ese momento tendrán que tomar una muy dolorosa decisión. Así pues, los líderes se habían unido a Esdras en su lamento por el pecado. Esas personas justas se unieron al luto y comenzaron a demandar una solución.

¿En qué consistía el pecado por el cual ahora lloran amargamente? Israel había hecho matrimonios mixtos y habían tenido hijos (vv. 3, 44). La frase “una muy grande multitud de Israel” pone de manifiesto la gravedad de este pecado. Es posible que algunos judíos devotos estaban sufriendo por causa de esa iniquidad, pero a lo mejor tenían temor de hablar por ser rechazados. Sin embargo, aquí vemos demandando una salida.

He aquí la respuesta de los líderes tomando la decisión de unirse a Esdras en esta confesión: “Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra […]”. El pecado, aunque involucre a hombres y mujeres, siempre será contra Dios. Reconocer esto es dejar una puerta abierta para la continua misericordia de Dios. La ley era muy específica en esta prohibición (Deuteronomio 7:3). Este mandamiento era tan importante como los 10 primeros de la ley.

“… más a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel”. He aquí la luz en medio de la oscuridad del pecado. Israel siempre contó con las promesas de la restauración, y esta es una de ellas. Siempre habrá esperanza cuando se reconozca haber pecado contra Dios.

Reconocer el pecado y dejarlo es la puerta que se abre para mayores bendiciones.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 51

La decisión de despedir a las mujeres con sus hijos

“Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley. Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra. Entonces se levantó Esdras y juramentó a los príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos juraron” (Esdras 10:3-5).

El hombre clave en esta parte se llama Seconias. Su determinación fue de pasar del quebrantamiento del alma a una visible acción pública, muy difícil de tomar. Como la ofensa era contra Dios, él propuso lo siguiente: “… hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas […]”. El pacto sugerido era un divorcio de las mujeres extranjeras… y este era un divorcio permitido por la ley.

Con el pacto presentado por Secanías, Esdras sintió un enorme apoyo del pueblo y vio al final de todo que su quebrantamiento y dolor por este pecado no fue en vano. Esta decisión iba a traer una crisis de orden social, pero, sobre todo, una crisis afectiva. Secanias estaba instando a la nación para hacer algo desagradable y difícil, algo que podría provocar una amarga división entre miembros de las familias y amigos. ¡Imagínese esta separación!

Sobre esta dolorosa decisión, el comentarista Clarke, ha dicho lo siguiente: “Aunque por las leyes judías tales matrimonios eran nulos y sin efecto, como las mujeres que habían tomado no conocían estas leyes, su caso era deplorable. Sin embargo, podemos dar por sentado que cada una de ellas recibió una porción de acuerdo con las circunstancias de sus maridos, y que ellas y sus hijos no fueron rechazados y desolados, sino que tuvieron la provisión que sus necesidades requerían. La humanidad debe haber dictado esto, y ninguna ley de Dios es contraria a la humanidad”.

Esdras, aparte de oír acerca de un pacto hecho con Dios de hacer realidad esa separación, recibió la “orden” de poner en ejecución, sin más demora, lo establecido en la ley. De esta manera fue alentado: “Levántate, porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon mano a la obra […]”. Sí, “levántate”, porque había estado postrado y abrumado, pero es la hora de ejecutar su fallo ante este pecado social y familiar.

Dos asuntos más motivaron a Esdras a tomar las próximas acciones: el oír “nosotros estaremos contigo”, y luego “esfuérzate, y pon mano a la obra”. Esto fue como tomar aliento, dejar su pesar y comenzar a liderar semejante tarea. Acto seguido, Esdras “juramentó a los príncipes de los sacerdotes y de los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto […]”. Comenzó con los responsables de la casa del Señor, porque muchos de ellos habían cometido también ese pecado. A ellos les hizo jurar que así actuarían.

Hay decisiones dolorosas que deben ser tomadas, si queremos ver sanidad en nuestras relaciones humanas, traduciéndose en bendiciones espirituales.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 52

La reunión de Esdras para juzgar al pecado

“Se levantó luego Esdras de delante de la casa de Dios, y se fue a la cámara de Johanán hijo de Eliasib; e ido allá, no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio. E hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén; y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio” (Esdras 10:6-8).

El dolor de Esdras por el pecado cometido por Israel continuó siendo evidente. ¿Cuántos días estuvo en ayuno? no lo sabemos. Pero se nos vuelve a decir acá, una vez levantado “delante de la casa de Dios”, que “no comió pan ni bebió agua”. La manera cómo Esdras interpretó el quebrantamiento de la ley respecto a la mezcla del linaje santo con las naciones abominables por Dios, nos revela el apego y el amor por la ley de este sacerdote.

Comentando otra vez la frase “no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció”, Esdras ve su conmoción interna como una tragedia muy mala, como si alguien hubiera muerto. Su estado de temor delante de Dios era tal que no podía pensar en sí mismo ni en sus propias necesidades al saber cómo Dios estaba siendo deshonrado con tan grande pecado.

¿Qué hacer entonces? ¿Cuáles medidas deberían ser tomadas? La primera medida fue hacer “pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén”. Así como Jerusalén fue testigo en el pasado de eventos que marcaron su historia, esta convocación y este evento se añadirá también a su historia, porque para los hijos de la cautividad, esto será el comienzo de una nueva vida, especialmente por la decisión que están a punto de tomar. La solemnidad de aquel momento fue única.

Unido a la convocatoria de la reunión, también fue añadida esta severa sentencia: “que el que no viniera dentro de tres días… perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio”. Esto fue como estar entre la espada y la pared. No era un momento para otras alternativas. El consejo de los príncipes y de los ancianos dejó claro las consecuencias de no asistir a esta reunión. Esto fue llegar al momento del no retorno.

Bien puede el lector pensar en suavizar estas medidas y buscar otra salida, pero lo planteado no daba lugar a otra consideración. El pecado debería ser tratado como es. La ofenda a Dios planteaba una decisión radical. Como era de esperarse, algunos se opusieron a esta drástica medida (v. 15), por considerar a los inocentes (los hijos), quienes estarían ajenos a la decisión de sus padres. Pero eso no quebrantó la decisión de esta convocación.

Si el pecado no se elimina de raíz, será como el cáncer, echará metástasis y se propagará.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 53

Cuando el pecado hace temblar

“Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días, a los veinte días del mes, que era el mes noveno; y se sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto, y a causa de la lluvia. Y se levantó el sacerdote Esdras y les dijo: Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así sobre el pecado de Israel. Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras” (Esdras 10:9-11)

El anuncio hecho por toda Judá de reunirse en Jerusalén tuvo su efecto. Tres cosas pudieron dominar la asistencia a esta histórica reunión: el temor al castigo de ser execrados, el temor a la separación familiar y, sobre todo, el temor por haber desobedecido la ley de Dios. De esa manera, “los hombres de Judá y de Benjamín” se reunieron dentro del tiempo señalado.

Este texto es extremadamente significativo en toda esta historia de restauración: “se sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios, temblando con motivo de aquel asunto […]”. La lluvia que caía fuertemente no impidió la reunión, la cual ayudó a la condición del momento (el pueblo estaba temblando). No era para menos. El temor a la ira de Dios, tan conocida en medio de ellos, y la inminente separación familiar les hacia temblar.

Este es un pasaje conmovedor y lleno de profundo significado espiritual. Si bien es cierto que había un temor por el castigo, también había una convicción del Espíritu Santo. Esa voluntad de las personas de abandonar las comodidades normales y reunirse de esa manera humilde en circunstancias tan adversas como aquellas, fue otra evidencia del movimiento de Dios entre ellos. La convicción de pecado debe movernos a salir a una franca confesión.

Este era el tiempo de Esdras.

Su nueva fuerza espiritual, producto de su profundo quebrantamiento, lo llevó a levantarse y pronunciar el siguiente discurso: “Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así sobre el pecado de Israel […].

Este era el corazón de todo este asunto. El pueblo había pecado y en esto consistía la gravedad de aquel momento. Ellos tomaron mujeres que nos les estaba permitido.

Se dirigió, pues a ellos, mencionándolo su pecado de infidelidad, denunciando su culpabilidad y retándolos a reconocer su pecado y hacer algo al respecto, apartándose de esas mujeres extranjeras. Las palabras dirigidas al pueblo fueron fuertes. Esdras no ponía pasar por alto el momento, y más aún cuando venía el mover del Espíritu en ellos.

¿Qué les propuso en ese momento? “Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras”. He aquí un claro llamado tanto a la confesión como al arrepentimiento. Aquel no era un momento para las opciones. Si ellos se apartaban de los pueblos con quienes habían emparentados, y se apartaban de sus mujeres, estaban dando la gloria a Dios, pero sobre todas las cosas, ellos estarían haciendo su bendita y real voluntad.

Por cuanto el pecado siempre es contra la santidad de Dios, apartarse de él en confesión y arrepentimiento, traerá gloria a Dios y estaremos en el centro mismo de su voluntad.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 54

Porque somos muchos los que hemos pecado

“Y respondió toda la asamblea, y dijeron en alta voz: Así se haga conforme a tu palabra. Pero el pueblo es mucho, y el tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle; ni la obra es de un día ni de dos, porque somos muchos los que hemos pecado en esto” (Esdras 10:12-13).

Cuando el Espíritu Santo se manifiesta en medio de un pueblo arrepentido los efectos son reales, son visibles y son indetenibles. En el contexto de enfrentar el pecado que trajo una afrenta contra Dios, y en consecuencia un sacudimiento social y espiritual, hay una respuesta de toda la asamblea, hecha a en alta voz para ser oída por todos, pero especialmente para ser oída por Dios por cuanto la ofensa ha sido hacia él.

De esta manera, el pueblo respondió estar de acuerdo con lo planteado por Esdras y los demás lideres, sin embargo, la solución de todo este “enredo social”, iba a tomar un largo tiempo, debido a la gran cantidad de gente involucrada, y sobre todo por las condiciones del tiempo. Más adelante veremos que esto tomó 3 meses, vv. 16–17.

“Así se haga conforme a tu palabra”. Todos nuestros actos son juzgados por la palabra de Dios. Ella al final es la encargada de pesar todas nuestras obras, sean malas o buenas, para dar su veredicto. Israel reconoció lo que estaba establecido en la ley respecto de tomar mujeres extranjeras y mezclar el linaje santo con esos pueblos paganos. Ahora están conscientes del poder de la palabra para juzgar su condición y esta es su respuesta.

Sobre esta palabra, Mattew Henry ha dicho esto: “Cuando los pecadores se lamentan de sus pecados y tiemblan a la palabra de Dios, hay esperanza que los abandonen. Para afectar a los demás con pena o amor santos para con Dios, debemos nosotros mismos estar afectados “ Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 334.

“… porque somos muchos los que hemos pecado en esto”. Este texto es muy revelador. Sugiere a una gran cantidad de personas envueltas en el pecado. Pero el tiempo no les favorecía, porque era tiempo lluvioso, y no podemos estar en la calle. No había lugar para atender a tanta gente. Y por ser mucho, para atender cada caso, aquella obra no podía ser resuelta en uno o dos días. Las condiciones planteaban un reacomodo de este asunto.

Las recomendaciones serán aceptabas para atender todo este asunto de una manera disciplinada y en las mejores condiciones del tiempo, pero lo principal siguió vigente. La declaración: “somos muchos los que hemos pecado” mantenía el principio de seguir adelante con esta confesión colectiva, con muy pocos opositores.

Cuando no se demora más en confesar y apartarse del pecado, la carga y la culpa finalmente serán quitadas. Dios es misericordioso, pero no pasa por alto nuestros pecados.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 55

Los líderes deben dar el ejemplo

“Sean nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación, y todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre esto. Solamente Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticva se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron” (Esdras 10:14-15).

El texto anterior nos reveló un problema sin resolver en tiempo récord. De hecho, se requirió más de tres meses en hacer toda esta gran reforma concerniente al asunto de las mujeres extranjeras. Ellos habían reconocido que eran mucho los que habían pecado, y esto demandaba un trabajo muy arduo, pero había que terminarlo.

“Sean nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación […]. He aquí una salida sabia. Los lideres eran los llamados a dar el ejemplo, si ellos mismos habían sido parte de este pecado, o que ellos mismos ayudaran a Esdras a enfrentar toda esta afrenta hacia Dios. Si la ofensa se iba a eliminar, debiera lograrse de una manera equilibrada. El involucrar a los príncipes ayudaba a Esdras a no tomar solo esta enorme decisión.

He aquí la mejor idea para enfrentar el problema: “todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados […]”. El nombramiento de un “comité” especial para esta situación, los llevó a reprogramar el tiempo cuando los que habían tomado las mujeres extranjeras deberían venir.

Definitivamente esta manera de abordar el problema tuvo éxito; no solamente, como ya hemos dicho, una abrumadora mayoría del pueblo apoyó la decisión de terminar la práctica de contraer matrimonio con los paganos, sino que esto permitió juzgar cada caso, pues algunas de estas mujeres adoptarían la fe de Israel y no serían expulsadas, pero las que no consintieron en esto, todas deberían ser separadas.

El propósito central de esta gran reforma fue apartar “de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre esto”.
Independientemente de la manera cómo se estaba procediendo con esto, considerando el tiempo y las prioridades, la preocupación de Esdras era la de aplacar la ira de Dios respecto a este grave pecado. Todo pecado es contra Dios y el temor que más debe apoderarse de nuestro corazón es el derramamiento de su ira.

Al final, algunos se opusieron a esta medida, entre ellos “Jonatán…y Jahazías… y los levitas Mesulam y Sabetai les ayudaron”. Como era de esperarse, en toda determinación por radicar el pecado en el pueblo de Dios, habrá resistencia. Se desconocen las razones de esta oposición, pero la reforma no se detuvo. Esta era la única manera cómo Israel saldría adelante y podía agradar a su Dios, quien ha seguido teniendo de ellos misericordia.

La corrección del pecado siempre será impopular, pero no se trata de seguir complaciendo a los hombres, sino de agradar a Dios. Su ira contra el pecado está siempre presente.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 56

El juicio contra las mujeres extranjeras

“Así hicieron los hijos del cautiverio. Y fueron apartados el sacerdote Esdras, y ciertos varones jefes de casas paternas según sus casas paternas; todos ellos por sus nombres se sentaron el primer día del mes décimo para inquirir sobre el asunto. Y terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras, el primer día del mes primero” (Esdras 10:16-17).

El día del juicio había llegado. El momento de tomar una difícil decisión era inminente. La hora de la separación de las mujeres extranjeras había comenzado. Aunque algunos se opusieron a esta drástica medida, el texto simplemente dice: “así hicieron los hijos del cautiverio”. Por cuanto fueron ellos quienes llegaron a Jerusalén con las mujeres extranjeras, ellos son los que deben encarar este doloroso, pero necesario proceso.

Para todo este gran trabajo, se nombró un “comité especial”, con Esdras a la cabeza. Esto dice el texto: “Y fueron apartados el sacerdote Esdras, y ciertos varones jefes de casas paternas según sus casas paternas […]”. El trabajo sería arduo y difícil. La responsabilidad de tratar con el pecado cometido, nunca será un asunto de un buen agrado. Muchos prefieren eludir este tipo de situaciones, que enfrentarlas.

Pero aquí está un grupo de varones valientes con Esdras, el más ferviente defensor de la ley y su cumplimiento, dirigiendo toda esta experiencia restauradora. Estos varones “se sentaron el primer día del mes décimo para inquirir sobre el asunto”. Según el texto que sigue, el asunto le ocupó a esta comisión dos meses, porque terminaron “el primer día del mes primero”. Trabajos como éste, demandan dedicación y fecha de culminación.

El trabajo de esta comisión, definitivamente tuvo que ser muy difícil. Muchos judíos no estarían del todo listos para renunciar a esa relación, por los sentimientos propios de la pareja, pero también por los hijos nacidos en el matrimonio mixto. En algunos casos, las mujeres habrían aceptado al Dios de los judíos, y eso ameritaba un tratamiento especial. Al final, ellos tuvieron que trabajar el caso, y decretar un divorcio en función de lo que decía la escritura sobre este asunto (Esdras 10:3). Esa comisión trabajaría con la justicia de la ley.

Y terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras […]”. La satisfacción, especialmente de Esdras, debió ser muy grande. Los días previos fueron sometidos a un profundo quebrantamiento. La noticia del pecado cometido los llevó a una profunda búsqueda de dirección divina y ahora ven coronado su misión

Los hombres santos que enfrentan el pecado de los demás, pasan por un proceso de dolor y hondo quebrantamiento, pero al final vuelve su gozo al ver la corrección del mismo.

Área de Estudio Bíblico: Esdras – Estudio # 57

La lista de los culpables

“De los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados estos: De los hijos de Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Gedalías. Y dieron su mano en promesa de que despedirían sus mujeres, y ofrecieron como ofrenda por su pecado un carnero de los rebaños por su delito. De los hijos de Imer: Hanani y Zebadías. De los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías. De los hijos de Pasur: Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa” (Esdras 10:18-20).

Con la lista de los culpables, terminamos este único y extraordinario libro de Esdras. El examen concerniente al tema de las mujeres extranjeras, comenzó el primer día del primer mes (Nisán-marzo-abril), la llamada época del Año Nuevo, el nuevo comienzo de acuerdo con Éxodo 12:1. La lista no solo es larga, sino que involucró a gran parte de los líderes del mismo templo, entre ellos sacerdotes y levitas.

No es sorpresa ver los nombres de los sacerdotes como los primeros. Ellos eran los mayores responsables de este gran pecado. Los hijos de Josué encabezan la lista. He aquí algo para pensar. ¿Hasta dónde el hombre puede corromperse? Fueron los hijos del sumo sacerdote, quienes con Zorobabel, los grandes instrumentos del Señor para llevar de regreso a los primeros cautivos, los primeros en corromperse de esta manera.

Fueron ellos los primeros en dar “su mano en promesa de que despedirían sus mujeres, y ofrecieron como ofrenda por su pecado un carnero de los rebaños por su delito […]”. El registro final da cuenta de diecisiete sacerdotes encontrados culpables y seis levitas. Después de esto siguen los cantores y porteadores por nombre en el versículo 24. Luego, sigue ochenta y seis nombres más que se habían contaminado con mujeres extrañas.

La frase “dieron la mano”, literalmente significa: estuvieron de acuerdo, es decir, se comprometían a dejar a sus mujeres. Y para sellar el compromiso ofrecieron su ofrenda por la culpa, un sacrificio expiatorio. ¿En qué consistía este sacrificio? En un carnero del rebaño, y era señal clara que el ofrendante se había apartado de lo malo, de su delito correspondiente a las mujeres extranjeras.

La lista final de todos los afectados por este “juicio” que va desde el 10:18-44 fue de un total de 113 nombres de los hallados culpables de haber infringido la ley de Dios respecto al pecado de los matrimonios mixtos. Con esta lista de los culpables termina el libro. No se dan más detalles. El interés del autor parece centrarse en mostrarnos con esta lista la necesidad de la reforma emprendida por Esdras, el hombre usado por Dios para todo este cambio.

Como una aplicación final a esta lista delante de Dios, decimos: Todos nosotros también somos culpables. De alguna manera u otra pecamos contra Dios. Pero su amor es tan grande que nos invita a una separación de tales pecados, provocando nuestro quebrantamiento y ofreciendo, no un cordero porque ya fue sacrificado por nosotros, sino por medio de un arrepentimiento genuino y una promesa de apartarnos de todo aquello que desagrada a Dios.

Cuando nos arrepentimos y abandonamos el pecado, Dios nos perdona, porque la sangre de Cristo es la ofrenda por el pecado, la única expiación que quita nuestra culpa. Por esta razón, todos los nombres escritos en el libro de la vida corresponden a pecadores penitentes, y no a personas con justicia propia, que piensan que no necesitan arrepentirse.

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que, por su grande misericordia, nos mantiene en su lista. Así que, todos los que somos suyos, debemos apartarnos de toda iniquidad.

Desde lo más profundo del corazón del pastor

© Pastor Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, Virginia.

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