Celebremos la cena del Señor

Los seres humanos poseemos muy mala memoria; somos muy dados a dejar que las preocupaciones de la vida diaria y el paso del tiempo hagan que olvidemos las cosas importantes de la vida; por esto Jesús escogió el comer y el beber su cena como forma para que no olvidemos la razón de su vida, muerte y resurrección.

Los cristianos del primer siglo nos dice la escritura que “Se reunían diariamente en el área del templo y en las casa participaban de la Cena del Señor…” (Hch 2:46) como pueden darse cuenta desde los mismos inicios de la iglesia ésta ocupaba parte de su tiempo de celebrar la cena del Señor.

Pero noten ustedes que el texto dice: “Diariamente” ellos todos los días celebraban la Cena del Señor; con el paso del tiempo y según las actividades, esto se fue espaciando; ahora debido a muchos factores las diferentes iglesias cristianas determinan cuando conmemoran la Cena del Señor, algunas lo hacen cada 15 días, otras una vez al mes; pero las hay quienes sólo una vez al año; lo importante aquí es que deben celebrarla. Pero ¿para qué? ¿Qué sentido tiene?

Bueno pues ya lo dije hace un momento, los seres humanos somos muy dados a olvidar las cosas realmente importantes de la vida. Los corintos se reunían para según ellos celebrar la cena; pero lo que en realidad hacían era comer cada uno a su tiempo y según su hambre o prisa, olvidando que la cena tiene un sentido muy importante.

Por esas irregularidades Pablo tiene que repetirles una vez más lo que significa (vv. 23- 26) y es precisamente allí en esos versículos en donde hallamos respuesta del “para que” Jesús dice: “…en memoria de mi” (v. 24, 25) Pues para mantener vigente en la mente y en el corazón lo hecho por Jesús. Para recordar, para no olvidar.

Un experimentado trabajador de una fábrica se acercó a su supervisor al terminar la jornada, con cara de duda. “¿Cómo paro mi máquina?” le preguntó. “¿No se acuerda?” le preguntó su supervisor. “No –le dijo el empleado-. De hecho, no estoy seguro de dónde estoy y de que estoy haciendo aquí”.

El preocupado supervisor lo envió a un neurólogo especializado en enfermedades del sistema nervioso. El diagnóstico: Amnesia.

Según el médico la experiencia de ese hombre no era insólita. El hospital donde trabaja se encuentra con casos de personas con pérdida de la memoria casi a diario. ¿Qué es la amnesia? Es la incapacidad parcial o total para recordar sucesos que las personas se han vivido directamente o que debería recordar por ser hechos de su diario vivir.

Las causas pueden ser variadas; desde tumores cerebrales, pasando por infecciones por parásitos, enfermedades degenerativas como el Alzheimer, secuelas de trombosis, intoxicaciones por fármacos y drogas.

Según los expertos existen diversos tipos de amnesia; sin embargo dentro de estas clasificaciones no se menciona la Amnesia Espiritual.

Si la Amnesia Espiritual, aquella en la que por diversas razones olvidamos a Dios y lo que Él ha hecho en nuestras vidas. Los israelitas constantemente olvidaban las bendiciones de Dios sobre ellos; Dios no quiere que eso vuelva a pasar con nosotros, que olvidemos su generosidad manifestada en el sacrificio de Jesús.

III. ¿Cómo celebramos la cena del Señor?

Si a usted le invitarán a una celebración muy importante en la que estará presente alguien a quien usted admira mucho ¿Cómo iría vestido? ¿Qué actitud mostraría? ¿Cómo se comportaría?

Independientemente de los gustos y las costumbres, considero que si alguien que para nosotros es importante y digno nos honra con invitarnos, buscaríamos la manera de dar una buena imagen, mostrar lo mejor de nosotros. De la misma manera cuando se participar en la cena de Cristo se trata debemos hacerlo de una manera correcta.

En primer lugar quien participa de la Cena del Señor debe ser creyente “Esta copa representa el nuevo pacto entre Dios y su pueblo…” (v. 25 LPDDPT) aquí es importante precisar que lo que Cristo hizo, lo hizo por todos; pero solo se benefician aquellos que creen en él; no es que la Cena del Señor sea exclusivista, sino más bien invita a participar a todos aquellos que han depositado si fe en Jesús y que lo han expresado públicamente.

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