Nuestra riqueza en Cristo

1. Hay una riqueza que es inescrutables (Efesios 3:8)

Algo “inescrutable” es algo que no puede ser averiguado o comprendido. Y en ese sentido Pablo no pudo usar una palabra mejor para hablar de la riqueza del Señor. Así, pues, el Cristo que nos presenta Pablo y la Biblia es absolutamente rico. Esa riqueza inescrutable la vemos primero en el amor que tiene por los pecadores.

Romanos 5:8 sigue siendo uno de los más grandes textos de las Escrituras. No hay amor como el suyo por el pecador, porque ha sido “de tal manera”. De igual manera, en Jesús nos encontramos con la riqueza de su sabiduría. Cuando usted y yo nos sentamos a sus pies a beber de su conocimiento, descubrimos la mejor sabiduría del mundo, porque la suya es pura, sin mezcla humana. Su sabiduría nos lleva a la revelación de la palabra, y al final ella nos pone en el camino de la vida eterna.

Vea cuán rico es nuestro amado Cristo que nos ha dado dos cielos: uno es el debajo del sol para servirle, aunque no seamos tan ricos materialmente, pero el otro es el cielo de arriba para deleitarnos en él eternamente. Mi apreciado hermano, todavía no hemos descubierto el poder de esa de esa riqueza para ser mejores hijos suyos. Hagamos de Cristo nuestra más grande riqueza.

2. Hay una riqueza que ha sido revelada (Colosenses 1:16-17)

El Señor ya era rico antes de su creación, pero aumentó sus riquezas con lo hecho. Lo visible se refiere a las cosas vistas en el cielo, pero también las vistas en la tierra. La inmensa multitud de estrellas (simplemente millones de ellas), y el orden que se ve en el universo, tiene su explicación en Cristo.

Cuando el salmista vio a ese mundo de arriba, exclamó maravillado: “Los cielos cuentan la gloria de Dios…” (Salmo 19:1). Y esa gloria es vista en la perfección de las cosas hechas, tanto que hay un lenguaje sin palabras entre ellos. Observe al majestuoso sol saliendo como “esposo que sale de su tálamo” y “se alegra cual gigante para correr el camino”, donde nada se esconda a su calor.

Esto está arriba, en el universo, pero ¿sabe usted la perfección de las cosas hechas que vemos acá en la tierra? “Todo lo hizo hermoso en su tiempo” nos dice el sabio (Eclesiastés 3:11). Al Señor le pertenece el mundo de arriba y el de abajo. Y lo más poderoso de este texto es que, si bien todo fue creado por él y para él, al final el Señor hizo todo pensando en nosotros.

3. Hay una riqueza que nos está aguardada (1 Corintios 2:9)

Qué bueno es saber que Jesucristo no es un rico avaro o egoísta como los ricos de este mundo. Una de las bendiciones de tener un amigo rico como Cristo es la manera cómo él nos hace partícipes de todas sus riquezas. Las comparte con nosotros en esta vida como nuestro proveedor.

¿Se ha puesto a pensar en los recursos celestiales para sostener a toda la creación? Sin embargo, lo hecho por Dios ahora no es comparado con lo venidero. Pablo nos habla de cosas que no ojo no vio, ni oído oyó, como estando reservadas para quienes le aman. Si todo lo visto hasta ahora ha sido hermoso, se imagina lo que nos espera. Juan tuvo una visión anticipada de las riquezas celestiales.

Nos describió a la Nueva Jerusalén, nuestro hogar final, con toda una gloria excelsa, donde Cristo será el Rey rodeado de una gloria eximia. Él será por siempre el Salvador y el Señor de la nueva creación. Sus riquezas simplemente son inimaginables, sublimes, gloriosas e impensables para un ser humano. Bienaventurados los que ya se nos anticiparon, y están ahora mismo disfrutando de esa riqueza al lado de Cristo. No sabemos cómo es esa riqueza, pero Pablo nos dice que pronto será revelada.

III. CONSISTE EN LA RIQUEZA DE SU HUMILLACIÓN

“… que por amor a vosotros se hizo pobre”.

1. Se hizo pobre por amor

Él dejó toda la gloria y las riquezas para redimirnos. ¿Qué hizo para hacerse pobre? Nació en un establo para animales. Sus padres ofrecieron una tórtola como ofrenda después de su nacimiento, que era la ofrenda de los pobres. No tenía dinero para pagar los impuestos y tuvo que enviar a Pedro a sacar una moneda de un pez para pagarlo. No tenía donde dormir, porque “las zorras tienen sus madrigueras, y las aves sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza”.

Su entrada triunfal no fue en caballo, sino en un burro de otro hombre. Fue sepultado en una tumba prestada. Él estaba en el mundo, y el mundo por él fue hecho, pero el mundo no lo conoció. Proféticamente se dijo de él: “Di mi espalda a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro de la vergüenza y de los escupitajos”.

También dijo el profeta: “Despreciado y desechado, varón de dolores y experimentado en quebranto”. En el proceso de su sufrimiento fue escarnecido, burlado y abucheado, aunque era el santo Hijo de Dios. Paradójicamente, siendo la cruz la muerte más vergonzosa, Pedro nos dice que Cristo puso su gozo delante de ella, y la enfrentó para nuestra salvación. Su pobreza llegó al extremo cuando dice el texto de Filipenses que se humilló así mismo.

“… para que nosotros en su pobreza fuéramos enriquecidos”

2. Enriquecidos por su pobreza

La humildad de Jesús no solo fue vista en su humillación al hacerse hombre, sino en la declaración a sus seguidores. He aquí su escuela: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. ¿Puede usted decir estas palabras? Si las dice ya no es humilde.

Pero Jesús las dijo, porque eso fue parte de su naturaleza. Su pobreza fue necesaria para que nosotros ahora seamos ricos. Entonces ¿cuál es nuestra riqueza? Los propagadores de la “teología de la prosperidad” usan de una manera descarada este texto para proclamar su herejía.

¿Podemos interpretar este texto afirmando que los horrores padecidos por Jesús en la cruz fueron para vivir una vida placentera y sin problemas económicos? ¿A cuál riqueza se está se está refiriendo Pablo?

Por cierto, no son riquezas de los carros lujosos, yates, aviones, casas, mansiones, posiciones, joyas o dinero. En todo caso, son las riquezas espirituales, dones, bendiciones; es llegar a ser ricos en la salvación, el perdón, el gozo, la paz, la gloria, el honor y la majestad. Es una referencia a ser coherederos con Cristo. Ciertamente la pobreza de Cristo nos ha hecho ricos, pero nuestra riqueza ahora es para que seamos buenos mayordomos de ellas. Es para ser ricos con nuestra generosidad.

CONCLUSIÓN

Mis amados, pocas declaraciones en la Biblia igualen lo que sería el resumen del evangelio según el presente texto. Desde la más pura y santa gloria del cielo vino Jesucristo a la más profunda inmundicia de la tierra. La encarnación de Cristo fue su más grande humillación (Filipenses 2:5-11), y su más inexplicable renuncia de su gloria celestial.

Hay cosas que son incompresibles para la mente humana basadas en los hechos de Dios para con nosotros. Él no tenía necesidad de crearnos, pero por amor lo hizo. Él no tenía necesidad de preservar la vida humana después del diluvio, pero por amor lo hizo. Él no tenía que morir en una cruz por nuestros pecados, pero por amor lo hizo. É

l no tenía necesidad de descender y llegar a ser el hombre más pobre que piso la tierra, pero por amor a nosotros lo hizo. Pero aún más, él no tenía que despojarse de toda su riqueza, por ser su dueño eterno, para que llegáramos a ser ricos.

Entonces ¿no es este texto la más poderosa razón para ser generosos? ¿Fue mezquino Dios al dar a su Hijo por nosotros? La sola frase “por amor a vosotros se hizo pobre” debiera conducirnos a la más fiel entrega.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

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