¿Se puede perder la salvación?

Jose R. Hernandez

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¿Se puede perder la salvación? | Estudios Bíblicos

Estudios Bíblicos Lectura Bíblica Principal: Hebreos 10:26-29

Tema: ¿Puede un creyente perder la salvación?

Introducción

¿Puede un creyente perder su salvación? Esta pregunta ha generado divisiones en la iglesia a lo largo de la historia. Existen doctrinas que afirman que una vez que una persona ha sido salva, nunca podrá perder su salvación sin importar su comportamiento o decisiones posteriores. Este concepto es conocido como “una vez salvo, siempre salvo”, pero, ¿qué dice realmente la Biblia acerca de perder la salvación?

Por otro lado, está la enseñanza de la predestinación, promovida por Juan Calvino en el siglo XVI, la cual sostiene que Dios eligió desde antes de la fundación del mundo quién se salvará y quién se condenará. Según esta creencia, la voluntad humana no juega ningún papel en la salvación ni en la posibilidad de apartarse de la fe. Sin embargo, esta idea contradice las Escrituras, ya que Dios nos ha dado libre albedrío y nos advierte en repetidas ocasiones sobre la posibilidad real de alejarnos de Él y caer en condenación.

Desde el principio, Dios ha llamado a su pueblo a escoger entre la obediencia y la rebelión. Moisés dejó esto claro en Deuteronomio 30:19-20:

“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días.”

Si la elección ya estuviera determinada antes de nacer, Dios no nos habría dado la opción de escoger entre la vida y la muerte, ni nos habría advertido sobre la posibilidad de perder la salvación. Esta enseñanza se mantiene a lo largo de toda la Biblia, donde encontramos constantes advertencias sobre la responsabilidad del creyente de perseverar en la fe.

Jesús mismo dejó en claro que no todos los que comienzan el camino de la fe lo terminan. En Juan 17:12, Él dijo sobre Judas Iscariote:

“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.”

Judas fue escogido, anduvo con Jesús, fue testigo de los milagros, pero al final se perdió. Si la salvación fuera imposible de perder, ¿cómo pudo Judas, quien formaba parte del círculo íntimo de Cristo, terminar en condenación? Este es un claro ejemplo de que es posible perder la salvación.

El apóstol Pablo también advirtió sobre el peligro de apartarse de la fe. En 1 Timoteo 4:1, escribió:

“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.”

Aquí, la palabra clave es apostatar, que significa abandonar la fe. No está hablando de incrédulos, sino de aquellos que alguna vez creyeron y luego se alejaron, demostrando que es posible perder la salvación.

La carta a los Hebreos es aún más contundente. En Hebreos 10:26-27, encontramos una advertencia seria:

“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”

¿Cómo puede alguien recibir el conocimiento de la verdad y luego ser contado entre los adversarios de Dios? La única respuesta es que sí es posible perder la salvación al apartarse de la fe y caer en condenación.

A lo largo de este estudio, examinaremos cada pasaje bíblico relevante, siguiendo un orden cronológico y sin repeticiones, para entender de manera profunda lo que Dios nos dice acerca de este tema. No dependeremos de doctrinas humanas, sino de la verdad de la Escritura.

Si el Espíritu Santo nos advierte una y otra vez sobre la necesidad de perseverar en la fe, de guardarnos del pecado y de no alejarnos de Dios, debemos tomar estas advertencias en serio. Porque la salvación es un regalo de Dios, pero también una responsabilidad que debemos cuidar con temor y temblor.

I. Cuidando la Salvación con Temor y Temblor

La salvación es el mayor regalo que Dios puede darnos. Sin embargo, la Biblia no la presenta como algo garantizado sin importar nuestras acciones. A lo largo de las Escrituras, encontramos advertencias serias sobre el peligro de descuidar la fe y apartarse de Dios.

Pablo enfatiza esta responsabilidad en Filipenses 2:12, donde dice:

“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.”

Aquí, la palabra clave es “ocupaos” (en griego: κατεργάζεσθε, katergazesthe), que significa trabajar en algo hasta su culminación, es decir, llevarlo a su máximo cumplimiento. Pablo no dice: “Descansen en su salvación”, sino que indica una acción continua de perseverancia.

Si la salvación fuera irrevocable y no existiera la posibilidad de perder la salvación, esta exhortación no tendría sentido. Si una persona no pudiera perder la salvación, no habría razón para decirle que la cuide con temor y temblor.

Pero, ¿qué significa exactamente “temor y temblor”?

a) ¿Qué significa “temor y temblor” en relación con la salvación?

En nuestra cultura moderna, temor y temblor puede sonar a pánico, pero en el contexto bíblico, se refiere a una reverencia profunda y un sentido de responsabilidad ante Dios.

En la tradición judía, el “temor de Jehová” no es miedo irracional, sino el reconocimiento de Su santidad, Su justicia y Su poder para juzgar.

Este principio está en Proverbios 9:10:

“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría.”

El temor de Dios es lo que nos mantiene en obediencia. No se trata de miedo servil, sino de respeto absoluto hacia Aquel que tiene el poder de dar vida y quitarla.

Jesús refuerza esta idea en Mateo 10:28:

“No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”

Dios no solo es amoroso, también es justo y santo. Su juicio es real, y descuidar la salvación tiene consecuencias eternas.

b) La responsabilidad del creyente en la salvación

El concepto de “una vez salvo, siempre salvo” se desmorona cuando vemos la cantidad de advertencias que hay en la Biblia sobre perseverar en la fe.

Uno de los pasajes más directos está en Hebreos 10:38-39:

“Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

Aquí se nos dice claramente que si alguien retrocede en su fe, puede perder la salvación y caer en la perdición.

Jesús mismo dio muchas advertencias sobre la importancia de perseverar hasta el final. En Mateo 24:13, declaró:

“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”

Esto no tiene sentido si la salvación fuera incondicional. La perseverancia es parte de la fe genuina.

En Lucas 9:62, Jesús enfatiza el compromiso necesario:

“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”

Si alguien decide seguir a Cristo, pero luego abandona la fe, su salvación está en peligro.

c) Casos bíblicos de personas que perdieron su posición delante de Dios

Si la salvación fuera irrevocable, no habría ejemplos en la Biblia de personas que fueron rechazadas después de haber estado en la voluntad de Dios. Pero encontramos múltiples casos:

1. Saúl: De ungido a rechazado

Saúl fue escogido por Dios y ungido como rey sobre Israel. Recibió el Espíritu Santo y profetizó (1 Samuel 10:6-10). Era un hombre apartado para Dios.

Sin embargo, su desobediencia lo llevó a perder su posición. En 1 Samuel 15:23, Dios le dice por medio de Samuel:

“Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”

En 1 Samuel 16:14, se nos dice que el Espíritu de Jehová se apartó de Saúl.

Si la salvación no pudiera perderse, ¿por qué Dios apartó Su Espíritu de Saúl?

2. Himeneo y Alejandro: Naufragaron en la fe

En 1 Timoteo 1:19-20, Pablo menciona a dos hombres que una vez caminaron en la fe, pero la rechazaron:

“Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro.”

No se puede naufragar en algo en lo que nunca se ha estado. Estos hombres una vez tuvieron fe, pero la perdieron.

d) La advertencia de 2 Pedro 2:20-22

Pedro es muy claro sobre la condición de aquellos que conocieron la verdad, pero luego la rechazaron. En 2 Pedro 2:20-22, dice:

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero.”

Aquí se habla de personas que fueron libertadas del pecado, pero volvieron a él.

El versículo 22 es aún más fuerte:

“Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.”

La imagen es poderosa:
🔹 Un perro vuelve a su vómito → Porque su naturaleza no ha cambiado.
🔹 Una cerda vuelve al lodo → Porque no ha sido transformada realmente.

Este pasaje deja claro que alguien puede haber sido limpiado por Dios y luego regresar a la inmundicia del pecado.

II. Advertencias Claras en la Biblia sobre la Posibilidad de Perder la Salvación

A lo largo de las Escrituras, encontramos advertencias contundentes sobre la real posibilidad de que un creyente pueda apartarse y perder su salvación. No se trata de suposiciones o interpretaciones aisladas, sino de declaraciones directas e innegables de la Palabra de Dios.

Si la salvación fuera absolutamente inquebrantable, no habría necesidad de tantas advertencias en la Biblia sobre el peligro de apartarse de la fe. Dios no advierte en vano. Estas advertencias están ahí porque el riesgo es real.

Las siguientes Escrituras no solo confirman que la salvación puede perderse, sino que también muestran que apostatar de la fe es un pecado de consecuencias eternas.

a) El juicio sobre los que pecan deliberadamente

Uno de los pasajes más severos sobre este tema se encuentra en la carta a los Hebreos. En Hebreos 10:26-27 leemos:

“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.”

Este pasaje presenta una advertencia ineludible. No se está refiriendo a personas que nunca conocieron a Cristo, sino a aquellos que ya han recibido el conocimiento de la verdad y, aun así, deciden apartarse de ella.

Si la salvación fuera irreversible, este versículo no tendría sentido. ¿Por qué advertir sobre un juicio de fuego si el creyente nunca podría perder su salvación?

La respuesta se encuentra en el versículo 29, donde se nos explica que esta persona fue santificada por la sangre del pacto, pero después la tuvo por inmunda.

“¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?”

Aquí se nos habla de alguien que ya había sido santificado por la sangre de Cristo. No puede tratarse de un incrédulo. Sin embargo, su rebelión contra Dios lo pone en una condición aún peor que la de un no creyente.

Si la salvación fuera eterna e irrevocable, ¿cómo podría una persona santificada llegar a un estado donde la condenación es segura?

b) Aquellos que han gustado del Espíritu Santo, pero se apartan

Otro pasaje que confirma la posibilidad de perder la salvación se encuentra en Hebreos 6:4-6, donde se describe el destino de aquellos que, después de experimentar la gracia de Dios, deciden rechazarla.

“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento.”

Este texto no se refiere a personas que nunca fueron salvas. Todo lo contrario. Se nos dice que fueron iluminadas, gustaron del don celestial, participaron del Espíritu Santo y conocieron la buena palabra de Dios.

El problema radica en que, después de haber experimentado todo esto, se apartaron conscientemente de la fe y cayeron en una condición de condenación irreversible.

Si la salvación no pudiera perderse, este pasaje no tendría sentido. Sin embargo, deja claro que hay un punto de no retorno para aquellos que rechazan a Cristo después de haberle conocido.

c) Mejor no haber conocido la verdad

El apóstol Pedro también aborda esta terrible realidad en su segunda epístola. En 2 Pedro 2:20-21 leemos:

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.”

Este pasaje refuerza la enseñanza de que un creyente que se aparta de la fe termina en una condición peor que la de un incrédulo que jamás conoció a Cristo.

La expresión “escapado de las contaminaciones del mundo” indica que estos individuos ya habían sido liberados del pecado a través de Cristo. Sin embargo, después deciden regresar a su antigua vida, dejando atrás la salvación que Dios les había concedido.

El versículo 22 nos da una ilustración gráfica y devastadora de su estado:

“Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.”

Este lenguaje no deja margen de duda. Si una persona salva no pudiera perderse, entonces no tendría sentido esta comparación.

d) Pecado de muerte

El apóstol Juan menciona un tipo de pecado que lleva a la muerte espiritual. En 1 Juan 5:16 leemos:

“Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.”

Si bien el pasaje no especifica cuál es este pecado de muerte, muchos teólogos concuerdan en que se refiere a una apostasía total, un rechazo definitivo de la fe en Cristo.

Si alguien no pudiera perder la salvación, entonces no habría un pecado que conduzca a la muerte eterna. Pero la Escritura nos advierte que hay pecados que conducen a una separación definitiva de Dios.

e) Algunos apostatarán de la fe

El apóstol Pablo hace una advertencia profética en 1 Timoteo 4:1:

“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.”

Aquí se usa la palabra “apostatar”, que significa abandonar deliberadamente la fe. No se puede apostatar de algo que nunca se tuvo.

Pablo no está hablando de personas que nunca creyeron, sino de creyentes que se apartarán voluntariamente, seducidos por doctrinas falsas.

Si la salvación no pudiera perderse, este pasaje no tendría sentido.

III. La Advertencia del Nuevo Testamento: ¿Peligro de Apartarse?

El Nuevo Testamento es claro al advertirnos sobre el peligro de apartarnos de la fe. Estas advertencias no son ocasionales; son repetidas y explícitas, presentando un mensaje de perseverancia en Cristo y una exhortación a la vigilancia espiritual. La salvación no se trata de un evento aislado que ocurre en un momento determinado, sino de una relación continua con Cristo que requiere constancia. El hecho de que la Escritura nos advierta sobre la posibilidad de alejarnos de Dios subraya que nuestra responsabilidad personal en este asunto es crucial.

En este contexto, es importante recordar que la voluntad humana juega un papel fundamental en la vida cristiana. Dios nos ha dado libre albedrío para escoger permanecer en Él, y nos exhorta a perseverar hasta el fin. El mismo Pablo, el apóstol de la gracia, nos advirtió de esta realidad, demostrando que incluso el más fiel de los creyentes debe ser vigilante.

a) La advertencia en el Evangelio de Lucas: El riesgo de ser “echados fuera”

En Lucas 13:24-27, Jesús da una advertencia seria que no deja espacio para malentendidos. Aquí, Él habla sobre aquellos que intentan entrar al reino de Dios sin tener una relación genuina:

Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarían entrar, y no podréis. Cuando el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera comencéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Comimos y bebimos delante de ti, y tú enseñaste en nuestras plazas. Y él responderá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros hacedores de maldad.

Este pasaje refuerza la idea de que no todos los que conocen a Jesús (aun en un nivel superficial) estarán asegurados de entrar al reino de Dios. Aunque las personas mencionadas en este versículo habían tenido una relación cercana con Cristo, no fueron fieles hasta el fin, y por ello fueron rechazados. El esfuerzo que Jesús pide aquí, al entrar por la puerta angosta, es un llamado a la perseverancia continua, algo que contrasta directamente con la doctrina de “una vez salvo, siempre salvo”.

b) La advertencia de Pablo: “El que está en pie, mire que no caiga”

El apóstol Pablo también advirtió en 1 Corintios 10:12:

Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

Este versículo, aunque corto, es un recordatorio serio de que nadie está fuera de peligro cuando se trata de perder la salvación. Es un llamado a la humildad, a la vigilancia constante. La perseverancia no es una cuestión de una sola vez, sino una práctica diaria, una constante dependencia de la gracia de Dios y un esfuerzo por vivir de acuerdo con Su voluntad. La frase de Pablo es clara: no te confíes. Aún aquellos que se sienten firmes en su fe deben estar alerta para no caer en la tentación o en la apostasía.

c) La carta a los Hebreos: El peligro de “caer en la condenación eterna”

En Hebreos 6:4-6, el autor de Hebreos presenta uno de los pasajes más impactantes sobre la posibilidad de perder la salvación. Este pasaje ha sido objeto de debate a lo largo de la historia, pero su mensaje es claro y alarmante para aquellos que, habiendo experimentado la salvación y el poder transformador de Cristo, luego se apartan de la fe. El texto dice:

“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados, y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, pues crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y le exponen al vituperio.”

Este pasaje es una advertencia seria y contundente. El autor no está hablando de personas que nunca conocieron a Cristo, sino de aquellos que, habiendo experimentado la salvación, la gracia, y el poder del Espíritu Santo, finalmente eligen rechazar la fe. La imagen es vívida: al apartarse de Cristo después de haber recibido tal gracia, se está, de alguna manera, “crucificando nuevamente” al Hijo de Dios, exponiéndolo al vituperio público.

El llamado a la perseverancia

Es crucial entender que este versículo no niega la capacidad del cristiano de arrepentirse. Sin embargo, el texto señala que, en el caso de aquellos que han experimentado plenamente la salvación, el arrepentimiento se vuelve extremadamente difícil si deciden apartarse de la fe. No se está hablando de una condenación inmediata, sino de un peligro real y grave: si una persona persiste en rechazar a Cristo, las consecuencias son severas.

El mensaje aquí es claro: la salvación no es un estado estático, sino una carrera continua que requiere perseverancia. No basta con haber experimentado el poder de Dios; debemos seguir firmes en la fe. El autor de Hebreos nos da una advertencia poderosa: la salvación no debe tomarse a la ligera, pues la posibilidad de apartarnos de ella es real. Si no perseveramos, corremos el riesgo de perder lo que una vez recibimos.

En resumen, este pasaje refuerza la enseñanza de que la fe cristiana no es un logro único y final, sino una serie de decisiones diarias que debemos tomar, buscando siempre la santidad y la obediencia a Cristo. Cada día debemos vivir en una relación de dependencia y fidelidad a Dios, conscientes de que el camino de la salvación está lleno de desafíos que requieren nuestra constante vigilancia y esfuerzo.

Conclusión

¿Puede un creyente perder la salvación?


A lo largo de este estudio, hemos explorado diversas escrituras que nos enseñan de manera clara y contundente que un creyente puede perder la salvación si no persevera en la fe. No importa cuán cerca haya estado de Cristo, ni la profunda experiencia espiritual que haya vivido, las Escrituras son claras en cuanto a la responsabilidad personal del creyente de mantenerse firme y constante en su caminar con Dios. El amor y la gracia de Dios son inmensurables, pero Él también nos ha dado libre albedrío para que podamos elegir seguirle, o alejarnos de Él.

En los textos que hemos examinado, como Hebreos 6:4-6 y Hebreos 10:26-27, se presenta la posibilidad de caer en condenación eterna debido a la apostasía, es decir, al abandono voluntario de la fe tras haber conocido la verdad. Jesús mismo nos advirtió de la importancia de perseverar, como vemos en el ejemplo de Judas Iscariote, quien estuvo en el círculo íntimo de los discípulos y sin embargo se perdió (Juan 17:12).

Además, el apóstol Pablo en 1 Timoteo 4:1 también dejó claro que algunos se apartarán de la fe, escuchando doctrinas erróneas, lo que refuerza la idea de que es posible perder la salvación si uno se desvía de la verdad.

Es fundamental que entendamos que la salvación no es un estado automático e irreversible, sino una relación viva con Dios que debe ser cultivada y guardada. Cada día, los creyentes enfrentan la opción de mantenerse firmes en la fe o ceder a las tentaciones y desvíos que amenazan con alejarnos de Dios.

Por lo tanto, el llamado es a la perseverancia. Como vimos en las advertencias de las Escrituras, perder la salvación no es algo que deba tomarse a la ligera. Dios ha provisto todo lo necesario para que vivamos en Él, pero depende de nosotros mantenernos en esa gracia a través de la fe activa y constante. La elección que tenemos de seguir a Cristo es un acto continuo, no una decisión única.

Al final, la salvación no es algo garantizado una vez alcanzado, sino que es un camino que debemos recorrer con fidelidad y valentía. Nuestra vida cristiana está llena de desafíos, pero si mantenemos nuestra fe en Cristo y perseveramos hasta el final, podemos tener la seguridad de que seremos guardados en Su gracia. No olvidemos que el peligro de apartarnos es real, y debemos estar alerta para no caer en el error de pensar que la salvación es irreversible.

Este estudio nos llama a reflexionar profundamente sobre nuestra relación con Dios y a asegurarnos de que, al igual que en las advertencias bíblicas, no tomemos nuestra salvación a la ligera. La salvación es un regalo maravilloso que debe ser guardado con reverencia y temor. Que podamos vivir en obediencia y en la luz de Su verdad, y que nuestra fe sea firme hasta el fin.

Hoy mismo, te animo a hacer un examen de conciencia sobre tu caminar con Cristo. Si hay áreas de tu vida donde te has apartado de Su verdad, es tiempo de volver a Él con humildad y arrepentimiento. No dejes que la tentación o la complacencia te desvíen de la gracia que has recibido. Mantente firme, persevera y sigue adelante en la fe. La salvación es un regalo que debemos valorar y proteger cada día.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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Jose R. Hernandez
Autor

Jose R. Hernandez

Pastor jubilado de la iglesia El Nuevo Pacto. José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa nacieron en Cuba, y son ciudadanos de los Estados Unidos de América.

2 comentarios en «¿Se puede perder la salvación?»

  1. Entonces si fallo y desobedezco a Dios, Él puede romper el sello del Espíritu Santo que acepte por Su gracia?.
    Por qué todo lo que menciona es bueno pero entonces hago a Dios mentiroso cuando nos dice ” que somos sus hijos cuando le aceptamos”
    Bendiciones

    Responder
    • Bendiciones Manuel. Dios no rompe Su promesa, pero tampoco obliga a nadie. Si elegimos el pecado, rechazamos Su gracia. Ya no queda sacrificio, solo juicio (Heb. 10:26). Somos hijos, pero llamados a santidad (Heb. 10:29-31). Dios no puede ser burlado (Gál. 6:7).

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